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lunes, 3 de septiembre de 2018

No sufras más: yo te receto heroína.



No sufras más: 
yo te receto heroína.



Tenía algo más de 22 años cuando tuve mi primera -y única- sobredosis "potencialmente letal" con opioides. En aquella época tenía un bar; un reducto antiprohibicionista (donde se consumían todo tipo de drogas sin restricción) y con la única norma de no molestar a otros clientes, consumieran drogas o no.

Uno de mis clientes -el dueño de otro bar, preso ahora por tráfico de drogas- un viernes se presentó y me dijo: “toma, este bote de metadona es para ti, que sé que te gustan mucho estas cosas de las drogas”. Yo le pregunté por qué me lo daba, y cómo es que no lo necesitaba él si estaba en un tratamiento de mantenimiento con metadona, y me dijo que ese finde iba “a ponerse” y pasaba de la metadona teniendo heroína a mano.

Aunque alocado por la edad, yo era bastante responsable en mis tomas de drogas sobre todo cuando eran “nuevas”, le interrogué sobre la dosis de metadona que había en dicho bote con un líquido transparente, y él no me supo contestar salvo con un dato: “es para una persona que tome mil duros (5.000 pesetas, 30 euros) de caballo [heroína] al día”


¿Qué sabía de la metadona yo? Pues mucho, había leído de ella, conocía la opinión de gente como Escohotado y en esencia, entendía su mecanismo de actuación (el mismo que el de heroína, morfina o codeína). Aún así cometí la terrible imprudencia de tomarme el botecito de un trago -con una persona haciendo de “niñera”, siempre parte de mi protocolo de seguridad a la hora de experimentar- pensando que, con mi experiencia en opiáceos (conocía opio, morfina, codeína y heroína) no me metería en una situación peligrosa; me equivoqué.

En menos de 30 minutos estaba vomitando hasta el alma -cosa que probablemente me salvó- y entrando en un estado de sobredosis de opioides intenso, en el que me costaba mantenerme despierto y en condiciones adecuadas. Avisé a mi cuidadora y le pedí salir a la calle (no existían los teléfonos móviles como ahora) para acercarnos a una cabina a llamar por teléfono a Cruz Roja y dar el aviso. 

Así lo hicimos y al cabo de 10 minutos, una ambulancia -sin médico- operada por voluntarios me estaba atendiendo. Yo, que era consciente de que lo que tenía era una sobredosis, estaba obsesionado por saber qué dosis era la que había en el bote, pero esas personas no podían acceder a dicha información tampoco y resolvieron con lo que su formación -o la falta de ella- les dictaba: “no creemos que estés en peligro porque la metadona la dan para curar heroinómanos, lo único que puedes tener un síndrome de abstinencia dentro de 3 días”.

Cuando escuché eso, de boca de alguien que venía en una ambulancia de Cruz Roja, me di cuenta de que carecían de formación para comprender que la metadona era un opioide mucho más potente y por ende más peligroso que la heroína, y que ni siquiera entendían el funcionamiento de los programas de mantenimiento con metadona ni la farmacología de esta sustancia. Viendo esto en quienes tenían que atender una urgencia por sobredosis de opioides, es fácil comprender esa sensación de “cura para la heroinomanía” con la que se percibía a la metadona, sin entender el mecanismo de esa “supuesta cura”


Posteriormente pasé de los “voluntarios de la Cruz Roja” y me fui en un taxi al hospital, en el que un médico me estuvo viendo y aunque determinó lo obvio (una intoxicación por opioides, metadona en ese caso) estimó, que gracias al vómito, no había absorbido una cantidad mortal de necesidad, y si bien no parecía tener necesidad de ser tratado con un antagonista (sobre todo por lo poco útil del corto efecto de la naloxona, el antídoto, que no llega a la media hora de duración en su efecto frente a las 72 horas de efectos de la metadona) necesitaba vigilancia por si evolucionase de forma imprevista. 

Me tiré 3 días -vigilado casi las 24 horas- que cada vez que me fumaba un porro (por sinergia entre los cannabinoides y los opioides), caía dormido encima de la cama sin poder hacer nada para evitarlo. Fue el colocón más largo de mi vida y el que más cerca estuvo de matarme: metadona, la “cura” para la heroína.

¿Que busco señalar al contar esto? El común error de pensamiento de que dicha “cura” es inocua o algo distinto a lo que “pretende curar”. La metadona y la heroína son -en esencia- la misma cosa y producen -en esencia- los mismos efectos, pero mientras que los de la heroína duran unas horas, los de la metadona duran varios días.

La metadona es mucho más potente, peligrosa y de difícil manejo que la heroína como fármaco (en Reino Unido, la heroína se emplea como la morfina, pero la llaman diamorfina) por su alta impregnación y duración en el cuerpo humano. Su ventaja es precisamente esa misma: la larga duración, de días, que evita que la persona tenga que “drogarse” cada pocas horas, dándole una droga que dura muchas más horas y hace esencialmente lo mismo en tu cuerpo. 

Pero recuerde esto el lector: aparte de su duración -y de que se administra en un centro y tratamiento (es pura)- no tiene ventajas frente a la heroína -mucho más segura a nivel orgánico como fármaco- sino desventajas (empezando por su duración).

Dicho de otra forma, cuando damos metadona a un adicto a la heroína, es equivalente a suministrar vodka a un adicto a beber vino, o de mantener lejos de la cerveza a una persona a base de tenerla saturada de ginebra. ¿Tiene ventajas? Sí, para algunas personas muchas porque cada caso es único y, en algunos casos, un tratamiento de mantenimiento con metadona puede ser la clave para encauzar la vida de una persona (permitirle tener horarios y vida normales, sin tener que buscarse la vida para pagarse la droga y no entrar en un doloroso "mono"), pero en otros casos no es así y no basta con ese opioide y esa pauta de administración.





Para esos casos que parecían no tener salida con los tratamientos más habituales (metadona y buprenorfina mayormente) se crearon los programas de mantenimiento con heroína, en los que la sustancia usada como fármaco es la propia heroína de manera que ir a comprar la sustancia al mercado negro, carece de sentido. De esa forma, el paciente recibe una serie de dosis controladas de diacetilmorfina (nombre farmacéutico de la heroína actualmente) de la misma forma que a otros les dan su metadona o su buprenorfina

Esos programas han sido llevados a cabo en diversos puntos del planeta, España incluida como una de las pioneras gracias al trabajo de Joan Carles March en Granada. Los resultados de los ensayos clínicos llevados a cabo con heroína como fármaco, han sido muy positivos en todos los casos donde se han permitido, y eso llevó a algunos médicos que trabajaban con adictos a opioides/opiáceos en Canadá que, igual que su vecino USA está sufriendo tasas altísimas de sobredosis y problemas con este tipo de drogas, a pedir heroína para un grupo determinado de pacientes.

Esto no pasó de la noche a la mañana. Se pidió el acceso a la heroína para 21 participantes que resultaban “adecuados” de un estudio de 202 adictos (de nombre SALOME) a los que se había estado manteniendo -en condiciones de doble ciego- bien con heroína o bien con hidromorfona inyectable, cuyo efecto es muy similar al de la heroína, que se les administraba 3 veces al día bajo estricto control médico

Aún así, desde el estudio ya concluido se pedía que se abriera el abanico de opciones terapéuticas para que los médicos tuvieran herramientas útiles, como la hidromorfona inyectable, para quienes no resultaban beneficiados por otros tratamientos. Como prueba del buen funcionamiento del tratamiento, el equipo activó una línea de rápida de teléfono para cualquier tipo de problema (médico, criminal, legal) relacionado con el estudio SALOME o cualquiera de sus participantes: nunca recibieron ni una sola llamada.

Tras el estudio, se cursaron una serie de peticiones bajo la cláusula SAP o Programa de Acceso Especial por el que los médicos de Canadá, cursando unas solicitudes que deben ser aprobadas con mucho trámite pueden solicitar fármacos que no tienen en su farmacia, cuando una condición o enfermedad ponga en peligro la vida del paciente

Los expertos médicos consideraron que el riesgo de recaída en el uso de heroína callejera, especialmente en estos momentos que la heroína les llega adulterada con fentanilo, era una condición que ponía en peligro la vida del paciente, y dieron el paso de cursar esas 21 peticiones para que sus pacientes fueran tratados con heroína farmacéutica o diacetilmorfina.

Y aquí llegó el problema. Esas peticiones, de largo trámite, repentinamente fueron aprobadas por la maquinaria burocrática de Canadá: se iba a dar heroína -como tratamiento de mantenimiento no experimental (eso es importante)- a 21 pacientes

Los departamentos del ministerio sanitario del país dieron curso a la petición, tras comprobar los requisitos, y entonces ocurrió lo que no es sencillo de entender sin una aproximación “moralista e ignorante” por parte de sus principales actores: la entonces ministra y actual jefa de la oposición -Rona Ambrose- bloqueó el acceso a la heroína farmacéutica como tratamiento, haciendo una modificación en la ley de manera que esa sustancia no pudiera utilizarse.

¿Quién es una político para tomar una decisión médica, contra sus propios expertos? La dama en cuestión es la bulldog del partido conservador por aquellos lares -ahora en la oposición- que antes de irse del convento, como dice el dicho, se cagó dentro. Le quedaban unas semanas para tener que dejar paso al nuevo gobierno de Justin Trudeau, y con un par de ovarios emitió una declaración que textualmente decía: “El primer ministro [Harper] y yo no creemos que sea actuar en beneficio de quienes sufren adicción a las drogas, darles las propias drogas a las que son adictos.”





¿Y qué culpa tienen los adictos, los participantes en los ensayos médicos, los doctores y los expertos en este área de que tú -y el primer ministro conservador de turno- creáis algo que sólo demuestra que sois completos ignorantes? Ninguna, pero aquí es donde colisiona la política con la ciencia: aceptar que dar heroína a una persona es un tratamiento adecuado para salvarle la vida, contradice todos los postulados conservadores contra las drogas, a través de la sustancia más mitificada y demonizada de todas: la heroína. 

Con intención de sacar rédito político, esa meapilas ignorante y su jefe, quisieron dejar una piedra prohibicionista que alargase la interminable agonía de la guerra contra las drogas, incluidas para su uso médico; les dio igual que por medio se llevasen las esperanzas de 21 enfermos de recibir un tratamiento correcto y que les evitase entrar en situaciones que pusieran en peligro sus vidas.

De esas 21 personas privadas de lo que sus médicos creen que es su mejor opción, 5 de ellos se decidieron a demandar al estado por bloquearles el acceso a la heroína farmacéutica como medicación necesaria en un trastorno que les pone en peligro real de muerte. Y este es el punto en que se encuentra el intento canadiense de iniciar el tratamiento de mantenimiento con diacetilmorfina, a pesar de que es un fármaco sobradamente conocido y con menores riesgos a nivel farmacológico y claras ventajas en el proceso de adicción a opiáceos frente a la metadona. 

Son cinco adictos crónicos, refractarios a otros tratamientos, que no quieren morir un día de un mal chute. Y esto es lo que les exige el sistema, tener que demandar al estado para que -un día, que deseamos cercano- su médico les pueda decir: 


"No sufra más,
yo te receto heroína."


Este texto fue publicado en Cannabis.es originalmente.


lunes, 1 de agosto de 2016

El fraude del Krokodil en España: TODOACIENCIA por Gonzalo Haro - CEU

Este texto fue publicado -aunque les pese a algunos- en Cannabis.es y fue el primero que apuntó directamente a la nulidad absoluta del trabajo de este loquero transmutado en vendedor de plazas universitarias para la CEU de Valencia.

El fraude se cometé por quien pretende pasar una info que sabe que es -cuando menos- ridícula e insostenible por estudio de tipo científico, y una revista mercenaria como es la Revista Adicciones, otra de las que se dedican a mamar de los fondos del PNSD y su entorno de trepas, le da cabida.

El resto lo completa una prensa completamente idiota, zombi, imbécil, sin capacidad para leer una puta página de una estudio tan marca ACME que es una pieza del humor más cutre. Sólo "El Español", días después, levantó la voz y lo dijo (de la prensa generalista), mientras el resto de medios de prensa, televisiones, periódicos y demás morralla, le lamían el culo al Gonzalo Haro y su equipo de trileros universitarios.

La vergüenza de la "serpiente de verano" en información sobre drogas, que este año era esperada con una navaja en la mano. Gonzalito, mala suerte. Los médicos, aunque os la coméis unos a otros, no vais a estar siempre mirando desde la barrera, y menos cuando sois un puto fraude como tú, Gonzalo Haro....

Luego llegaron otros -excusas control- a decir que si el Krokodil, que si responsabilidad por la prensa,  que si pa' chulo mi pirulo y demás tonterías -los más endogámicos del panorama: sabía que eran medio maricones pero no completas mariconas (ni citar al autor del fraude, eh? todos amiguitos, que todos cobramos del beef)- para echarse unas risas extra: sorpresas te da la vida. Bah, como perras previsibles. Gracias a mi compadre H.Madera por estar al quite cuando yo estaba de viaje. ;)

Quiero añadir que si no fuera por mi editor en Cannabis.es, Gon, estas cosas no saldrían así de bien, rápido y divertidas. Es un crack y lo sabe. Esperamos que os guste a todos, menos a Gonzalito y sus paleros. :))

PS: Doctorcete, qué poco lees y cómo de fácil se te trinca, parguela.

--
La CEU de Valencia, 
el Krokodil inventado 
y

la TodoACienCia de Gonzalo Haro.

"¿Qué chorrada podíamos inventar para salir en prensa y dar publicidad a la 1ª Promoción de Medicina de la -privada y católica- CEU de la C. Valenciana? ¡¡Necesitamos algo gordo!!  

Venga, traed más orujo y cajas de Lisdexanfetamina 70 mg. de la farmacia, que esto lo arreglamos hoy antes de terminar de jugar al Monopoly... ¡ya!

¡Ya lo tengo!
¡¡HEMOS DESCUBIERTO EL KROKODIL EN ESPAÑA!!

JUAJUAJUAJUA.....
¿A que mola?”

Por más que intento encontrar otro contexto del que surgiera esta basura de estudio -del que os vamos a hablar- no lo encuentro. No puedo. No soy capaz de imaginar una situación en la que varias personas -con formación universitaria- terminan firmando un “estudio” que es una absoluta basura basada en una mentira (o una verdad “incomprobable”, como puede ser: “vino hace una hora un marciano a mi casa y me invitó a ensaladilla rusa”) y una revista -de supuesto prestigio científico... pfffff- acaba publicándolo.





Esa “cooperadora necesaria” en este fraude informativo, es la Revista Adicciones, financiada por el inefable y nada fiable Plan NaZional Sobre Drogas o PNSD, y editada por uno de los actuales y repetidamente previsibles “buques” prohibicionistas, como es la cosa esa de “Socidrogalcohol” -un saludo (con todo mi corazón) a Alipio AKA “Infoxicador”, mi hamigo- y que sirve de bandera, bajo la que que se reúne la “avant garde” del más señero prohibicionismo en España. 

Financiada -la “presuntamente científica” gacetilla moralista sobre adicciones- por el PNSD como digo, pero también por aquellos que publican: si quieres en Revista Adicciones publicar, la pasta -por delante- tendrás que ingresar. Nadie “trabaja” gratis, aunque las revistas de verdad -en las que trabajo- suelen pagar al autor y no va al revés la cosa, aunque cada uno es muy libre de valorar su trabajo como quiera, y resulta -en este caso- poéticamente justo que el precio sea negativo para los autores, dado el tamaño del fecalito que han mostrado. Lo de las revistas “con premio” y garantía de correcta moral - por ser tan “útiles CONTRA las drogas”- ya lo tratamos en el caso de la gacetilla prohibicionista de “InDependientes” hace meses.

Sí, sí. Todo muy científico, pero del “TODO A CIEN”.
Esto no es ciencia sino “TodoACienCia” y ellos no son científicos sino todoacientíficos. A ver si el indefinible Luis Piedrahita, me copia la idea, para su particular diccionario de ideas complejas, sencillamente expresadas.





Podría ir punto a punto con el propio estudio y desmontar la validez del mismo, pero es todo demasiado simple: todo el estudio se basa en las declaraciones de un “paciente” (entendemos que usuario de heroína) que dice haber conseguido una dosis de “Krokodil”, la mítica droga surgida -en su versión callejera- en la Rusia anti-metadona de Putin ante la falta de otros recursos por parte de los usuarios de heroína.

Este paciente, que además sufre -como dice el estudio- despersonalización, dice haber INGERIDO una dosis de ese supuesto krokodil: la droga que -desde la prensa y este estudio- se nos quiere vender como la “heroína caníbal”, cuando es un opioide como otro cualquiera que existía en farmacia hace casi un siglo ya. Es curioso, porque el krokodil se sintetiza para ser inyectado, y no existe una sola prueba de que haya salido del entorno ruso jamás, pero este paciente -de Castellón, ni más ni menos- dice haberla tomado. Pero como dice Gonzalito “er psiki”, los pacientes nunca mienten, chavalotes.

Y ya. Así. Sí. Fin. EOF. No hay nada más...

Que el paciente tuvo molestias estomacales y que estuvo 3 días en observación (todo cuento y tontería para rellenar texto). Y de hecho, el propio paciente no achaca esas molestias al “supuesto krokodil”. Un paciente que sufre despersonalización y al que el tal Gonzalo Haro AKA “er sikiatra” y Abel Baquero AKA “er sikolojo” -los TODOACIENTÍFICOS que firman- elevan a caso de estudio clínico de nivel internacional, como “el primer caso de consumo de krokodil en España”, sin una sola prueba de sus afirmaciones. ¿Caso documentado? ¿Qué es eso?

Ni una sola prueba, ni un análisis, ni una foto, ni nada que no sea “lo que les dijo un paciente con cagalera y dolor de tripa”. Gran universidad la que da formación con estos profesionales. Nada. Como lo que dijo “el Nega” cuando C.Tangana fue y le metió una galletaza por ser un bocas: nada de nada.



Ni una sola prueba -de las de verdad, científicas y no como ellos, todoacientíficas- siquiera de que esa persona consumiera algo, y de que eso fuera “krokodil” -que tomó mezclado en un brebaje con cafeína de forma “lúdico-experimental” según el propio estudio- y no el semen de un marciano.

El paciente -“la fuente científica del estudio”- ha pasado 5 años en el talego, ha consumido de todo y sigue consumiendo (así nos lo presentan) alcohol, cocaína, heroína y benzodiacepinas. 

Así que experimenta con algo que cree que es krokodil -recuerden que también se indica que sufre despersonalización, su salud mental no parece la adecuada para ser tomada como veraz sin más prueba documental- mezclado en el café, luego le duele la tripa -como único efecto/problema descrito y NO asociado- y en el hospital dice la primera tontería que se le ocurre: he tomado krokodil!! Yeah!!! Es más fuerte que la heroína, sí!!! Es más físico!!! Sí!!!

Mola mucho todo el grupo de caraduras que se han sumado a poner su careto en la foto, y su firma en el estudio, seguramente sin leerlo bien porque se ha apuntado hasta el tato: todos quieren figurar en el gran descubrimiento con el que, como sentencia el estudio, “PODEMOS AFIRMAR QUE HA EMPEZADO EL CONSUMO DE KROKODIL EN ESPAÑA”. Y pa' chulo, chulo, mi pirulo.

¿Vale? Es que soy de la CEU, donde el criterio de calidad varia según el precio.
Eso sí, las fotos de la 1ª promoción de Medicina de la CEU en la C.Valenciana sirven como excelente promoción (en redes sociales, sí: sois especiales...) para que más personas acaben engordando las arcas de estos timadores con trajes del todo a cien, pseudocientíficos y desinformadores universitarios.

Con la misma lógica, yo puedo afirmar que he sido la 1ª persona en España que ha sido objeto de un complot para matarme con krokodil. Y no es broma: hace unos meses tuve que denunciar a unos tarados de facebook -los de siempre- y en el material que entregué a la policía y al juez, se encontraba un plan para “enviarme heroína gratis por correo hasta que me enganchase, y luego, mandarme KROKODIL para que me matase yo solito”.

No es broma. Eso lo tiene un juez en sus manos, y no por eso se me ocurre contar semejante “titular”, aunque es cierto que un tarado dijo “krokodil” en una de sus mongoladas. ¿Eso no es una prueba científica, señor juez? ¿O qué? ¿Para mí no y para ellos sí?
¡¡Esto es TODOACIENCIA, yeah!!

En el estudio, no hay mucho más que reseñar, ya que basándonos en semejante masa de evidencias, no hace falta explicar mucho más sobre la validez “científica” del mismo: nula. Aunque sí sirve para una cosa: es un gran ejemplo de lo poco que significa publicar hoy día en esas supuestas revistas científicas, que dicen asegurar la “peer revision”. ¿Y quién ha sido el “peer” que ha revisado este mojón? ¿Qué se había chutado, krokodil?
Venga ¿veis? Yo también sé hacer chistes de drogas. Creo que esto es una basura, JUNK SCIENCE, que ha sido hecha, seguramente con premeditación y alevosía, para darle bombo a la primera promoción de la Facultad de Medicina. De una universidad privada y católica, y la cosa no es menor: ellos tienen “una misión” y así lo expresan en sus idearios... y eso conlleva consecuencias, nunca buenas para la ciencia.

Lo que además me resulta curioso, es que en el estudio -y en la foto promocional para sacar partido al fraude- aparecen mencionadas 4 mujeres y 3 hombres. Mayoría de mujeres, como es habitual en la universidad en España. Y sin embargo, los 2 nombrados -casualmente- son varones. Ya, todo normal. Ayer me decía un tuitero que, si en el Congreso elegían 16 varones de 17 posibles para ciertos puestos, sería por mérito. Claro onvre!!

Esto es similar: hay más mujeres que hombres, pero los que se llevan la fama (y en este caso el repudio por lo que han intentado hacer engañando a todos, sabiendo que sólo 4 gatos, y no los periodistas que les hacen de comparsa, leen el estudio). Pero es normal, es una “Universidad Católica” y la mujer -ya se sabe- tiene su personal misión en ayudar al varón en sus realmente importantes tareas: Dios os creo de una costilla nuestra, aunque esta historia seguro que os ya la conocéis... mujeres. Vamos, que los importantes son “er psikiatra” y “er psikolojo” y el resto son las que traen los cafés y les “alegran la vista”, que pasa eso las puso ahí nuestro Señor Jesucristo, coño ya vale de tanta tontería contra lo varones, solo por ser mejores que nuestras costillas.
Orgullo Machote in the Science: Who's in da house?? Machote's in da house!!

¡¡TODOACIENCIA!!

El estudio no está exento de más memeces, afirmaciones totalmente falsas, falta de documentación previa (les hubiera bastado ir a ver Erowid para no repetir lo que hizo -lo mismo- otro “todoacientífico” con una historia similar) y poniendo como premisas, de razonamientos con objetivo previamente definido, un montón de idioteces: ¿conoces tú a alguien capar de conseguir codeína? Sí, seguramente. ¿Y yodo? ¿Y fósforo rojo? ¿Y ciertos metales para que hagan de catalizador? ¿Y que sepa realizar toda la secuencia de reacciones químicas necesarias? ¿De verdad?

En el estudio aseguran que es fácil, y de fácil no tiene nada: si lo es que lo demuestren y cocinen una dosis, con los medios de un yonki en España, si son capaces de respaldar sus surrealista afirmaciones. Esto no es calentar cocaína HCl y amoníaco en una cuchara, o algún ácido y heroína base para disolverla y chutarse. Esto no es algo que te enseñen por ahí, o mostradnos lo equivocados que estamos y lo sencillo que los yonkis hispanos se pueden hacer su krokodil, en casita, supongo... ¿Qué, Gonzalito y Abelín? ¿Os animáis a ofrecer -al menos- alguna prueba del resto de tonterías afirmadas? ¿Un vídeo “cocinando fácilmente krokodil”? 

Venga, dadnos algo más 
que un titular falso: de eso estamos hartos.



Como el mundo de las drogas usadas por los medios para vender, y en este caso de los todoacientíficos para vender(se), es un mundo con propiedades fractálicas, ESTO MISMO YA HA PASADO ANTES. Unos genios similares consiguieron sacar, en un proceso plagado de cosas extrañas, un estudio que afirmaba que tenían al primer consumidor de krokodil en USA, pero se fugó... mira tú. Y tampoco tenían, como estos gualtrapas, ninguna prueba analítica o forense de sus afirmaciones.

El escandalillo que destapó en los círculos especializados acabó haciéndoles retirar el “estudio” por carecer de la más elemental base científica para realizar las afirmaciones que ofrecía. Y un gran amigo químico y forense de alto nivel en USA, de nombre Kevin pero conocido por @ForensicToxGuy, ya hace 3 años que escribió sobre esto mismo, 3 años.

Su texto podría aplicarse casi al 100% a lo que han hecho estos mafiosos, con aire de científicos y periodistas, para salir en los medios. Y como TODOS los medios han publicitado la historia sin haber leído -al menos de forma comprensiva- el esperpéntico estudio. ¿No tiene “El País” y “El Mundo”, “Antena3”, “Cuatro” o “La Sexta” a una persona capaz de leer y entender lo que decían, y hacer notar que todo esto es una mongolada cogida con pinzas?

¿¿Periodistas?? Todo vale con las drogas... ¿verdad “prensa seria”?

Voy a copiar la principales conclusiones, las puede ir leyendo el equipo de genios unieron sus mentes y esfínteres -en esta fiesta coprófila- para que la gente crea que “hay algo mucho peor, más físico, adictivo y caníbal que la heroína.... y ya está en España!!”. Todo puta mentira.

No podemos soportar ciencia basura -todoaciencia- si queremos comprender en lugar de ser manipulados. Mucho menos podemos tolerar ciencia lacaya y prostituida, sin al menos ofrecer los datos reales.

  • El panfleto iguala desomorfina y krokodil como si fueran la misma cosa, lo que es igual a decir que una mezcla de yodo, fósforo y otros reactivos y catalizadores con el fármaco es igual al fármaco en sí mismo. La desomorfina no plantea ningún problema “extra” de salud -igual que la morfina- en su forma pura o farmacéutica, pero obviamente chutarse reactivos químicos hace daño, y de ahí se derivan todas las necrosis de tejidos y gangrenas que se producen quienes se inyectan esa mezcla sucia. Ideas como estas, asociadas a el krokodil y con titulares como “la heroína caníbal llega a España”, o como dice ForensicToxGuy, la perpetuación de este sensacionalismo estúpido en presuntos estudios “ciéntificos”y en los medios, sólo sirve para contribuir a la histeria sobre las drogas.

  • El texto afirma que la droga se está expandiendo por Europa y otras partes del mundo, aunque NO EXISTE EVIDENCIA ALGUNA de esto mismo, ni de que dicha mezcla -krokodil- haya salido de Rusia o su entorno más cercano.
  • A no ser que los artículos de las revistas online, que cuentan que alguien (bah, da igual quién, no?) afirma haber comprado krokodil en “no-se-qué-pueblo-perdido-del-Amazonas”, se consideren literatura científica, la mitad del estudio está llena de afirmaciones sin sustento.
  • No se realizó NINGÚN análisis toxicológico al paciente -ni tampoco a sus fluidos o deposiciones- que resulta ser la fuente “oral” de esta historia que muestre la menor sospecha de desomorfina o de krokodil (cosas distintas; sustancia pura vs. sopa con restos químicos reactivos). 
  • No existe ninguna prueba forense ni de otro tipo que pueda permitir, a estos listos caballeretes, decir siquiera que el krokodil ha llegado a España. Todo mentira y cuando más escandalosa, mejor parece irles (de momento).
  • Los autores concluyen que “la expansión y consumo de krokodil es una realidad en Europa, y con este caso podemos afirmar que ha comenzado su consumo en España. Es por ello que los recursos sanitarios, tanto de atención primaria o urgencias, como los servicios de adicciones y salud mental, deben estar alerta para poder detectar intoxicaciones, síndromes de abstinencia o secuelas físicas y/o psicopatológicas de su consumo.” Esta afirmación carece de base alguna, y resulta especialmente improbable que -dada la prevalencia de heroína barata y fácil de obtener, la mayor dificultad para obtener codeína y los precursores necesarios, y la ausencia de “cocineros” que enseñen al resto de usuarios, junto con programas mantenimiento con metadona en España- vayamos a ver nunca un sólo caso de krokodil en España (aunque siempre puede haber el puto freaky a quien le dé por sintetizárselo él mismo, pero ese tipo no será un yonki intentando salir de un mono de heroína, no majetones).



La impresión final, y tras observar con detenimiento las cuentas de redes sociales (hacedlo vosotros, y ved lo que han conseguido -ya- con este timo) de varios de los implicados en este mediático “Fraude del Krokodil”, es que simplemente buscaban darse autobombo con una noticia todoacientífica, y hacer que la gente sepa que la CEU tiene una Facultad de Medicina, en la que están grandes investigadores como este par de colegas de la TodoACienCia. Y cómo no, le tocó a las drogas; está vez al ruso krokodil aunque nunca verá el Sol desde aquí.

Eso siempre vende mucho en España, porque como el gran público no está formado y los periodistas son lacayos obedientes, que NO SON CAPACES DE LEER EL ESTUDIO para informar de que todo esto es “lo que cuenta un tipo”, es el sandwich favorito en los medios: falsa ciencia y drogas, visibilidad asegurada.

No será el último.

La TodoACienCia siempre lo peta.






sábado, 1 de febrero de 2014

Krokodil: el hijo caníbal de la prohibición rusa

Este artículo fue publicado en la Revista Yerba en el mes de enero de 2014, para arrojar un poco de luz ante la histeria mediática en toda América por el temor creado sobre el krokodil, la peligrosa droga que supuestamente ha llegado a todo el mundo y se vende masivamente en todas las esquinas de las calles por un precio 10 veces más bajo que la heroína. 

Otra de esas mentiras que sirven para rellenar periódicos: fuera de Rusia seguimos sin poder encontrar al famoso krokodil...
Espero que os guste.

Symp.

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Krokodil: el hijo caníbal de la prohibición rusa.



Los antecedentes de la historia.

En el verano del año 2012 saltó la noticia a nuestras queridas televisiones: un hombre bajo el efecto de una droga desconocida estaba atacando y comiéndose vivo a un indigente que vivía bajo un puente. La policía tuvo que disparar hasta matar al atacante, que resistía los impactos de las balas hasta que... dejó de aguantarlas. Pero el policía, traumatizado por lo que había visto, tuvo que causar baja médica en el servicio.




Toda la dantesca escena había sido grabada por una cámara de seguridad de un lugar cercano. Y el espectáculo que hizo de aquel suceso la televisión de los USA fue el creador de una nueva etiqueta en el confuso mundo de las drogas: las sales de baño o “bath salts”. Ese era el nombre de la terrible droga que había ingerido el atacante, convirtiéndole en un zombi caníbal que arrancó la cara de otra persona a mordiscos.

Como tertulianos en nuestra hispana televisión, un inmenso puñado de drogabusólogos y supuestos expertos en el tema, saturaron durante días la información sobre el suceso (que no había duda de que era algo terrible) e inventaron todo aquello que realmente desconocían. De hecho, el atacante no estaba bajo el efecto de ninguna droga, pero aquel suceso sirvió para marcar a fuego en la mente del público norteamericano el peligro de “esa nueva droga llamada sales de baño” y que además era legal y fácilmente adquirible.

Realmente bajo el norteamericano epígrafe de “sales de baño” (“bath salts”) encontraron cabida toda las drogas que, la mayoría de los mortales, no sabían que existían en el mercado como opciones legales. Como no guardaban ninguna relación estructural ni farmacológica entre ellas, era un nuevo “cajón de sastre” para las sustancias no fiscalizadas en los USA, y a la vez un nuevo concepto con el que “informar” al público no especializado ante la descomunal cantidad de información sobre química y farmacología que implicaban esas sustancias.

La atención que esa puesta en escena (de datos mal apilados y falsos) generó en el publico de los USA, implantó la sensación de enfrentarse a un nuevo tipo de peligro venido del “mundo de las drogas”, como otros que habían enfrentado históricamente bajo el estado de prohibición. Fue tal la inicial histeria propagada por los medios que pronto empezaron a aparecer “imitadores caníbales” con o sin drogas en otros lugares, hasta el punto que el prestigioso Centro de Control de Enfermedades (CDC) de los USA tuvo que emitir un comunicado a la población, asegurándoles que no había ningún brote epidémico ni tampoco ninguna clase de virus, sustancia ni patógeno conocido que convirtiera a las personas en zombis resistentes a las balas ni en caníbales. No sabemos a quién decidió el público hacer más caso, si a los científicos o a las televisiones y sus habituales actores. Vale la pena mencionar que se impulsaron decenas más de prohibiciones sobre toda clase de drogas todavía no fiscalizadas gracias a toda esa mascarada que era falsa en su mayor parte, y que nada tuvo que ver con ninguna droga. Pero parió las “sales de baño” como droga en los medios y en varias leyes.




La semilla de un gran reportaje en el nacimiento de la criatura.

Unos meses antes la revista digital VICE MAGAZINE, que cubre todo tipo de temas extraños y crudos en todo el planeta, realizó un estupendo documental http://www.vice.com/vice-news/siberia-krokodil-tears-full-length sobre una nueva forma de drogarse que había aparecido en Rusia. El nombre que los usuarios daban a la sustancia era Krokodil y resultaba ser una variación química de la codeína que los propios adictos, de las zonas más deprimidas económica y socialmente del país, cocinaban en sus casas con medios precarios y un entorno carente de cualquier higiene. Es decir, sintetizaban una droga partiendo de otra con los reactivos necesarios y poco más que algo de fuego para calentar. Y sin más, se lo inyectaban.

Estructura de la codeína


Todos los usuarios del krokodil ruso provenían de la heroína intravenosa, que se extendió por el país en los años 80 cuando las restricciones sobre la población se hacían más elásticas gracias a la “perestroika y la glasnot” (apertura y transparencia) que llevaron a cabo los últimos gobiernos de la extinta URSS. La vieja Rusia de aquellos años negaba tener la existencia de ningún problema de drogas con su población, ya que según decían las autoridades, en la URSS no existían las drogas. También negaban la existencia de un número significativo de enfermos de SIDA y seropositivos, aludiendo a que “en la URSS no existían desviaciones homosexuales ni usuarios de drogas”.
Era una gran forma de no destinar recurso alguno a esas bolsas de población: negando su existencia.
 

Estructura de la desomorfina,
compuesto activo del krokodil


También, la mayoría de los usuarios del krokodil casero, dicen que les da igual que les graben, porque en un par de años estarán ya muertos, en un medio donde no existe trabajo accesible y la gente sobrevive ocupando casas en un entorno tan hostil como el invierno ruso que frenó a Hitler y Napoleón. Se consideran a sí mismos una población abandonada a su suerte para morir, sin recurso alguno al que acudir en un paisaje de miseria y desolación, y en el que “esa droga que les acelera la muerte comiéndoselos en vida” es tan sólo un factor más a considerar entre las causas que han llevado al nacimiento y uso de semejante monstruo entre población rusa usuaria de drogas.



La cuna del monstruo.


A la mayoría de las personas -consumamos drogas o no- nos parece poco razonable inyectarte una mezcla que sabes que va a causarte una necrosis hasta perder todos los tejidos y cartílagos de la zona, quedar con el hueso visible y la carne circundante, putrefacta. No parece una buena idea, incluso siendo aventureros o temerarios como otros lo han sido antes que nosotros.

¿Qué hace que alguien encuentre como “la menos mala” la opción de inyectarse krokodil frente a cualquier otra? Intentemos imaginarnos en la piel de un adicto a opiáceos, obligado a mantener su hábito para no enfrentarse a un síndrome de abstinencia inicial (con fuertes síntomas físicos) y a una apatía psíquica muy prolongada, si supera la primera fase de una desintoxicación “a lo bruto”. La mayoría de ellos están fichados por la policía por pequeños robos y trapicheos, casi todos han pasado por la cárcel en varias ocasiones, y no existen perspectivas laborales ni vitales para ellos tras el derrumbe de ciertas áreas dentro de la muerta URSS. La asistencia médica es precaria y la asistencia social es nula. Dicho de otra forma: abandonados a su suerte en algún punto de Rusia.

Antes se inyectaban heroína, proveniente de la extensa frontera asiática de la URSS con varios países productores y de tránsito, pero la bajada de sus condiciones de vida e ingresos, junto con una mayor presión contra las drogas en su país, ha convertido a la heroína en una opción lujosa a la que la mayoría no puede permitirse acceder, así que recurren a otro compuesto y a la ayuda de la química para burlar la prohibición sobre la heroína.

La codeína -el principal precursor para cocinar krokodil- en Rusia se vende barata y prácticamente sin pedir ningún tipo de receta, y los reactivos para cocinarla de forma casera parece fácilmente disponibles para personas que no tienen disponibles -ni cubiertas- otras necesidades mínimas básicas. Los pasos químicos a dar para convertir la codeína en desomorfina -la sustancia activa presente en el krokodil- se van aprendiendo y enseñando entre las comunidades de yonkis como parte de las estrategias de supervivencia y mantenimiento del consumo de opiáceos, en un entorno hostil que no ofrece ayuda ni esperanzas. Y no son complicados de aprender, juzgando por el nivel de conocimientos y materiales de aquellos que los llevan a cabo, como se pudo observar en el documental hecho por VICE.

Pero en ese cuadro falta la principal razón que lleva a un adicto a opiáceos a consumir venenos desesperados: la falta de mejores opciones. Ni en la antigua URSS ni en Rusia se permiten los tratamiento de mantenimiento. Dicho de otra forma: allí no permiten el uso de metadona -ni de buprenorfina u otros compuestos agonistas de los receptores opioides- para ayudar a los consumidores de opiáceos del mercado negro a salir del mismo. No existen otra opción que la de “afrontar” una desintoxicación más o menos paulatina -quienes se lo puedan permitir- o la de saltar al vacío de la incertidumbre de un síndrome de abstinencia a opiáceos y posterior mantenimiento de esa opción abstemia. Las mismas razones que a cada persona llevaron a consumir opiáceos de una forma crónica, son las que muestran lo inútil de forzar a un dependiente químico a permanecer en una abstinencia no deseada, y menos si eso implica altas dosis de sufrimiento físico y psíquico. Mientras el resto del planeta utiliza opciones que permiten reintegrar a la persona, como los casi-universales tratamientos con metadona o los novedosos tratamientos de mantenimiento con heroína que se aplican en otras partes del mundo, incluidas algunas comunidades de nuestro país.



La creación del mito.


A mediados y finales del año 2013, la prensa no especializada empieza a lanzar noticias sobre el Krokodil, al que apodan de “heroína caníbal” por la necrosis que produce inyectárselo en los tejidos. Se comienza a hablar de algunos casos de usuarios de krokodil en los USA, disparándose una histeria desinformativa en los medios del mismo calibre que la creadora del mito de las “sales de baño” y los zombis caníbales del verano del 2012.

Los medios más amarillistas de los USA, en prensa y TV, se lanzan a hablar de la nueva droga creada para destruir a la juventud y que ellos presentan dentro de una ecuación muy distinta a la de la situación rusa. La lógica que subyace dentro de los anuncios alarmistas al respecto es la de que “su placer debe compensar al daño” aumentando la leyenda negra en torno a dicha droga.

Lo cierto es que a día de hoy, los medios de toda América están dando noticias sobre el krokodil sin que exista un sólo informe de un laboratorio toxicológico que confirme su presencia desde el año 2004 en que el compuesto activo del krokodil -que no es lo mismo que esa mezcla impura y letal de sustancias- fue detectado en dos muestras por forenses en USA. Los medios nos intentan volver a hacer la jugada que nos mostraron con el “caníbal de Miami” y las nuevas drogas llamadas “sales de baño” y en esta ocasión, el “vector del mal” es el Krokodil. Pero sin informes forenses en ningún país de los que están hablando del peligro de la droga, desde Canadá hasta Argentina. Todo el mundo habla de él aunque nadie excepto los mismos rusos, que ya mostró VICE hace 3 años, han visto al krokodil.

Las fotos que se están usando, en muchos de los casos, pertenecen a personas con gangrena en los miembros periféricos -similares a las causadas por el ergotismo- que nada tienen que ver con las imágenes reales (mucho más crudas) de los consumidores rusos de krokodil. Pero la alarma de la droga caníbal ya está en juego en los medios.

Imágenes de la perdida de la falange distal 
de un dedo anular por una gangrena periférica...
pero no por consumo de krokodil.


La realidad detrás de toda la leyenda negra.

El krokodil es una mezcla de varios reactivos químicos con codeína que se ha hecho reaccionar para obtener desomorfina. Aunque los medios digan que es el consumo de desomorfina lo que produce la necrosis en los usuarios, lo cierto es que la desomorfina es una droga inventada en los años 30 que ha sido usada como otros tantos opioides sintéticos sin el menor problema en entornos terapéuticos. No es ni más peligrosa ni menos que la morfina. Lo que convierte al krokodil en un despropósito peligroso es que la inyección de la disolución que contiene la desomorfina sintetizada caseramente, lleva incluidos sustancias como yodo o fósforo rojo, entre otros reactivos y subproductos resultantes de la reacción química. El efecto de la desomorfina es el de una morfina de duración más corta y que produce menos depresión respiratoria, a dosis equipotentes. Si se ha dejado de utilizar en entornos clínicos, es porque ha sido sustituida por otros compuestos más nuevos, con otras propiedades en duración y con patentes en activo que producen más dinero.

Si la desomorfina sintetizada en el proceso de fabricación casera del krokodil fuera posteriormente purificada y limpiada del resto de productos no deseados, sería una droga similar a la morfina o la heroína, sin ningún riesgo distinto al de esas conocidas sustancias. Pero esa opción en un entorno de miseria y carencia de recursos, es algo que no parece viable de manera suficiente como para que los usuarios de opiáceos intravenosos en Rusia no se vean abocados a opciones como el krokodil. Uno de los hijos de la prohibición de las drogas que nunca habrían visto las calles de no ser por la mezcla explosiva de la prohibición más salvaje, el apetito humano por dejar de sufrir, y el abandono a su suerte de una importante parte de la población.


No es probable que veamos krokodil fuera de un contexto tan radical como el de su origen ruso, en el que se dé la mezcla perfecta para que un veneno semejante pueda salir adelante. Es importante resaltar que el consumo del krokodil está asociado a la propia producción y consumo por parte del usuario, no pareciendo que tenga cabida en la oferta de productos del mercado negro, por lo desproporcionado de sus daños.

Sin embargo veremos como su leyenda -mal contada y omitiendo las verdades necesarias como con las “bath salts”- seguirá esparciéndose por los medios de distintos países, pasando a formar parte del arsenal de contenidos alarmantes y escalofriantes de las corrientes más prohibicionistas, sin recordarle al lector en la mayoría de las ocasiones que, ese monstruo que pudre la carne de quien lo usa, jamás hubiera existido si las posiciones más radicales del prohibicionismo en la guerra contra las drogas no hubieran llevado a Rusia a ser de los pocos países que no cuentan con terapias de mantenimiento con metadona para los adictos a opiáceos.




miércoles, 8 de agosto de 2007

Aportando soluciones. El Dr. John Marks y el modelo inglés.

El Reino Unido, a pesar de ser una parte básica de la Europa de nuestro días, y el más cercano aliado que tienen los USA en este lado del charco, es un pueblo que presume de las características que su insularidad les ha dado.

Y ciertamente en algunos aspectos esto es así, y mantienen en ciertas costumbres del derecho amplias diferencias con el resto de los países más cercanos. Por ejemplo, sus habitantes no están obligados a portar ningún documento que acredite su identidad -y están orgullosos de ello, reaccionando con fuerza cuando ese derecho se pone en duda- y sus jueces no son simples interpretes de la ley que los legisladores hacen y que en ocasiones, aplicada en su forma mas extrema lleva a grandes injusticias -Summum Ius summa iniuria- , sino que tienen un margen de actuación muy superior al de los jueces de cualquier otro lugar europeo.

Esto también se aplica a su sistema de salud pública, en el que las prohibiciones absolutas que pesan sobre algunos fármacos en prácticamente todas las partes del mundo, ellos las han colocado donde han querido, y han podido seguir trabajando con ellos.
Uno de los mejores ejemplos sería el uso de la heroína que hacen los ingleses.
Se receta de la misma forma que se receta la morfina, atendiendo a razones médicas exclusivamente, como por ejemplo que siendo igual o más analgésica que la morfina, es menos depresora del sistema respiratorio y menos molesta en efectos secundarios estomacales.
Pensar que en un país civilizado le dan heroína a los neonatos, ya que facilita el control de su respiración cuando tiene que ser asistida, puede ser algo inconcebible para nosotros que hemos encumbrado a esa sustancia como el cenit del peligro, la adicción y la degradación física y moral, tanto que algunas personas (de los mal llamados intelectuales) se atreven a decir públicamente que la heroína es una sustancia mala "per se".
Tiene una maldad intrínseca que debe residir en la disposición de sus átomos. Claro que a los pacientes de todo tipo que en UK les recetan heroína, la sustancia tiene otro nombre: dia-morfina, de su forma química "diacetil-morfina", y la reciben pura.
El mal en forma de molécula.
Algo tan jodidamente difícil de comprender como cuando en la Edad Media, los compositores debían evitar a toda costa usar el tritono, que es un acorde con la 4ª aumentada o 5ª disminuida, ya que eso era "el diablo en la música" y la iglesia sostenía que Lucifer se colaba en la música a través de esa puerta. Por suerte, los aires de la fusión de estilos y la experimentación armónica llegaron una vez difunta la Santa Inquisición.
Imagínese lo horrible de ser juzgado, torturado, y terminar confesando que el diablo le había comprado con inmensos parabienes con el objetivo de que compusiera una pieza en la que poder colarse... para acabar en la hoguera, purificándose a 700 grados.

Volviendo a lo que planteaba, hoy voy a tratar de echar un vistazo a una de las soluciones, que tal vez sea la más urgente si lo que se pretenden es salvaguardar la salud del consumidor/ciudadano y que es la cara más llamativa y marginal del mundo de la droga, tal vez porque sus efectos (los de la prohibición y el monopolio de ciertas sustancias en manos de las mafias) tocan, a veces de lleno, a personas que no han elegido tener ninguna relación con este mundo.

Es el caso de los adictos, independientemente de la razón que les haya conducido a esa situación. El caso de las personas que necesitan desesperadamente una determinada dosis de una sustancia cuyo precio en el mercado es artificialmente sobrevalorado, y eso les hace delinquir para poder conseguir el dinero necesario para sobrellevar su adicción, junto con problemas legales, sociales y sanitarios de primer orden.

Actualmente en nuestro país y en la mayoría de los occidentales, para estas personas existen programas que en el mejor de los casos les dan un sustituto para mantenerse. Y en otros, lo único que les dan es un "tratamiento" orientado a que dejen de consumir.
En el caso del sustituto, que suele ser la metadona para los adictos a la heroína, no se hace por razones médicas, ni de seguridad, ni de preferencia o éxito en el paciente.
Se elige ese fármaco a pesar de ser más peligroso y dañino que la heroína, básicamente porque no es heroína. ¿Cómo vamos a salvar a un bebedor dándole su bebida? Esa sería la lógica que podrían esgrimir en este caso.
El gran público queda convencido. Desde la administración Nixon y de la mano de Avram Goldstein, la metadona fue promocionada como droga "contra-revolucionaria" y cura para la heroína, casi como cuando se quiso curar el morfinismo con heroína un siglo antes, hasta que vieron que sólo conseguían cambiar una sustancia por otra.
La gente cree que se les está tratando con un medicamento especifico que curará su mal.

Pero la realidad es que la metadona es una sustancia con efectos muy similares a los de la heroína, de mucha mayor duración, mayor potencia y que resulta tóxica a largo plazo. Están cambiando una heroína por otra, mas dañina, y que no consigue que los consumidores acepten el cambio totalmente, sino que lo incorporan a su repertorio como un mal menor.
Y la ausencia de la euforia que la heroína les proporcionaba, la suplen con más heroína o con cocaína. Resultado: apenas funciona en un pequeñísimo porcentaje de personas y de forma cíclica salen y entran de estos tratamientos.

En España se ha llevado a cabo, a nivel de estudio, el probar con un pequeño grupo de heroinómanos que habían fracasado en todo tipo de terapias, a darles heroína para su consumo. Si bien se ha vendido como algo nuevo, y en España lo es, es sólo un pequeño intento de abrir otras vías ya conocidas, ante el perpetuo fracaso de los actuales tratamientos.

En el Reino Unido, hasta 1967, los médicos recetaban heroína sin problema a los pacientes heroinómanos. Un cambio en la política del gobierno, liberal y de izquierdas, de la mano de los USA, les llevó a dejar en desuso este tipo de práctica.
Aún así, y en contra de lo que pasa en los USA donde un médico puede perder su licencia si lo que receta a un paciente no es del gusto de las autoridades federales y en ocasiones son tratados y amenazados como narcotraficantes por la DEA, en UK el estado no tiene derecho a inmiscuirse en la relación entre un médico y sus pacientes y lo que este les recete.

Widnes es un suburbio marginal de Liverpool, en el que los indices de consumo de drogas y de delincuencia relacionada con la misma eran bastante altos.
Un médico, el Dr. John Marks, que era un psiquiatra de la Chapel Street Clinic, en vista de los fracasos continuos de los planes de mantenimiento con metadona o de los planes de abstinencia de drogas, apostó por retirar del mercado negro a todo aquel que quisiera.
¿Cómo? En esa clínica, gratuita, decidió darle lo que la farmacopea inglesa le permitía a sus pacientes, y le dio heroína al heroinómano, cocaína al cocainómano, y anfetaminas al adicto a las mismas. Todo ello puro y sacado de la farmacia, gratis para el consumidor, y no engañándole con sucedáneos que no satisfacían sus ansías de consumo.

Mientras que en el resto del mundo, los programas de mantenimiento con metadona son percibidos como un tratamiento a pesar de ser simplemente una perpetuación del problema con una sustancia más dañina para el individuo, aquí se hacía lo mismo, se les mantenía en el consumo pero con la sustancia deseada, menos dañina que el sucedáneo y además dejaba a los vendedores y traficantes fuera de juego.
¿Por qué iba alguien a arriesgar su vida, salud o estatus legal para conseguir algo que le daban gratis y con total pureza?

Este trabajo del Dr. John Marks comenzó en 1985 y en 5 años, sus resultados ya eran espectaculares. En esos 5 años, el número de robos en la zona se redujo en un 96%, los nuevos casos de adicción se redujeron en un 92% y la incidencia del SIDA como consecuencia pareja al consumo de drogas con jeringuillas compartidas, simplemente desapareció: un 100%.
No sólo eso, sino que la terrible sustancia, la heroína, dejo de matar. No hubo ningún muerto por sobredosis, ni por adulteración.

Alguien debería haber pensado: "¡Bien! Al fin hemos dado con la fórmula para proteger la salud de nuestros ciudadanos". Y a partir de ahí, extender ese modelo a todos los lugares donde fuera necesario.

Pero no fue así.

Un sensacionalista programa de una televisión inglesa hizo un reportaje sobre la clínica y lo presentó como una forma de pasarse por el arco del triunfo la política de tolerancia cero frente a las drogas que la ministra Thatcher había impuesto.
Como no tenían potestad para intervenir en la clínica y sus métodos, atacaron a su sustento, de manera que cortaron sus fondos. Alegaron que el mantenimiento de un año con heroína para la clínica y todos sus pacientes, costaba 10.000 libras anuales (unos 12.000 euros, más o menos lo que un coche barato) y que con metadona costaba sólo 600 euros.

Nadie dijo entonces que esto era así, porque sólo había una empresa legalmente autorizada a fabricar heroína en el Reino Unido, y que con ese monopolio fijaba los precios que le venían en gana, cuando realmente el coste de producción de la heroína viene a ser el mismo que el de la codeína de los jarabes o las pastillas para la tos: un precio ridículamente bajo.

La clínica se vio forzada a ir cerrando su programa a partir de 1990, aunque lo alargó como pudo hasta 1995, cuando finalmente terminó.
Hubo otro documental, con un enfoque mucho menos sensacionalista y que se dedicaba a estudiar los datos y las conclusiones de ese método, y causó tanto malestar en las autoridades de los USA que llegaron a ejercer presión por la vía diplomática para que los hallazgos del doctor Marks no salieran a la luz.

Como dice un observador inglés con cierta vergüenza, el Reino Unido hizo una vez más lo que los USA y la DEA le ordenaron que hiciera, dándole la puntilla al programa del doctor Marks, y a unos 450 pacientes que habían normalizado su vida, se habían reincorporado al mercado laboral, volvían a disfrutar de sus familias, y su necesidad por un fármaco en concreto ya no suponía más una condena de destierro de lo socialmente admitido, haciendo de ellos ciudadanos de primera clase en lugar de enfermos sujetos a los peligros de un mercado en manos de la mafias.

Paradójicamente, se llevaba pidiendo durante bastante tiempo un estudio que evaluase los resultados de los diferentes centros de tratamiento de adicciones, y en especial los de metadona. Ese estudio fue aprobado, con la irónica fecha de inicio del 1 de abril de 1990, que era el día en que inicialmente la clínica del doctor Marks dejaría de funcionar.
De esa forma, los resultados, espectaculares y abrumadores de este lugar, no dejarían en ridículo los pobres resultados del mantenimiento con metadona, las recaídas y la perpetuación del rol de enfermo que son los menos dañinos efectos de estos programas.

He planteado esto como una, sólo una, de las muchas soluciones que habría con los años (cuanto antes mejor, si se trata de la vida de personas) que ir adoptando en todos los lugares que sufran de este mal. Si tratar a casi 500 adictos a la heroína, pagada a una empresa que ejerce un monopolio y fija los precios a su gusto, cuesta menos que el coche que tendría un trabajador de esa clínica, no existen razones económicas para no hacerlo, y sí cientos de razones humanas y médicas para hacerlo. Cualquier enfermo de diálisis le cuesta al estado más dinero que toda la heroína para un año de esas 500 personas.

Evidentemente, este planteamiento está pensado nada más para los que ya son adictos, pero fueron claras las repercusiones en cuanto a la aparición de nuevos adictos: un 92% menos.
Siempre habrá alguien que pueda conseguir un poco de cocaína, heroína o anfetamina, pero si en algún momento el consumo de alguna persona pasase a ser de esporádico a crónico, esta persona pasaría a las manos de un programa semejante, dejando de ser una fuente de ingresos para las mafias y alejándose de todo entorno criminalizante.

Casi se podría pensar que ante esta situación, se daría la paradoja de que fueran las propias mafias las que tendrían que hacer campañas en favor de un consumo esporádico, moderado y ocasional, de forma que esos clientes que por falta de uso no accediesen a estos planes, pudieran seguir siendo una fuente de ingresos... ¿o alguien pagaría por algo que puede tener gratis y mejor?

Por supuesto, en los años que duró el tratamiento del doctor Marks, los camellos de esas drogas, buscaron otros lugares donde poder hacer negocio, y en el momento en que terminó, volvieron a satisfacer la demanda de esas 500 personas que durante 5 años habían atisbado lo que era una vida normal gracias a un programa médico hecho con la cabeza.

¿Hasta donde nos dicen la verdad cuando hablan de preservar la salud pública?

El próximo día traduciré un texto del propio Dr. John Marks que plantea los graves obstáculos que se anteponen a esta idea, y a la libertad del individuo.