Sirve como natural sendero para continuar tras la publicación de la síntesis de la 2C-B del Pihkal de Shulgin y Ann Shugin.
Esperamos que os guste.
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Drogas y sexo: la 2C-B o Nexus.
Casi todas las drogas han tenido en
algún momento una reputación como afrodisíaco, como sustancias que
ayudaban al sexo en alguna de sus necesidades fisiológicas -como la
erección- o de voluntad y libido. Y casi nunca ha sido verdad.
Hemos escuchado historias de personajes
que poniéndose una determinada cantidad de cocaína en el glande
durante la cópula, realizaban proezas dignas del mejor actor porno.
No es raro cuando en su prohibición se mantenía que “incitaba a
los negros a violar mujeres blancas” pero no hay nada real en ello.
También se dijo de la LSD, el propio Tim Leary a modo de venganza
contra el establishment, cuando se aseguró que una mujer bajo sus
efectos alcanzaría decenas de orgasmos. ¿Alguien más ha vuelto a
escuchar algo del poder afrodisíaco de la LSD?
Se dijo del opio y
del cannabis, de la mandrágora y del escarabajo de la cantárida,
aunque el insecto sí que tenía algo que era capaz de provocarte una
erección tan intensa que te duela, antes de acabar matándote si te
has pasado con la dosis.
Todas las drogas actúan sobre el sexo
y sus mecanismos. Todas ellas desde que alteran nuestra percepción,
nos estimulan, relajan, desinhiben... pero ello no quiere decir que
todas las drogas sean afrodisíacas o sean “buenas para el sexo”.
Hay personas que se sienten más desinhibidas con una benzodiacepina
y son capaces de disfrutar más de las relaciones -algo muy poco
distinto a tomarse una o dos copitas antes del juego sexual- y no por
ello nadie considera que el valium sea un afrodisíaco. De todas las
drogas conocidas, si somos justos, tendríamos que decir que el mayor
afrodisíaco es el alcohol, ya que es la droga más presente entre
personas a la hora de mantener relaciones sexuales, a modo de
lubricante social que facilita la desinhibición, y en muchos casos
la pérdida de control y de sentido crítico. Cabe recordar que es
también la droga más frecuente en las violaciones.
Sin embargo sí es cierto que hay
sustancias, como la MDMA, que producen un intenso contacto emocional
entre los sujetos, y que eso se traduce muchas veces en intimidad
sexual, con o sin cópula. Si bien se puede decir que la MDMA ayuda
bastante a meterse en la cama con alguien, no ayuda nada al atletismo
sexual: te será difícil tener una erección, y si la tienes, será
más difícil aún que puedas llegar al orgasmo. Para facilitar -por
la vía rápida- el asunto con la MDMA, surgió una combinación
llamada “séxtasis” que no era otra cosa que MDMA y Viagra, para
combatir los efectos de flacidez que causa el éxtasis, pero que
presenta mayores riesgos al mezclar distintas drogas al mismo tiempo
afectando a tu cuerpo.
De entre las nuevas drogas que fueron
saliendo de los matraces de los químicos como Shulgin, saltó una
que pronto ganó reputación en la esfera sexual: la 2C-B también
llamada Nexus en el mercado negro. Fue sintetizada en 1974 y
explorada en 1975 por el grupo de los Shulgin. Hay que entender que
en este grupo existían unas normas de comportamiento entre miembros
que prohibían la actividad sexual entre quienes no eran previamente
pareja -para evitar malos rollos al día siguiente, por ejemplo- pero
que a la vez alababan los informes que les entregaba la gente sobre
la actividad de la droga que estaban probando en todas las esferas
donde actuaba, y eso incluye el sexo en personas sanas.
Pronto se
dieron cuenta que, sin ser un afrodisíaco genital (algo que
provocase erección y deseo, por ejemplo), la droga resultaba muy
útil ya que a diferencia de otras, la 2C-B no interfería tan
negativamente con los mecanismos fisiológicos del sexo: no impedía
la erección y el orgasmo en el varón como suelen hacerlo otras
drogas de ese tipo. Eso la hacía un instrumento muy útil para poder
explorar el aspecto sexual de la experiencia psiquedélica sin la
dificultad -o imposibilidad- que otros psiquedélicos y enteógenos
aportan.
En los 80 saltó por primera vez al
mercado, cuando todavía no estaba prohibida (ni siquiera lo estaba
la MDMA) en unos lotes que pretendían ser lotes de pastillas de
MDMA. Lo cierto es que el efecto de dosis bajas de 2C-B puede ser
experimentado como similar a la MDMA, pero si sobrepasas cierto
margen, se convierte en una droga tan psiquedélica o visionaria como
la mescalina. De hecho, uno de los nombres de la 2C-B es
bromomescalina, ya que la molécula es una modificación de la
mescalina con un átomo de bromo sustituyendo un grupo metoxi, y
cuando se sobrepasa cierto punto, es una molécula que tiende a crear
experiencias de miedo especialmente en personas no acostumbradas a
sus efectos. No es bueno pasarse con ella: con muchas de estas
drogas, menos es más y mejor, y no conviene creer que por aumentar
la dosis aumentarás lo placentero que puedas sentir.
Una forma que se ha popularizado de
tomar la 2C-B o Nexus es en combinación con MDMA, especialmente
cuando los efectos del éxtasis empiezan a bajar, para aprovechar el
estado emocional que queda, como se hace en ocasiones con otras
drogas como los hongos o la LSD. Otros prefieren tomarlo junto. En
todo caso hay que advertir que la 2C-B y la MDMA parecen potenciarse
mutuamente, con lo que si se van a tomar en combinación, deben
rebajarse las dosis de ambas para que la experiencia no sea algo que
sobrepase a la persona en los efectos que espera encontrar.
Pero más allá de no dificultar lo
coital, hay algo extrañamente sexual en esta sustancia, que en
ocasiones incluso se manifiesta fuera del contexto donde uno puede
esperarlo. Echen un vistazo a esta experiencia:
“Esa noche salí de fiesta con 2
pastillas de MDMA de unos 125 mgs cada una y 3 pastillas de 2C-B de 5
mgs cada una, flojitas pero suficientes si iban a tomarse mezcladas.
Empecé la velada comiéndome una
pastilla de MDMA, tomando alguna cerveza, y disfrutando de una
graciosa noche calurosa de fin de verano. Pasaban las horas e iba
mezclando poco a poco la MDMA con la 2C-B. Tomé una dosis de 5 mgs
de 2C-B. Al cabo de un par de horas tomé media pastilla de MDMA y
otra de 2C-B, y otro par de horas después, la otra mitad que me
quedaba de una pastilla de MDMA.
Ya era de día cuando viendo que
sólo me quedaba una pastilla de 2C-B de 5 mgs, pues me la tomé
mientras acompañaba a un amigo a su lugar de trabajo -un bar- donde
nos tomamos otra cerveza.
Y estando relajados y tranquilos, en
un bar cerrado para nosotros dos, súbitamente me empezó a latir el
corazón con fuerte taquicardia, y empece a sentir miedo.
Puro miedo, sólo miedo.
Salí de allí dejando la cerveza a
medias, casi sin decir nada, casi corriendo.
En la calle mi corazón se aceleró
más aún: veía a la gente de día y me entraban ganas de correr, de evitar a todo el mundo con un chasquido de dedos.
Iba andando a toda prisa hacia mi
casa, que no estaba lejos, con la idea de que si me pasaba algo, que
me ocurriera allí. A lo mejor no era la mejor idea del mundo, pero
era la que tenía en ese momento en mi cabeza: protegerme en mi casa.
Aun así tuve el valor de pararme en
la calle a hacer una llamada desde una cabina -no existían los
móviles como ahora- para decir a una persona que no me encontraba
bien, y que no iría a recibir otra llamada que tenia que recibir esa
tarde (antes la gente quedaba para llamarse, aunque suene raro).
Desde ese momento, la experiencia
cambió radicalmente:
Estaba a escasos 200 metros de mi
casa y todo el miedo y la paranoia se habían convertido, de golpe,
en un extremo sentimiento de paz y de comprensión.
El pecho me explotaba de
satisfacción. Una satisfacción extraña que sólo había conocido
en ocasiones con los enteógenos más fuertes, pero nunca saliendo de
fiesta, sino en momentos más relajados y preparado para ello.
Decidí de todas formas seguir hacia
mi casa.
El calor empezaba a ser agobiante y
pensé que igual que se me había pasado ese mal momento, bien me
podía pasar lo contrario de nuevo.
Así que llegue a casa, entré en mi
habitación y me desnudé.
No había casi luz, y si cerraba los
ojos y me sentaba, empezaba a meterme en una espiral interminable de
ideas, insights y visiones. Estuve un rato disfrutando de ese estado,
hasta que el calor me hizo ir a ducharme.
Y allí ocurrió.
Me duché con agua fresquita. Las
sensaciones eran muy agradables: recordaban el saciar una necesidad
grande, como beber con sed o comer con mucha hambre.
Terminé la ducha, cerré el grifo.
Me dejé escurrir el agua por un
instante en la bañera, ya que no tenia intención de secarme con una
toalla.
Fue la primera gota.
Descendió de mi cuerpo y chocó
sobre la cerámica de la bañera.
Produjo un sonido simple, pero en mi
interior se escuchó como si crujieran todos los arboles de un bosque
al mismo tiempo.
Simultáneamente al sonido me golpeó
brutalmente una sensación a la que en muchas ocasiones he llamado
orgasmo... pero ahora pienso que era superior a él.
Me agarré con fuerza y algo
asustado a la pared y el mando de la ducha, pero el asunto sólo
acaba de comenzar.
La siguiente gota chocó
provocándome la misma sensación de un orgasmo casi interminable y
no había pasado más que una fracción de segundo...
Otro orgasmo me sacudía mientras
desde mi pelo, desde todo mi cuerpo empezaron a descender gotas, que
caían desde mi pecho, mi estómago, mi pene.... a estrellarse contra
el suelo de esa bañera.
Cada gota me hacia romperme por
dentro de placer. Me agarraba con fuerza a donde podía: nunca había
experimentado algo así. Era el sonido que provocaba la gota, lo que
me abría un nuevo orgasmo cada vez...
Dios. Me estaba muriendo
literalmente de placer.
Mi respiración oscilaba entre la
quietud absoluta y el tomar aire como si me estuviera ahogando!!
Caían todas las gotas que se
escurrían de mi pelo y cada una llevaba en sus átomos un orgasmo
demoledor.
Llegó el momento cumbre, en el que
había mayor numero de gotas rompiéndose contra el suelo, y mi
cuerpo se tensó y arqueó como si me fuera a partir en dos.
No era posible tanto placer: me iba
a reventar el alma de gusto!!
Con los ojos cerrados sentí como se
abrían dentro de mi decenas de orgasmos que, si pudieran ser
dibujados, eran concéntricos unos con respectos a otros. Acaba de
empezar uno, cuando rompía otro en el centro de ese. Cada vez más y
más profundo.
Y el tiempo por un instante se
detuvo: sólo existía el más íntimo placer alargado hasta el
infinito. El ritmo empezó a disminuir porque ya casi no quedaban
gotas de agua sobre mi cuerpo estático y descendían más
lentamente.
Yo las veía bajar con la promesa
escrita de volver a escuchar el crujido de cien arboles, y volvían a
provocarlo. Pero cada vez menos; se distanciaban más unas de otras
en el tiempo.
Volvía a recuperar esa consciencia
perdida por instantes, y empezaba a sentir una inmensa pena.
Llegó el final: la última gota
rompió regalándome un último orgasmo brutal, íntimo y profundo
como nunca esperé sentir.
Con los músculos tensos como si
estuviera siendo atravesado por una corriente eléctrica, sin ser
capaz de soltarme aun de la pared y de los grifos de la ducha, rompí
a llorar. Llore por unos instantes con desesperación y rabia: quería sentir más de lo que me habían regalado!!
No intenté que ocurriera de nuevo.
Sabía que no sería así.
Aún hoy en día, cuando lo
recuerdo, sé que cambiaría sin dudarlo toda la sexualidad de mi
vida pasada, presente y futura, por un solo instante así. Nunca
jamás volví a experimentar algo remotamente parecido. Sólo me pude
llevar un inmenso sentimiento de gratitud y de pena por no poder
volver a visitar -a voluntad- un lugar tan inmensamente lleno de
placer.”
La experiencia da datos sobre las
dosis, que en el caso de la MDMA no pasó de 250 mgs en toda la noche
y 15 mgs, en 3 tomas, de 2C-B. La cantidad de 2C-B parece pequeña,
casi rozando el borde de lo que sería una dosis efectiva de la
sustancia, pero debido a la sinergia con el éxtasis, sus efectos
correspondían a los de dosis más altas de dicha sustancia.
La 2C-B es una feniletilamina que
parece ser sencilla de manejar en sus efectos en el rango de dosis
más bajas, que su autor cifra en el rango de los 12 miligramos a los
16, considerando los 24 miligramos como una dosis alta, y hasta 35
miligramos las muy altas. Sin embargo se han llegado a consumir, por
error, cantidades hasta 4 veces superiores a la dosis considerada
como alta, produciendo espectaculares experiencias de miedo intenso
en diversas formas, pero no poniendo en riesgo la vida de quienes las
han experimentado.
Cabe mencionar un hecho curioso sobre
la 2C-B que tal vez ayude en el futuro a su aprovechamiento como
posible fármaco. Mientras que en la inmensa mayoría de los países
que la prohibieron hace unos años, como USA o Reino Unido, se
encuentra en la categoría más restrictiva para una droga, conocida
como Lista I y cuyas sustancias están prohibidas para uso con
humanos, en España se encuentra en la Lista II, lo que la hace una
sustancia que podría ser solicitada por su menor fiscalización para
investigaciones con mayor facilidad que otras drogas.
No hemos podido
encontrar una razón convincente para que la 2C-B esté en la Lista
II mientras la 2C-I (su hermana iodada, por ejemplo) está en la
Lista I. Tal vez tenga algo que ver el hecho de que durante un
tiempo, en España, tuvimos un laboratorio llamado Drittewelle que
producía esta droga, de forma legal, y la vendía por diversos
países del mundo, también de forma legal hasta que fue prohibida.
La 2C-B se llegó a vender en Sudáfrica
a los “sangomas”, fabricada por dicha empresa y distribuida por
otra llamada Inkwazi, que son los brujos de ciertas comunidades que
usaban otros enteógenos de origen vegetal de sus zonas para llevar a
cabo sus ceremonias, y fue acogida muy favorablemente hasta que fue
prohibida. Aunque en este caso, se insistía en el prospecto del
producto en que el principal componente era la catina, un estimulante
extraído del khat, cuando la 2C-B tiene un origen totalmente
sintético.
El mismo error que sigue reproduciéndose hoy día en
distintas webs, que achacan incorrectamente un origen vegetal a dicha
sustancia. El nombre que le dieron fue Ubulawu Nomanthotholo que en
el idioma local quería decir “la medicina de los espíritus que
cantan”.
Si bien es cierto que el nombre de
Nexus fue el que le puso la empresa Drittewelle para lanzarlo al
mercado, en alusión a sus supuestas propiedades sexuales, no parece
que se hiciera con la 2C-B nada distinto a lo que se hizo con otras
muchas sustancias, de origen vegetal como el kava-kava o de origen
sintético como otras variantes de feniletilaminas, lanzándola como
afrodisíaco ya que prácticamente todas las sustancias en aquella
época se lanzaban al mercado aludiendo a sus propiedades sexuales.
Ellos vendían, como otras tantas empresas, lo que el cliente quería
escuchar. Y al hacerlo en dosis bajas, pues sus pastillas eran de 5
mgs nada más, evitaron en buena medida que sus clientes tuvieran
malas experiencias: la misma dosis daban en Europa como Nexus, el
afrodisíaco, que como Ubulawu Nomanthotholo para que los chamanes
sudafricanos se pusieran en contacto con sus ancestros.
Pero en esta ocasión resultó ser
cierto, que la sustancia que había dejado el genio salido del matraz
de Shulgin, era una sustancia que ofrecía oportunidades maravillosas
a la hora de explorar, entre otras cosas, la experiencia sexual bajo
el influjo de un psiquedélico, que sin llegar a ser LSD, abre unas
cuantas puertas más que la MDMA. Una sustancia notable que fue, sin
duda, una de las favoritas de Shulgin y posiblemente su creación más
preciada. El mercado negro tomó buena cuenta de ella, de manera que
cuando se prohibió es de esas sustancias que han seguido existiendo
porque cuentan con una demanda de un público estable. No era sólo
mito, había escondida una curiosa realidad detrás.