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miércoles, 24 de octubre de 2018

Pies de cannabis.

Pies de cannabis.


Flipé un rato cuando lo vi. El ataque era real y el enfermo era un niño convulsionando, no con convulsiones al estilo “gran mal” pero sí con convulsiones evidentes: no era una broma ni un montaje. 



El chico yacía en su cama mientras su cerebro dispara “incoherentemente” impulsos eléctricos que provocan las convulsiones que se observan. Esas chispas en tu cerebro que hacen que todos los músculos de tu cuerpo se muevan sin tu voluntad y, mientras, dicha “tormenta eléctrica en tu cerebro” te está dejando frito el coco, tu cuerpo hace lo posible por seguir manteniendo las funciones vitales -básicas- como seguir respirando, para no morir: eso es convulsionar así.

Convulsionar es un síntoma común a muchos males, y cuya etiología varía en cada caso, pero el mecanismo final por el que ocurre siendo el mismo siempre. Lo hemos visto en los casos de niños con distintos trastornos que presentan epilepsia, siendo posiblemente el más conocido el Síndrome de Dravet en el que los que lo sufren (1 de cada 16.000 a 21.000 niños) son aquejados de casi continuos ataques epilépticos, con los daños de todo tipo que esa situación causa en el crecimiento y desarrollo, a nivel físico y a nivel cognitivo. 

Gracias a la lucha que han mantenido los padres de niños aquejados con dicho mal, en la búsqueda de soluciones para sus hijos, el conocimiento de que los extractos de cannabis eran un remedio tremendamente útil para esos casos (y que podía serlo para muchos otros) es ahora algo que ya empieza a ser “conocido por todos”. Y no es para menos, porque las imágenes de dichos casos no dejan a nadie impasible.




También hemos podido ver lo que el tratamiento con cannabis podía devolver de calidad de vida a esos niños, y a sus padres. La mención no es espuria: esos niños tienen una horrible calidad de vida, pero eso queda transmitido a todo la familia y en especial a sus cuidadores, que son en la mayoría de los casos sus propios padres. Imagina lo que es no poder separarte de tu hijo porque en cualquier momento puede sobrevenirle otro ataque epiléptico.

O que tu sueño está roto y fragmentado desde hace años, por cuidar a un paciente de este tipo, con lo que ello tiene de dañino y de patógeno para el cuidador: cosas como el “síndrome del cuidador quemado o con burnout” a problemas de sueño y mentales, en memoria, concentración y estado de ánimo que pueden destrozarle la vida al más pintado. Es decir, la calidad de vida de los que cuidan es un elemento básico pero poco atendido entre las variables que definen la vida del enfermo al que prestan sus cuidados. Y en muchos casos, sin cuidador o sin un cuidador funcional y agotado por desgaste, el futuro que espera a esos pacientes es mucho más duro.

Sin embargo, lo más llamativo de este curioso caso que nos muestra el vídeo, no es sólo lo bien y rápido que los cannabinoides -que contiene el remedio que su cuidador le aplica- actúan sobre las convulsiones, sino la vía de administración usada: la planta de los pies.

Nunca había visto administrar una sustancia así, aunque sí conocía de la posibilidad. En concreto, tenía conocimiento de una persona -mujer- que tenía cierta práctica en el uso de algunas plantas muy tóxicas (lo contrario que el cannabis) que se administraba haciendo uso de dicha zona del cuerpo, entre otras. Sin embargo, en el caso del cannabis, no tenía la menor idea que pudiera ser administrado de dicha forma, o que se hubiera experimentado con ello: cannabis por la planta de los pies.

¿Y aparte del hecho curioso -y gracioso o inesperado- de algo así, qué tiene de relevante?

Pues mucho. Y os lo explico claramente con un ejemplo que saco de mi propia experiencia, al cuidar a personas que sufrían ataques convulsivos de uno u otro origen. Estuve como coordinador (de Ocio y Tiempo Libre) en un “campamento urbano” que desarrolló una asociación de Valladolid que trabajaba con chicos síndrome de Down y otros problemas médicos, en Cádiz, con el objeto de darles unas mejores vacaciones (y cierto alivio temporal a sus familias, para que pudieran descansar del agotador trabajo). Entre esos chavales, había varios que además sufrían ataques epilépticos, y los había en distintos grados: de la convulsión como las de ese vídeo, a las de tipo “gran mal” con violentos movimientos descontrolados. En esos casos, sólo puedes hacer una cosa (cuando estás entrenado para ello y dispones de lo necesario) y es sujetar a la persona -evitando en la medida de lo posible que un golpe de su rodilla, piernas, codos o cabeza, te rompa las narices o los dientes- y administrarle, por vía anal, un pequeño enema líquido que contiene una benzodiacepina, normalmente diazaepam. En los casos más graves, en que las convulsiones adquieren dicha magnitud, no hay otra forma de momento. 

En las menos graves, existen ya dispositivos que permiten administrar -de forma relativamente segura para el paciente y el cuidador- una dosis de midazolam (en el caso del Buccolam) que haga desaparecer o reducirse el ataque convulsivo, pero se hace administrando con una jeringa preparada para tal fin en la boca del paciente. Lo otro que puedes hacer, es esperar a que se le pase mientras llamas al 112 y procuras que no se haga daño extra. Nada más... hasta ahora.

Cuando vi que la forma de administrar el remedio era la planta de los pies, flipé mucho tanto porque no esperaba que la sustancia se absorbiera tan bien y rápido, a nivel químico y de permeabilidad de la piel, como porque pudiera causar efecto tan rápidamente. Esto no es tema menor: cuanto menos tiempo pasa una persona bajo esos estados convulsivos, menos daño sufre su cerebro y menos posibilidades hay que daños secundarios y permanentes. Es esencial reducir el tiempo de afectación en esos casos, y este remedio de cannabis administrado por los pies lo hacía.

Me imaginé a mí mismo en alguno de los casos en los que tuve que actuar ante algo así, haciendo uso de mi mayor tamaño y fuerza física junto con una preparación para ello, e imaginé lo sencillo que hubiera sido inmovilizar solamente un pie o los dos en uno de esos casos, frente a tener que sujetar a alguien lanzando sus extremidades involuntariamente mientras le desnudas lo suficiente para acceder a su ano, y con una mano q tienes que mantener libre y sin que sea golpeada, administrarle como enema la ampolla de plástico que contiene el remedio. ¿Lo imagináis? Es mucho más sencillo “controlar” simplemente los pies que tener que hacer todo eso. Más sencillo y mucho más seguro para los cuidadores.

Este tipo de ruta de administración para el cannabis, posiblemente, sea estudiada en el futuro pero a día de hoy, no tenemos noticias de que se haya estudiado. ¿Por qué? Pues porque entre las víctimas de la guerra contra las drogas, no sólo están sus usuarios voluntarios sino que también podemos contar a aquellos enfermos que no reciben la mejor opción farmacológica en su tratamiento por cuestiones derivadas de unas nefastas políticas de drogas mundiales que han impedido -y siguen en gran medida haciéndolo- el estudio de las aplicaciones médicas de centenares de sustancias que han sido prohibidas, y entre ellas el cannabis.

No es que esa opción sea mala, o que no merezca la pena estudiarla. Es que aunque sea la mejor y la que más promete, el arduo camino que debe seguir a día de hoy una investigación médica con cualquiera de las sustancias fiscalizadas en la guerra contra las drogas, es desalentador hasta para grandes organizaciones que pueden -económicamente- permitirse intentarlo. Para los investigadores en entornos más modestos, simplemente es algo que no se pueden ni plantear.

Un gramo de psilocibina, por ejemplo, que es la sustancia que hay en las llamadas “setas mágicas”, para un investigador autorizado ya (tras años de papeleos) cuesta 10.000 euros. Tú mismo podrías obtener un gramo de esta sustancia, cultivando las setas en tu propia casa, con un coste ridículo y desde luego, muy muy inferior al que le piden al investigador. O puedes comprar un gramo de buen MDMA con alto nivel de pureza por menos de 50 euros sin salir de tu barrio, pero un investigador autorizado puede ver como la factura le sube a miles de euros por gramo. Eso sí que es “abuso de drogas” y del serio, del que causa daño a la sociedad en general y a personas concretas: los pacientes que ya podrían estar beneficiándose y sus cuidadores. Ya son otras víctimas de dicha guerra ignorante y repudiable contra el conocimiento y la libertad de las personas.

En palabras de David Nutt -que fue el “zar anti-drogas” de UK durante un año, justo hasta que empezó a decir la verdad sobre las drogas con datos reales- la cosa es tajante: “Estamos ante uno de los mayores ejemplos de censura científica de los tiempos modernos”. Y es que no es para menos, porque es un fracaso total que el que más difícil lo tenga para trabajar con drogas, sea precisamente el científico preparado para ello.

Hace poco, un amigo me comentaba que había gente en ciertos foros que decía que “el cannabis medicinal es una mentira inventada por los yonquis para legalizar las drogas”. A todos ellos y a los políticos responsables de que la población sea víctima de sus leyes, les dedico este texto y su vídeo: espero que nunca tengan un hijo que necesite una medicación que las leyes restrinjan injustamente.

Drogoteca.

Texto publicado en Cannabis.es 

viernes, 13 de julio de 2018

Mercurio, cannabis y el silencio como cómplice necesario.


Mercurio, cannabis
y silencios cómplices.

A petición de muchos usuarios de cannabis y gente del mundo del cannabis en España, publico esta información sobre mercurio en productos derivados de cannabis que están siendo vendidos a enfermos en todo el país.

Hace ya más de un año, una conocida lobbista del cannabis (que tiene además una fundación privada, camuflada como “observatorio del cannabis”) recibió la confirmación analítica de que varios productos (que habían mandado a analizar, para comprobar si eran ciertos los porcentajes que ofrecían en su publicidad) no sólo no cumplían con las cantidades que decían tener de compuestos como el CBD, sino que además estaban CONTAMINADOS CON METALES PESADOS, y concretamente los altos niveles de MERCURIO se llevaban la palma.


Esa información, en lugar de agradecerla y divulgarla para que los enfermos pudieran protegerse y los productores, dejar de vender productos que contenían compuestos tóxicos, no fue recibida con agrado. Lo cierto es que el análisis que se buscaba -parece ser- sólo requería comprobar y cuantificar algunos compuestos, pero que el laboratorio (en un impecable trabajo) había realizado otros análisis a mayores con esas mismas muestras y había analizado la presencia de metales pesados, saltando la alarma sin esperarlo.

En ese momento, eran 4 muestras de 5 totales (un escandaloso 80%) las que no eran aptas para consumo humano

Lo lógico hubiera sido informar a los usuarios en ese mismo momento, pero no se hizo. ¿Por qué? La trepa que controla dicha información ha construido su nueva carrera sobre el cannabis, mostrándose en los medios como si su vida fuera la lucha por los enfermos que usan la planta. En realidad (podéis preguntar que siempre es bueno) esta tipa sólo trata con su grupo de “clientes acólitos” y -como reza en la fundación privada que controla- no atienden a enfermos y que sólo aceptan donaciones en dinero.

El problema es que si contaba lo que sabía (que hay vendedores que están sacando al mercado productos con mercurio, que es un contaminante y tóxico del primer orden) iba a recibir el aplauso de los enfermos que están siendo engañados... pero también el desprecio y cabreo de las empresas y los grandes grupos dentro del cannabis que están implicados. Y eso, cuando dependes de las donaciones que te hacen esas mismas empresas, no es una buena idea, porque pueden cerrarte el grifo.

Así que esta "mantis religiosa" del cannabis, en lugar de poner por delante a los enfermos que están siendo envenenados con un producto que contiene MERCURIO y divulgar la información, optó por callarse y dejar que los vendedores siguieran con el negocio mientras los enfermos recibían más mercurio en sus cuerpos.



¿Cómo justificó el silencio ante la gente que también conocía la información?

Esa información, en principio, iba a ser divulgada hace un año en un congreso sobre cannabis. Pero no se hizo, y la justificación que inventó esta lobbista era que esos análisis químicos no eran válidos porque “no se habían realizado bajo un protocolo de DOBLE CIEGO”. Un excusa falsa y vergonzante, porque equivale a decir que “el laboratorio miente” y que necesitas que otro laboratorio lo compruebe. ¿Por qué? Porque el entorno de doble ciego en un estudio (no en un análisis químico de una muestra) está hecho para que ni quien administra una sustancia ni quien la toma, sepa si administra o toma un placebo (inerte) o toma realmente un compuesto activo o droga, ya que las expectativas -tanto del investigador como del sujeto- pueden influir en los resultados, y de esa forma se elimina esa posibilidad.

Como puede imaginar el lector, nada tiene que ver analizar químicamente una muestra con administrarle drogas o placebo a un sujeto, y el método de doble ciego (que era la excusa que utilizó para no revelar los escandalosos resultados) no se puede aplicar más que a la interacción entre seres vivos. Que tú pienses que en una muestra hay oro y creas que lo vas a encontrar cuando lo analices químicamente, no crea oro ni interfiere con la composición de la muestra; ese es el equivalente a lo que la lobbista cannábica argumentaba para no revelar que se vendían productos con mercurio.

Eso ocurrió hace más de un año ya, y el silencio cubrió el asunto: sólo 1 de la muestras analizadas podía sentirse orgullosa de vender un producto sin tóxicos. Las demás no, pero prefirieron callar....

En este año de silencio cómplice, en el que se siguió vendiendo a enfermos productos con mercurio, uno podría imaginar que (al menos) habrían hecho lo que fuera necesario para dejar de sacar al mercado un producto de cannabis con mercurio. 

¿Sería lo lógico, no? Pues no. De eso nada, monadas.

Este año se repitieron las pruebas (no podían seguir haciendo como que no había pasado nada), se pidieron a dos laboratorios diferentes (para fingir el paripé del falso “doble ciego”) y se incluyeron otras muestras a analizar. En concreto fueron 14 muestras las que se analizaron y... a que no imagináis lo que pasó? Exacto, la mayoría de las muestras contenían mercurio, como el año pasado. 

¡¡Cerca de 2/3 de todas las muestras no resultan aptas para ser consumidos por humanos o animales por la presencia de MERCURIO!!

¿Y ahora qué? ¿Se habrán publicado inmediatamente esos resultados, que afectan a un montón de inocentes que están intoxicándose con productos de cannabis defectuosos llenos de MERCURIO?




Pues no. No se ha publicado esa información y es posible que no se publique, ya que está en manos de la lobbista del cannabis (sí, la del falso observatorio que funciona como fundación privada) y vuelve a tener el mismo problema: sus ingresos y su juego mediático dependen de que un montón de cómplices, en el cannabis hispano, la sigan apoyando. 

Si revela que un montón de productos de cannabis que se están vendiendo y recomendado (ella no vende, directamente) a enfermos, está disparando al corazón de los que le hacen jugosas donaciones económicas. Si calla, por otra parte como lleva haciendo ya más de un año, los únicos perjudicados son los enfermos (porque ella sabe qué productos contienen mercurio y cuáles no, pero los enfermos no lo saben).

Así que, como parece ser, ha optado porque se jodan los enfermos y que sigan metiéndose mercurio.

Y digo que parece ser porque esta información, comencé a recibirla hace 20 días mientras estaba de vacaciones (es decir, no estaba buscándola yo) y desde entonces, la cantidad de información que me han facilitado distintas personas es mucha; todos con la esperanza de que fuera yo quien la publicase ya que -como me aseguran- desde el entorno del cannabis en España no lo van a publicar si no les obligan....

Una última cosa.
Sé que hay muchos grow-shops en España ahora mismo que son conscientes de esta información, y que están preguntando desesperadamente cuáles de las cosas que venden llevan mercurio y cuáles no, porque no quieren vender veneno a sus clientes... pero eso sólo tienen una forma de evitarlo de verdad. Me explico y con esto termino.

Tal vez, en esta ocasión (porque algunas buenas personas estaban realmente preocupadas del daño que se hace a los enfermos al permitir que tomen productos con mercurio y dieron la alerta, aunque fuera a escondidas) se llegue a saber, de esos productos analizados, quiénes sobran por ser tóxicos. Tal vez esta vez puedan llegar a saberlo, ya que parece que hay cierto “ruido” con el tema y tal vez termine por conocerse totalmente. Pero lo normal es que no lo sepan si no se encargan ellos mismos de hacer los análisis...

Preguntarle al vendedor, o al distribuidor, no vale de nada. Os dirán lo que quieren que escuchéis, como han hecho hasta ahora ocultándoos que compráis venenos con mercurio. 

Esperar que una lobbista (aunque vaya de enfermita activista, fake para dar pena) que vive y recibe donaciones de los grandes grupos del cannabis, cuente la verdad, es igual de inútil; no le ha costado estar un año callada permitiendo que muchas personas se intoxiquen con mercurio....

Como conjunto de empresas, como sector, los grow-shops debéis empezar a agruparos para ofrecer ese valor extra que -por definición- nunca podrá daros quien esté implicado y viva del cannabis. Ese valor extra es poder decirle a tus clientes que el producto que les vendes, está libre de mercurio y otros metales pesados, porque VOSOTROS MISMOS HABÉIS ANALIZADO LOS PRODUCTOS.

Para esto, no hace falta que lo haga cada grow-shop, sino que con un análisis que se haga, la información vale para todos, con lo que los costes disminuyen mucho si eso se hace como colectivo y poder decirle al cliente -con certeza química- que no le estás vendiendo venenos como hacen otros.

Es algo que muchos valoraríamos fuertemente. Pensadlo.

Mientras tanto, recordad que tenéis (muchos de vosotros posiblemente) las despensas de ciertos productos, llenas de mercurio y otros metales pesados. De vosotros y vuestras decisiones dependerá que esté suceso del mercurio (aún sin resolver) no vuelva a suceder, porque sea imposible.

Mi apoyo a todos los afectados por el mercurio en productos derivados del cannabis.

Drogoteca.


-+-+-

PD: Hoy, tras este fin de semana en el que la gente parece haber tomado conciencia -de lo del tema del mercurio en los aceites y otros productos de cannabis- he recibido innumerables peticiones y llamadas para que "liberase todos los datos que tenía" o para que dijera qué marcas (muchas de ellas son marcas de 1a fila, de esas que patrocinan todos los eventos cannábicos y no quieren que se publiquen esos datos) son las que están vendiendo productos contaminados con mercurio.


Y he explicado, de nuevo, por qué no lo he hecho ya: aunque tenga las analíticas de las muestras con todos los datos del análisis, esas cosas no llevan el nombre de la empresa escrito sino que se identifican como "Muestra-1", "Muestra-2" o algo similar, dependiendo de cada técnico y laboratorio. Es decir: YO NO SÉ CUÁLES SON LAS MUESTRAS VENENOSAS..... sé cuántas hay, sé que hay otras que no están contaminadas, pero no sé cuáles son las tóxicas y cuáles las limpias.


Otras personas, del entorno de la reducción de riesgos y de los análisis a drogas, me han pedido que -aunque no tenga la relación de los nombres de las muestras- libere los resultados de los análisis POR SER UNA CUESTIÓN DE INTERÉS PÚBLICO ya que se sigue envenenando a enfermos, sin informarles de que les están vendiendo productos tóxicos. Es una de las cosas que pensé en hacer, pero cuando lo comenté con mi informante, este me dijo que no lo hiciera (y siempre respeto a mis fuentes). Cuando le pregunté por qué, me hizo ver algo que era cierto y no había caído (y que incluso yo mismo hago a veces): si liberaba los datos, podía dejarle con el culo al aire...


Aunque no era el único que tenía acceso a esos datos y los conocía, a veces (precisamente para perseguir filtraciones) en dos emails o informes exactamente iguales, se cambia una coma, o una tilde, o un número por otro parecido. ¿Para qué? Para que si se filtra el documento, quien ha dejado esas marcas puede saber quién lo ha filtrado. Así que como ante publicar algo o dejar con el culo al aire al "whistleblower" que ha dado la voz de alarma, siempre elegiré proteger a quien se la ha jugado... no hay nada que hablar en ese tema de liberar los emails con los análisis que tengo: no lo haré, y no es mi papel hacerlo (recuerdo y añado).

Desde que estando de vacaciones en Marruecos recibí el chivatazo de este asunto (recibí información por varios lados, pude consultar a otros y recibir más información estando allí), ha habido un montón de gente del cannabis hispano que han contactado conmigo para hablar de este tema. Y del inicio de todo esto (desde que yo lo sé) han pasado más de 3 semanas ya. Que yo sepa, personas que saben esta información ANTES QUE YO -mucho antes que yo- debe haber como unas 10 personas (que supieran hasta lo de los análisis del año pasado, que fueron los que levantaron la liebre de la intoxicación por mercurio).

Que sepan esta información sin contar lo de los análisis del años pasado (este año se analizaron casi el triple de muestras) hay mucha más gente, muchos implicados como vendedores que no quieren que esta información se libere y otros que quieren que se dé, por ser una cuestión ética de primer orden: no se puede seguir envenenando personas desde un silencio cómplice, por mucho dinero que pueda producir...

Así que calculo "a ojo de buen cubero" que debe haber -como poco- unas 30 personas que saben, en distintos grados (algunos toda la información con nombres de marcas y otros sólo los resultados) esto que yo he contado en esta entrada.

Todos ellos, salvo tal vez un par de personas que pueden ser meros "químicos analíticos o técnicos de laboratorio", son cannábicos de renombre, tienen empresas, grupos de interés, productos en el mercado y también todos ellos, capacidad para abrir un blog, una red social o la web de alguna de sus empresas y contarle a los usuarios de cannabis qué les están haciendo con el mercurio en muchos productos, y sobre todo, cuáles son.


Por si no ha quedado claro, simplifico: presionarme, amenazarme o chantajearme a mí no puede conseguir que revele qué marcas venden veneno y cuáles no, porque ese dato no lo tengo (o ya lo habría liberado el primer día). Normalmente esos métodos conmigo suelen surtir el efecto contrario, pero en este caso es una imposibilidad absoluta: no puedo dar el dato que no tengo, y no tengo los nombres con su número de muestra... aún.


Si realmente alguien quiere saber qué productos están envenenados con mercurio y se llevan vendiendo todo este tiempo -con el concurso silencioso de las empresas y personas que tienen los resultados de estos análisis- deberían exigirlos a quienes legalmente son sus dueños; ¿quiénes tienen esos análisis desde hace 1 año ya? Pues quienes los encargaron, y seguramente, las marcas que estaban siendo estudiadas y analizadas.

¿Y los análisis actuales con más datos y más marcas? 
Pues lo mismo: quienes los encargaron, y seguramente las marcas que estaban siendo analizadas.

Y como ya he comentado, se me hace raro que las marcas (y las que de ellas reciben apoyo y donaciones) liberen información contra ellas mismas.... pero algunas sí podrían hacerlo: justo las que no estaban en los primeros análisis de hace 1 año y sí están en los de ahora.... Esas marcas no han estado callándose lo de los enfermos intoxicándose con mercurio, así que son las únicas que -si son inteligentes- en cuanto puedan liberarán esa información (o parte de ella) para dejar claro que ellas no son responsables de 1 año de fraude y envenenamiento con mercurio de enfermos a quienes les vendían productos teóricamente "analizados y controlados".

Sólo esas marcas (en el primer análisis creo que hubo 5 muestras y en los segundos 14 muestras), esos 9 que no son cómplices de 1 año de envenenamiento a los enfermos, pueden (y deberían hacerlo cuanto antes) liberar todos o parte de los datos, hasta que los usuarios podamos completar el puzzle.

Mientras, si ni tu grow-shop ni tu distribuidor puede asegurarte QUÍMICAMENTE que sus productos no tienen mercurio y otros tóxicos, abstente de comprar (y empieza a autocultivarte tu cannabis).

:))









viernes, 9 de octubre de 2015

Cáncer y cannabis: Rick Simpson y su aceite

Este texto fue publicado en Revista Yerba y esperamos que os sea útil y os guste.

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Cáncer y cannabis.


La planta del cannabis es una fuente farmacológica natural con miles de años de uso, que ha ido adaptando su relación con los humanos (como han hecho otras plantas) a través de la selección y la cría de variedades escogidas para distintos fines con razones farmacológicas (de distintos efectos sobre fisiología de la persona) principalmente en ciertas variedades de cannabis -el psicoactivo- y buscando la producción de fibra en otros casos -como el cáñamo no psicoactivo.

En la selección que el cannabis psicoactivo -el farmacológicamente más activo- ha ido teniendo en su cría por el hombre, se seleccionaron ejemplares resistentes y productivos aclimatados a las zonas de cultivo pero al mismo tiempo con necesidad de una buena calidad, que le otorga un valor especial a nivel económico. Variedades más aptas para producir hashís, otras para la yerba. Unas más “cerebrales” y otras más “físicas”. Unas más estimulantes y otras más narcóticas.

Esas diferencias genéticas se expresan en su fenotipo y también en la fitoquímica de la planta. Cambia su coloración y sus pigmentos de una variedad a otra, pero también su principal producto de interés, que son los cannabinoides naturales. Son los responsables de que los efectos psíquicos y fisiológicos cambien de una planta a otra. Los más conocidos son el THC o tetrahidrocannabinol, el CBN o cannabinol y el CBD o cannabidiol.




Los usos terapéuticos que el hombre ha ido dando al cannabis a lo largo de su historia son de lo más variado y nos han llegado -muchos de ellos- a través de las investigaciones de antropología y etnomedicina relacionadas con esta planta, así como de cierta tradición oral que quedó bastante soterrada tras el inicio de la cruzada prohibicionista.

El cannabis se ha usado contra el dolor -con especial mención al de origen neuropático- de todo tipo, para frenar las náuseas y los vómitos, contra la espasticidad, haciendo frente a la anorexia por sus propiedades estimulantes del apetito, para el glaucoma que va dejando ciego aumentando la presión dentro del globo ocular, como ayuda frente a adicciones, ante el insomnio, para la epilepsia -campo en el que está cosechando grandes éxitos en tratamientos con niños resistentes a otros fármacos- o para el prurito o picor derivado de una función deteriorada por daño hepático, por poner algunos ejemplos que son ampliamente conocidos aunque no todos ellos estén soportados por pruebas científicas consistentes. Esta falta de datos realmente fiables, en buena medida, se debe a la prohibición sobre la planta que ha lastrado décadas de investigación y aplicación médica.


Y se ha usado para el cáncer.

Todos sabemos que el cannabis se usa “para el cáncer”; es uno de los “conocimientos asumidos” por el común de la sociedad. Algunas personas, enfermos a los que he facilitado el acceso a una correcta administración, tenían frente al cannabis un miedo similar al que la gente tiene a la morfina. Lo tenían asociado -injustamente- con la imagen de una sustancia tan adictiva y potente que sólo se “autorizaba” a los que iban a morir. Prácticamente el mismo mito que con la morfina, salvo que ésta sí es adictiva y que suele acompañar procesos terminales, recetándose con escasez para problemas de otra índole.

Otras personas piensan -más acertadamente- que se da para mejorar el apetito y reducir las náuseas en personas que, si bien tienen un proceso que es oncológico, necesitan de la ayuda del cannabis para soportar los efectos secundarios -muy groseros en ocasiones- que provocan los fármacos usados en quimioterapia a algunos pacientes (no a todos).



Y existe un grupo, dentro del colectivo global de usuarios de cannabis, que afirman propiedades curativas sobre el cáncer. Dentro de este grupo, hay personas que han mezclado muchas informaciones distintas y se han hecho una idea equivocada de las actuales posibilidades del cannabis en ese campo. Estudios y trabajos que, hace casi 10 años ya, afirmaban la capacidad de los cannabinoides para inducir la apoptosis celular -suicidio celular programado- en células cancerosas del tipo de los tumores pancreáticos, o en los agresivos glioblastomas cerebrales humanos o gliomas en animales como los que estudió el español Manuel Guzmán en un trabajo -conectado originalmente con un estudio de 1974 sobre células cancerosas y cannabis. Dicho estudio se llevó a cabo en un hospital de Canarias donde varios pacientes que habían sido operadores de tumores, fueron preparados para llevar un catéter a la zona operada que posibilitase la administración de los compuestos experimentales, algunos naturales y otros sintéticos y creados por farmacéuticas. Aunque parecía existir más interés por los métodos de administración de compuestos que son lipófilos (se disuelven en grasas pero no en agua) a las distintas zonas de acción de los tumores, sin provocar efectos secundarios graves, pero dentro de un dispositivo totalmente hospitalario y experimental. Fases de lo estudios que, con suerte, consiguen ofrecer algo nuevo y su forma de aplicación con grandes esfuerzos y años de trabajo.

Estos estudios saltaron a los medios hace años cuando se supo que ciertos cannabinoides -administrados en ensayos experimentales- parecían acabar con algunos tipos de células de cánceres que, en muchos casos, una vez diagnosticados su pronóstico suele rápidamente fatal. El que muchos enfermos tuvieran acceso a esa noticia científica les hizo adoptar la esperanza que eso suponía para su enfermedad, pero no para su tiempo: eran estudios experimentales aún y no fármacos aplicables a humanos, por los riesgos y problemas éticos que hacer eso conlleva. Pero muchos enfermos quisieron ver su esperanza en ello, llegándose a ver casos de personas que se ofrecían como cobayas, sin esperanza de sobrevivir pero con la voluntad de servir -al menos- como ayuda a la cura de otras personas con su mismo mal. No es raro si pensamos que muchas de estas personas medían ya el resto de sus vidas en meses o semanas, y sentían que no tenían nada que perder. No eran pacientes siquiera aceptables como cobayas sabiendo que iban a morir, ya que la ética médica y legal del momento ni lo llegaba a considerar. Una paradoja: condenados a una muerte segura pero con el impedimento legal de donar su cuerpo -y su vida- a un estudio médico que salve a futuros pacientes.



Es cierto que los cannabinoides -los que se sacan del cannabis, son unos 85 distintos, pero no sólo ellos- pueden resultar útiles para tratar experimentalmente ciertos tumores con grandes resultados, pero el salto de lo experimental, in vitro o in vivo, a lo clínico es un salto de muchos años y grandes costes. Sobre todo -en este caso- porque los cánceres suelen ser de tipo interno y eso hace complicada la administración efectiva de estos fármacos, sin causar mayores daños que los que se pretenden subsanar.

El cannabis no cura el cáncer. Los compuestos que actúan sobre los receptores cannabinoides -naturales o sintéticos- tienen propiedades útiles sobre algunos tipos de esas formaciones tumorales que llamamos genéricamente cáncer. Pero, como regla general y válida por el momento, el cannabis no cura el cáncer en humanos hasta donde sabemos -científicamente- a día de hoy.


El caso de Rick Simpson y su aceite.

Rick Simpson es un canadiense que en el año 1997 llevaba 25 años trabajando en un hospital como personal de mantenimiento. Su trabajo era cubrir amianto -un material muy tóxico para el ser humano- con una cinta mediante la ayuda de un aerosol que permitía la unión de ambos materiales. La pega es que dicho aerosol era muy tóxico si se producía una inhalación lo suficientemente profunda, y aquello acabó ocurriendo. Rick aspiró una cantidad alta del aerosol y eso le dejó inconsciente en segundos y colgando de unas tuberías que, de haber estado encendida la caldera que las alimentaba, le hubieran causado la muerte por abrasión al estar inconsciente. Cuando despertó, se arrastró como pudo y pidió ayuda, siendo llevado al hospital inmediatamente y tratado con oxígeno por los daños en el sistema respiratorio.

Aunque no era lo único dañado. Rick fue dado de alta en horas y enviado a casa, cuando a los pocos días empezó a sentir un ruido en el oído. El ruido fue in crescendo hasta alcanzar los 93 decibelios de sensación y fue la primera señal de que el gas del aerosol había dañado el sistema nervioso causando daños de tipo neuropático, en los que se envían señales sensitivas o motoras a distintas partes del cuerpo y sentidos que no corresponden con lo que se vive en el entorno, como un ruido insoportable sin origen en el exterior. En pocas horas estaba en el hospital de nuevo y lo trataron con carbamacepina (Tegretol), un fármaco común para dolor y problemas neuropáticos.




Tratado pero no solucionado el problema, Rick en el año 2001 era un zombi por los efectos de la medicación que le daban. Acudió a su médico, el cuál le había denegado, años atrás, el acceso al cannabis terapéutico bajo la premisa de que dañaba el tejido y la función pulmonar al fumarse. Rick le planteó la posibilidad de usar cannabis como aceite para no dañar al pulmón, cosa que el médico aceptó como menos nociva que fumar pero siguió negándose a recetarle cannabis terapéutico. La situación de Rick no parecía tener más abordajes posibles, así que una vez que había explorado lo que la medicina clásica le ofrecía, decidió por su cuenta y riesgo abandonar toda medicación y empezar a tomar únicamente un aceite de cannabis.

El resultado fue notable: el ruido que escuchaba no desapareció pero se hizo tolerable, bajó peso que le sobraba, mejoró su sueño -que estaba muy deteriorado- y bajó su presión sanguínea. El aceite de cannabis se hizo parte de su dieta inmediatamente por la calidad de vida que le aportaba.

Poco después, en el 2003, Rick se enfrentaba a su cáncer. Un melanoma, un cáncer de piel, que en principio se enfrentó con cirugía. Rick tenía 3 puntos peligrosos en su piel, 2 en la cara y 1 en el pecho. Se retiró uno de la cara, que tras la operación no cicatrizaba bien y supuraba pus, y los otros dos se retirarían más adelante. Pero Rick recordó el estudio de 1974 sobre cáncer y cannabis, y ya que lo tenía a mano pensó en darle a sus dos puntos afectados de melanoma una aplicación tópica. Así lo hizo, y las cubrió con venda. A los 4 días cuando retiró los vendajes, las dos zonas afectadas habían hecho desparecer el daño. Tan impresionado quedó que, al cabo de unas semanas, cuando el melanoma que había sido retirado quirúrgicamente se reprodujo, volvió a probar el mismo método y en pocos días estaba curado. Un cáncer de piel.

Lo primero que quiso hacer Rick fue compartir su descubrimiento y acudió a su médico y siendo atendido por su esposa, quien al escuchar hablar de “aceite de cannabis” rápido despachó a Rick diciendo que el doctor ni le daría eso, ni hablaría con él sobre ello, muy alterada. Rick comprendió que estaba solo con su descubrimiento. De ahí trató con el aceite a su madre para problemas de piel crónicos que sanaron rápidamente y pronto estaba compartiendo su conocimiento y su aceite con más de 50 personas para distintas dolencias, siempre de piel y uso tópico. Era sólo cuestión de tiempo que probase con cánceres internos, y así lo hizo, consiguiendo grandes mejorías y aumentos en la calidad de vida de las personas que lo recibían. Hasta que trató con éxito a una mujer con un cáncer de cuello de útero que quiso contarlo a los médicos. La agradecida paciente quiso contarlo y lo hizo ante la “Royal Canada Legion” que es una organización que cuida de los veteranos militares en el país. Pero lo que en principio fue bien, terminó mal con los dirigentes de dicha organización y la cosa empeoró mucho cuando, empeñado en compartir su conocimiento, envió un vídeo a las autoridades sanitarias que provocó una redada en su casa de donde le quitaron más de 1500 plantas de su jardín y fue acusado formalmente de cargos penales por cultivo y tráfico de cannabis, por primera vez.

El juicio en 2007 estaba sentenciado. A pesar de las declaraciones de 48 pacientes que Rick aportaba y no fueron admitidas, a pesar de que no se les dejó testificar, a pesar de que los expertos en cannabis enviados por el gobierno fueron desacreditados suficientemente por él ante la sala, fue condenado. El juez a la hora de imponer la sentencia dijo: “En mis 34 años de experiencia en el sistema legal no he visto jamás un caso como este. No hay intención criminal.” y aceptó que existía una evidencia médica que respaldaba lo que Rick estaba llevando a cabo. Pasó de enfrentar 12 años de prisión a pagar una multa de 2000 dólares, gracias a que el juez había ganado algo de conciencia durante el juicio. Rick, ante la situación que se le planteaba al magistrado le preguntó: “Si su hijo mañana recibiera un diagnóstico de cáncer... ¿le gustaría tener esta opción disponible?” y el juez no pudo sino agachar la cabeza y dar la sentencia menos dañina posible. Aún así Rick afirmó, tras ser condenado, que si alguna vez ser ciudadano de Canadá había significado orgullo para él, esto ya no sería así nunca más. Pero su método se hizo tan popular que, incluso en los mercados de bienes prohibidos que hay en la darknet -como el extinto Silk Road- invisible al Internet normal, es sencillo encontrar en venta preparaciones de este aceite con el nombre comercial de aceite de Rick Simpson.


¿Entonces el cannabis puede curar el cáncer o no? 
¿Qué dice la ciencia?

Pues la ciencia lleva muchos años demostrando que los cannabinoides pueden curar o mejorar varios tipos de cáncer, al menos actuar inhibiendo su crecimiento o incluso provocar su muerte celular o apoptosis. Los cánceres son patologías muy distintas que tienen orígenes y desarrollos totalmente distintos unos de otros, y lo que puede ser bueno para un tipo de células cancerosas puede ser malo para otras. Esto lleva ocurriendo muchos años ya, pero el clima prohibicionista y la íntima relación entre financiación de estudios y autoridades estatales han hecho que los resultados positivos fueran siempre minimizados y desincentivados, buscando siempre justificaciones para mantener la guerra contra las drogas y su hipercostosa maquinaria.

Hasta que este abril, el NIDA o “National Institute on Drug Abuse” de los USA dejó pasar, como correcto, un estudio que reconocía la capacidad de dos compuestos del cannabis, el THC y el CBD, para combatir algunos de los tipos más agresivos de cáncer cerebral. En experimentos con ratones tratados a la vez con radioterapia, no en humanos aún. Pero abre la puerta al aceptar las posibilidades médicas de dichos avances. Parece poca cosa, pero decir NIDA en materia de drogas, es como mentar a la Santa Inquisición en casa de un hereje, o así ha sido hasta ahora: el enemigo más fiel y mejor financiado de todo el prohibicionismo científico. Es un logro, signo de los tiempos, ese paso o descuido por parte del temible NIDA.

Y para rematar la expectación se publicaba a final de mes un estudio realizado en el 2014, llevado a cabo por el Laboratorio de Dermatología experimental del Departamento de Dermatología y Alergia de la Universidad de Bonn en Alemania, que revelaba datos importantes sobre la patogénesis de los cánceres y el rol de los cannabinoides en algunas de ella. Lo primero que comprobaron es que el THC no influía ni tenía que ver en el desarrollo y formación del cáncer del piel químicamente inducido in vitro. Pero al mismo tiempo que el THC resultaba útil para inhibir el crecimiento y desarrollo in vivo de melanomas trasplantados a ratones, actuando de forma antagonista sobre el microentorno protumoral inflamatorio, aplicado de forma tópica (sobre la piel de la zona).




Eso viene a dar la razón -o al menos a sentar las bases para la explicación- sobre los casos de cáncer de piel, u otros problemas de la dermis, y a abrir a los científicos a una vía de administración que para estos compuestos es muy interesante porque se evitan los efectos psicoactivos que tienen sobre el SNC. Es muy posible que de estudios como estos salgan las primeras aplicaciones “científicamente justificadas” para tratar el cáncer de piel con un fármaco que hasta ahora se ha mostrado esencialmente inocuo en su administración transdérmica. Y, tal vez, que abran paso a la evidencia de curación de estos problemas usando una elaboración casera, de una planta que es accesible a cualquiera.

¿Que es lo que no quiere decir esto? No quiere decir que a partir de ahora ya podamos decir que el cannabis cura el cáncer, porque es mentir. Algunos cannabinoides tienen efectos terapéuticos sobre ciertos tumores, pero de la misma forma que en este caso mejoran el diagnóstico del cáncer de piel, en otras lineas celulares de cáncer -como pueden ser el de pulmón y el de mama- los agonistas de los receptores CB1 y CB2 -los cannabinoides- estimulan el crecimiento del tumor, empeorando el pronóstico.

No es lo mismo la planta del café que la cafeína pura, ni sus efectos son iguales en el cuerpo.
Tampoco la planta de cannabis y el cannabinoide THC puro, no son iguales en sus efectos una cosa y la otra aunque compartan un porcentaje de su química.
Si bien parece claro que el cannabis es un remedio para innumerables dolencias, con unos problemas derivados de su uso que son casi nulos frente a los efectos secundarios de otros fármacos, no parece que podamos afirmar que la planta cura el cáncer (con todo lo que eso significa).

La historia también nos enseña que, en ocasiones, los médicos son los últimos en enterarse de algo importante. No hace falta más que recordar cómo los anuncios de tabaco en USA hace 50 años venían con un médico representado que te decía que el tabaco “de tal marca” era sano y seguro. O la vergonzosa historia de la talidomida del laboratorio Grünenthal , recetada para “las molestias del embarazo” como fármaco seguro, que provocó el nacimiento de miles de niños con deformidades físicas y un número incontable de abortos. Y si tengo que contestar con honestidad a la pregunta que Rick Simpson hizo a quienes juzgaban sus acciones por ayudar a otros con sus enfermedades, si yo -o un hijo mío o cualquier amigo o familiar- tuviera un cáncer de piel “accesible” desde el exterior estaría aplicándome aceite de cannabis tan pronto saliera de la consulta del oncólogo que me confirmase el diagnóstico.

Tan serio es el asunto, que en Oregon (USA) a pesar de tener una ley que prohíbe a los estudiantes usar ningún fármaco comprado sin receta (over the counter, OTC) salvo los autorizados -ni un paracetamol sin receta- en una lista hecha por las autoridades, han aceptado cambiar dicha ley en la cámara del estado. ¿Para qué? Pues para permitir que los escolares puedan usar, en horas de colegio, crema protectora contra el sol. ¿Suena de locos, no? Lo es. Sólo es otra consecuencia más de la guerra contra las drogas, el temor a que las escondan incluso estudiantes y hasta en los envases de crema solar. Pero a pesar de su paranoia han votado de forma unánime para permitir que los niños no se quemen con el sol al salir al exterior, y todo debido al cáncer de piel con tasas en creciente aumento.

El cáncer de piel es una forma de cáncer que suele ser tratable y tener un buen pronóstico, aunque en ocasiones es muy agresivo y se extiende por todo el cuerpo haciéndolo intratable. De esta forma, el cáncer de piel llega a matar a 10.000 personas al año sólo en USA; varias veces más que todas las drogas ilegales juntas. Y estamos muy poco concienciados sobre este tipo de cáncer, que aumenta las posibilidades de aparecer con cada insolación no buscada que nuestro cuerpo sufre o con cada exceso de dosis que le metemos a la piel buscando un color más moreno.

El cannabis al fin ocupa el rol destacado que debía haber tenido desde hace décadas dentro de la investigación médica de nuevas terapias, esta vez contra el cáncer de piel y en fases todavía tempranas pero prometedoras, por derecho propio.


DROGOTECA.