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viernes, 16 de octubre de 2015

Sacando drogas del baúl de los recuerdos: la MBDB

Este texto fue publicado en VICE y esperamos que os guste.


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La MBDB.

¿Qué droga -de las que conoces- no es fácil de conseguir y te encantaría volver a tener a mano?

No es fácil pensar en alguna droga que fuera más fácil conseguir en el pasado que ahora, con la desmedida oferta que tenemos de sustancias legales e ilegales. Me vino a la cabeza por un momento el Khat, una planta que contiene un estimulante de uso común en ciertas zonas de África y que aparecía entre los bienes de los piratas que asaltaban el barco de Tom Hanks en “Náufrago”. Fue interesante tomarla, pero no fue una experiencia magnifica que quisiera repetir y no pudiera hacerlo; fue divertido y curioso. En UK donde era legal y muy barata hasta hace poco, se hacían batidos (puag) con la planta entera y se los bebía antes de salir de casa a modo de "MDMA natural".

Pero no eran esas plantas medio mustias que viajaron -desde Yemen a UK y de UK a Madrid. El mejor recuerdo lo tengo de una sustancia totalmente sintética, que surgió en el mercado cuando empezaron las restricciones y prohibiciones que pondrían en problema el abastecimiento de MDMA: la MBDB o Edén.




Edén, no parece una mala descripción para sus efectos. Dice la RAE que edén, aparte del paraíso primigenio antes de la desobediencia de Adán y Eva, es un “lugar muy ameno y delicioso”. Y el nombre, quien quiera que se lo puso -ya citado en 1991 por Shulgin en PIHKAL junto con el nombre de Metil-J que le puso Sasha- había tenido contacto con sus efectos. Resulta algo complejo describir los efectos sin caer en los tópicos propios de la MDMA, porque son realmente similares, pero no iguales. Su creador es el avezado químico David Earl Nichols, padre de otras sustancias psiquedélicas como la MDAI. También quien acuñó el término “entactógeno” que describe el efecto de estas sustancias, que tienen como característica común el facilitar el contacto profundo entre sujetos -o con partes poco accesibles de uno mismo- a nivel emocional.

En una ocasión que me preguntaba un conocido psiconauta por la diferencia entre ambas, la metáfora que resultó más oportuna fue la siguiente: “Imagina como te sientes cuando, tras meses o años de espera y trabajo, estás en una gran noche a punto de acostarte por primera vez con una pareja que has deseado de forma intensa. Esa sensación, con todo lo que tiene de estimulante, sería la MDMA. 

Ahora imagina como te sientes cuando ya has pasado la intensa emoción de 'estar a punto de' y reposas al lado del cuerpo de tu pareja deseada, tras un par de orgasmos mágicos: eso es la MBDB!!

¿Te gusta más que el éxtasis o MDMA? Sí. Me gusta mucho más, o mejor dicho, me gustó mucho más. ¿Dónde la puedo comprar? ¿Tengo que irme a los recónditos mercados de la darknet y pagar con Bitcoin para no ser rastreado? 

Pues creo que, a día de hoy, no tengo fácil respuesta para ello. Ni tampoco una explicación que me convenza, sobre la falta de esta droga en el mercado negro o blanco, porque es -a día de hoy- una sustancia totalmente legal en prácticamente todo el planeta y, desde luego en Europa.

La MBDB o Edén es una de la variantes más lógicas de la MDMA, químicamente hablando, y no es más que un MDMA al que se le ha añadido un carbono más al grupo metil de la estructura anfetaminoide del éxtasis. Esa variación mínima, tiene su correlato en los efectos. Pero no deja de ser algo “muy parecido”. 




Cuando los sistemas de detección de nuevas drogas, que se pusieron en marcha en todo el mundo tras la prohibición de la MDMA y la subsiguiente explosión de este compuesto por todos los rincones del planeta, empezaron a detectar los primeros cambios sobre la molécula. Pronto encontramos variedad en esas sustancias, que venían a imitar o a sustituir a la prohibida MDMA. Entre las primeras que aparecieron estaba la MDE o Eva, la MDA que era el precursor no metilado de la MDMA y que resulta más psiquedélico -ilegal desde 1970- aunque sin perder su parte “entactógena”, y la MBDB que sintetizó Nichols y dio a probar a Shulgin, quien difundió sus propiedades. La MDA y la MDMA estaban ya prohibidas, la MDE fue pronto incluida en las listas negras de sustancias, y la MBDB se puso bajo observación.

¿Cómo que bajo observación? Pues sí, fue la primera sustancia que el EMCDDA -Comité Científico del Centro para Monitorización de Drogas y Adicciones de Europa- tuvo a bien en 1998 someter a su evaluación tras que le fuera requerido por el Reino Unido, en aquel momento ocupando la presidencia de la Unión Europea, sobre si era necesario prohibirla y con qué rapidez. La respuesta no fue lo que se esperaba: dicho organismo estudió lo que se conocía de la MBDB o Edén, y acabó por determinar que no veía necesaria la prohibición de la misma, ya que ni se había podido probar que fuera especialmente adictiva ni peligrosa, y que de serlo lo era por debajo de los niveles de la MDMA en las mismas áreas.

No fueron los únicos. Tras eso, se intentó algo similar en USA y también a nivel internacional, en el que intervinieron con una carta desde el Centro de Libertades Cognitivas personajes como Shulgin, Jonathan Ott o Thomas Szasz, haciendo hincapié en la falta de buenas razones para prohibirla (realmente las mismas que se podrían argumentar para la MDMA). 


El resultado fue poco común, ya que los expertos de la OMS dijeron que: “aunque la MBDB es, tanto estructural como farmacológicamente hablando, similar a la MDMA, los limitados datos disponibles indican que sus efectos estimulantes y euforizantes son menos pronunciados que los de la MDMA. No ha habido informes sobre efectos tóxico o adversos a la MBDB en humanos. Los datos de las fuerzas de seguridad sobre el tráfico ilícito [¿?] de MBDB en Europa apuntan que la disponibilidad y abuso puede estar declinando tras un pico en la última mitad de los años 90. Por estas razones, el comité no considera que el peligro por abuso de la MBDB constituya un riesgo a la salud pública, por lo que NO RECOMIENDA SU PROHIBICIÓN.

Sí, aunque suene raro, la OMS no recomienda que se prohíba. No la ve peligrosa como para ello. Y eso es una gran noticia de cara al utópico día en que se planteen una regulación sensata de las drogas, porque esas sustancias que todavía no han sido prohibidas, serán las que tengan una mayor posibilidad de ser puestas en juego. Y creo que la MBDB, el Edén de Nichols, es una gran sustancia y que no necesita “ser parecida al MDMA” para que pueda ser valorada en sí misma. 

Si la MBDB es legal (no está prohibida) y tiene unos efectos similares a los del prohibido MDMA, ¿cuál es la razón de que no esté en el mercado? Tenemos sustancias de todo tipo, mucho más peligrosas la mayoría, vendiéndose como “legal highs”. Pero no encontramos, ni en los mercados de la darknet, la poco dañina MBDB. De hecho, cuando se encuentra, se vende como MDMA.

Mi primera experiencia con el Edén o MBDB fueron unas cápsulas vendidas como “Californianas” con un compuesto de color entre crema y marrón claro, algo grumoso y sin olor. El sabor era similar al de la MDMA pero con un aspecto que recordaba humedad, como si estuviera escondida dentro de la propia molécula. Tiempo después un amigo sintetizó unos gramos de MBDB y pude recibir otras dosis de regalo. 

La última vez que pude conseguirla fue a través de un proveedor chino, un químico fino filipino, que tanto te sintetizaba el mejor 2C-B ilegal como te hacía unas dosis de MBDB legal y te lo hacía llegar, tras pago vía Western Unión, discretamente entre documentos con una empresa de mensajería. No existía Silk Road, pero había otras cosas similares (foros privados). 

¿Por qué me gustaría mucho tenerla a mano de nuevo? Era una puta gozada. Recuerdo haber pensado bajo su efecto que algo tenía que estar pasando en mi cerebro que fuera similar a lo que hace que los gatos o los perros se retuerzan de gusto con unas caricias. 

Aunque la MDMA me gusta, tiene una parte que me tira para atrás: el subidón. No me va el rollo estimulante, no me gustan las taquicardias, no me tiro a la pista a bailar. La MBDB subía mucho más suavemente, no te hacía perder la cabeza -no se te iba la pelota- como se te puede ir con MDMA, sino que era mucho más manejable. 

Creo que la MBDB es la droga perfecta para darle a la gente mayor que no ha experimentado nunca con MDMA. Pero no invoca un gran espacio de comunicación, de revelación de secretos nunca dichos, de sinceridad torrencial. La MBDB o Edén es la droga más “tacto” que conozco. Se podía tomar estando solo pero no tardabas mucho en estar metido en la cama, frotándote de gusto contra las sábanas. Necesitas tocar. Es una droga para tocar, y tomada con una pareja que esté acostumbrada a ese tipo de drogas entactógenas, es realmente algo parecido al edén: todo muy ameno y delicioso. El tema sexual no va mejor que con la MDMA, no es una droga genital y no ayuda al tema fisiológico, pero en la esfera de la intimidad y sobre todo para personas que -más que usar la boca para hablar- lo que necesitan es aprenderse los mapas de su piel y de la de su pareja, me parece que es una droga que no tiene rival.


Perfecta para amantes, para los que no tienen nada que decirse con palabras, pero no quieren dejar de usar la boca y la lengua sobre el otro. Perfecta para hacer del cuerpo de tu pareja una gran geografía lúdica. Qué bien suena que te digan el oído: “...déjame que chupe todos los centímetros de tu piel, porque estoy empapada de MBDB...” 

¿Algún químico inteligente nos está escuchando? 
Sin duda es una gran sustancia, legal y bastante segura.
Y está pidiendo ser “desenterrada”.

viernes, 20 de agosto de 2010

PIHKAL EN CASTELLANO (FRAGMENTO)

Como os habíamos dicho, la traducción de PIHKAL está en un proceso de "afinación" e interpretación a la hora de escoger los términos usados para describir ciertas experiencias, emociones, estados y sensaciones. Pues para ir abriendo boca, los traductores amablemente nos han hecho llegar un fragmento del borrador (bueno, lo envían completo pero sólo con permiso para publicar este fragmento de la introducción).

En este fragmento, Sasha -el Dr.Shulgin- da una pormenorizada argumentación de sus ideas y postulados en lo referente a las drogas, las psiquedélicas y las que no lo son, y hace una breve revisión de lo que subyace tras la semilla de la guerra contra las drogas, y lo que al fin y al cabo no es más que una guerra contra la propia libertad del individuo.




Y por lo demás, sólo queda disfrutar de las palabras, esta vez en castellano, de una de las más sobresalientes mentes de la historia contemporánea.

Esperamos que os guste.

PS: Por cierto, que no se nos olvide deciros a todos que el libro "Cocaína", editado por Amargord y coordinado por el Dr.Jose Carlos Bouso ha salido ya a la venta!! Incluye una interesante parte sobre la extracción de cocaína partiendo de hoja de coca fácilmente adquirible a manos de un viejo cocinero conocido de esta web... Lady Lovelace.
Mis felicitaciones a todos aquellos que lo han hecho posible.

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La filosofía tras la escritura de PIHKAL.

Soy farmacólogo y químico. He pasado la mayor parte de mi vida adulta investigando la acción de las drogas; cómo son descubiertas, qué son, qué hacen, de qué forma pueden ser útiles – o dañinas. Pero mis intereses se encuentran algo alejados de lo que es el grupo de conocimientos mas habituales de la farmacología, en un área que he encontrado mucho más fascinante y agradecida, y es el área de las drogas psiquedélicas.
Los psiquedélicos podrían ser bien definidos como compuestos que no son físicamente adictivos y que temporalmente alteran el estado de nuestra propia consciencia.

La opinión prevaleciente en este país (USA) es que hay drogas que tienen un status legal y que además son relativamente seguras o que tienen riesgos que son aceptables, y que hay otras drogas que son ilegales y que no tienen ningún lugar legitimo en absoluto dentro de nuestra sociedad. Aunque esta opinión es ampliamente sostenida y vigorosamente promocionada, yo creo sinceramente que está equivocada. Es un esfuerzo por pintar las cosas de blanco o de negro, cuando, en este área, como en la mayor parte de las de la vida real, la verdad es de color gris.

Dejenme explicar las razones que sustentan mi creencia.

Toda droga, legal o ilegal, nos otorga algún tipo de recompensa. Todas las drogas presentan algún riesgo. Y todas las drogas pueden ser objeto de abuso.
Finalmente, en mi opinión, corresponde a cada uno de nosotros evaluar los beneficios y los riesgos y decidir cuales son los que pesan más en cada caso.
Los beneficios incluyen un amplio espectro. Incluyen cosas como la curación de una enfermedad, suavizar el dolor físico y emocional, provocar embriaguez, y la relajación. Algunas drogas -esas que son conocidas como psiquedélicos- nos permiten una visión interior mejorada y la expansión de los propios horizontes mentales y emocionales.

Los riesgos son igualmente variados, oscilando entre el daño fisiológico y el colapso psicológico, la dependencia, y la violación de la ley. Tal y como existen diferentes tipos de recompensa para los diferentes individuos, existen también diferentes riesgos. Una persona adulta debe tomar su propia decisión sobre hasta que punto decide exponerse o no al efecto de cada droga en concreto, sea una droga adquirible por prescripción medica o sea una que esta prohibida por la ley, sopesando los potenciales beneficios y problemas con relación a su personal escala de valores. Y es en este punto donde estar bien informado juega un rol indispensable. Mi filosofía al respecto puede ser destilada en cuatro palabras: permanece informado, luego decide.

Personalmente he escogido ciertas drogas que son de suficiente valía para compensar los riesgos que conllevan; otras, considero que no resultan de suficiente valía. Por ejemplo, bebo una moderada cantidad de alcohol, generalmente en forma de vino, y -hasta el momento presente- los análisis de mi función hepática son completamente normales. No fumo tabaco. Era un fumador, de los de alto consumo, y luego lo dejé. No fueron los riesgos para la salud los que me hicieron dejarlo, sino el hecho de que me había convertido en un completo dependiente del tabaco. Eso era, según mi punto de vista, el caso de un precio inaceptablemente alto a pagar.

Cada decisión de ese tipo es asunto mio, basándome en lo que sé sobre dicha droga y lo que sé sobre mi mismo.

Entre las drogas que son a día de hoy ilegales, he decido no usar marihuana, ya que la ligera embriaguez mental y esa benigna alteración de la consciencia, no me compensan lo suficiente frente a una sensación incómoda de estar perdiendo el tiempo.

He probado la heroína. Esta droga, por supuesto, es una de las mayores preocupaciones de nuestra sociedad, a día de hoy. A mi me produce una soñadora tranquilidad, sin matices asperos de molestias, estrés o preocupaciones. Pero al mismo tiempo hay perdida de motivación, de capacidad de respuesta, y de las ganas de hacer cosas. No es ningún miedo a la adicción lo que provoca mi desinterés por la heroína; lo provoca el hecho de que bajo su influencia, nada parece ser suficientemente importante para mi.

También he probado la cocaína. Esta droga, especialmente en su famosa presentación como “crack”, es un asunto popular actualmente. A mi, la cocaína me resulta un agresivo activador, un estimulante que me da una sensación de poder y de estar completo con ello, en la cima del mundo. Pero hay al mismo tiempo la inevitable certeza, subyaciendo, de que eso no es poder realmente y de que realmente no estoy en la cima del mundo, y que, cuando los efectos de la droga hayan pasado, no habré ganado nada con ello. Hay una extraña sensación de estar viviendo un estado que es una mentira. No hay reflexión. No hay aprendizaje alguno. A su propia y distintiva manera, . la cocaína me resulta una droga de escape tanto como la heroína. Con cualquiera de ellas, escapas de lo que eres, o -siendo mas preciso- de lo que no eres. En ambos casos, recibes alivio durante un breve periodo de tiempo del tener que estar  enfrentándote a tus carencias. Francamente yo prefiero encarar mis insatisfacciones en lugar de huir de ellas; de esa forma yo encuentro, finalmente, una satisfacción muchísimo más grande.

Con las drogas psiquedélicas, yo creo que, para mi, los pequeños riesgos (alguna experiencia ocasionalmente difícil, o quizás algo de malestar físico) son más que aceptables dado el potencial que ofrecen para el aprendizaje. Y ese es el motivo por el que yo he elegido explorar este área concreta de la farmacología.

¿Qué quiero decir cuando hablo del potencial para el aprendizaje? Es una posibilidad, no una certeza. Puedo aprender, pero no estoy obligado a hacerlo; puedo obtener nuevos enfoques sobre posibles maneras de mejorar mi calidad de vida, pero sólo con mi propio trabajo y esfuerzo conseguiré los cambios deseados.

Dejenme intentar hacer más obvias algunas de las razones por las que encuentro la experiencia psiquedélica como un tesoro personal.

Estoy totalmente convencido de que existe una enorme cantidad de información incrustada dentro de nosotros, con kilómetros de conocimiento intuitivo que se encuentra cuidadosamente colocado en el material genético de cada una de nuestra células. Algo similar a una biblioteca que contiene una incontable cantidad de tomos de referencia, pero para la que no tenemos una ruta clara de entrada. Y, sin algunas formas para acceder a ella, no hay forma de empezar siquiera a indagar sobre hasta que punto llega y de que clase es la información que se encuentra allí dentro. Las drogas psiquedélicas permiten la exploración de ese mundo interior y las intuiciones sobre su naturaleza.


Nuestra generación es la primera en la historia que ha hecho de la búsqueda del autoconocimiento un delito, si esa búsqueda se realiza con la ayuda de plantas o compuestos químicos para abrir las puertas de la psique. Pero la necesidad de alcanzar el conocimiento está siempre presente, y aumenta su intensidad a medida que uno se va haciendo mayor.

Un día, mirando el rostro de una nieta recién nacida, te descubres a ti mismo pensando que su nacimiento ha creado un tapiz sin costuras en el tiempo ya que fluye desde el ayer hasta el mañana. Te das cuenta de que la vida aparece en diferentes formas y con diferentes identidades, pero que sea lo que sea aquello que le da forma a cada nueva manifestación, no cambia en absoluto.

“¿De dónde viene su exclusiva alma?” te preguntas, “Y, ¿a dónde irá mi única alma? ¿Hay realmente algo más ahí fuera, tras la muerte? ¿Hay algún propósito en todo ello? ¿Hay algún tipo de orden y estructura que haga que todo cobre sentido, o que debería hacerlo, si pudiera llegar a verlos?” Sientes la necesidad de preguntar, de investigar, de usar el poco tiempo que te pueda quedar en la vida para encontrar formas de atar todos esos cabos que quedan sueltos, la necesidad de comprender aquello que exige ser comprendido.

Esta es la búsqueda que ha sido parte del ser humano desde la misma aparición de la conciencia. El conocimiento de su propia mortalidad -conocimiento que le sitúa en un lugar distinto al resto de sus colegas animales- es lo que dota al Ser Humano del derecho, el permiso para explorar su propia alma y espíritu, para descubrir lo que pueda encontrar sobre los componentes de la psique humana.

Cada uno de nosotros, en algún momento de su vida, se sentirá como un desconocido en la tierra extraña de su propia existencia, necesitando respuestas a preguntas que han surgido de la profundidad de su alma y que no se desvanecerán una vez aparecidas.

Tanto las preguntas como las respuesta proceden de la misma fuente: uno mismo.

Esta fuente, parte de nosotros mismos, ha sido llamada de diversas formas a lo largo de la historia, y su nombre más reciente es “lo inconsciente”.
Los Freudianos desconfían de él, mientras que los Jungianos están maravillados con él. Es la parte que hay dentro de ti y que mantiene el control cuando tu mente consciente navega a la deriva, que te da el sentido de lo que debes hacer en una situación de crisis, cuando no hay tiempo disponible para el razonamiento lógico y la toma de decisiones conscientes. Es el lugar donde se encuentran nuestros ángeles y demonios, y todo lo que entre esos dos extremos puede existir.

Esta es una de las razones por las que sostengo que las drogas psiquedélicas son tesoros. Ellas nos pueden facilitar el acceso a las partes de nosotros mismos que contienen respuestas.
Pueden hacerlo, pero como dije antes, no tienen porque hacerlo y no lo harán, a no ser que esa sea la razón por la que estén siendo usadas.

Depende de ti el usar estas herramientas bien y de la forma correcta. Una droga psiquedélica puede ser comparada con la televisión. Puede ser muy reveladora, muy instructiva, y -con una cuidadosa selección de los canales- el medio por el que extraordinarias intuiciones pueden alcanzarse. Pero para mucha gente, las drogas psiquedélicas son una manera más de entretenimiento; nada profundo se esta buscando, por lo que -normalmente- nada profunda será la experiencia obtenida.

El potencial de las drogas psiquedélicas para facilitarnos acceso al universo interior, es, según yo creo, su más valiosa virtud.

Desde los primeros días de su tiempo en la Tierra, el ser humano ha buscado y usado ciertas plantas que han tenido el efecto de alterar la forma en que se interactúa con su mundo y se comunica con sus dioses y consigo mismo. Durante varios miles de años, en toda cultura conocida, ha existido un cierto porcentaje de la población -normalmente un chamán, un curandero o un hombre medicina- que ha usado esta o aquella planta para alcanzar una transformación de su estado de consciencia. Estas personas han usado dicho estado alterado de consciencia para ampliar sus habilidades diagnósticas y para hacer uso de las energías curativas que se encuentran en el mundo de los espíritus. Los lideres tribales (en civilizaciones posteriores, las familias reales) presumiblemente usaron las plantas psicoactivas para aumentar sus intuiciones y sabiduría como gobernantes, o tal vez simplemente para invocar las fuerzas de poderes destructivos y tenerlas como aliados en batallas venideras.

Muchas plantas han sido descubiertas para encajar en ciertas necesidades humanas. El dolor indeseado ha estado con la humanidad desde siempre. Tal y como nosotros hoy tenemos nuestros usuarios de Heroína (o de Fentanilo o de Demerol), durante los siglos pasados el rol de la analgesia ha estado en la planta del opio en el Viejo Mundo y de la datura en el Nuevo Mundo, solanáceas en Europa y el norte de África, como el beleño negro, la belladona, o la mandrágora, por nombrar unas cuantas. Incontables personas han usado esta forma de amortiguar el dolor (tanto físico como psíquico), lo cual implica deslizarse dentro de un mundo de ensueños. Y, aunque estas herramientas han tenido muchísimos usuarios, son una minoría los que aparentemente han abusado de ellas. Históricamente todas las culturas han incorporado estas plantas a su vida diaria, y han obtenido más beneficios que daños provenientes de ellas. Nosotros, en nuestra propia sociedad, hemos aprendido a amortiguar el dolor físico y a rebajar nuestro nivel de ansiedad con el uso médico de drogas que han sido desarrolladas imitando los alcaloides presentes en estas plantas.

La necesidad de encontrar fuentes de energía adicional ha estado con nosotros desde siempre. Y, al igual que nosotros tenemos nuestros usuarios de cafeína y de cocaína, durante siglos las fuentes naturales han sido el mate, el té, y la planta de coca del Nuevo Mundo, la planta de khat de Asia Menor, la nuez del árbol de cola en el norte de África, el kava kava y la nuez de betel del este de Asia, y la efedra en todas las partes del mundo. De nuevo, muchos tipos de personas -el campesino, encorvado bajo un montón de leña, cargando con ella durante horas a través de un sendero montañoso; el médico en tareas de emergencia que lleva dos días sin poder dormir; el soldado bajo fuego enemigo, incapaz de descansar- han buscado el empuje y acicate de la estimulación. Y, como siempre, ha habido unos pocos usuarios que han elegido abusar de este proceso.

Entonces, existe la necesidad de explorar el mundo que se encuentra más allá de los inmediatos límites de nuestros sentidos y nuestra comprensión; esto, también, ha acompañado a la humanidad desde su inicio. Pero en este caso, nuestra sociedad norteamericana no-nativa, no ha aceptado el uso de dichas plantas o compuestos químicos, que abren camino en nuestra capacidad para ver y sentir. Otras civilizaciones, durante cientos de años, han usado el peyote, los hongos que contienen psilocibina, la ayahuasca, cohoba y yagé del Nuevo Mundo, la alharma, el cannabis y el Soma del Viejo Mundo, y la iboga de África, para esta exploración dentro del inconsciente humano. Pero nuestra moderna clase médica, en conjunto, nunca ha aceptado estas herramientas para la auto-observación o para ser usadas en terapia, y por lo general permanecen como inaceptables. A la hora de establecer un equilibrio de poder entre aquellos que nos curan y aquellos que nos gobiernan, se ha llegado al acuerdo de que la posesión y el uso de estas extraordinarias plantas ha de ser un delito. Y que el uso de cualquier compuesto desarrollado en imitación a los que estas plantas poseen, aunque hayan mostrado mayor seguridad y eficacia en su acción, han de ser también constitutivos de delito.

Somos una gran nación con uno de los estándares de vida más alto jamás conocido. Estamos orgullosos de contar con una extraordinaria Constitución que nos protege contra la tiranía que ha hecho trizas a otras naciones más pequeñas. Somos ricos con la herencia de la Ley Inglesa que nos presupone inocentes y nos asegura nuestra intimidad personal. Una de las mayores virtudes de nuestro país ha sido el tradicional respeto al individuo. Todos y cada uno de nosotros somos libres -o al menos así lo habíamos creído desde siempre- de seguir cualquier camino religioso o espiritual que hayamos elegido; libres para investigar, explorar, buscar información y perseguir la verdad donde quiera y como quiera que se haya elegido, siempre que se acepte plena responsabilidad por nuestros actos y sus efectos sobre otros.

¿Cómo es que, entonces, los líderes de nuestra sociedad han tenido a bien intentar eliminar estos más que importantes medios de aprendizaje y de auto-descubrimiento, estos medios que han sido usados, respetados y honrados durante miles de años, en todas y cada una de las culturas de las que tenemos conocimiento? ¿Por qué el peyote, por ejemplo, que ha servido durante siglos como un medio para que una persona pueda abrir su alma a la experiencia de Dios, ha sido clasificado por nuestro gobierno como una sustancia de la Lista I, junto con la cocaína, la heroína y el PCP? ¿Es esta clase de condena legal el resultado de la ignorancia, de la presión ejercida por religiones organizadas, o  del interés creciente de que se fuerce la conformidad en toda la población? Parte de la respuesta puede residir en la creciente tendencia en nuestra cultura  hacia tanto el paternalismo como el provincialismo.

Paternalismo es el nombre que recibe un sistema por el que las autoridades proveen nuestras necesidades, y -a cambio- tienen permitido dictar nuestra conducta, tanto la pública como la privada. El provincialismo es la estrechez de miras, la unificación social mediante un único código ético, la limitación de los intereses y las formas de experiencia a aquellos que se encuentran establecidos como tradicionales.

En cualquier caso, los prejuicios contra el uso de plantas y drogas que producen una apertura en nuestra consciencia tienen su origen en la intolerancia racial y la acumulación de poder político. En el final del siglo XIX, una vez que el ferrocarril intercontinental había sido construido y los trabajadores chinos no eran ya necesarios, fueron progresivamente tratados como infrahumanos e incivilizados; eran amarillos de ojos rasgados, peligrosos alienígenas que frecuentaban fumaderos de opio.

El peyote fue descrito, en varias publicaciones de final del siglo XIX, como causa de asesinato, mutilaciones y locura entre los desfavorecidos Indios Americanos. La Brigada de Asuntos Indianos decidió sancionar el uso del peyote, (la cual confundía, repetidamente dicha planta con el mezcal -Nota del traductor: Género Agave-, o con la judía de mescal -Nota del traductor: Mescal Bean, Género Sophora-, en sus publicaciones), y una de las mayores presiones tras los esfuerzos por sancionar su uso se ve de forma más clara en esta cita parcial de una carta escrita por el Reverendo B.V. Gassaway en 1903 a la Brigada de Asuntos Indianos, “...el Sabbath es el principal día de nuestros servicios religiosos, y si los indios ya vienen borrachos de mescal (peyote) no pueden recibir los beneficios del Evangelio.”

Sólo tras un tremendo esfuerzo y con la valentía por parte de muchas personas se llegó a la decisión de que el uso del peyote como sacramento en la Iglesia Nativa Americana debía continuar siendo permitido. Hay ahora de forma encubierta, como ustedes sabrán, un renovado esfuerzo por parte de nuestro gobierno para conseguir eliminar el uso religioso del peyote de nuestros Nativos Americanos.

En la década de 1930, hubo un esfuerzo por deportar a los obreros mexicanos de los estados sureños con una economía basada en la agricultura, y los prejuicios raciales fueron otra vez deliberadamente promovidos, describiendo a los mexicanos como vagos, sucios, y usuarios de esa cosa peligrosa llamada marihuana. La intolerancia contra las personas afroamericanas en los Estados Unidos fue promovida e instigada mediante cuentos de uso de marihuana y heroína entre los músicos de color. Debería hacerse notar en este punto que dicho uso de drogas nunca fue motivo de atención pública hasta que su nueva música, que llamaban Jazz, comenzó a atraer la atención de los blancos -al principio solamente de los encargados blancos de los clubes nocturnos- y allí comenzó el despertar de la conciencia a la discriminación e injusticias que estaban sufriendo los afroamericanos.

Nosotros, en este país, somos todos dolorosamente conscientes de nuestros pecados pasados en lo concerniente a los derechos de varias minorías, pero somos mucho menos conscientes de la forma en que la opinión pública ha sido manipulada en lo referente a su actitud ante ciertas drogas. Nuevas posiciones de poder político y, eventualmente, miles de nuevos puestos de trabajo, fueron creados partiendo de la base del peligro que suponían para la salud pública y la seguridad ciertas plantas y drogas cuya única función era alterar la percepción, para así abrir el camino de la exploración del inconsciente, y -para muchos- permitir la experiencia directa de lo numinoso.

Los años 60, por supuesto, dieron un poderoso empujón a los psiquedélicos. Estas drogas estaban siendo usadas como parte de una masiva rebelión contra la autoridad del gobierno y lo que se creía que era una guerra inmoral e innecesaria en Vietnam. Al mismo tiempo había demasiadas voces que contaban con autoridad y que clamaban alto y claro sobre la necesidad de una nueva clase de espiritualidad, y que apoyaban el uso de los psiquedélicos para establecer contacto directo con el Dios de cada uno, sin la intervención de un sacerdote, cura o rabino.

Las voces de los psiquiatras, escritores y filósofos, y de muchos pensativos miembros del clero, pidieron que se estudiasen e investigasen los efectos de los psiquedélicos y de todo aquello que pudieran revelar sobre la naturaleza y función de la mente y psique humana. Sus peticiones fueron ignoradas en mitad del clamor contra el flagrante abuso y mal uso de dichas drogas, de lo cual existía en ese momento una más que amplia evidencia. El gobierno y la Iglesia decidieron que los psiquedélicos eran drogas peligrosas para la sociedad, y con la ayuda de la prensa, se dejó claro que ese era el camino para el caos social y el desastre espiritual.

Lo que no se mencionó entonces, por supuesto, era la mas antigua de las normas: “El individuo no se opondrá ni molestará a aquellos que ostentan el poder sin ser castigado por ello.”

He explicado algunas de mis razones para sostener el punto de vista de que las drogas psiquedélicas son tesoros. Hay otras, y muchas de ellas están hiladas dentro de la textura de este cuento. Está, por ejemplo, el efecto que tienen sobre mi percepción de los colores, que es completamente maravilloso. También está la profundización en mi compenetración emocional con otra persona, la cual se puede convertir en una exquisitamente bella experiencia, con un erotismo de intensidad sublime. Disfruto el realce de los sentidos del tacto, olfato y gusto, y los fascinantes cambios en mi percepción del fluir del tiempo.

Considero que he sido bendecido, ya que he experimentado, en cualquier caso de forma breve, la existencia de Dios. He sentido una sagrada unidad con la creación y con el Creador, y -lo que mas valoro de todo ello- he tocado el núcleo de mi propia alma.

Es por estas razones que he dedicado mi vida a este área de investigación. Algún día tal vez pueda comprender como estos simples catalizadores hacen lo que hacen. Mientras tanto, me siento en eterna deuda con ellos.
Y seré para siempre su adalid.
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FIN PRIMER FRAGMENTO

sábado, 23 de febrero de 2008

El Khat: deliciosa tarde con "esa peligrosa droga africana"

Gracias a una amiga, pude probar el khat o kat, la planta de Khata edulis, que viajo de Etiopía a Yemen, y desde allí voló a UK, para volar de nuevo hasta España por Madrid y de ahí a Salamanca.

Y aquí va la historia y las pruebas del delito.





Un manojo o bunch de Khat, envuelto en su hoja de banano, recién llegado.






Tras abrir la cuerda de material vegetal que sujeta el bunch, esto es lo que aparece.








Al quitar la servilleta, aparecen las ramas de khat, empaquetadas en 3 paquetitos más pequeños.







Y a su vez, cada uno, en 3 ó 4 de menor tamaño.







Las ramas sueltas, con las hojas algo mustias tras llevar 30 horas de viajes.








Y así comenzó todo.
Las fotos son bastante explicativas de como viene el khat en su presentación más habitual fuera de África.A Londres y a otras partes occidentales, llega el khat menos cotizado, porque se paga mejor en otros países más cercanos y productores de petroleo y se llevan el de gran calidad.
Pero el que se puede degustar en algunos países africanos, es una delicada recolección de las mejores hojas frescas. De hecho, en el mercado mañanero de estos lugares, hay que "pegarse" para llevarse el mejor.
El Khat en los países de uso arraigado, es algo tan indispensable como sería el café en España. Todo un mecanismo de lubricación social y también de forma de distinguir la clase a la que se pertenece, por la calidad del Khat que se posee.

Pero esto era lo que había y con ello nos pusimos a las 19'30 de la tarde.
Sin ningún problema, la persona que lo trajo (y que llevaba mascando desde la noche anterior a ratos y sin dormir apenas) lo repartió y ahí empezamos.
A esa hora eramos los únicos en el bar, y Yoli, el camarero y yo, nos pusimos mano a mano con uno de los bunches de khat, dejando los otros sobre la barra.

Aunque la forma correcta de comerlo es al estilo de la hoja de coca, mascando y expulsando cuando ya no queda sabor ni alcaloide , las hojas de este khat, que habían salido hacías mas de 30 horas de Etiopía, para ir a Somalia, y de allí en avión a Londres y luego de nuevo en avión hasta aquí, no estaban de lo más vistoso.

Al principio, yo que no tengo actualmente ninguna tolerancia a los estimulantes, comencé con cuidado, cogiendo un par de hojas y brotes verdes del tallo. En cuanto lo metí en la boca, la sensación propia de los taninos me dejó la misma como si hubieran pasado un secante con algo de papel de lijar.
La idea era hacer una bola y mascar jugando con ella, pero con tan poca cantidad no era posible, y menos con las hojas así. De esa forma, acabábamos comiéndonos literalmente la planta. Poco a poco pero comiéndola.

En cuanto comenzó a venir gente, la reacción fue curiosa.
Todo el mundo parecía tener en la retina las imágenes de la escandalosa y estúpida noticia de que una peligrosa droga alucinógena, adictiva y que causaba los mil males, había sido capturada en el país, y todo el mundo parecía reconocerla rápidamente..."Oye!! Eso es la droga esa que han pillado por ahí hace unos días, no?"
Y la gente quiso verla, tocarla, y hacerse fotos con ella. También algunos incluso llamaron a amigos para que bajasen a verla. Era la atracción de la tarde, el khat de London y su portadora.

Como estaba en cachis de agua, y lista para el consumo, pues ofrecimos a la mayoría que querían probarlo, para que al menos tuvieran la experiencia de su sabor. La mayor parte de las hojas las estábamos comiendo nosotros, y de momento, apartando los tallos. Pero la gente empezó a coger los tallos y a comerlos también, y rápido vimos que también eran activos.
Un par de personas con gripe y congestión se aliviaron rápidamente, otros dijeron haberse despejado, y alguno que apenas tomó, se quejó de cierta ansiedad.

Según se iban consumiendo, íbamos sacando más bunches (manojos) y poniéndolos en agua.
Y cuando llevábamos unos 45 minutos mascando a poquito, todos teníamos claro que hacía efecto, y que desagradable no era. Yo me sentí incomodo en un par de momentos, por el calor y cierta ansiedad, pero después (y sin mezclar alcohol ni cannabis) la sensación se suavizaba y mejoraba mucho.

No teníamos una medida clara de cuanto comer. Las referencias que tenía a través de Sergio, que no es un fan de los estimulantes, es que él solía tomar un manojo con unos porros con un amigo en casa, para una noche. También se suponía que a los somalíes un manojo les duraba un día (a mi me parece poco, pero es por la mentalidad occidental de pretender que algo como el café, sea como esnifar anfetamina, aunque la molécula de la catinona en sí sea la bk-anfetamina o betaketona-anfetamina).Sergio había hecho pruebas, en las que con un manojo comido a lo largo de 3 horas, daba una estimulación agradable y sostenida, con poca carga cardiovascular, mucha capacidad de atención y de acción para tareas repetitivas, y con propiedades empatógenas en el trato social con otros.La siguiente prueba que había hecho, y la más fuerte, fue la de tomar un manojo entero en 10 minutos, y cuando le subieron los efectos de la catinona (que además era un manojo muy fresco), se encontró con una experiencia demasiado intensa, a medio camino entre el speed y la MDMA, y que en algunos momentos llegó a ser psicodélica, con alguna molestia y síntomas de sobreestimulación del SNC.

Yolanda, a pesar del viaje, se encontraba estupendamente con los efectos, despierta, y como cuando se consume anfetamina, la cerveza que en otra situación le hubiera servido para emborracharse, en esta ocasión la toleraba sin ningún tipo de ebriedad alcohólica aparente. Tampoco el continuo trasiego de porros de hachís conseguían "doblar" a la persona, con una resistencia incrementada por el Khat.

Y sin darnos mucha cuenta, llevábamos algo menos de 5 horas de buen rollo, sonrisas y fácil comunicación, y de los 3 manojos que habíamos gastado, los que más consumimos habríamos comido algo más de 2/3 partes de un manojo cada uno.

En ese momento, el efecto era plenamente perceptible, incluso para la gente que había estado comiéndose los tallos. Nada exagerado, pero agradable.
Y aunque no hay una razón aparente para ese efecto levemente empatógeno, con la catinona o con la catina (la molécula en que se convierte la catinona al pasar el tiempo, y que es la beta-hidroxi-anfetamina), hay que tener en cuenta que la química de esta planta aún no está totalmente dilucidada, y que contiene más de 40 alcaloides en diferentes proporciones, y entre los compuestos activos, también se hallan alfa y beta tujonas, responsables del efecto psicoactivo de la absenta (aparte del alcohol) que se extrae del ajenjo.

A esa hora, sobre las 12'15 de la noche, abandoné el lugar y caminé a mi casa. Agradecí el paseo, la percepción iba ligeramente alterada, pero sin el menor rastro de ansiedad. No tenía apetito aunque habían pasado más de 8 horas desde la última comida, pero si un claro antojo por dulces y azúcar.

Al llegar a casa, llegaba eufórico pero no maníaco. Con mucha energía y con ganas de hacer cosas, impregnado de un sentimiento de suave felicidad. Y aunque traía un manojo entero de Khat para probarlo yo con más calma, no me llamaba lo más mínimo seguir comiendo.
Aproveché para sacar unas fotos algo mejores al Khat, aunque por falta de cámara lo hice con la del teléfono móvil y sin una luz buena, y ya lo dejé preparado para tomarlo hoy al levantarme, en sustitución del café.

Sin embargo al cabo de media hora, esa energía se había disipado y sólo quedaba un estado de vigilia un tanto apático. No pensé que tuviera problemas para dormir, pero así fue.La catinona tiene una vida media de unas 4 horas, alcanzando su pico más alto en el plasma sanguíneo al mascar Khat a las 2 horas. Es más liposoluble que la catinina y eso la hace penetrar con más facilidad la barrera hematoencefálica, y provocar sus efectos mediante la liberación de dopamina y otras catecolaminas.
Pero sus principales metabolitos, pseudoefedrina y norefedrina, alcanzan el pico plasmático cerca de las 4 horas, y su vida media de eliminación "in vivo" es bastante superior a las 10 horas.
Posiblemente de ahí la estimulación restante que me mantuvo despierto a pesar de tomar benzodiacepinas para ayudarme a dormir.

Esta mañana cuando me levanté, había dormido menos de 3 horas.
Y tenía listo mi "bunch" de khat, que había dejado reposar en agua fresca toda la noche.
Seguía conservando buena parte de su potencia, si bien el toque eufórico era menor.
Bastó tomar 5 ramitas con sus brotes y hojas, para perder todo rastro del sueño y del cansancio acumulado. El agua fresca había rehidratado las hojas, y en esta ocasión si fue sencillo hacer una bola con algunas hojas y mascarla durante largo tiempo.Pasaron por mi casa algunos amigos. Un médico que probó algunas de las ramas, mientras charlábamos y comprobó el efecto estimulante de la misma. Y ya en la tarde, había guardado 1/3 parte del bunch para otro amigo, que a pesar de quejarse del sabor, y afirmar que prefería meterse unas rayas, también expresó sin dudas la actividad de la planta.

En resumen, una planta agradable y apropiada para contextos sociales, sin ningún tipo de bajón desagradable y bastante manejable. Parece comprensible que en UK siendo legal, no haya el menor interés por ella por parte de los jóvenes de otras culturas, y más cuando el precio, aunque es bajo -sólo 2'5 libras por manojo al comprarlos al por menor- no podría competir con un mercado en el que una pastilla de MDMA se puede comprar por 1'5 o 2 libras.

Si alcanza esos precios tan exagerados en los USA y Canadá, en los que se pagan 50 dolares o más por un manojo, menos fresco aún que el que se puede obtener en UK, es por la relevancia que tiene la planta para la comunidad de ciertos países africanos, los cuales no conciben ciertos actos sociales y festivos sin que en ellos haya Khat.Pero como estimulante en sí no parece que vaya a sustituir a ninguna de las drogas habituales del mercado negro, ya que para conseguir efectos equiparables, hay que mascar una buena cantidad, y además, esperar cierto tiempo.
Su lugar y su uso parece bien definido dentro de la comunidad africana, y en esos usos, relajados y sociales, es donde parece que el khat cobra su mejor sentido.

Un último detalle para comprender la importancia de este vegetal en la cultura de muchos africanos: es tan importante su comercio, que el cultivo de banano se ha convertido en uno de los más rentables de algunas zonas africanas, ya que ahora su hoja, usada para el transporte del Khat, es más valiosa que el fruto en sí mismo.

Curioso esto de las consecuencias en la economía de las drogas.