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jueves, 13 de octubre de 2022

Sexo y drogas: afrodisíacos

Desde que el ser humano tiene consciencia de su existencia, limitada temporalmente y regida en buena parte por la búsqueda del placer, ha separado la sexualidad de la procreación.
De forma diferente que casi todos los animales, que buscan o aceptan relaciones sexuales como vía para perpetuar su especie, nosotros y unos pocos animales evolutivamente avanzados, como algunos primates y los delfines, tenemos una conciencia del placer sexual, que buscamos de forma activa y no dependiente de su función biológica.

Sabemos que tras las necesidades básicas de supervivencia, como el respirar, beber y comer, tenemos una serie de necesidades igualmente importantes para el desarrollo de la persona.
Son las necesidades de relación, a todos los niveles, como la del lenguaje, la de sentirse parte de un grupo, la del contacto físico, y las relaciones sexuales que implican intimidad y placer.




No puedo ponerme a analizar lo que ha sido el sexo en cada momento histórico, las prohibiciones que han pesado (y pesan) sobre él o el uso ritual que se le ha dado en cada momento y cultura.
Pero todas las culturas y las épocas, parecen tener en común un hecho: han buscado afrodisíacos. Podían ser comestibles o bebibles, objetos, o actos mágicos. Pero han agradecido la existencia de esas etéreas ayudas que les permitían mejorar su deseo sexual o la realización de sus actos.
El origen del término "afrodisíaco" se encuentra en la dios griega Afrodita, diosa de la lujuria, la belleza y el amor carnal.

Hace poco ha caído en mis manos el libro "Las plantas de Venus" (Venus es la equivalente romana de Afrodita), que está editado por Ediciones Cañamo, y ha resultado decepcionante su lectura. Podría ser un libro que hiciera un repaso histórico del uso de ciertas plantas, o un manual de uso de las opciones actuales, para aquellos que quieran probar las posibilidades vegetales que se nombran. Pero no es más que un compendio de algunas plantas que por una u otra razón, se les han atribuido poderes afrodisíacos a lo largo de la historia. No sirve pues como guía para el uso, ya que no habla de como usar ni de las dosis a emplear de manera que pudieran ser útiles.
Por si eso no bastase, el libro incluye algunas plantas que son bastante peligrosas de usar, porque más que otra cosa son tóxicas y mortales si uno se excede en la dosis (casi todas solanáceas). Y no parece seguir más que la lógica ya mencionada, la de nombrar y comentar por encima algo sobre cada planta, ya que mezcla en su oferta de plantas afrodisíacas vegetales que sus principios activos son totalmente opuestos: narcóticos como el de la adormidera del opio, estimulantes como los de la efedra y la coca, psiquedélicos como el del san pedro o las semillas que contienen ergina o amida del ácido lisérgico, y alucinógenos puros como los del estramonio.

Si un farmacólogo ve el orden que sigue el libro, diría que no tiene ni pies ni cabeza, al ofrecer sustancias tan dispares para conseguir un mayor deseo sexual o una mayor potencia. Y así es.
Pero a lo largo de la historia se le han atribuido propiedades afrodisíacas a todo aquello que fuera capaz de provocar un cambio mayor o menor en nuestra conciencia, en nuestros sistemas psíquicos de autocontrol o en nuestra percepción.

¿Por qué esto es así?
Pues porque a falta de conocer con precisión cuales son los mecanismos que regulan nuestro deseo y nuestro impulso sexual, podía servir casi cualquier cosa que provocase un efecto y que nosotros creyéramos que dicho efecto nos convertiría en dioses del sexo. Es decir, casi todas ellas han funcionado en algún momento y con alguna persona, por ser un placebo que químicamente estaba apoyado por un ligero efecto sobre nuestra psique.

Sería arriesgado decir que no existe ningún afrodisíaco en realidad, más que la propia creencia de que existe. Pero aunque es arriesgado, no está lejos de ser verdad del todo.

Si atendemos a nuestra cultura actual, el mayor afrodisíaco es el alcohol, que se toma con facilidad en cualquier evento social y que cumple además la función de ser una especie de lubricante social. Dadas las características complejas de los efectos del alcohol en nuestro cuerpo, que incluyen desde una leve alegría, a una efervescente exaltación de la amistad, y puede acabar con una perdida de control y desinhibición total, puede a algunas personas resultarles un afrodisíaco.
A una persona reprimida y tímida, que desea tener relaciones sexuales pero lo reprime por vergüenza o por otras cuestiones culturales, tal vez dos o tres copas de vino pueden hacerle saltar por encima de esas barreras autoimpuestas. No es la mejor manera, ya que al día siguiente recordará lo que ha hecho, y sera presa de la culpa ante su propio "pecado".
A una persona que le falte autoestima, tal vez bajo los efectos de un estimulante como la anfetamina o la cocaína, se pueda creer durante unas horas el rey de la pista, y sus actos más arriesgados o atrevidos pueden brindarle una noche de conquista, pero no hacen del estimulante un afrodisíaco.
Aunque no hay que olvidar, que esa "temeridad", puede tener consecuencias dependiendo del grado alcanzado, y una muy común es la de tener relaciones sexuales sin protección.
Así podríamos seguir con cada tipología de persona, y la sustancia que dada su barrera o bloqueo, podría ayudarle a lograr los favores de Afrodita, o más bien los favores de una súper breve terapia de autoayuda que le permitan superar los distintos miedos.

¿Quiere eso decir que no hay afrodisíacos de verdad? ¿Que no existen sustancias que si alguien las tomase se convirtiera en una persona ardorosa, excitada y abierta a cualquier relación sexual que pueda saciar ese desbocado apetito despierto?
Pues no. No los hay.
Al menos si entendemos de esa forma lo que es un afrodisíaco.

Alguien podría decirme que no es cierto, que sí que existe... y ponerme como ejemplo la famosa Viagra. En el mejor de los casos, le dará al varón una erección fuerte y duradera. Pero no le dará ni afectará en modo alguno al deseo sexual que pueda tener. No le excitará, ni le volverá ardoroso.

Si hablamos de Afrodita, no hablamos de tener un "músculo" duro. Hablamos de encender la pasión de alguien, o de una pareja que quiere un estímulo nuevo. Si los párrafos anteriores han logrado convencer al lector de que no existe la "cachondina" de las leyendas urbanas, podrá sacar algo provechoso de los siguientes.

Cada persona es un mundo, fisiológicamente, psicológicamente, y emocionalmente. Y si una pareja son dos personas, eso casi se convierte en tres mundos. No, la cuenta está bien echada.
Una pareja son dos personas con sus dos mundos, más un tercero que es el resultado de esa relación. De hecho, en diferentes relaciones con diferentes parejas, adoptamos diferentes roles.
Y no sería raro que lo que en una pareja nos excita, en otra pareja nos pueda dejar en "fuera de juego".

Cada pareja, en atención a lo que es y a sus integrantes, debería buscar sus propios afrodisíacos. Pero por norma, ni estimulantes ni narcóticos, ni enteógenos ni delirógenos, servirán para ese fin.

Hay una curiosa excepción a la que quería llegar.
Hay algunas sustancias, y alguna planta cuyos principios activos han sido calificados como entactógenos. ¿Qué quiere decir eso? La definición del término es algo así como "generadores de contacto profundo entre sujetos". Hablando en plata, producen un efecto en el que la persona busca el contacto profundo (psicológicamente hablando) con los demás.
Son la familia de la MDMA, que es la que mejor reproduce esos efectos.
No son enteógenos ya que no producen modificaciones de la percepción ni cambios anímicos tan fuertes e impredecibles como los que podría provocar la LSD o la mescalina.
Pero bajo su efecto ocurren ciertos cambios: eliminan la ansiedad, favorecen la comunicación, la confianza, la formación de lazos, y convierten el contacto físico en una experiencia muy grata, ya que se percibe de una forma diferente. Se podría decir que son las drogas del amor químico.
Aunque se ha promocionado el éxtasis o MDMA como un afrodisíaco genital, esto no es cierto.
No sólo no ayuda a conseguir una buena erección en el hombre, sino que la dificulta, y también hace difícil o imposible el alcanzar el orgasmo.

Una pena, ¿no?
Digamos que estas sustancias hacen que se generen momentos de una intimidad especial y casi mágica con las personas con las que la compartimos, y si esa persona es de otro sexo y nos resulta atractiva, las posibilidades de que se busque un encuentro físico, aumentan espectacularmente. Como todo, eso depende mucho el contexto, pero el efecto subjetivo facilita ese halo de "noche mágica" si las dos personas buscan un experiencia de comunicación más profunda, o un nuevo enfoque tal vez en sus relaciones.

Lo ideal en un afrodisíaco es que fuera capaz de unir esa sensación de deseo por el otro, junto a una estimulación sexual aumentada, o al menos, no limitada. Pero en este caso, no es tan simple como tomar una Viagra y tener una erección, sino que la experiencia con MDMA te hace pasar por una compleja observación de ti mismo, y no puede ser usada como algo para un "aquí te pillo y aquí te mato".
Existe una sustancia, creada por Shulgin en 1974 que produce un estado de alteración de la percepción, a dosis bajas parece resultar un entactógeno, y no sólo no molesta a los mecanismos sexuales del hombre para la erección y el orgasmo, sino que los potencia tanto en hombre como en mujer. Es la llamada 2C-B, que también existe en el mercado negro, y de la que otro día hablaré con más dedicación.

En el ámbito de lo vegetal, parece que los efectos de algunos Lotos y Nenúfares resultan también unos efectos muy agradables, suaves y que favorecen la comunicación y la intimidad, sobre todo si van con una pequeña dosis de alcohol, o macerados en un vino.
Pero este es un terreno del que aún se sabe poco, y no parece que haya interés en investigar ahí, así que la información procede de las experiencias de las personas que lo prueban.

En cualquier caso, ni bajo el efecto de la droga más avanzada, una persona conseguiría que otra que no le presta atención o no es de su agrado, se vuelva loca de deseo y sacie su apetito con quien sin droga no lo haría.
Seguramente y por mucho que se avance en este campo, no existirá nunca mejor afrodisíaco que el tener una buena autoestima, una agradable conversación, ser detallista y cuidadoso, y sobre todo nunca perder el sentido del juego y la provocación inteligente.

Quien pretenda cambiar la seducción por una pastilla, seguirá condenado al fracaso. Y siempre teniendo en cuenta que hacer que una persona tome CUALQUIER SUSTANCIA sin su conocimiento y su consentimiento, es un acto repugnante, cobarde, y con suerte penalmente sancionado.


P.S.: Aprovecho la ocasión para preguntaros a vosotros, los que leéis este blog, ¿cuáles son vuestros afrodisíacos preferidos? ¿alguna sustancia? ¿algún alimento?
Podéis dejar vuestras ideas y respuestas como un comentario más, pinchando en el link para comentarios al final de este texto.

viernes, 16 de octubre de 2015

Sacando drogas del baúl de los recuerdos: la MBDB

Este texto fue publicado en VICE y esperamos que os guste.


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La MBDB.

¿Qué droga -de las que conoces- no es fácil de conseguir y te encantaría volver a tener a mano?

No es fácil pensar en alguna droga que fuera más fácil conseguir en el pasado que ahora, con la desmedida oferta que tenemos de sustancias legales e ilegales. Me vino a la cabeza por un momento el Khat, una planta que contiene un estimulante de uso común en ciertas zonas de África y que aparecía entre los bienes de los piratas que asaltaban el barco de Tom Hanks en “Náufrago”. Fue interesante tomarla, pero no fue una experiencia magnifica que quisiera repetir y no pudiera hacerlo; fue divertido y curioso. En UK donde era legal y muy barata hasta hace poco, se hacían batidos (puag) con la planta entera y se los bebía antes de salir de casa a modo de "MDMA natural".

Pero no eran esas plantas medio mustias que viajaron -desde Yemen a UK y de UK a Madrid. El mejor recuerdo lo tengo de una sustancia totalmente sintética, que surgió en el mercado cuando empezaron las restricciones y prohibiciones que pondrían en problema el abastecimiento de MDMA: la MBDB o Edén.




Edén, no parece una mala descripción para sus efectos. Dice la RAE que edén, aparte del paraíso primigenio antes de la desobediencia de Adán y Eva, es un “lugar muy ameno y delicioso”. Y el nombre, quien quiera que se lo puso -ya citado en 1991 por Shulgin en PIHKAL junto con el nombre de Metil-J que le puso Sasha- había tenido contacto con sus efectos. Resulta algo complejo describir los efectos sin caer en los tópicos propios de la MDMA, porque son realmente similares, pero no iguales. Su creador es el avezado químico David Earl Nichols, padre de otras sustancias psiquedélicas como la MDAI. También quien acuñó el término “entactógeno” que describe el efecto de estas sustancias, que tienen como característica común el facilitar el contacto profundo entre sujetos -o con partes poco accesibles de uno mismo- a nivel emocional.

En una ocasión que me preguntaba un conocido psiconauta por la diferencia entre ambas, la metáfora que resultó más oportuna fue la siguiente: “Imagina como te sientes cuando, tras meses o años de espera y trabajo, estás en una gran noche a punto de acostarte por primera vez con una pareja que has deseado de forma intensa. Esa sensación, con todo lo que tiene de estimulante, sería la MDMA. 

Ahora imagina como te sientes cuando ya has pasado la intensa emoción de 'estar a punto de' y reposas al lado del cuerpo de tu pareja deseada, tras un par de orgasmos mágicos: eso es la MBDB!!

¿Te gusta más que el éxtasis o MDMA? Sí. Me gusta mucho más, o mejor dicho, me gustó mucho más. ¿Dónde la puedo comprar? ¿Tengo que irme a los recónditos mercados de la darknet y pagar con Bitcoin para no ser rastreado? 

Pues creo que, a día de hoy, no tengo fácil respuesta para ello. Ni tampoco una explicación que me convenza, sobre la falta de esta droga en el mercado negro o blanco, porque es -a día de hoy- una sustancia totalmente legal en prácticamente todo el planeta y, desde luego en Europa.

La MBDB o Edén es una de la variantes más lógicas de la MDMA, químicamente hablando, y no es más que un MDMA al que se le ha añadido un carbono más al grupo metil de la estructura anfetaminoide del éxtasis. Esa variación mínima, tiene su correlato en los efectos. Pero no deja de ser algo “muy parecido”. 




Cuando los sistemas de detección de nuevas drogas, que se pusieron en marcha en todo el mundo tras la prohibición de la MDMA y la subsiguiente explosión de este compuesto por todos los rincones del planeta, empezaron a detectar los primeros cambios sobre la molécula. Pronto encontramos variedad en esas sustancias, que venían a imitar o a sustituir a la prohibida MDMA. Entre las primeras que aparecieron estaba la MDE o Eva, la MDA que era el precursor no metilado de la MDMA y que resulta más psiquedélico -ilegal desde 1970- aunque sin perder su parte “entactógena”, y la MBDB que sintetizó Nichols y dio a probar a Shulgin, quien difundió sus propiedades. La MDA y la MDMA estaban ya prohibidas, la MDE fue pronto incluida en las listas negras de sustancias, y la MBDB se puso bajo observación.

¿Cómo que bajo observación? Pues sí, fue la primera sustancia que el EMCDDA -Comité Científico del Centro para Monitorización de Drogas y Adicciones de Europa- tuvo a bien en 1998 someter a su evaluación tras que le fuera requerido por el Reino Unido, en aquel momento ocupando la presidencia de la Unión Europea, sobre si era necesario prohibirla y con qué rapidez. La respuesta no fue lo que se esperaba: dicho organismo estudió lo que se conocía de la MBDB o Edén, y acabó por determinar que no veía necesaria la prohibición de la misma, ya que ni se había podido probar que fuera especialmente adictiva ni peligrosa, y que de serlo lo era por debajo de los niveles de la MDMA en las mismas áreas.

No fueron los únicos. Tras eso, se intentó algo similar en USA y también a nivel internacional, en el que intervinieron con una carta desde el Centro de Libertades Cognitivas personajes como Shulgin, Jonathan Ott o Thomas Szasz, haciendo hincapié en la falta de buenas razones para prohibirla (realmente las mismas que se podrían argumentar para la MDMA). 


El resultado fue poco común, ya que los expertos de la OMS dijeron que: “aunque la MBDB es, tanto estructural como farmacológicamente hablando, similar a la MDMA, los limitados datos disponibles indican que sus efectos estimulantes y euforizantes son menos pronunciados que los de la MDMA. No ha habido informes sobre efectos tóxico o adversos a la MBDB en humanos. Los datos de las fuerzas de seguridad sobre el tráfico ilícito [¿?] de MBDB en Europa apuntan que la disponibilidad y abuso puede estar declinando tras un pico en la última mitad de los años 90. Por estas razones, el comité no considera que el peligro por abuso de la MBDB constituya un riesgo a la salud pública, por lo que NO RECOMIENDA SU PROHIBICIÓN.

Sí, aunque suene raro, la OMS no recomienda que se prohíba. No la ve peligrosa como para ello. Y eso es una gran noticia de cara al utópico día en que se planteen una regulación sensata de las drogas, porque esas sustancias que todavía no han sido prohibidas, serán las que tengan una mayor posibilidad de ser puestas en juego. Y creo que la MBDB, el Edén de Nichols, es una gran sustancia y que no necesita “ser parecida al MDMA” para que pueda ser valorada en sí misma. 

Si la MBDB es legal (no está prohibida) y tiene unos efectos similares a los del prohibido MDMA, ¿cuál es la razón de que no esté en el mercado? Tenemos sustancias de todo tipo, mucho más peligrosas la mayoría, vendiéndose como “legal highs”. Pero no encontramos, ni en los mercados de la darknet, la poco dañina MBDB. De hecho, cuando se encuentra, se vende como MDMA.

Mi primera experiencia con el Edén o MBDB fueron unas cápsulas vendidas como “Californianas” con un compuesto de color entre crema y marrón claro, algo grumoso y sin olor. El sabor era similar al de la MDMA pero con un aspecto que recordaba humedad, como si estuviera escondida dentro de la propia molécula. Tiempo después un amigo sintetizó unos gramos de MBDB y pude recibir otras dosis de regalo. 

La última vez que pude conseguirla fue a través de un proveedor chino, un químico fino filipino, que tanto te sintetizaba el mejor 2C-B ilegal como te hacía unas dosis de MBDB legal y te lo hacía llegar, tras pago vía Western Unión, discretamente entre documentos con una empresa de mensajería. No existía Silk Road, pero había otras cosas similares (foros privados). 

¿Por qué me gustaría mucho tenerla a mano de nuevo? Era una puta gozada. Recuerdo haber pensado bajo su efecto que algo tenía que estar pasando en mi cerebro que fuera similar a lo que hace que los gatos o los perros se retuerzan de gusto con unas caricias. 

Aunque la MDMA me gusta, tiene una parte que me tira para atrás: el subidón. No me va el rollo estimulante, no me gustan las taquicardias, no me tiro a la pista a bailar. La MBDB subía mucho más suavemente, no te hacía perder la cabeza -no se te iba la pelota- como se te puede ir con MDMA, sino que era mucho más manejable. 

Creo que la MBDB es la droga perfecta para darle a la gente mayor que no ha experimentado nunca con MDMA. Pero no invoca un gran espacio de comunicación, de revelación de secretos nunca dichos, de sinceridad torrencial. La MBDB o Edén es la droga más “tacto” que conozco. Se podía tomar estando solo pero no tardabas mucho en estar metido en la cama, frotándote de gusto contra las sábanas. Necesitas tocar. Es una droga para tocar, y tomada con una pareja que esté acostumbrada a ese tipo de drogas entactógenas, es realmente algo parecido al edén: todo muy ameno y delicioso. El tema sexual no va mejor que con la MDMA, no es una droga genital y no ayuda al tema fisiológico, pero en la esfera de la intimidad y sobre todo para personas que -más que usar la boca para hablar- lo que necesitan es aprenderse los mapas de su piel y de la de su pareja, me parece que es una droga que no tiene rival.


Perfecta para amantes, para los que no tienen nada que decirse con palabras, pero no quieren dejar de usar la boca y la lengua sobre el otro. Perfecta para hacer del cuerpo de tu pareja una gran geografía lúdica. Qué bien suena que te digan el oído: “...déjame que chupe todos los centímetros de tu piel, porque estoy empapada de MBDB...” 

¿Algún químico inteligente nos está escuchando? 
Sin duda es una gran sustancia, legal y bastante segura.
Y está pidiendo ser “desenterrada”.

martes, 9 de septiembre de 2014

Mescaline Day: el día de Alexander Shulgin


Este texto fue escrito pocos días antes de que se conociera el estado terminal de Alexander Shulgin, y como una semana antes de su muerte en junio del 2014. Fue publicado por la Revista Yerba. Sirva como mi más cariñoso homenaje a uno de los mayores benefactores de la humanidad, y a su mujer Ann.
Blessings and hugs.




Del “Bicycle Day” al “Mescaline Day”


En abril de 1959, un hombre de 34 años con una habilidad casi innata para la química está a punto de hacer algo que le cambiará la vida para siempre, a él y a millones de personas después, en algún lugar de la California hippie de los USA. 




Es un hombre alto y fuerte, como un oso, de ascendencia rusa pero nacido en el país y en compañía de un amigo está delante de una cantidad entre 350 y 400 miligramos de Sulfato de Mescalina que poco antes ha sintetizado él mismo o extraído de alguna de las fuentes vegetales que contienen el compuesto. Un polvo blanco inerte que parece indistinguible de otros miles de compuestos con el mismo aspecto pero que -en esta ocasión- sí es un compuesto conocido: es un psiquedélico que aparece de forma natural en el cactus conocido como peyote (término derivado de 'peyotl', de origen indio) y en otras variedades de cactus columnares conocidos como “San Pedro”. 






Y piensa ingerirlo en compañía de una persona que se ha ofrecido para cuidarle y guiarle en lo que dura la experiencia, a la que ese hombre nunca se ha enfrentado.


Es el “Mescaline Day” de Alexander Shulgin en referencia directa al “Bicycle Day” o “día de la bicicleta” de Albert Hofmann, el padre de la LSD, ocurrido 16 años atrás y que ya es parte de la historia: el día -también de abril- en que un ser humano -su creador- experimentó por primera vez los efectos de la LSD, parte de ellos mientras pedaleaba sobre su bicicleta asustado por los sobrecogedores efectos mientras intentaba llegar a su casa, en Basilea, en una Europa asolada por la segunda guerra mundial donde tener un coche era un lujo inasequible a la mayoría.




Ese día de la mescalina, Shulgin se encontró con su razón vital y las consecuencias llegaron a todos los rincones del planeta. Shulgin ingirió el polvo blanco, comprobó su sabor amargo -costumbre que mantuvo toda su vida para “experimentar la naturaleza de la sustancia incluyendo su sabor”- que borró después con un trago de zumo y se dispuso a pasar un día viviendo una nueva experiencia en esa Norteamérica que estaba a punto de saltar a los locos años 60. Aunque había leído casi todo lo que existía sobre dicho compuesto, la experiencia no podía ser transmitida con palabras por ser superior a lo que nuestro lenguaje es capaz de describir y Shulgin no iba a ser una excepción.

La experiencia fue compleja y no se conoce tan detalladamente como la experiencia que tuvo Hofmann, pero Shulgin revela los aspectos más impresionantes de la misma en su libro PIHKAL, en un capítulo dedicado únicamente a hablar de esa sustancia y ocasión, en el que cuenta: “Vi un mundo que se presentaba a sí mismo en distintas formas. Tuvo la maravilla del color, lo que fue para mí algo sin precedentes ya que nunca me había fijado especialmente en el color. Hasta entonces el arcoíris había contenido todos los tonos que veía. Y aquí, de repente, tenía cientos de matices en los colores que eran totalmente nuevos para mí, los cuales jamás -ni siquiera hoy día- he olvidado”. 




La mescalina desplegó la belleza estética de la que suelen hacer gala sus efectos y posteriormente la parte más espiritual, reflexiva o de conocimiento interior.

De dicha experiencia Shulgin cuenta que “el más revelador de todos los pensamientos que tuve fue que todo lo que había vivido y recordado había sido provocado en su mente por una fracción menor de un gramo de un sólido blanco y cristalino, pero que de ninguna forma se podía pensar que dichos recuerdos pudieran estar contenidos dentro del compuesto. Todo lo que vi y viví procedía de de las profundidades de mi mente y mi memoria”.

Ese día Alexander Shulgin encontró su camino de conocimiento mediante la iluminación que le produjo esa mescalina. Camino que hasta el día de hoy y a poco tiempo de cumplir ya 90 años, sigue siendo la espina dorsal de su vida.



La estirpe de los grandes químicos.

El siglo XX produjo una revolución tan radical que nuestro mundo se parece poco al de hace 100 años. De lo que se sabía sobre la materia, el átomo o el ADN a mediados de siglo a lo que nosotros hemos estudiado en la escuela hay un abismo de conocimiento. 

Algunas personas parecen dotadas de forma innata para forzar grandes avances en el campo donde llegan a poner sus ojos, como intuía Hofmann mientras paseaba por los bosques de su infancia o como apuntaba el pequeño Shulgin desde niño, que en su primer set de química contaba con bicarbonato sódico y vinagre junto con algunos productos más que daban colores a sus mezclas burbujeantes. 

Con 16 años Shulgin recibe formación en Química por la Universidad de Harvard, pero no llega por casualidad sino que hacía de la química su forma de expresarse, como si de un juego naturalmente aprendido se tratara.

Su carácter especial quedó patente cuando, algo molesto por el desprecio y la prepotencia que le mostraban los chicos que estaban allí como deportistas de éxito dentro del modelo educativo de los USA y sus ligas deportivas, preparó un compuesto de mercurio que dejó en forma de una masilla gomosa que explota cuando se seca y cubrió con la masilla varios marcos de ventanas en las instalaciones de estos privilegiados “estudiantes”



La masilla se secó y voló por los aires unas cuantas ventanas del campus, como era de esperar. Cuando al actual “abuelo Shulgin” le recuerdan esa anécdota no puede sino sonreír y decir que pagó todos los daños causados. Hoy día le hubieran metido en una prisión de alta seguridad y eso lo sabe muy bien. ¿Sorprendidos? 

La idea de Walter White creando un compuesto “a medida” -y basado en mercurio- no fue de los guionistas de 'Breaking Bad' sino de un chico cabreado de 16 años.




Shulgin es un químico ante todo, como Hofmann. Mentes analíticas y con pasión por el conocimiento que se encontraron en su camino con los psiquedélicos, uno por sorpresa (o serendipia) y el otro de forma advertida, pero que antes habían mostrado sus valores como químicos en otras áreas. 

Hofmann no sólo fue el primer gran químico de las drogas psiquedélicas sino el descubridor de la estructura de la quitina (el exoesqueleto de los crustáceos) y de muchos fármacos no psicoactivos y 

Shulgin, como no podía ser menos, pronto demostró la pericia en el campo industrial, creando para la Dow Chemical el 'Zectran', que fue el primer pesticida biodegradable cuya patente reportó enormes beneficios y le dio a Shulgin la licencia para trabajar “en lo que quisiera”, lo cual es el sueño de cualquier químico. 




Pronto la ola de consumo entre los hippies de los psiquedélicos se extendió en el mundo, y el miedo y la desinformación al respecto provocó una mala imagen asociada a ese tipo de sustancias. Tanto puede influir la mala imagen de una sustancia (con o sin razón) como siguen diciendo muchos investigadores en activo, que a Hofmann y a Shulgin (salvo mayúscula sorpresa) les privó de ser nominados y recibir un premio Nobel para el que sin duda ambos tuvieron sobradas razones para haber ganado, en varios campos de la ciencia, y ellos son la historia química de los psiquedélicos en el siglo XX. 



El estigma asociado a nuestro miedo a unas sustancias trasladado a los científicos que entraban en contacto con ellas había llegado para quedarse. Hasta entonces, otros químicos probaban sustancias y contaban sus propias experiencias en revistas científicas sin estigma alguno, pero eso iba a cambiar.



Cenas del viernes noche y la cofradía FDN.


La compañía Dow Chemical había empezado a acumular patentes de Shulgin, pero tras haberle otorgado el permiso para la libre investigación, todo lo que Shulgin había producido se centraba en torno a las drogas que empezaban a tener una terrible fama por aquel entonces. 

En vista de ello, Shulgin decidió independizarse como consultor independiente en materia de química y psicofarmacología -llegando incluso a declarar, décadas después, en un juicio en España sobre la MDMA en calidad de experto de la defensa- y se convirtió en un experto que daba clases en distintos lugares y universidades de la zona, hasta el punto de ser uno de los objetos más deseados por las autoridades de los USA que hicieron lo posible para tenerle a su lado, donde estuvo trabajando en la DEA como formador y químico. 

Tanto le deseaban que Shulgin tuvo durante décadas una de las licencias más difíciles de obtener de todo el planeta: un permiso del gobierno de los USA por los que estaba autorizado a sintetizar o extraer cualquier sustancia, prohibida o no, en su laboratorio.



Muchas de esas sustancias, nunca creadas antes como la 2C-B o la DOM son hoy en día drogas prohibidas y supuestamente sin posible uso en humanos según la ley, que durante años se dedicaron a probar un grupo de valientes psiconautas en lo que llamaban las Friday Night Dinners o FND, que eran veladas organizadas por personas culturalmente interesadas en estos compuestos y que los probaban, sometidos a una serie de reglas de comportamiento básico para evitar problemas, y que hoy día son seguidas por muchos experimentadores. 

Esa cofradía de amigos que tomaban drogas y compartían experiencias crearon la hoja de ruta a seguir con muchos de esos compuestos y facilitaron a su vez, interacciones especiales entre personajes especialmente relevantes en sus campos, de donde brotarían descubrimientos para todo planeta.



La historia y los padrinos de la MDMA.


A mediados de los 70 una estudiante con la que Shulgin tenía contacto le hizo algunas observaciones sobre el “homólogo N-metilado de la MDA”. La MDA era una droga ya conocida que tenía fama de ser una droga suave y de efectos agradables, dentro del grupo de las anfetaminas de anillo sustituido y que ya había sido prohibida y también testada como arma química por el ejército de USA que mató a un hombre, inyectándole medio gramo de MDA, en su programa secreto

La nueva droga era desconocida aunque había sido sintetizada unos años después que la MDMA, su versión N-metilada de la MDA o MDMA, y resultaba que no tenía especiales propiedades en cuanto a lo que le hacía a la esfera de la percepción del mundo exterior, ya que no provoca visiones ni parece cambiar lo que nos muestran nuestros sentidos, pero a cambio parecía tener efectos desconocidos sobre la empatía humana y había resultado útil a algunas personas para enfrentar algunos trastornos con éxito.



Tras experimentar con la MDMA y a pesar de las décadas de experimentación con otras muchas drogas, Shulgin cayó rendido ante la sustancia y sus posibilidades terapéuticas. El hecho de no provocar alucinaciones, de que el viaje y su efecto solían ser sentidos siempre como positivos y manejables, y que la duración del efecto era corta, la hacían el candidato más prometedor del momento para el uso en psicoterapia. Parecía un sueño hecho realidad, una sustancia legal con la que poder tratar a personas y que aportaba algo único en todo el espectro farmacológico: parecía eliminar el miedo en las personas, el miedo a la comunicación entre sujetos, y derribar las barreras que las personas construyen a su alrededor para lidiar con el mundo, dejándolas sentirse libres por primera vez, sin tener que implicar una experiencia de “salto al vacío” como eran otras opciones existentes hasta el momento. Como dijo de la MDMA Albert Hofmann: “es una experiencia muy profunda... pero sólo en la superficie” refiriéndose a la psique humana al compararla con la experiencia de la LSD.



Desde ese momento Shulgin dedicó sus esfuerzos a difundir y divulgar la MDMA entre los círculos de psicoterapeutas, donde coincidió con dos personas que marcaron aún más su vida: su actual pareja, Ann con quien se casó en 1979, y el terapeuta Leo Zeff que fue uno de los que han recibido, junto con la pareja de Ann y Alexander Shulgin, el apodo de “los padrinos de la MDMA”



Zeff bautizó a la sustancia como “Adam” en referencia al estado de inocencia primitiva que inducía en las personas, pero el sobrenombre de “Éxtasis” le ganó la batalla cuando saltó de los pequeños círculos a los grandes mercados comerciales, que acabaron por inducir su prohibición en el año 1985 a pesar de las críticas de amplios sectores de la comunidad científica, a quienes no hicieron el menor caso, en plena época dorada de la guerra contra las drogas.


Las virtudes terapéuticas de la MDMA.

En estas décadas de prohibición han sido muchos los estudios que muestran la MDMA como útil para la terapia con humanos. Uno de los más conocidos fue iniciado por José Carlos Bouso, psicólogo -en aquel momento- en la Universidad Autónoma de Madrid, con mujeres víctimas de agresión sexual. 



A pesar de los buenos resultados, el estudio fue interrumpido por razones únicamente políticas como se denuncio en su día. Otros países -desde Israel a Canadá- han estudiado la MDMA y los resultados científicos junto con el apoyo y divulgación de ONGs como MAPS parece que han abierto la puerta a una investigación menos reprimida sobre la sustancia, que parece ser el prototipo de una nueva familia farmacológica que sería la de los entactógenos o empatógenos a la que también pertenecen otras sustancias con propiedades modificadas -menor toxicidad- como pueden ser la MDAI o la MBDB que desarrolló David Nichols, el químico, colaborador y amigo de Shulgin, que ha creado también decenas de nuevos compuestos psicoactivos para la investigación.



Veremos próximamente como las restricciones a la experimentación con MDMA se van eliminando y cómo se incorpora al arsenal terapéutico de los profesionales, que podrán contar con una herramienta que hace ya mucho calificaron como “la penicilina del alma” y con la que muchos ya contamos cono una aliada que nos facilita ocasionalmente la inspección de los aspectos emocionales de nuestras vidas. Esas virtudes sobre la empatía hacen de la MDMA algo de lo que no podemos prescindir, por nuestro propio bienestar como especie, en el que en gran medida dependemos de la capacidad para comunicarnos funcionalmente, y no sólo a nivel formal sino también debemos aprender a hacerlo a nivel emocional, que es donde la MDMA muestra todo su potencial. 

De momento, la falta de criterios científicos en la perdida guerra contra algunas drogas ha hecho que despreciemos sustancias que ofrecían posibilidades totalmente nuevas al ser humano. Ese es un error que, por suerte, parece que cambiará según muta el viejo paradigma de guerra por el que nos relacionamos con las drogas, y la MDMA parece ser la mejor candidata tras el cannabis para poner a prueba las obsoletas leyes, siendo una sustancia que -usada correctamente- aumenta la empatía y la comprensión entre los seres humanos. 

No en vano la llaman “la droga del amor”.



domingo, 15 de junio de 2014

Regulación del cannabis con el modelo yo-te-vendo: Canadá.


Este texto, no recuerdo el título, apareció en Yerba hace unos meses.
Aunque arrancaba metiendo miedo, parece que en Canadá se han echado un poco atrás -digo parece porque nunca me creo nada- y que de momento no acometerán el asunto de esta forma. Esto queda dicho para que no venga nadie diciendo "está mal, no ha sido como dice el primer párrafo". O que si lo hace quede como lo que es.

Esto es lo que estaba encima de la mesa: "te dejo fumar petas y lo que tú digas, pero la pasta(za) pa' mí".
Y como Canadá es tan avanzado igual aquí, que somos retrasados, lo importamos.
Sirva de aviso.

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El día 1 de abril de 2014 las normas que -hasta ahora- han regulado en Canadá la producción de cannabis van a cambiar radicalmente con graves consecuencias. A partir de dicha fecha, aquellas personas que habían realizado la correspondiente solicitud para cultivar cannabis por razones medicinales y que ostentaban una licencia -también controlada por el estado- que les permitía cultivar para suplir sus propias necesidades, pierden ese derecho.

¿Qué ha conducido a una situación así en la que se da marcha atrás a un derecho personal?
No hay detrás de esta acción ningún tipo de valoración moral sobre el consumo, ni de cambio en la perspectiva con que se aborda su uso medicinal, y el gobierno asegura que todos los pacientes tendrán acceso al cannabis para uso medicinal con menos trámites de los que eran necesarios antes: y es cierto. Los trámites para obtener cannabis serán menores, porque ese trámite se pasará a llamar dinero.

Canadá se enfrenta la privatización de un derecho, de la misma forma que le ha ocurrido a España con la sanidad o la educación en buena parte. Canadá va a privatizar la marihuana, queridos lectores, y lo va a hacer hablando de regulación porque eso es lo que vende más en estos momentos en que se está derrumbando el burdel prohibicionista.


Ésta y no otra es la razón
por la que de momento
no puedes cultivar tu propio cannabis.
El gobierno quiere su parte.


El gobierno del país se ve ahora inmerso en el cambio de paradigma que se avecina con la obsoleta guerra contra las drogas y aborda su propia versión del experimento regulador empezando -como parece lógico- por el cannabis y atendiendo a una de las cuestiones que los antiguos modelos usados para tratar con la marihuana no querían tocar: el control de la cadena de producción.

Uruguay abrió la carrera con la regulación del cannabis de forma estatal, incluyendo su producción y venta pero sin impedir que todo el mundo tuviera derecho a cultivar su propio cannabis, dándole hueco al exceso de producción dentro de la cadena de venta legal en Uruguay. 




Ahora en USA, las declaraciones de Obama de que el cannabis no es peor que el alcohol o el tabaco, apuntan a un cambio en la política a nivel federal -que aún no se ha modificado- y que sigue siendo el mayor escollo en una regulación legal y efectiva del cannabis para todos los estados, que de momento se tienen que ir ganando mediante votaciones que les enfrentan al gobierno federal: son los restos de la esquizofrenia legislativa que esta guerra ha dejado y que ahora hay que recortar. Pero la visión en USA ya ha cambiado: el cannabis será legal en todo el país en pocos años y ahora hablar de marihuana es hablar de un mercado de muchos miles de millones de dólares en ventas directas y al menos otro tanto en los mercados asociados. 

Colorado y Washington con el salto cualitativo que supone el autorizar a la población a comprar y consumir cannabis de forma recreativa han dado un salto de gigante que ya no se puede revertir.

Sin perder de vista esos dos países, uno por ser el primero en atreverse (aunque es un país muy pequeño) y el otro por ser el que ha marcado la tendencia mundial en materia de drogas y su casi único vecino, Canadá aborda su propia versión del un experimento regulador con un modelo totalmente económico que no espera a cambios en las leyes globales: la marihuana sigue siendo un bien -por el momento- controlado que sólo empresas autorizadas pueden cultivar y sólo consumidores autorizados pueden comprar.


Así sale ahora 
de la planta de cannabis
lo que te tienes que fumar
si quieres ser legal.



La cosa no es baladí porque en Canadá hay 37.000 personas que usan el cannabis de forma medicinal -de forma registrada y autorizada- y cultivan sus propias plantas. Ese ha sido el modelo de abastecimiento más común, junto con los clubes de venta de marihuana médica, que vivían en un régimen más inseguro en cuanto a la producción o distribución de cannabis. La propia policía aplaude la medida, pero no por una cuestión contra el cannabis, sino porque les quita trabajo: a partir del día 1 de abril en Canadá, la policía no tendrá que preguntarse si el cultivo que han descubierto pertenece a un paciente autorizado a cultivar su propia marihuana, porque no existirán dichos auto-cultivos: todos serán ilegales.

Canadá admite que existe un mercado obvio de cannabis y que hay que abastecer la demanda o será dominada por el mercado negro de una u otra forma, y es ahí donde cruza la visión economicista de los canadienses y se frotan las manos con el mercado que hay detrás del muro que va a caer: grandes sumas de dinero esperando a ser recolectadas bajo la apariencia de verdes cogollos.

No confundamos ese movimiento con lo que sería una acción de toma de mercado para quitarle posición al narcotráfico porque no lo es: en este caso el mercado ilegal no se verá afectado y se creará un nuevo mercado que anteriormente se auto-abastecía cultivando y evitando así recurrir al mercado negro o al legal, que tienen precios mucho más altos que los meramente generados por los costes de producción de tu propia cosecha, que es el derecho que se pierde.

Facilitando la labor de la policía sin tocar el derecho último a acceder a la droga, tan sólo tocando la vía de adquisición, el estado abre un cauce aunque es tan solo económico pues todos se verán obligados a comprarla a empresas que la produzcan de forma masiva y que están atrayendo grandes montos de inversión de capitales de riesgo con los ahora llamados “venture capitals” que prometen grandes beneficios en corto tiempo. Como vienen siendo habitual en el “nuevo orden mundial” ese dinero no lo va a dar el estado sino que saldrá del espinazo de los consumidores, y en este caso más sangrante, de los consumidores con licencia médica para cultivar su propio cannabis.

Mi propuesta 
para volver a dialogar 
los temas sobre drogas.


A la hora de explicárselo a la población, el gobierno dice que el cannabis debe ser tratado como una medicina y por lo tanto sometido a un control directo en el que no hay cabida para cultivos fuera de la ley y su ojo vigilante. Al mismo tiempo se insiste en que el antiguo método -que permitía cultivar- tenía sólo una variedad de cannabis permitida (al menos de forma oficial ya que la compra de semillas de cannabis en Canadá requiere de un permiso del estado) y que eso desagradaba a algunos pacientes, abriendo el mercado en su sentido publicitario más salvaje a un enfoque en el que unas cuantas empresas privadas -compartiendo origen y capitales con las farmacéuticas- exploten la producción y venta regulada de cannabis en Canadá.


También se presenta como un avance en la seguridad de las personas, al evitar que los cultivadores legítimos por razones médicas sufran asaltos por parte de traficantes o de usuarios del mercado negro e inciden en el aspecto de la seguridad al afirmar que reducir el consumo eléctrico al eliminar los cultivos particulares, elimina al mismo tiempo riesgos de accidentes de origen eléctrico lo cual no es cierto: al enviar todo el cultivo de cannabis al mercado ilícito o regulado en empresas privadas, los cultivos de interior que existan tenderán a primar la seguridad de no ser descubiertos frente a la seguridad en el montaje de los cultivos y sus sistemas eléctricos. Obviamente donde no hay cultivo es casi imposible que se produzca un asalto para robarlo, pero implica volver a tratar a la población como incapaz de cuidarse por sí misma ni en algo tan simple como tener un cultivo de cannabis en tu casa, precisamente para no acudir al mercado negro.

El botín que las autoridades prevén en ese nuevo mercado es grande y puede alcanzar los 1'3 billones americanos de dólares (PASTAZA) en ventas para las empresas pero eso incluye una tajada fiscal importante para el estado. El asunto quedaría en principio con un precio final para el cannabis medicinal que puede multiplicar hasta por 5 el coste actual por gramo y que en ningún caso se espera que baje su precio. 

Ese hecho resulta una diferencia radical con el modelo regulador de Uruguay, ya que el coste fijado por el estado de 1 dólar por gramo de cannabis es desalentador para el narcotráfico y tendrá claros efectos sobre el mismo, pero el aumento del precio final del cannabis en los consumidores medicinales ocasionará un mercado negro que exista simplemente porque los precios del mercado legal resultan abusivos y usureros dejando margen para que otros actores intenten participar en el asunto. 

El mercado recreativo de cannabis sólo verá cómo aumentan los precios en consonancia con el entorno y a la vez impulsados por la demanda competitiva del nuevo grupo de compradores que surgirán de la población a la que fuerzan a abandonar sus cultivos y comprar su cannabis a unos grupos determinados y a precios más caros que los ya existentes. Los datos actuales dicen que es un 60% el número de consumidores legales de cannabis que cultivan su propio material, frente a un 40% que lo compra en dispensarios de marihuana medicinal: eso hace que el número de clientes que van a volcar por ley de un mercado -el del autocultivo- a otro totalmente distinto -el de la venta forzosa regulada al por menor- sea un apetitoso bocado para los tiburones de las empresas.


Y así todo...




De forma similar a otras grandes operaciones económicas, la empresas se han lanzado a por una localización que les interese para la producción masiva de cannabis y a la vez ha habido localidades que se han ofrecido a las empresas, como Kaspukasing en Ontario que, además de óptimas condiciones fiscales, les ofrece un “oportunamente apartado lugar” junto con “acceso potencial a fuentes de CO2 para aumentar la producción de cannabis”

La fiebre del cannabis y su dinero en maletines portados por señores de traje y corbata está llegando a localidades que antes no tenían mayores expectativas de trabajo, aunque no en todas es así. Otras por el contrario están reaccionando hostilmente al asunto, como es el caso de Delta en la Columbia Británica que han decidido que no quieren saber nada del asunto, sea medicinal o no, y han reaccionado prohibiendo de forma local -hasta donde les permite su grado de autonomía- la venta y producción de cannabis en sus dominios.

Otro problema que la modificación legal introduce es que los consumidores de cannabis se verán forzados a obtener una sola forma de presentación: cogollos de cannabis secos. Quedan prohibidas las tinturas y los preparados orales, de manera que las personas que quieran consumirlo así deberán elaborarlo ellos mismos, con los problemas que eso puede plantear a los pacientes de consumo médico y el daño causado al tejido económico del cannabis legal que ya incluía entre su oferta productos de esa categoría, al parecer con bastante éxito por aquellas latitudes. Los pacientes podrán tener en sus casas hasta 150 gramos de cogollos de cannabis o hasta 30 días de la dosis que tengan prescrita (la cantidad que resulte menor), lo cual invalida el argumento de que esta medida aumenta la seguridad eliminando los cultivos, ya que son los consumidores quienes pasan a ser nuevos blancos ya que serán el punto más sencillo de acceso no legal a la droga, y 150 gramos de cogollos de marihuana en el mercado negro canadiense pueden llegar a ser cerca de 3000 dólares, lo que hace de los consumidores un nuevo blanco, desde luego mucho más desprotegido que los cultivadores que ya están más acostumbrados a todo tipo de plagas incluidas las humanas.

En cuanto a los otros temas de salud relacionados con las drogas, Canadá tiene dos grandes áreas de trabajo. 

En primer lugar los jóvenes que usan drogas como la MDMA. No es que la MDMA resulte un grave problema de salud, como han llegado a recordar los científicos, sino que el estatus totalmente ilegal de la MDMA hacía de su adquisición una lotería en la que muchos vendedores sin escrúpulos se estaban metiendo. 

Eso llegó a su punto más álgido en Canadá cuando hace un par de años se contabilizó hasta una decena de muertes en jóvenes por PMA o PMMA (dos anfetaminas muy tóxicas) que están siendo vendidas como éxtasis

La desconexión que durante años ha generado la guerra contra las drogas entre los jóvenes que las usan y el discurso emitido por los gobiernos hacían especialmente difícil que el mensaje de alerta fuera creíble, hasta que hubo voces en la propia policía que propusieron una increíble novedad: una amnistía para la MDMA que sirviera para que los jóvenes dejaran de morir por tomar otra droga que ni siquiera era la que querían consumir.

Mejor tomar MDMA de forma segura
que la lotería del mercado negro.
¿es difícil de entender?


El otro gran área que la política de drogas en Canadá tiene que abordar de una forma racional es similar a la de su vecino de sur: la sobre-prescripción de opioides a la población. Las drogas siguen matando por sobredosis, pero desde hace tiempo las principales víctimas de esas sobredosis no son consumidores recreativos que caen por las condiciones del mercado negro sino personas sin otra vinculación a las drogas que el haber sufrido algún tipo de dolor o de proceso y el haber sido recetados con generosas dosis de potentes y adictivos opioides, siempre bajo la batuta de las grandes farmacéuticas que saben que los adictos son una fuente segura de dinero y con ellos ofreciéndoles la adicción sin estigma social y con bendición de un médico, que es el chamán aceptado de nuestro modelo de sociedad. Sin embargo, a esas dos grandes necesidades para la salud pública el gobierno no parece estar dispuesto a atenderlas ahora.

Canadá inicia de esta forma los cambios que afrontará en el nuevo paradigma del trato con las drogas y sus usuarios, y lo hace con un modelo que tiene la característica de ser fácilmente escalable para abarcar a toda la población cuando se decida que el cannabis recreativo en Canadá también tiene derecho a existir

Siendo esa su mayor ventaja, no podremos obviar que la futura ley en Canadá no está pensada para el beneficio del ciudadano sino creada para que sea un instrumento más en el recorte de derechos y en la sangría económica que el estado impone con su decisiones: una imposición de nuevas cargas económicas acompañada de la eliminación de un derecho del individuo. 

Una regulación que esconde una privatización de mercado y de derechos no puede ser buena para un ciudadano, que es sobradamente capaz de cultivar y cubrir sus propias necesidades, convertido por ley en rehén de los nuevos camellos legales de cannabis.

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Sólo me queda una cosa que añadir: no fumes marihuana, 
porque es ilegal igual que agredir a un policía nazional.