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viernes, 14 de marzo de 2014

¡Dios salve a la Reina! Drogas y política en el Reino Unido - UK



Este texto sobre el panorama en UK en cuanto a su historia, política y leyes sobre drogas fue publicado en el mes de Febrero de 2014 en la Revista Yerba
Espero que os guste.

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Regulación y política de drogas 
en el Reino Unido.


Nuestros vecinos de las islas que agrupan a Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte son un caso a tener presente en la futura evolución de las políticas de drogas que se vayan abordando en Europa, dado su peso específico y su posición geopolítica como aliado esencial de los USA y sus políticas globales.

¡God save the Queen! 

Reino Unido tiene una historia peculiar en cuanto a las drogas, que tiene mucho que ver con lo que culturalmente son como pueblo y conservan como tradiciones -y en este bagaje comparten con el español- en lo que a asuntos como el excesivo consumo de alcohol atañen. Tanto consumen (y de una forma tan poco inteligente) que es la primera causa de muerte en varones menores de 50 años. Eso y no haber sufrido una enloquecedora Ley Seca durante una década y media como la Volstead Act en USA -que fue el germen de las primeras narcomafias- es lo que más los separa de sus primos americanos y más les acerca a sus vecinos continentales: les gusta beber y nunca en la era moderna lo han tenido reprimido de alguna forma, hasta ahora.

A lo largo de la historia del siglo XX, el Reino Unido ha ido adoptando aquellas posiciones que surgían de la política norteamericana. Fue uno de los 12 firmantes iniciales -hace un siglo- de la primera resolución con aspiraciones internacionales para el control restrictivo de los estupefacientes, iniciado con la conocida Convención de La Haya prohibiendo cocaína y morfina, y ampliado mundialmente al ser incorporado al Tratado de Versalles con el que se dio por cerrada la Primera Guerra Mundial. 

En el año 1931 la prohibición sigue creciendo a otras sustancias con el tratado promulgado en Ginebra, ampliándose a nuevas variantes químicas de las drogas ya prohibidas, y en el año 1961 se actualiza y consolida como paradigma absoluto con la entrada de la mayoría de los países al tratado de la Convención de Viena, con una actualización propia del Reino Unido -conocida como la Prevention of Misuse Act de 1964- por su epidémico problema de abuso de anfetaminas que despuntaba en aquel país.

Unas así me voy a comer yo el día de mi cumple.


Llegando a la guerra contra las drogas 
como institución y misión moral.


Cuando el asunto se empezó a poner más feo, gracias al enfoque bélico del tema aportado por el esperpéntico Richard Nixon en 1971 al lanzar a nivel mundial la guerra contra las drogas apoyada militar y policialmente, en el Reino Unido sacaron su adaptación de la convención de Viena conocida como la Misuse of Drugs Act o Ley sobre Abuso de Drogas.




Esta ley sienta las lineas generales de clasificación de drogas para su uso médico y traza la linea de aquellas que no tienen cabida -según sus criterios- en la práctica, uso o experimentación con humanos. Al mismo tiempo la ley se aleja de los postulados tradicionales -de claro tinte liberal- que imperaban en el uso y tolerancia de los ciudadanos ingleses, empezando a verse sobreinfluenciada por sus socios de los USA y sus convenciones morales mucho más restrictivas e interventoras en cuestiones de la autonomía del individuo.

Establece 3 categorías generales de sustancias fiscalizadas y una excepcional conocida como temporal. Otra categorías son las drogas de Clase A como heroína, cocaína, crack, LSD, MDMA. La Clase B son el cannabis, las anfetaminas, el metilfenidato que se le da a las personas con trastorno de hiperactividad, y la relativamente nueva metoxetamina o MXE (un pariente de la ketamina).

Hay un hecho diferencial en esta legislación que merece la pena reseñar: cualquier droga de Clase B, si es preparada para ser inyectada como forma de consumo, pasa a ser una droga de Clase A. Algo totalmente único a la hora de clasificar las drogas incluir un criterio que implica a la ruta de administración elegida por el usuario, pero fue la triste respuesta que allí le dieron al incipiente problema de la anfetamina por vía intravenosa.


A lo mejor lo de castigar más duramente los inyectables 
lo hacían para salvar a los deportistas... no? 


Cabe mencionar que no ha servido de mucho esa diferenciación en la ley, porque el uso de drogas por vía intravenosa -no sólo opiáceos- a día de hoy en el Reino Unido es uno de los más altos de toda la Europa occidental.

En la Clase C reposan sustancias como las benzodiacepinas tipo Valium o los esteroides anabolizantes al lado de la ketamina -a la que ahora quieren reclasificar- o el GHB y otros agonistas GABA. Y en la clase temporal, aquellas sustancias prohibidas por la vía rápida mientras son situadas en una de las otras clasificaciones posibles o descartadas para su fiscalización.

Aparte, y mediante leyes de análogos químicos, se han prohibido cientos de posibles sustancias existentes o no -igual que en los USA- según la química iba aportando nuevos compuestos y el público aprendiendo a usarlos para evadir la prohibición sobre otras drogas. Esas medidas se han mostrado muy poco útiles, ya que UK ostenta el dudoso honor de ser el mayor consumidor de los llamados “legal highs” de toda Europa, con el grave riesgo que eso implica para la salud de las personas que buscan evitar sanciones legales y encuentran a cambio serios problemas médicos, como la muerte o serios daños en sus sistemas neurológicos y regulatorios, con las más diversas y desconocidas consecuencias de consumo por ser sustancias inexploradas en su mayoría.

Las sanciones que la ley impone por simple tenencia de algunas drogas como la heroína, la cocaína o la MDMA llegan hasta los 7 años de cárcel, y a sentencias de cadena perpetua si la tenencia era destinada a su distribución. 

Dicha medidas sólo alcanzarían a las drogas de Clase A y a las de clase B cuando van a usarse en modo parenteral (mediante inyección)

En el caso del cannabis, la posesión puede acarrear penas de cárcel de hasta 5 años si es para consumo propio y de hasta 14 si es por tráfico. La misma horquilla sancionadora sirve para las drogas situadas en la Clase Temporal de restricción, como los “legal highs” que van quedando prohibidos con el paso de los años.

Obviamente existen mecanismos de “no aplicación” de la ley sobre el ciudadano corriente -sin seguridad jurídica alguna- con todo su peso ya que, de hacerlo, en poco tiempo no tendrían ciudadanos sobre los que aplicarla que no estuvieran ya pagando multas o cárcel. 

Aún así la tasa de encarcelación en relación a delitos por drogas es tan alta como en el resto de los países que entusiastamente secundaron las ambiciones prohibicionistas de USA y las aspiraciones morales de la ONU de un mundo sin drogas. Y ese hecho es una de las razones que está haciendo que algunas sociedades ya vean el final inevitable de ese sistema de lidiar con las drogas que, queramos o no, existen: no caben más presos, no podemos encarcelar a más gente creando un problema peor que las drogas en sí mismas.



El colapso de la credibilidad 
en la política de drogas oficial.


A la vez que la Misuse of Drugs Act se creó un ente que gestionase los temas de drogas en el Reino Unido, y esa institución fue la “Advisory Council on the Misuse of Drugs” que actúa como consejo consultivo sin carácter vinculante para el gobierno del estado. Sus miembros están nombrados -obviamente- por el gobierno, que pone y quita a su antojo al modo que el Plan Nacional Sobre Drogas va cambiando sus gestores en España. Hasta hace relativamente pocos años, ese organismo se comportó siempre como un acólito de la política de drogas implementada por el estado, aunque por propia definición carecía de un sentido científico en su clasificación y razones para fiscalizar unas drogas y no otras.

Este vídeo es de cómo se rieron 
de todos los políticos y drogabusólogos en UK 
unos ocurrentes periodistas 
con una droga inventada: el CAKE.

La tendencia que durante décadas siguió la institución fue la de alarmar sobre drogas en lugar de educar sobre drogas -al igual que sus homólogas en la mayoría de países- y la realidad ha ido provocando una profunda escisión entre los mensajes de las instituciones del estado manejadas por sucesivos gobiernos y los ciudadanos como simples consumidores de drogas. Al final, las instituciones hablaban pero su mensaje parece no tener efecto sobre una sociedad que cada vez consume más drogas y de una forma menos inteligente, maximizando el daño con un enfoque punitivo.

Ay mi niño!!! Que él nunca ha tomado drogas!!
Obsérvese la carita de ángel que tiene 
y el puestón que lleva en comisaria.


Esa forma de manejar los asuntos de drogas, en el mayor órgano consultivo al respecto, que tenía el Reino Unido llegó a su fin de la mano de un hombre que llegó a la presidencia del mismo en el año 2008. No era un desconocido. Era ni más ni menos que David Nutt: un reputadísimo miembro del mismo órgano con una intensa carrera científica -como psiquiatra y neuropsicofarmacólogo- sobre ciertas drogas, que el año anterior había levantado las ampollas de mucha gente al publicar en “The Lancet” un artículo en el que se proponía un método racional para evaluar los riesgos de todas las drogas existentes y actuar de acuerdo a resultados científicos


Sí, el alcohol causa más daño que 
la ketamina, las anfetaminas, 
las benzodiacepinas, el tabaco (¡¡!!), 
el éxtasis o la LSD. 
Lo digo yo que soy científico 
y para eso estudio, cojones ya!!!


Dicho así puede parecer normal, pero la realidad es que lo que dicho artículo hacía era dejar claro que la política del gobierno en drogas no surgía con el fin de atender la salud pública o con una serie de pasos racionales: las drogas más letales eran legales, algunas que no causaban daños estaban clasificadas en los peores grupos, y las decisiones para incluir o no sustancias en los nichos que había creado la Misuse of Drugs Act eran de carácter puramente político o de intereses económicos, como los de los lobbies del alcohol y del tabaco, que nada tenían que ver con la ciencia.

David Nutt llevaba ya 7 años como máximo responsable de la comisión técnica de dicha institución cuando ascendió a la presidencia. Además de su trabajo con los receptores cerebrales GABA y las variantes de las benzodiacepinas, era el científico que había dejado claro que las decisiones sobre drogas en el Reino Unido se tomaban por criterios que eran totalmente acientíficos, en contra de lo que la mayoría de los ciudadanos podrían esperar. Aquellos trabajos publicados, viniendo de quien venían, suponían un ultraje para el propio gobierno, que veía como su mayor especialista les plantaba cara ante la gente, exigiéndoles que se usasen criterios científicos para desmontar la estructura represiva sobre las drogas.


La gota que colmó el vaso 
es la gota que despertó a la cascada.

En el año 2009, David Nutt se dedicó a decir la verdad sobre ciertas drogas: aceptó como punto de partida que el cannabis no se podía considerar una droga totalmente segura porque ninguna está exenta de riesgos, pero que aún así, la clasificación del cannabis en la actual situación -cazando consumidores de bajo nivel para “protegerlos de ellos mismos”- era un daño a la sociedad. Le frotó lo morros a varios psiquiatras de corte clásico y formación de drogabusólogos en muchas de sus afirmaciones, y la cuestión llegó a verse como un enfrentamiento directo contra el gobierno y sus fuentes.

En ese contexto de tensión porque el organismo encargado de las drogas en Reino Unido no hacía nada bien, Nutt publicó una editorial en la Revista de Psicofarmacología en la que comparaba los accidentes provocados por dos actividades distintas: montar a caballo y tomar MDMA.
Los datos no mentían: montar a caballo provocaba 1 situación de emergencia cada 350 ocasiones, mientras que tomar MDMA creaba dichas situaciones en una proporción de 1 cada 10.000 ocasiones.

¿Es más peligroso montar a caballo que tomar una dosis de MDMA? , lo es.

Esa misma linea de trabajo, estableciendo comparaciones entre los daños reales de las drogas y de actividades lúdicas, cinegéticas o deportivas, lo ha desarrollado en nuestro país el psicólogo Eduardo Hidalgo Downing en su estupendo libro “Hedonismo Sostenible”, de una manera tan abrumadora que no deja lugar a dudas. 

Foto del autor 
que aparece en portada 
de dicho libro. 

Pero David Nutt era el máximo responsable de la parte “científica” de la política de drogas en ese momento, y con esas afirmaciones estaba dejando al gobierno con el culo al aire. La campaña que eso desató en los medios fue intensa y despiadada, haciéndole parecer como un insensible que no tenía respeto por los padres de los fallecidos -supuestamente- por MDMA, en lugar de aceptar lo que él mismo explicó: “la gente tiene que aceptar todas que las actividades cotidianas de su vida llevan un riesgo asociado y lo único que hemos hecho ha sido compararlos dándolos a conocer”.



Todo tienes sus riesgos 
y hasta respirar -o no respirar- 
también nos mata.


Nutt también se enfrentó con el gobierno usando muy duras palabras para describir la aberración que suponía reclasificar el cannabis como droga de Clase C a Clase B (tras 5 años en la clase menos punitiva) y la insensatez general que estaban cometiendo por criterios únicamente políticos y para favorecer los intereses de los mercados de alcohol y tabaco




Así tienen los lobbies 
del tabaco y el alcohol 
a las mariconas de los políticos 
que nos gobiernan. 
Foto real.


Poco después, a finales de octubre de 2009, David Nutt era retirado de la presidencia del organismo en una mezcla de dimisión y renuncia forzada, que abrió aún más el escándalo. Pero él lejos de asustarse, en unos días anunció públicamente que tenía respaldo económico para montar una institución científica no controlada por el gobierno para asuntos de drogas, llamada “Independent Scientific Committee on Drugs”.




Así fue: la salida de Nutt arrastró a varios científicos más de alto nivel que, avergonzados por el comportamiento de su propio gobierno, decidieron irse con Nutt al recién creado comité científico



Esta nota fue la respuesta rápida 
de los científicos serios 
al lameculos político de turno 
cuando les dejaron mirando al Támesis. 

Nutt y sus colegas escenificaron el peor escenario para la política represiva de drogas: un organismo creado por los mejores científicos que, a la vista de la inutilidad de la antigua institución para cumplir sus funciones, iban a estar trabajando para aportar ciencia al futuro de nuestra relación con las drogas... y sin ningún tipo de control político!



El paciente inglés, a día de hoy.


Reino Unido sufre un caso único de bicefalia, informativa y formativa, en el que dos sectores de científicos -agrupados por criterios políticos unos y por criterios científicos los otros- se ven enfrentados en los medios a la hora de dar datos sobre drogas. Existe la rama oficial que desprecia los avances científicos vs. los científicos que desprecian las decisiones políticas

Para animar más el asunto, Nutt y sus colegas en el año 2010 publicaron una valoración de todas las drogas en el plano del daño al propio individuo y el daño causado a la sociedad. Las 2 drogas más peligrosas del estudio resultaban ser el alcohol y el tabaco, como no podía ser de otra forma.



Hola!! Somos nosotros dos, 
tus amigos legales 
el tabaco y el alcohol... 

Viva la política de drogas oficial 
y el coño de la Reina Madre!!

La suma de hechos ha acabado forzando al gobierno inglés a enfrentar el asunto de otra forma y, el nuevo máximo responsable de drogas en el país, el político demócrata liberal Norman Baker, dijo hace unas semanas que el cannabis legal debía ser una opción a considerar y que sus riesgos y daños eran obviamente más bajos que los de drogas como tabaco y alcohol. Una opción, pero no una prioridad.


Lo lleváis claro si pensáis 
que este tipo va a 
legalizar el cannabis en UK. 
Sólo está poniéndose de canto 
para ayudar a que le entre mejor el supositorio.

Resulta obvio que el cannabis ya ha iniciado su propio proceso de regulación e integración normalizada en muchos países, a pesar de sus políticos. Eso no quiere decir que se vayan a denunciar mañana los tratados que no permiten dicho paso, sino que los países se están preparando para hacerlo de forma orquestada. 

Es un primer paso en desmontar el costoso andamiaje de la guerra contra las drogas, pero puede conducir a una situación tan grotesca como estar arreglando goteras menores en el tejado de casa mientras las habitaciones están ardiendo, por la desatención a otras sustancias que realmente sí poseen un nivel de peligro mucho más elevado y que están causando graves daños mientras flotan en el mercado sin regular de drogas.

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PS: Cabe añadir un detalle en que poca gente ha reparado, antes de hacer afirmaciones sobre las tablas de daños  de Nutt, y es lo que él llama Heroína y Cocaína.

Sitúa a la heroína y la cocaína en las dos drogas con mayores peligros, pero no hace hincapié en que ambos se caso se refiere a heroína y cocaína "callejeras" ya que no es aplicable a la heroína farmacéutica o diamorfina que se receta habitualmente en Reino Unido o a la cocaína pura farmacéutica que siguen teniendo disponible en su sistema de salud.

Sin embargo hace esa distinción a la hora de mencionar la metadona: la llama "metadona callejera" (street methadone).  

Por tanto queridos drogabusólogos, contened vuestras campanas porque habría que ver una buena evaluación de los riesgos de cocaína y heroína si fueran puras y legales, y no "street drugs". :) 

sábado, 15 de marzo de 2008

Iglesia y Drogas. Entrevista a Xabier Pikaza


Hace un par de días, los medios de comunicación nos sorprendían con titulares sobre los "nuevos pecados" que consideraba la Iglesia Católica. Los tildaban de pecados sociales, y entre ellos incluían la destrucción del medio ambiente, el enriquecimiento salvaje a costa de otros, el narcotráfico y también el consumo de drogas. Pocos medios daban la noticia con un mínimo de rigor, y muchos, sobre todo medios sudamericanos usaban las declaraciones para apoyar el prohibicionismo cuestionado en algunos países.

Algunos medios abrían sus noticias con una frase, que mostraba el desconocimiento y el integrismo de Juan Pablo II (no sabrán que ya murió y con él su "reinado") que no pasa de ser su opinión, y no es una norma de ningún tipo para quien sea creyente y siga la doctrina católica: "La droga es un mal y al mal no se le hacen concesiones."

En un momento histórico en el que las discrepancias son mayores en el terreno de la política de drogas, que desde USA se dicta y parecen acatar el resto de países sin evaluar las premisas en que se basa, ese presunto "cierre de filas" entre la Iglesia y Estado frente a las drogas, parecía ser un cheque en blanco de apoyo, aumentando la confusión y fomentando la ignorancia frente a la tan necesitada ilustración farmacológica y modelos de consumo dentro del ámbito de la reducción de riesgos.


Este caballero, 
que parece que se ha caído en una marmita de MDMA, 
es Xabier Pikaza, 
un tipo que se pasa el día amando, y sin drogas.... ;) 


Hace tan sólo unas horas, y tras varios meses de debate, el ministro de Justicia argentino ha dado tramite a un proyecto de ley para despenalizar el consumo de drogas en aquel país, tras defender una política de reducción de riesgos ante la 51ª Reunión de la Asamblea de la ONU sobre Drogas y Narcotráfico, en Viena.
Este cambio de tendencia en materia de drogas y consumo, ha sido apoyado en dicha asamblea por los representantes de Gran Bretaña, Países Bajos, Suiza, Brasil, Ecuador, Bolivia y Uruguay, y es un cambio radical para los consumidores argentinos desde las leyes que sancionaron el consumo en 1989.

La droga, como ente inespecífico, sigue siendo un factor de primer orden mundial, que justifica desde políticas de ocupación encubiertas a violaciones continuas de los derechos individuales más básicos. Pero, ¿hasta dónde es real ese supuesto apoyo de la Iglesia Católica a esos actos que interfieren con la libertad de elección del ser humano?

Con excusa de estas declaraciones de un miembro del Vaticano, le pedí a Xabier Pikaza, escritor y teólogo, que nos explicase éstas y otras cuestiones. Si tuviera que definirle, hasta donde le conozco, diría que es una persona totalmente implicada en una doctrina y práctica del amor y la libertad del ser humano más allá de toda ideología. Libertad que en su caso, al aplicarla a su pensamiento y enseñanza, con todas sus consecuencias, le ha costado más de un quebradero de cabeza en el pasado. A cambio, la praxis de la coherencia, le permite dormir sin pelear con la almohada.

Sin estar de acuerdo con todas sus opiniones -valientes en muchas cosas y contenidas en otras-, y teniendo en cuenta que no es alguien familiarizado con la terminología de las drogas, aceptó responder a mis preguntas y como tal aquí las transcribo, sin modificar ni eliminar parte alguna.




- Drogoteca: Buenos días, Xabier. Tengo la costumbre de comenzar preguntando generalidades, porque quién no le conozca le interesará conocer algunas. Así que pónganos al día y preséntese.

- Xabier Pikaza: Me llamo Xabier Pikaza Ibarrondo (en mi DNI pone Jabier), nací el 12 de Junio de 1941 en Orozko, Vizcaya. De joven cursé estudios en Salamanca y Roma, y luego los amplié en Hamburgo y en Bonn (Alemania). Soy doctor por Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca y de Filosofía por la Universidad de Santo Tomás, de Roma. Soy licenciado en Ciencias Bíblicas por la Instituto Bíblico de Roma. He sido durante treinta años, del 1973 al 2003, profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca. Ese último año dejé la docencia y vivo dedicado a mis estudios, con Maria Isabel, mi mujer, en un pequeño pueblo de Burgos.

- Drogoteca: Las personas que le conozcan le tendrán vinculado a la Iglesia Católica, aunque algunos no sepan cuál es su relación actual y cuál ha sido. ¿Nos la explica?

- Xabier Pikaza: No creo que haya dado grandes cambios. Sigo siendo el que fui, en una línea algo distinta. He sido religioso mercedario y presbítero de la Iglesia Católica. Por razones personales e institucionales, dejé la Orden de la Merced y pedí la dispensa del presbiterado, o de otra forma dicho, abandoné el sacerdocio.
Me casé con María Isabel, dentro de la Iglesia Católica, de manera que soy un católico sin más. Por otra parte, no creo que la distinción de laicos y sacerdotes sea esencial en la Iglesia. Todos los cristianos formamos parte del llamado "pueblo de Dios", aunque podemos ejercer funciones distintas.


- Drogoteca: La excusa para esta entrevista ha sido la publicación el día 9 de Marzo de unas declaraciones de monseñor Gianfranco Girotti, director del penitenciario apostólico, en el periódico oficial del Vaticano.
¿Quién es este caballero que nos actualiza los pecados y habla de adaptarlos a la realidad social? ¿Qué es el penitenciario apostólico? ¿Qué valor tienen sus declaraciones? ¿Son vinculantes y normativas, son opiniones, son un término medio o un simple nuevo enfoque?

- Xabier Pikaza: No estoy muy puesto en estas cuestiones, pues mi especialidad es la Biblia y la experiencia básica de la fe cristiana, en relación con otras religiones. Pero puedo responder de un modo sencillo a lo que preguntas.
La Penitenciaría Apostólica es uno de los "dicasterios" o ministerios en los que está dividido el Gobierno del Vaticano. Es menos conocido que otros (como el de la Doctrina de la Fe o el los obispos), pero tiene una función que ha sido importante en el pasado: regular el desarrollo del Sacramento de la Penitencia, reservándose el derecho de perdonar algunos pecados especialmente graves, que los curas normales no podían perdonar, vinculados sobre todo con la vida y acción de los mismos sacerdotes, o levantar la excomunión de los que habían sido apartados de la comunión de la Iglesia.

En un sentido más extenso esta Penitenciaría se ocupa de organizar y "actualizar" el sacramento de la penitencia, actualmente muy en crisis, pues los católicos que se confiesan son ya una minoría. Pues bien, el presidente de este "ministerio" es el Penitenciario Mayor, el cardenal James Francis Stafford y su Regente o secretario es el Padre Gianfranco Girotti, O.F.M. Conv. (es decir, un franciscano). Ese Monseñor Girotti ha dirigido un curso especial para confesores en Roma, y al final de ese curso, de un modo "semi-oficial", ha concedido una entrevista a un periodista (Nicola Gori), ofreciéndole algunas impresiones sobre el curso y, especialmente, sobre los nuevos problemas del sacramento de la penitencia y de la visión de los pecados a comienzos del siglo XXI.
No se trata, por tanto, de una doctrina oficial, sino de una opinión oficiosa, aunque importante. Creo que la repercusión mediática ha sido excesiva, sacando a veces fuera de contexto algunas de las palabras de Girotti.


- Drogoteca: Muchos tal vez no lo recuerden o nunca hayan recibido formación religiosa y no conozcan la diferencia entre un pecado mortal y un pecado venial. Aunque posiblemente para un teólogo esa distinción sea demasiado simplona, ¿nos puede explicar brevemente la diferencia según lo que marca la doctrina católica? Estos "nuevos" pecados, ¿en que categoría normativa se supone que caerían?

- Xabier Pikaza: Pecados "mortales" son aquellos que implican la "muerte espiritual", es decir, que son merecedores de la "condena" más grave. Serían equivalentes a los "delitos mayores", que deberían ser castigados con una pena de muerte (según las leyes antiguas).

En sentido estricto, aunque los teólogos y moralistas han discutido sobre ello, los pecados mortales, que separan a un hombre o mujer de la vida de la Iglesia serían matar a otras personas (de un modo más o menos directos), apostatar (es decir, separarse de la misma Iglesia) y un tipo de adulterio en sentido estricto (romper la vida y unidad de otra familia).

Después se han añadido otros pecados mortales, relacionados con la injusticia (el robo) y, en ciertos ambientes, con unas relaciones sexuales desordenadas (que no estarían vinculadas al amor). Junto a esos pecados "mortales" se suele hablar de pecados graves (es decir, importantes) y también de pecados leves o veniales, que no llevan implícita una forma de muerte.


- Drogoteca: Tengo la sensación de que la mayoría de personas que pasan por esta página, no son muy católicas, así que a efectos prácticos les dará bastante igual pero... ¿Qué dice la doctrina oficial de la Iglesia Católica sobre la existencia del infierno? ¿Existe? ¿Es un lugar? ¿Un estado del alma?

- Xabier Pikaza: Sabes que hay opiniones distintas sobre el tema. El infierno está vinculado a la libertad del hombre, que puede "negarse" a ir con Dios. En ese sentido, el infierno es necesario, si se cree en la libertad. Un cielo a la fuerza no seria cielo, para hablar en términos sencillos.

Lo que pasa es que con cierta frecuencia se ha tomado el infierno como un castigo de Dios. La mayor parte de los teólogos piensan que esa visión del Dios que castiga a los malos es contraria al evangelio. Por otra parte, hay muchos teólogos y cristianos que piensan que el infierno es "posible", pero que Dios, por su misericordia, conseguirá de un modo u otro que todos los hombres se "salven"; es decir, que Dios les salvará.


- Drogoteca: Si la Iglesia Católica –y a partir de este momento me refiero a su jerarquía y a los miembros mas cercanos a la ortodoxia– trata de adaptar la condena de ciertos actos a la realidad social, como hablar del enriquecimiento a costa de los demás, de la destrucción del medio ambiente o incluso de la avanzada ingeniería genética... ¿No debería primero empezar por tomar contacto con la propia vida del pueblo? ¿No ha perdido, si es que alguna vez tuvo, como institución, el contacto con la realidad social y sus necesidades?

- Xabier Pikaza: Para Jesús no hay más que un pecado, que es no amar, es decir, no compartir la vida con los demás, en un sentido activo y receptivo. En esa línea, la única "lista" de pecados del Nuevo Testamento es aquella donde se habla de no dar de comer al hambriento, no dar de beber al sediento, no vestir al desnudo, no acoger al extranjero, no visitar al enfermo y no ayudar al encarcelado. Así lo dice el evangelio de Mateo, cap. 25. Pero después, al hacerse una institución social muy importante, la Iglesia se ha sentido obligada a ofrecer unas normas de conducta social más concreta y lo ha hecho a lo largo de sus primeros 2000 años, como educadora moral de occidente. La misma religión, que en principio es experiencia de gratuidad y de amor mutuo, se ha moralizado.

De todas maneras, la lista de pecados "capitales" (es decir, importantes, pero no necesariamente mortales), formulada por el papa de San Gregorio, en el siglo VI (soberbia, envidia, gula, lujuria, ira, avaricia y pereza) puede tener un sentido educativo, si se interpreta bien, pues ayuda a vivir de un modo mesurado. En ese momento, la Iglesia vivía aún inserta en la marcha de la sociedad, siendo en gran parte el motor de esa misma marcha.

Pero los últimos siglos la iglesia se ha separado un poco (o un mucho) de la dinámica social, aislándose de la dinámica del mundo, convirtiéndose en una especie de fortaleza cerrada por dentro, por miedo a los de fuera. En ese sentido, se puede decir que ella tiene que adaptarse, volviendo a “estar en la realidad”, como decía un gran cristiano, al que traté, antes que le asesinaran: Ignacio Ellacuría. La Iglesia debe estar en la realidad, pero no tiene por qué conocer los últimos avances en ecología y economía, en bioética y en medicina (ni en lo que implican los nuevos tranquilizantes o excitantes), por poner unos ejemplos significativos. Ella no es una institución científica, no sabe de todo. Pero puede y debe decir que las tecnologías deben ponerse al servicio de todos los hombres y mujeres y, en especial, de los más necesitados.

Yo creo que en esa línea quieren situarse las reflexiones que hacía Girotti sobre los nuevos "tipos" de pecados. Por eso, el problema no está en el deseo de orientar, desde una vertiente religiosa, a los que tienen deseos de ser orientados. El problema está en saber si esa orientación se ajusta al proyecto de Jesús y si responde a la problemática de nuestro tiempo y si sirve de educación en humanidad.


- Drogoteca: Hasta ahora, si no me equivoco, la postura oficial de la Iglesia no condenaba el consumo de ninguna sustancia, sino que condenaba cualquier hábito que supusiera una destrucción física o psíquica del individuo. ¿Es correcto? Dentro de esa perspectiva, el consumo de heroína o cocaína, por nombrar dos sustancias cuyo abuso puede provocar problemas de salud, no se diferenciaba esencialmente del consumo de tabaco, hamburguesas o pastelitos de chocolate. La consideración de "pecado" que podían recibir era dependiente de las consecuencias derivadas de su forma de uso sobre el sujeto. ¿Cambia en algo la posición con las declaraciones de Girotti?

- Xabier Pikaza: En principio, Girotti no dice qué pecados concretos se pueden cometer en el mundo de las drogas, sino que ofrece un principio general, diciendo que debe tener mucho cuidado porque “por medio de las drogas se debilita la psique y se oscurece la inteligencia, haciendo que muchos jóvenes queden fuera del ámbito eclesial” ("si indebolisce la psiche e si oscura l'intelligenza, lasciando molti giovani al di fuori del circuito ecclesiale"). El mal de las drogas estaría en que producen un "debilitamiento y oscurecimiento de la psique-inteligencia", que incapacita al ser humano (especialmente a los jóvenes) para vivir una existencia consciente y libre (como se supone que pide la iglesia). Pero hará falta ver si eso es cierto, y si es cierto en todas las ocasiones.

Por otra parte, Girotti no resuelve el problema más importante, el más sangrante, vinculado al mercado "ilegal" de drogas de diverso tipo que es, a mi juicio, el mayor de los pecados, con clanes mafiosos y con gran cantidad de muertos y miles de encarcelados en todo el mundo. En ese campo del “tráfico de drogas” se podría hablar de pecado capital. Al mover mucho dinero “ilegal”, el mercado de la droga se ha convertido en uno de los motivos más fuerte de violencia.

Volviendo al tema anterior. Por lo que toca al consumo de drogas, la postura de la Iglesia oficial ha sido siempre bastante "amplia" (ha sido más que tolerante). Por analogía, podemos recordar en este campo el tema del vino. En contra, por ejemplo, del Islam, la Iglesia no sólo ha permitido el consumo del vino, sino que lo ha estimulado y sacralizado como medio "sacramental" de comunión (de unión de personas que beben recordando a Jesús) y como signo de disponibilidad a la entrega de la vida a favor de los demás (sacrificio). El uso de un tipo estimulantes no sólo ha sido tolerado, sino que se podría decir que ha sido promovido en la Iglesia.

Pero hay unos principios “reguladores” en el uso de ese vino (y de todo vino):
(1) Los que consumen vino (o droga) deben conservar la libertad y la conciencia básica, para poder ser ellos mismo y amar a los demás.
(2) El uso del vino (y de la droga) debe ser comunitario, en el sentido extenso de la palabra: debe fomentar la comunicación y la solidaridad mutua.

Quiero insistir en esto. Con la tradición judía, Jesús y la Iglesia primitiva han conocido los riesgos del vino. A pesar de eso, han tomado la bebida como un signo “sacramental” de salvación, es decir, de transformación interior, de vinculación social (se trata de una copa compartida) y de esperanza utópica (por no decir “escatológica”, en lenguaje cristiano).

Los que beben juntos recordando a Jesús saben que habrá un “final bueno”. En su Última Cena, Jesús ha despedido a sus amigos con una copa de vino, prometiéndoles que la próxima la tomaría con ellos en el Reino de los cielos (Mc 14, 25). Eso significa que el vino compartido (vino-vino, no un sucedáneo, ni una gotita) es signo de algo más grande, de una esperanza superior de humanidad. Ese vino no se cierra en sí, no es vino de borrachera egoísta, sino que es una empresa y promesa común de salvación.

En esa línea, habría que distinguir en el uso y finalidad de los "estimulantes", precisando lo que pueden tener de ayuda humana (personal y social) y lo que puedan tener de riesgo de destrucción psíquico-intelectual (y social). Lo mismo en el caso del vino como en el de otras drogas. Éste es un tema que se debe seguir estudiando en el plano médico y económico, social y religioso. Pero, en sentido general, puedo decir que hay un tipo de estimulantes que pueden ayudar a vivir mejor, con más conciencia, con más compromiso (como se supone que es el vino, en la celebración cristiana de la eucaristía), y otros que pueden ser destructores de raíz, porque aíslan, porque crean una adicción que impide vivir en libertad, quizá porque son peligrosos para la salud…

Los críticos radicales dicen que la mayor parte de las drogas están en esa segunda línea, en la línea destructora: no abren la inteligencia, sino que la cierran; no crean libertad, sino que promueven adicción; no curan ni animan, sino que esclavizan, de manera que se puede hablar de una drogo-dependencia, de una esclavitud, de una destrucción causada por las drogas… Este riesgo hay que tenerlo muy en cuenta.

Por eso hay que distinguir los casos entre drogas y drogas (entre las que crean adicción y las que no), entre personas a las que “abren la conciencia y la capacidad de amor” y personas a las que destruyen. En esa línea, más que tema de pecado (y de policía) el consumo de drogas es un tema de educación, de discernimiento, de madurez y, sobre todo, de desarrollo personal y de vinculación social. Lo que importa es que los seres humanos puedan vivir en libertad, siendo felices, para amarse con más intensidad. Desde ese fondo debe valorarse el tema de las drogas.


- Drogoteca: Si la Iglesia no tiene por qué saber lo último sobre ecología, medicina o química... ¿con qué legitimidad se pronuncia sobre estos aspectos? Nunca he visto en un documento doctrinal de la Iglesia hacer una distinción entre sustancias, a pesar de que los usos, objetivos y riesgos de cada una varían como del día a la noche. ¿Quién definiría en este caso qué son y que no son "drogas" pecaminosas? Si ese papel queda relegado a los estados... ¿no se estaría produciendo un apoyo incondicional y nada crítico a los gobiernos que aplican la prohibición, a pesar de los males que se sabe que genera esta medida?

- Xabier Pikaza: La tarea de distinguir sustancias y sustancias no pertenece ni a la Iglesia ni al Estado, sino a los científicos y antropólogos, a los sociólogos y psicólogos. Éste es un tema de cultura general, es decir, universal. Pienso que la Iglesia no puede ni debe entrar en ese campo, atribuyéndose un derecho superior y haciendo por sí misma distinciones entre drogas y drogas, ni tampoco el Estado.

El Estado puede regular, en un sentido, el uso de drogas, según un consenso social, para defensa de las libertades básicas de los ciudadanos. Pero creo que no tiene autoridad para decir si son buenas o malas, ni debe prohibirlas, siempre que no destruyan el tejido social. La política actual, de tipo prohibitivo y policial (vinculada a los grandes negocios mafiosos del narcotráfico, con miles de encarcelados como consecuencia) no me parece la mejor. De todas formas, el problema es complejo y no es fácil ofrecer soluciones generales.

Por otra parte, tampoco la Iglesia tampoco puede ni debe entrar en distinciones sobre drogas, ni en prohibiciones, sino potenciar lo que está al servicio de la libertad humana, de la felicidad personal y de la solidaridad social. El interés de la Iglesia ha de estar en que las personas puedan ser capaces de vivir en libertad y de amar. El tema de “las drogas” se inscribe en un campo más extenso: en el campo de las cosas que pueden ayudar al ser humano o destruirle.

En un sentido la droga puede ser buena. Pero en otro sentido puede convertirse en adicción destructora, el riesgo mortal. En esa línea, la Iglesia podrá decir que lo que destruye al ser humano es malo, lo que le ayuda a vivir y ser feliz, compartiendo la vida con otros, en amor generoso, es bueno.

Para que esto sea posible (para que el consumo de estimulantes sea positivo) resulta necesaria una madurez humana, una buena educación personal (y social) y religiosa. Pienso que por el camino de las prohibiciones no se arregla casi nada (o nada), a no ser en casos extremos. Hay que promover una buena educación cultural y social, poniendo de relieve los problemas y valores de fondo del uso y abuso de las drogas, en el campo médico, psicológico y social.

Volviendo a mi campo, la Iglesia tiene que educar para la libertad radical y el amor, no por prohibiciones, sino por estímulos positivos. Ella tiene que mostrar que el valor más grande vida es precisamente el gozo de vivir y de compartir, frente al cansancio y desánimo que parece extenderse por muchas partes. Ella debe poner de relieve el valor positivo de la meditación, de la purificación mental, del gozo interior, etc.
En ese sentido, la Iglesia no puede empezar siendo enemiga de las drogas, pues lo que ella quiere ofrecer está en la línea de lo que pueden ofrecer algunas drogas (en línea de gozo, de plenitud interior, de mayor solidaridad).


- Drogoteca: Hace poco, un periodista a raíz de un libro publicado sobre la ebriedad, decía que el derecho a la ebriedad es un derecho humano fundamental, y que eran el estado y la Iglesia los que nos privaban de él. ¿Qué opina de ese derecho y de su represión institucional?En la línea de lo que ha comentado antes sobre el infierno, si éste es una consecuencia de la libertad del ser humano... ¿en que medida debería permitírsenos optar libremente?
¿Que valor puede tener una sociedad perpetuamente sobria por obligación legal y religiosa?

– Xabier Pikaza: No sé si la ebriedad es un derecho, ni me interesa saberlo. Lo que es un derecho es la libertad básica, libertad que se puede emplear para el bien y para el mal (en fórmula bíblica), libertad para escoger un camino de vida y para relacionarse con los demás. Dando un paso más, que yo sepa, pienso que la Iglesia no ha prohibido nunca emborracharse y, por lo menos, no ha dicho que la borrachera sea un pecado muy grave (incluido en la gula). Lo que es "pecado", según la convicción de la iglesia, es que un ser humano (hombre o mujer) renuncie voluntariamente a su libertad y su capacidad de pensamiento y de amor.

Para decirlo de un modo personal: Tú tienes el derecho (la libertad) de emborracharte o perder la conciencia normal. Pero, si te haces adicto al alcohol, si optas por una borrachera constante, que te impide ser persona libre, si niegas tu libertad y de alguna manera vas en contra de lo que has querido elegir tú mismo…cometes objetivamente (subjetivamente es otra cosa) un “pecado”. Mirado así, el pecado no está en la droga, sino en la pérdida voluntaria de humanidad (de libertad). No es un pecado para que después te castiguen (para que Dios te mande al infierno), sino un pecado que lleva en sí mismo el castigo, que es la destrucción personal. Uno es libre para elegir y, en concreto para elegir la droga, pero si elige un tipo de drogas y/o de usos puede destruirse.

Creo que el hombre ha de ser libre, incluso para decidir no ser libre (estar siempre emborrachado) o para matarse. En esa línea, el suicidio es un derecho del que no se le puede privar a nadie. Otra cosa es que sea positivo el suicidarse. En ese campo, la Iglesia supone que si un hombre "decide suicidarse" está destruyendo su vida, que es un don que ha recibido de otros, una vida que, en último término, no es solamente suya (sino don de Dios). Así se puede decir que un suicidio totalmente consciente iría en contra del "regalo de la vida" (sería un pecado). Pues bien, a pesar de ello, creo que a nadie, ni a un preso, se le puede quitar el derecho a suicidarse. Lo que hay que hacer es educar para el amor y la conciencia de la libertad, educar para vivir y no suicidarse, educar para la madurez y el gozo.

Pasando al último tema, una sociedad perpetuamente sobria por obligación legal y religiosa me parece una sociedad castrada. Creo, además, que la prohibición sería contraproducente, como en el caso de la Ley Seca, de ciertos estados de USA hace casi un siglo. De todas maneras, el tema es complejo y habría que estudiarlo desde lo que ha sucedido y está sucediendo en diversas culturas, como la musulmana, donde el uso de alcohol está prohibido, mientras la sociedad es mucho más tolerante en el campo de las drogas "blandas".


- Drogoteca: Sabrá que los vinos de la antigüedad, que algunas crónicas dicen que debían ser disueltos en hasta 20 partes de agua para evitar su peligro, contenían drogas de plantas mucho más potentes como vehículo de embriaguez que el alcohol. Pero aunque esto no hubiera sido así, ¿no le parece significativo que el primer milagro recogido en la Biblia que realiza Jesús de Nazareth, lo hace a petición de su madre y es para convertir agua en vino, y permitir así que una fiesta de bodas continúe tomando un psicoactivo?

- Xabier Pikaza: Ya he respondido antes. Vino y drogas han tenido una conexión profunda con la religión que permitido, regulado y "sacralizado" su uso. Los antiguos han sabido que vino y drogas ofrecían unos valores positivos, pero sabían también que pueden convertirse en fuerzas de destrucción. Como se ha dicho desde antiguo, “corruptio optimi pessima" (la corrupción de aquello que es lo mejor, se convierte en lo peor). La droga tiene unos aspectos buenos, pero puede convertirse en lo más destructivo.

En ese sentido, gran parte de los pueblos antiguos han regulado algún tipo de droga o vino, y lo han hecho básicamente en un plano de educación o "institucionalización" religiosa (o cultural). En esa línea ha habido iniciaciones, aprendizajes, acompañamientos, etc. Además, las drogas eran más “naturales”, no tenían el refinamiento y fuerza de algunas de las de la actualidad. Pues bien, ese control o, mejor dicho, ese acompañamiento cultural/religioso de la droga ha desaparecido en gran parte en nuestro mundo moderno.

El peligro de nuestra cultura es que corre el riesgo de dejar a los hombres y mujeres (especialmente a los adolescentes) en manos del riesgo del vino y la droga, sin ninguna iniciación, ni acompañamiento. La droga queda así en manos de la jungla de los deseos y apetencias de los particulares, de manera que los jóvenes pueden beber y drogarse sin iniciaciones, sin controles culturales, rompiendo las medidas. De esa manera, muchos corren el riesgo de volverse adictos o, mejor dicho, dependientes de la droga y del vino hasta extremos de esclavitud y de muerte.

Lo que es malo no es la droga, sino la esclavitud que imponen cierto tipo de drogas, en un mundo condenado a la pura lucha por la supervivencia. De esa forma, vino y droga pierden su función básica, su valor humanizador, y corren el riesgo de volverse destructoras. Por eso, hace falta una nueva iniciación, una nueva formación cultural e incluso religiosa, en este campo.



Xabier Pikaza con "El Chino", 
conocido delincuente charro. ;)



- Drogoteca: Tengo la impresión de que hay una gran distancia entre la praxis y magisterio de la iglesia y la realidad. Usted parece centrarse en la experiencia del amor en todas sus facetas (mucho más cercano al mensaje de Jesús), y también entender que hasta donde le correspondería, la Iglesia debería formar y guiar a aquellos católicos que buscasen la experiencia mística. ¿Dónde se encuentra en la Iglesia esa educación para la experiencia mística? Y hablando de educación, ¿cree que la educación obligatoria en la escuela debe ser laica o debe llevar aparejados valores propios de una religión en concreto?

- Xabier Pikaza: Son demasiadas preguntas para responder brevemente. De un modo telegráfico, te diré que la iglesia debe educar en su mismo espacio vital, es decir, en el ámbito de las comunidades cristianas, sin imponer sobre el Estado (sobre todos) un tipo de enseñanza. Pero la Iglesia no es una institución privada, sino pública. Por eso, ella puede promover espacios públicos de iniciación, sin imponerlos por ley, ni por obligación de Estado.

La escuela es un reflejo de la sociedad y así debe expresar lo que la sociedad quiera, por consenso. Por eso, creo que el Estado puede regular, pero no imponer un tipo de orientación en las escuelas. Por otra parte, el hecho de que las escuelas públicas estatales sean (y deban ser) “laicas” no quiere decir que sean antirreligiosas, ni mucho menos. Las escuelas públicas deben ser lugares abiertos para la educación en diálogo, de manera que en ellas puedan encontrarse y fecundarse las diversas formas de entender la realidad.

No se trata de “ocultar” en la escuela el tema religioso, sino todo lo contrario. Se trata de que la religión entre precisamente en la escuela, donde han de entrar los temas principales de la vida humana, pero no de forma impositiva, sino a través del diálogo y del estudio conjunto. Si dejas la religión fuera de la escuela (de la ilustración, del diálogo) corres el riesgo de crear fanáticos. Entre los aspectos de una buena educación para la humanidad y para el diálogo debería estar en aprendizaje vinculado a la maduración humana. En este plano debería entrar el estudio de las religiones, pero no de un modo confesional, sino de conocimiento y de diálogo en libertad.


- Drogoteca: Le veo vincular el uso de drogas a un contexto, no sólo cultural y por lo tanto variable y redefinido en cada momento, sino también a un contexto sacralizado.
Comenzando con la destrucción del templo de Eleusis y erradicando ese culto, no tengo la sensación de que a la Iglesia le interese o aliente el uso de ciertas drogas, que además de no presentar los peligros de adicción y destrucción psico-física de otras sustancias, su valor radica en la revelación de la experiencia "mística" (independientemente de la orientación religiosa), como son los enteógenos. Drogas como la LSD, los hongos psilocibios, o los cactus con mescalina, producen en un contexto adecuado una serie de revelaciones personales, y no necesitadas de interpretes, de la experiencia divina. ¿Cree que hay cabida en ese contexto para una Iglesia que se erige en poseedora e interprete de la única verdad religiosa?

- Xabier Pikaza: No quiero entrar en este tema de las drogas como medios de experiencia mística, pues ello exigiría un tratamiento mucho más amplio y detallado. Sí, como tú dices, parece que la Iglesia ha destruido algunos lugares y espacio de experiencia “mística” por así decirlo. Pero eso era otro tiempo. En este momento, volviendo a su primera inspiración en Jesús, creo que la Iglesia no puede ni quiere (ni debe) destruir nada, sino ofrecer una experiencia de encuentro con Dios, en clave de fidelidad a los otros y de felicidad. En ese sentido, la Iglesia tiene que ser un espacio de experiencia de felicidad.

La misma Iglesia en cuanto asamblea de creyentes que es, puede valerse de ciertos estimulantes como el vino, pero siempre en la línea de una ampliación de la experiencia (es decir, de la conciencia), en línea simbólica, y de una mayor de fidelidad a los demás. En este campo nos queda mucho por pensar y por hacer. Por eso tendremos que seguir profundizando y dialogando. En principio, no deben condenarse las drogas como tales, pero los mayores místicos han dicho que las experiencias más hondas del misterio se despliegan sin necesidad de estimulantes externos; y han añadido también que esas experiencias están vinculadas no con la destrucción de la persona, sino con su maduración y su capacitación para amar a los demás. Por ahí debería ir la Iglesia, ofreciendo experiencias de liberación para el amor.


- Drogoteca: Para algunos pensadores de distintas áreas, la experiencia religiosa e incluso la aparición de la conciencia humana está directamente provocada por los efectos de ciertos vegetales y hongos. Incluso se postula en algunos casos que el "Árbol de la vida" o el "Árbol del bien y el mal" que se nombra en el Génesis esconde una representación de ciertas fuentes vegetales que producían esa experiencia, y otorgaban un conocimiento superior de la realidad. ¿Lo cree posible?

- Xabier Pikaza: Seré breve. Esa pregunta sería para otra entrevista, pues exigiría muchos distingos. En principio, no sé responder, aunque pienso que el árbol del bien y del mal, no es la droga como tal, sino quizá, la libertad o el deseo de disponer del juicio supremo sobre la realidad.

Por otra parte, como dices, ciertas drogas han podido influir en los principios de la humanidad. Pero creo que el surgimiento de la conciencia es algo más radical, un tipo de mutación total en el proceso de la vida. Creo que en esa mutación hay como un corte: el ser humano se descubre de pronto ante si y ante el mundo… y quizá ante lo divino. Ésa es una experiencia de admiración de la que no hemos despertado todavía. La droga suprema es la vida humana, quizá sin necesidad de drogas exteriores.


- Drogoteca: Para ir terminando, me quedo con una sensación un tanto ambigua. Tal y como usted ha dicho que la Iglesia es o debería ser, sería en esencia un lugar de amor compartido, de ampliación de la propia conciencia, de tolerancia y de entrega a los demás... Vamos, que dan ganas de ir corriendo a pedir el bautismo!!
¿Está usted expresando un deseo o confirmando una realidad? Si el sacramento de la confirmación es la expresión de total unidad con el cuerpo de la Iglesia, y por ende la aceptación y obediencia a sus normas... ¿hasta que punto se puede considerar católico alguien que ni cree en todos los dogmas, ni acepta todas las reglas, ni práctica todo lo estipulado (como ocurre con la inmensa mayoría de los católicos)?

- Xabier Pikaza: He presentado, en parte, eso que llaman un “wishful thinking”, un pensamiento movido por el deseo de lo creo que debe ser la Iglesia. Pero, evidentemente, las cosas son después mucho más complejas y un tipo de iglesia ha corrido el riesgo de actuar como una institución de poder religioso, más que como una comunidad expansiva de amor.

Mira, el centro de la Iglesia son en sentido amplio los mandamientos y en sentido más concreto las bienaventuranzas y el amor al prójimo, vivido en referencia a Jesús.
Por otra parte, la Iglesia oficial dice muchas cosas, regula muchos aspectos de la vida, pero después no impone lo que ella dice. Además, bien mirados, los “mandatos estrictos” de la Iglesia son pocos. Lo que importa de verdad es crear comunión con los demás y amar, es decir, ayudar a los más necesitados. Si esto está firme, las otras cosas son secundarias y la Iglesia lo sabe bien.


- Drogoteca: Le pongo un par de supuestos y me dice usted si serían condenables según las leyes de la Iglesia, y si en su opinión esas condenas serían coherentes con el mensaje de Jesús.
Por ejemplo, una pareja de varones que se amasen, convivieran juntos y ocasionalmente (sin nada que ver con la necesidad o la adicción) tomasen juntos una droga que ampliase su percepción y conciencia, y terminasen la velada haciendo el amor.
Y en cierta distancia con ese ejemplo, otro: un adulto, que cumpliera en su vida laboral, en sus relaciones sociales, en sus deberes, y que de forma totalmente libre, para acudir a una fiesta decidiera tomar cualesquiera psicoactivos le parecieran mejores para disfrutar más de su momento de esparcimiento y embriaguez, nada sacralizada pero compartida con sus amigos. ¿En base a lo dicho, habría algo que condenar en esos actos según la Iglesia? ¿Y cree usted que Jesús tendría algo que condenar en esos comportamientos?

- Xabier Pikaza: Estos son temas para una discusión más amplia. La iglesia oficial acepta el amor homosexual como un hecho, aunque tiende a condenar el “uso” físico de ese amor. Influyen para ello una serie de condicionamientos y tradiciones difíciles de cambiar. Pero muchas personas de la Iglesia, incluso entre la jerarquía, están pensando que lo que importa no es tanto el hecho sino la “calidad” del amor homosexual. Ella tendrá que hacer un largo camino en ese sentido.
Respecto al segundo caso, lo que la Iglesia tiende a condenar es una “adicción destructora”, es la drogo-dependencia de la que he hablado antes. De todas formas, en general, la iglesia es muy prudente en este campo y tiene miedo a que por el camino de la droga se pueda destruir el tejido de la vida personal y de los compromisos sociales.


- Drogoteca: Un viejo amigo común me ha contado que usted ha apoyado activamente a algunos insumisos en el pasado, cuando el servicio militar era obligatorio. ¿Cree que por encima de la ley normativa se sitúa la legitimidad moral de una conducta?

- Xabier Pikaza: La iglesia ha defendido siempre la conciencia por encima de la ley. La ley sólo es obligatoria en la medida en que se expresa a través de la conciencia.

Por otra parte, en el caso del que me hablas, yo considero legítima la objeción de conciencia ante el servicio militar. Sí, actúe como testigo de defensa “religiosa y civil” en algún caso al final de franquismo y me siento contento por haberlo hecho.

Más aún, en esa línea, sería partidario de una objeción de conciencia global… que tendría que hacerse internacional, influir fuera del propio estado, creando redes internacionales de rechazo de las instituciones militares en cuanto tales (no en cuanto al servicio de seguridad). Pero éste es un tema que debería precisarse mucho más.


- Drogoteca: ¿Legalización de todas las sustancia, sí o no? Se sobreentiende que únicamente a disposición de todos aquellos adultos que las solicitaran, en condiciones de calidad farmacéutica y con toda la información accesible para una decisión libre y veraz.

- Xabier Pikaza: No entiendo la pregunta. Creo que no hay que legalizar ni ilegalizar ninguna droga. La ley no debería meterse en este campo, como no se metió durante siglos. La misma ley general, en cuando salvaguarda de la libertad y de los bienes comunes, bastaría para condenar los abusos o casos destructivos de las drogas.
Evidentemente, en este campo es necesaria una educación, como he dicho antes y una conciencia mayor del valor y también del riesgo de las drogas. Habrá drogas que requieran certificado farmacéutico y otras no. Eso deberán determinarlo los antropólogos y los médicos, no el Estado en cuanto tal.


- Drogoteca: ¿Algo más que quiera añadir? ¿Se anima usted a pasar por aquí en unos días y contestar a las preguntas que algunos le pudieran plantear si quieren?

- Xabier Pikaza: Ya he hablado demasiado. Entraré en drogoteca dentro de unos días, a ver cómo piensan los compañeros y amigos del blog. Muchas gracias por haberme invitado a ofrecer mi opinión, que no es “dogma de fe”. No estoy totalmente seguro de lo que digo.

Y como nota final me gustaría añadir que en la vida social son necesarias dos cosas: la fiesta y la profecía, el gozo y la justicia. Una droga/fiesta sin profecía o justicia acaba siendo pura pasividad, escapismo, ceguera o borrachera. Pero la profecía/justicia sin fiesta degenera en pura rabia, en cinismo y en elitismo destructor.


Pues muchas gracias a ti, Xabier, por haberte prestado a este interrogatorio y por haber expresado tu opinión, que sin ser dogma de fe, ofrece muchas líneas de discusión y muchos argumentos a plantearse y debatir. Sabiendo lo limitado de tu tiempo, gracias por regalárnoslo.

Y ojalá tus deseos, tu "wishfull thinking", y esa Iglesia que sería la portadora de un mensaje de amor y con una posición incuestionable al lado del necesitado y defensora de la total libertad del ser humano, sean algún día una realidad palpable y visible.