Aunque apunta a la revista que lo publicó (la felación "periodística" a Babín) se podrían aplicar el texto muchas otras además de la mencionada.
Esperamos que os guste.
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¿Independientes?
Hace unos días salía publicada en una
“revista online” llamada “Independientes” -el nombre trae
cola- una entrevista a nuestro particular y cañí “zar
antidrogas”: Babín.
¿Y quién es Babín? Francisco de Asís
Babín, un conocido de todos por su “inestimable trabajo” al
frente del hispano 'Plan Nacional Sobre Drogas' o PNSD. Antiguo
licenciado en medicina que -ahora- trabaja respaldando como Delegado
del Gobierno lo que el Partido Popular hace y deja de hacer en
materia de drogas. Por otra parte, es de esperar dicha función ya
que es nombrado -desde el gobierno- con el método de la clásica
“democracia digital y tal”: a dedazo.
¿Y quiénes son los de la revista esa
de “Independientes” (escrito “inDependientes”)?
Pues son una especie de gacetilla
prohibicionista absoluta; una de estas publicaciones maniqueas que
tiene bloqueado todo lo que resulte en un aprendizaje que contradiga
el dogmático adiestramiento, que parecen haber sufrido en materia de
drogas. Hablo de adiestramiento y no de formación porque no puedo
considerar que cerrar los ojos a la realidad, o el “di no a las
drogas” como mensaje constante e inalterable, sea formativo ni
tampoco informativo. Eso sí resulta algo a tener en cuenta, al menos
en una presunta “revista”.
Me resulta muy cachondo que la revista
se llame “inDependientes” -supongo que el nombre surgió en un
alarde de ingenio combinatorio de conceptos- cuando de independientes
no tienen nada, al menos como informadores. ¿Por qué? Para empezar
cuando aterrizas en su página, te encuentras un claro anuncio de un
premio que, en su corta existencia, ya han recibido. ¿Cuál? Pues
uno de los nada ideológicos “Premios Reina Sofía CONTRA las
drogas”, en el año 2013. ¿Recibir un premio hace a alguien
dependiente? No, pero si el premio es CONTRA las drogas, ayuda a
dilucidar por donde van sus tiros (y no son como los nuestros, no).
Vale, ¿y qué más?
Pues luego miras la sección de
publicidad, y te encuentras la habitual “carga” en este tipo de
webs: asociaciones “CONTRA la droga”, grupos de tratamiento para
“adictos” a alguna droga y, cómo no, las omnipresentes clínicas
y centros -privados- donde se desarrolla otra parte de lo que es “el
negocio de las drogas”. Una cara menos identificada del negocio de
las adicciones, porque realmente son eso: negocios montados sobre las
adicciones de otros. ¿Y acaso tener publicidad te condiciona
inevitablemente en tu trabajo como “periodista”? No tiene por
qué, pero está claro que la gente se anuncia donde va a encontrar
una narrativa similar a la suya, sólida y sin medias tintas: CONTRA.
¿Alguna cosita más para señalar esa
presunta falta de independencia? Pues bueno, hay un detalle más que
me sorprende y que sí que tiene relación: si pagas una cuota puedes
publicar textos en dicha revista. ¿Pagar por publicar? Ufff. Sí,
pero además no puede ser cualquier cosa, ya que tiene que estar en
sintonía con su línea editorial: eufemismo para decir que no
publicarán un texto tuyo que les lleven la contraria.
¿Independientes? Que lo juzgue cada uno, que yo prosigo con el
asunto de la entrevista.
Lo primero que veo es un titular
extraño:
“El 70% de los padres están en
contra de que sus hijos empiecen a fumar, solo el 37% de que sus
hijos empiecen a beber”.
Asumiendo su retórica polarizante
(estar en contra/estar a favor) me pregunto quiénes son ese 30% de
padres que son tan miserables como para estar a favor de que sus
hijos fumen. De igual forma me preocupan ese otro 63% de padres que
están a favor de que sus hijos empiecen a beber: vaya familias que
tenemos en España si hacemos caso del simplón retrato. Pero, como
es una entrevista (supongo), no viene ningún enlace a un estudio
para comprobar cómo se han obtenido semejantes datos, así que me
quedo con la duda: ¿eran padres o concursantes de “Gandía Shore”?
La siguiente frase que uno se encuentra
leyendo es de premio, ciertamente:
“Los déficit de atención de la
población que consume con gran frecuencia cannabis, al final afectan
a la economía conjunta de toda la sociedad”.
Dicho de otra forma, adoptando también
el cómodo simplismo de la fuente original: “la economía de todo
el país se resiente por vuestra culpa, jodidos porreros, que andáis
en las nubes”.
Lo siguiente que hago es prepararme
para lo que viene. Lo sé, soy masoca. Me gusta leer estas chorradas
desinformativas para sentirme un rato prohibicionista e imaginar eso
de tener la verdad absoluta, -sin haber recorrido el camino de la
experiencia del descubrimiento directo- y con un sesgo que no permita
ver que “su modelo represivo-preventivo” no ha causado más que
sufrimiento y desprotección. Y, si atendemos a las cifras, un
aumento generoso de consumidores de casi todas las drogas en los
últimos 20 años en los que hemos venido sufriendo la propaganda
prohibicionista en lugar de una formación útil.
Me preparo y observo que, más que una
entrevista, es un poco el prepararle el discurso al entrevistado cual
amistosa felación. Nada de preguntas incómodas, nada de
cuestionamiento de los datos, nada de roce curioso y preguntón:
sumisa copia y reproducción del discurso oficial del zar antidrogas,
como si fuera el líder supremo norcoreano. De 9 “preguntas” -en
realidad introducciones a su discurso- hay 5 CONTRA el cannabis, 2
sobre cuestiones legales, institucionales o normativas y 2 más
genéricas para relleno.
Me pongo a ojear por encima y pronto
salta a la vista la primera de las típicas aberraciones informativas
que arrastra esta gente: no son capaces ni de nombrar adecuadamente
los asuntos que quieren tratar. Desde la revista introducen el
discurso de Babín con esto:
“Cuando se habla de que el cannabis
es una sustancia natural es muy discutible porque en muchas ocasiones
se está consumiendo cannabis sintético con altos porcentajes de
THC.”
¿Cannabis natural vs. cannabis
sintético?
¡¡MEEEC!! No existe el “cannabis
sintético” y, aunque la prensa más generalista habla de
“marihuana sintética”, unos supuestos “profesionales” del
las adicciones -drogabusólogos más bien- no pueden inducir esos
errores: la llamada “marihuana sintética” es una mezcla de
plantas, que no son cannabis, con drogas sintéticas, que tampoco
salieron del cannabis. Mal empezamos con los del premio Reina Sofía
y la ciencia; no se deben llevar bien.
Al final, la penosa preguntita, termina
hablando de THC -lo único de todo lo dicho que realmente tiene que
ver con el cannabis- mientras habla de ese inexistente “cannabis
sintético” en una tendenciosa mezcla que no sirve para informar ni
educar, sino sólo para confundir y asustar. Tal vez no debo achacar
a la malicia lo que puedo achacar a la ignorancia, pero habría que
ser demasiado ignorante, tratándose de verdaderos profesionales del
asunto. Seguimos, porque la respuesta también se las trae.
Se arranca Babín con un alarde de
respuesta técnica, que nada tiene que ver con lo sintético pero al
no haber ninguna corrección del error, hace que parezca asumido como
dato cierto. Tal vez lo asume como cierto; a saber, que son muy suyos
los del PNSD. El zar contesta:
“Concentraciones del 14, 15 y 16 %
[de THC] que van a producir muy fácilmente una adicción.”
No sólo da por bueno lo dicho en la
pregunta, sino que ya da números y los vincula con la adicción
-supuesta- al cannabis. ¿De dónde salen semejantes datos? ¿Quién
ha establecido que exista una correlación de causalidad entre esa
hipotética adicción y esos números? A mí me da que esto no
funciona así: que tenga mayor porcentaje de un determinado principio
activo hace que necesites menos cantidad para conseguir los efectos
que buscas, no que tengas que fumar más.
Es algo tan simple como que cuando
alguien se emborracha, lo puede hacer con cerveza de un 4% de alcohol
etílico, con vino de 12%, con destilados -como el whisky- de un 40%
o con licor de patata de 90%: da igual, porque lo que importa es la
cantidad total ingerida de etanol. Pero mientras que se nos considera
suficientemente adultos como para saber que tomarse 4 vasos de
cerveza no tiene el mismo efecto que beber 4 vasos de whisky, nos
consideran incapaces de saber que de una yerba que es del doble de
potente que otra -para conseguir similares efectos- debemos fumar la
mitad. Tal vez -en realidad- ellos no se ven capaces de seguir esa
simple “regla de tres” y piensan que todos los demás sufrimos el
mismo problema. Voy a dejarlo en tablas -esta vez- aplicándoles el
“principio de caridad”.
¿Qué más dice? Pues dice que no
podemos discutir que “las drogas dejan a muchas personas en muy
malas condiciones” y que -partiendo de ahí como premisa validada
por él mismo- hay que definir la política de drogas en atención al
“daño a terceros”.
¿De qué habla este señor? ¿Daño a
terceros por usar cannabis?
Sí, se refiere a los accidentes de
tráfico que -últimamente- se señalan como causados por el
cannabis: que nos den la lista de accidentes que tienen al cannabis
como única droga y podremos comentar la realidad y no una imagen
estadística totalmente -y puede que intencionalmente- borrosa. Se
refiere a eso y a lo que dije antes: ¡¡estáis en las nubes fumando
petas, eso repercute en nuestra economía y acaba afectando a
terceros!! Y que está por delante el derecho de la sociedad en su
conjunto frente a los derechos individuales de los fumetas, que somos
malos para la economía por lo visto. En breve culpan al cannabis de
la crisis y el paro; sólo hay que darles tiempo.
¿Hay algo de interés en la
entrevista? Bueno, si te gusta echarte unas risas puede que sí. Por
ejemplo, esté licenciado en medicina, argumenta que en el examen del
MIR una pregunta tiene como respuesta “el cannabis” y que eso da
fe de su peligrosidad.
Vale. Que es licenciado en medicina,
sí, pero si supierais lo poquito que quiere decir eso -yo mismo
tengo una matrícula de honor en “Farmacología de la adicción”-
y lo poquito que en realidad saben los médicos -sin una seria
especialización sobre drogas- le daríais el mismo valor a una
preguntas sobre drogas recreativas en el examen del MIR que a un test
de la revista “Cosmopolitan”: no hacen sino reproducir el
prohibicionista discurso oficial. Miento: la “Cosmopolitan” no es
tan retrógrada como el PNSD o la enseñanza oficial.
¿Y cuál es la guinda del pastel?
¿Queda algo para el postre?
Pues sí, que aunque son pocas
preguntas no han descuidado aprovecharlas para hacer catequesis
-repito que lo suyo no es la formación científica- y el encabezado
de una respuesta que da nuestro amigo el Zar Babín, por desgracia,
es de traca final. La pregunta no esconde la mano en sus intenciones,
es simple y está mal redactada (sí amigos, cuando alguien os diga
que es periodista, aunque tenga la carrera, tomadlo con pinzas hasta
leer qué y cómo escribe):
“¿Cuáles son las consecuencias de
los actuales consumidores de cannabis?”
Errr... ¿consecuencias de los actuales
consumidores?
Bah, si les da igual que suene tan mal
como una traducción del Google Translator, ya que de cualquier forma
Babín acabará metiendo su mensaje, y punto pelota. Aquí va la
perla:
“Pues si han empezado a consumir en
la edad adulta, seguramente no tendrán ningún problema, suponiendo
que no se queden en una cuneta en un accidente de tráfico o que no
se lleven por delante a otra persona y acaben en un presidio.”
¡Ahí tú, campeón!
Mi concepto de “no tener problemas”
-de momento- incluye no tener accidentes de tráfico, no llevarme a
nadie por delante, no acabar en el talego y, sobre todo, no quedarme
en una cuneta; aún me queda guerra que dar. Pero salvo esos pequeños
detalles, seguramente no tenga ningún problema por.... ¿¿¿fumar
porros??? Había olvidado ya de qué hablaba este caballero.
No creo que nadie -en su sano juicio y
que no viva de la guerra CONTRA las drogas- tenga relacionado el
cannabis con accidentes de tráfico, quedarse en la cuneta o llevarse
por delante a otros. Desgraciadamente lo de cárcel -o las multas que
te hacen insolvente de por vida- nos suena más cercano al colectivo
cannábico: ¡¡Pannagh somos todos, bastardos!! [Nota del autor:
disculpas, pero tenía que decirlo.]
Lo que ya es el contrapunto final -como
ese toque salado en mitad de un plato dulce- es la frase que viene a
continuación, y que en teoría salió de su boca. La biología nos
asegura que, antes de soltarla, la tuvo que pensar primero en el
cerebro. Aunque algo pudo fallar (en la habitual línea editorial):
“Desde el punto de vista de su salud
individual, seguramente, la inmensa mayoría [de consumidores de
cannabis] no tendrán ningún problema.”
Exacto, tronco.
La mayoría de consumidores de
cannabis, ni desarrollan un comportamiento adictivo -obsesivo, a mi
entender, más bien- ni tienen especiales problemas de salud. O lo
que es igual a decir que a pesar de todo, de sus campañas, de sus
fundaciones y asociaciones subvencionadas año tras año con el
dinero de todos, de su incorrecto mensaje, de su moralina palpitante
y de la represión con multas y cárcel, el cannabis y su consumo no
parecen ser un problema preocupante de salud para sus usuarios. Ojos
como platos me deja Babín, permitiendo que tras su mensaje -es su
trabajo, no es nada personal- se le escape la verdad. Y yo, ese dato,
no se lo voy a discutir para que no digan que voy a malaostia.
Finalmente lo único que añade es que
se ha creado un nuevo organismo en esto de las drogas, bajo control
de ellos mismos, y eso es algo que salió en el BOE ya. Para terminar
ya sólo me queda preguntarme -casi a modo de curiosidad matemática-
cuántos puestos de trabajo se pueden generar alrededor de la guerra
CONTRA las drogas. Y es que el número “tiende a infinito” o
-como poco- “a demasiados”, cuando nuestros recursos económicos
como sociedad para pagar y atender asuntos más básicos -por
ejemplo, mantener comiendo y con techo a la población sin trabajo-
merman cada día sin perspectivas firmes de mejora.
Lo sé. Comencé con mucho humor y
acabo, como casi siempre, cabreado. ¿Qué cojones hace el estado
gastándose nuestro dinero en estos “expertos en adicciones y
dependencias”? Reconozco que -en cierta manera- son expertos en ese
campo: lo suyo es la absoluta dependencia del sistema, envueltos
desde hace décadas en la bandera de la lucha CONTRA las drogas.
¿Qué es adicción?
Me preguntas mientras trincas,
del dinero de todos,
y llenas de pasta tu baúl.
¿Qué es adicción?
¿Y tú me lo preguntas?
¡Adicción... eres tú!