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lunes, 1 de enero de 2018

SERIE DROGOTEST II: La química del drogotest.

Este texto fue publicado en la revista Soft Secrets dentro de la serie Drogotest, bajo el pseudónimo "Drogodogo" (al parecer mi trabajo era bien recibido pero no que firmase con mi nombre, pero aún así el proyecto me resultaba inicialmente interesante y acepté usar "Drogodogo"), y esperamos que os guste y os ilustre.

Este 2018 va a ser un año complicado en todos los aspectos del cannabis, y los que más lo vamos a sufrir somos los usuarios y cultivadores. La persecución policial del cannabis, la engañosa imagen que la "prensa seria" da del asunto, la también engañosa imagen que la "prensa especializada" (prensa cannábica) da también de los "avances" producidos en la evolución legal (cómo nos venden la moto), y el asalto económico al bolsillo del ciudadano vía drogotest, son algunos de los frentes que sufrimos y que no tienen pinta de mejorar, salvo tal vez el asunto del drogotest ahora llevado hasta el Tribunal Constitucional y pendiente de resolución.

Mis mejores deseos para dicha iniciativa: hay que acabar con esa perversión que policía y estado nos venden como seguridad vial aprovechándose de la falta de conocimiento en estas áreas de la mayoría de la gente.
Y pronto.

Empezamos este 12º año de blog, y esperemos que en el 13º podamos decir que ha muerto el monstruo en alguna sala del Constitucional.

El primer texto de esta serie, publicada íntegra en Soft Secrets España, lo podéis leer aquí:
Serie Drogotest I.


*.*.*

Como ya comentamos en el número anterior, el desembarco de los drogotest en nuestro país -especialmente de la forma en que se está produciendo en estos momentos en que grandes cantidades de estos dispositivos están siendo adquiridas por las policías municipales de pueblos y ciudades- no se debe a cuestiones meramente relacionadas con la seguridad vial y la necesidad de rebajar el número de accidentes, sino a un objetivo claramente recaudatorio en el que se obvia la función de control por seguridad y se prima la de “acertar con el positivo”, provocando esto que los usuarios de cannabis (y también sus acompañantes o quienes convivan con ellos, según me indicó la policía en una de sus incursiones con drogotest sobre mi persona) sean el target preferente en la caza del “ciudadano dopado”.




Apuntando con precisión, el abogado -especialista en derecho y drogas- Héctor Brotons, señalaba en la pasada edición que la constitucionalidad de este Real Decreto Legislativo 6/2015 de 30 de octubre que aprobaba el texto refundido sobre la Ley de Tráfico, está abierta y puesta en cuestión desde que un juez advirtió que un par de artículos (los esenciales) no podían ser garantizados por el drogotest, ya que este determina la presencia de droga en el organismo pero no la afectación del mismo y en la misma ley se observa cómo el consumo queda permitido a otros, sancionando solo la afectación si es determinable. Eso sitúa -como bien dice el jurista- en el “principio del fin” el momento de esta ley: es sólo cuestión de tiempo que otros afectados de forma injusta por esta norma se rebelen contra ella y apelen a su inconstitucionalidad para poder defenderse de forma justa.





Y vamos a ver, sin más dilación, cómo se “estira” la química -hasta casi lo infinito- para hacer la magia que suena bien en todos los sistemas de recaudación: que llueva dinero, que para eso se invierte primero...


¿CUÁNDO DARÉ POSITIVO EN UN DROGOTEST?

Vamos con la pregunta del millón -o de los 1000 euros y 6 puntos- para ir aclarando las cosas. Dar positivo en un drogotest, de tipo reactivo como los usados hoy día por las policías, no equivale a estar afectado por una droga y tampoco haberla consumido de forma directa, ya que lo que se detecta es la presencia de un compuesto similar al buscado (de ahí los falsos positivos químicos de esos test, no son 100% exactos y necesitan análisis posteriores). 

Al menos en dos ocasiones, la propia policía me ha confirmado que han vivido casos en que los acompañantes daban positivo también sin ser consumidores y tampoco podían hacerse cargo del coche, ya que para ello debían estar “legalmente limpios” de toda molécula prohibida o parecida en sus cuerpos, y el drogotest decía que no era así.

Darás positivo en un drogotest cuando en tu cuerpo, bien sea por consumo crónico o puntual, elegido o inadvertido, prescrito por un médico o no prescrito, existan cantidades detectables de alguna sustancia buscada. En el caso que nos ocupa, el cannabis, los límites de detección comenzaron estando establecidos en 30 nanogramos por cada mililitro de saliva como concentración mínima para que se iniciara el procedimiento, dentro del cual se realizaba una segunda toma que conllevaba una segundo análisis para determinar la cantidad exacta y, de esta crucial forma, vincular de forma presuntamente objetiva esa tasa con una afectación concreta.

¿Y qué es un nanogramo? Pues un nanogramo es la millonésima parte de un miligramo, y en un grano de sal habrá unos 50.000 nanogramos, para que te hagas una idea. 

Es una medida muy pequeña, pero como podremos observar las hay mucho menores, como el picogramo con el que ya nos amenazan desde algunas instituciones de rol colaboracionista con estos neo-recaudadores: una milésima parte de un nanogramo como nuevo campo de juego para el nivel de detección... ¿eres siquiera capaz de imaginarlo?

Hace unas semanas se publicaba en los periódicos locales de Salamanca una noticia que advertía de la enorme inversión que estaban realizando desde la policía del Ayuntamiento de Salamanca y la Universidad de Salamanca (USAL), para adquirir una maquinita conocida como “espectrómeto de masas de triple cuadrupolo” y que vale 215.000 euros nada más. Digo nada más, porque eso se paga con 215 multas simplemente... a 1000 euros la multita: ¿vais pillando cómo va el asunto?






Volviendo a nuestra querida planta, el límite de 30 nanogramos, que si bien no era algo ideal -ya que no implica una afectación tampoco- parecía ya suficientemente sensible, de repente -y en especial desde hace una década- se les quedó pequeño. 

De ahí se saltó en pocos años a una sensibilidad 3 veces más grande, con lo que se empezaron a detectar muchos más positivos químicos que nada tenían que ver con la realidad de lo perseguido por una ley de seguridad vial: 10 nanogramos por mililitro de saliva. ¿Y qué supone esto? Un engaño, ya que se está forzando la química y los análisis para conseguir tasas de sancionados que alimenten económicamente las arcas de los que disponen estas pruebas usadas de forma indiscriminada y torpe.

Si antes resultaba posible dar positivo por THC en un control de drogas, simplemente por haberse fumado un porro la noche antes (en el caso del THC, su naturaleza química le hace ser muy lento de eliminar del cuerpo aunque no presente efecto alguno), ahora esa posibilidad se volvía tremendamente real. Los gráficos con los que los vendedores de estos aparatos se mostraban “legítimos” indicando que sólo perseguían ciertos consumos inmediatos y relacionados temporalmente con la conducción resultaban venirse abajo de golpe, ya que el periodo ventana del que hablaban de 6 horas, quedaba extendido ampliamente por el aumento de precisión del drogotest.

Pero eso ocurría antes del año 2010, y el límite de 10 nanogramos por mililitro se les volvió a quedar pequeño, ya que si aumentaban el nivel de detección para el THC perdían clientes porque recaudaban menos, así que en una clara estrategia empresarial y que nada tiene que ver con la seguridad vial, rebajaron aún más el nivel para pillar a más inocentes ciudadanos (inocentes porque no violaron ningún precepto ni el positivo en el test implicaba afectación alguna, ahora ya menos que antes) y lo dejaron en los "oficiosos pero no oficiales" 5 nanogramos por mililitro de saliva.

Sin embargo es público -por los informes emitidos de su propia mano empresarial- que el producto es capaz de detectar concentraciones tan bajas como 2'1 nanogramos por mililitro de saliva, mientras la Unión Europea recomiendo fijar el punto de corte para el cannabis en 27 ng/ml.

Hablando claro: hoy día si eres sometido a un drogotest traidor, podrás dar positivo en THC con 15 veces menos cantidad de THC que hace 10 años con la misma prueba

Si en origen se afirmaba que estos test sólo afectaban a un periodo no superior a las 6 horas en su detección, es bastante lógico comprender que este periodo posible de detección en saliva se haya ampliado también de forma descomunal, y más si atendemos a errática naturaleza de los principios activos del cannabis en los diferentes organismo humanos. 

Si antes decían 6 horas, ahora es razonable pensar que abarcan más de 24 horas dada la farmacocinética del THC. ¿Daré entonces positivo con el porrito de buenas noches al día siguiente? Sí, es muy probable que así sea si el test que te aplican resulta ser de los de última adquisición por parte de las policías.

Y también tu pareja puede dar positivo si estaba en la misma habitación y respiraba el mismo aire, ya que el nivel de detección bajado hasta esos límites de la química extrema es capaz de detectar lo indetectable hace unos años. Pero no olvidéis que lo que detectan no es la afectación, y eso es lo que originalmente persigue la ley de seguridad vial, ahora abierta en su constitucionalidad.


¿POR QUE EL DROGOTEST 
NO ES FIABLE 
NI PARA INDICAR EL TIEMPO?


El cuerpo humano es una maquina químicamente muy compleja, que por ello sus procesos biológicos y químicos resultan diferentes en diferentes sujetos, si bien dentro de ciertos patrones generales que nos unen como especie. 

La forma de metabolizar las distintas sustancias en nuestros organismos varía por cuestiones de idiosincrasia individual derivadas de la dotación genética, del medio en que se encuentra y de sus circunstancias puntuales como “bio-laboratorio”. 

En dicho laboratorio humano se realizan millones de reacciones químicas al segundo, que van desde el intercambio de gases realizado en los pulmones y que nos permite seguir respirando a la transformación del alimento en energía y nuevos bloques para construir tejidos, y que se afectan unos a otros indefectiblemente. 

Por eso, existen alimentos que pueden interaccionar con algunos fármacos o drogas, aumentando o disminuyendo su efecto al aumentar o disminuir las concentraciones disponibles en los fluidos corporales. También esto puede ocurrir entre distintos fármacos, o incluso sin el concurso de un agente externo -bajo fiebre o enfermedad- y en muchas otras circunstancias en que nuestro cuerpo decide actuar de otra forma, como puede ser ante una noticia traumática en el que nuestro propio comportamiento se ve alterado, y eso tiene un correlato bioquímico.

Por ello, la eliminación del THC -y la velocidad y tiempos a la que esto ocurre en tu cuerpo- no tiene porque nada que ver con la de otra persona, y se ve afectada por factores que no se pueden ni medir ni tener en cuenta a la hora de evaluar una conducción bajo la influencia de una droga, como es el caso.

Esto quiere decir que la ley afecta de forma distinta a mujeres que a hombres, a usuarios puntuales que a usuarios crónicos, a usuarios lúdicos o terapéuticos, e incluso a grupos tan llamativos como personas más gordas y personas más delgadas, ya que el tejido adiposo o graso juega un papel fundamental en la cadena de eliminación de los metabolitos del THC. 

Las diferencias químicas entre personas, convertidas en diferencias prácticas ante las leyes sancionadoras: esto no puede obviarse si se pretende legislar con justicia y no con arbitrariedad.

Esto ha llevado a que los fallos que no reconocen los propios interesados -las policias de cada país en su estudio ESTHER, que afirman que el producto tiene un 100% de aciertos- se hayan visto expuestos por boca del propio “Omsbudman” o “Defensor del Pueblo” en Finlandia con una realidad bien distinta que mostraba que “como mínimo un 10% de los positivos eran falsos” (ya sólo a nivel químico y sin entrar en lo incorrecto de lo detectado). 

Esto se produjo tras recibir cientos de quejas de ciudadanos-víctima sancionados injustamente y usando el test como base para un castigo que afirmaban que los resultados estaban fuera de toda lógica, y el Instituto Nacional de Salud finés se encargó de comprobar que los resultados no tenían demasiada validez científica haciéndolo notar en su preceptivo informe y señalando así mismo lo errático de los resultados para cannabis, cocaína y opiáceos que quedaban al desnudo cuando se aplicaban análisis de calidad y no drogotest rápidos y poco fiables como los actuales test rápidos usados por la policía.

En el propio mensaje emitido por el representante finlandés se aconseja a los cuerpos de policía que usen dicho aparato que no confíen demasiado en él a la hora de establecer una “conducción bajo la influencia” o afectación de drogas, ya que el aparato se entiende allí que es un aporte indiciario pero no probatorio y es el policía quien evalúa la afectación para el tráfico. Y resulta obvio que si el drogotest es un saquito de errores y falsos positivos químicos, que no sirven para establecer con certeza una conducción afectada por las drogas allí, tampoco lo son aquí en nuestro país por mucho que los que “hicieron sus propios estudios” al respecto se empeñen en repetirlo.


De hecho, la aportación hispana a dicho estudio, vino de la mano de un conocido policía -especialmente de unos años a esta parte, por su apoyo a la violencia usada contra ciudadanos en las fuerzas de policía- y cuyo currículum no es precisamente el de un científico, ni tampoco el de una persona que inspire confianza alguna, pero llegamos al final y eso os lo contaremos el próximo número.


PS: Acabo de ver que la revista Soft Secrets, esta REPUBLICANDO mis textos en digital, pero que está cambiando el autor por alguien totalmente desconocido, de nombre "Kevin", y que nada tiene que ver con la realidad.




Si es porque les da miedo que les relacionen con Drogoteca -de ahí lo del nick Drogodogo que tuve que usar- el miedo es libre...

Pero no la legislación al respecto.
Que se atengan.


 


PS: El siguiente texto, de esta serie, lo podéis encontrar aquí... http://drogoteca.blogspot.com.es/2018/01/serie-drogotest-iii-quien-es-el.html

lunes, 27 de noviembre de 2017

SERIE DROGOTEST: ¿Cómo funciona y qué es?

A finales del año 2016, inicié esta serie en la Revista Soft Secrets, con la que fuimos repasando de forma exhaustiva todos los aspectos relativos a las pruebas de drogas en carretera, desde su funcionamiento a la compleja historia que existe detrás de su desarrollo y de los "estudios" (por ser generoso y llamarles algo que no sea un insulto) que se suponen que los fundamentan.

Cuando acepté el encargo, no esperaba que fuera a encontrarme tanta mierda. Tras haberme pasado meses leyendo textos relativos a los drogotest en España, tengo claro que si no hay una serie de artículos en la portada de algún periódico explicándole a los ciudadanos "el fraude de los drogotest" pero no sólo en su defectuoso uso y mal funcionamiento, sino la de mierda que hay detrás asociada a las compras de estos dispositivos y las elecciones relativas a estos asuntos, y que se ha extendido por toda España cuando las policías locales -con el beneplácito de los ayuntamientos- han visto en el drogotest la máquina perfecta para recaudar dinero salvajemente, y a ella se han entregado.

Y como todos estamos concienciados de que en la carretera no se puede conducir cuando no se está en condiciones, y eso implica a la mayoría de las drogas en las primeras horas de consumo al menos (pero no a todas ni a todas las personas), nadie se atreve a levantar mucho la voz, no siendo que además de la sanción administrativa le caiga también la sanción social...

No es coña; hace poco leí un estudio que explicaba que la primera razón para no beber alcohol al volante en un país del norte de Europa, eran no ya las sanciones y multas, sino la sanción social (lo mal que la gente lo ve y percibe). Y eso, claro, se consigue con educación y no con represión.

Aquí está el inicio de la serie cuyo último capítulo, el sexto, sale en la revista de este mes. Esperamos que os guste y os aclare las ideas sobre este asunto, turbio y poco claro como forma de que el ciudadano no pueda defenderse de una agresión calculada y premeditada como es el drogotest usando a la española.

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¿Qué es y cómo funciona un drogotest?

Iniciamos en Soft Secrets una serie de artículos -con datos e información exclusiva- sobre uno de los instrumentos de represión y extorsión económica más empleado contra los usuarios de cannabis: los test de drogas -usados por las distintas policías del estado (por seguridad, dicen)- y conocidos coloquialmente como “drogotest”. Teníamos la seria sospecha de que el asunto de los test de drogas sobre el cannabis, resultaban en miles y miles de sanciones totalmente injustas y en daños causados por falsos positivos. Ellos, en base a esos test, retienen tu coche y pasas a ser propuesto para sanción mientras te ves forzado a dar tus fluidos corporales, sin importar si tu madre está muriendo y vas al hospital o si nace tu hija y vas al parto.

Así que soltamos a Drogodogo, uno de los sabuesos más obstinado que conocemos, tras la pista de este asunto -que huele realmente mal- y volvió impresionado de todo lo que encontró y sigue encontrando, especialmente ahora que existe un plan para dotar a todas las policías locales de España con estos instrumentos de recaudación coercitiva del estado. Los drogotest son vendidos a las instituciones como “una maquina segura para recaudar grandes cantidades de dinero de los usuarios de cannabis especialmente” -es lo que son- mientras que las instituciones que los adquieren, nos las venden al gran público como un ímprobo esfuerzo por darnos seguridad en la carretera, siendo totalmente falso como iremos probando a lo largo de esta serie.

Somos cientos de miles los sancionados cada año en España por la simple tenencia de un canuto (aunque incluso les vale que el grinder tenga restos) y, desde el último cambio en las regulaciones y sanciones relativas al tráfico de vehículos, también por haber consumido horas o días antes (incluso por haber estado sentado respirando al lado de un fumador) aunque no tengamos el menor rastro de efecto. 

Este punto, encontrarse bajo sus efectos de forma incapacitatoria para la conducción, era un requisito para poder ser sancionado, que el gobierno del Partido Popular se encargó de eliminar con la modificación del código que sufrimos hace un par de años. Desde ese día, no es necesario que estés afectado por cannabis o THC y, aunque la policía reconozca -a mí me lo puso la propia Guardia Civil de Tráfico, por escrito tras hacerme el test y emitir la “propuesta para sanción de 6 puntos y 600 euros” de multa- que estás en perfecto estado para la conducción, da igual: serás sancionado. 




¿Qué sentido tiene sancionar a alguien que la propia Guardia Civil -suponemos que capacitados para reconocer esas cosas- admiten que estás bien y te entrega el coche para que sigas conduciendo? ¿Nos hemos vuelto locos? No. Es que no es por seguridad, es por recaudación...

Una compleja recaudación, que en vista de los resultados, está siendo más que interesante de aplicar, para rellenar -a base a asaltos sin ética alguna- las arcas públicas, vaciadas previamente -también- a base de asaltos. Desde Soft Secrets estamos dispuestos a exponer a la luz, con sus propios documentos -disponibles a todo el público- y con algunos “no tan disponibles” que hemos conseguido y que son “material sensible” (del que esperamos conseguir mucho más). 

Como no somos amigos de lanzar opiniones sin respaldo claro -buscamos manejar exclusivamente datos- os iremos explicando, desde ahora y en las sucesivas entregas, todo lo que está implicado en el proceso del “drogotest” en sí mismo (su funcionamiento, sus fallos, sus trampas, sus malas intenciones, etc.) y también de las cuestiones que son ajenas al proceso “técnico” en sí mismo, y que constituyen un flagrante engaño a toda la ciudadanía es víctima del mal uso -intencional- de estos drogotest. Por último -antes de meternos de lleno a destripar la fraude económico y moral de estos drogotest- queremos hacer notar que encontrar información relevante -sobre este preciso asunto que, sin embargo, nos afecta a todos- es complejo porque está “enterrada” entre datos poco útiles y cuando existen estudios, que podrían aportar datos capitales, resultan provenir de “parte interesada” o realizados por “científicos en nómina mediante subvención” o directamente los cuerpos de policía que quieren usarlos, y para más INRI dichos resultados no se encuentran disponibles al gran público, pero son un argumento clave en los dossier con los que seducen a las administraciones, en una compleja historia de amor por el dinero público y el poco que queda aún en el bolsillo del ciudadano-víctima.

Empecemos, pues, por el principio: ¿qué es un drogotest exactamente? Un drogotest es un dispositivo preparado para que se produzca en él una reacción química, al contacto con nuestra saliva o sudor, que denotará si en el fluido usado hay una “cantidad suficientemente alta para ser detectada” de la droga que sea, en este nuestro caso, el THC del cannabis.

Los drogotest más usados ahora mismo por las distintas FFCCSE son dos modelos distintos, conocidos como el Dräger 5000 y el DrugWipe, del que existen distintos modelos “ajustados oportunamente” a las necesidades de cada lugar. Para entendernos mejor, el Dräger 5000 era el modelo “antiguo” y cuyo coste resultaba -supuestamente- algo prohibitivo, por lo que aunque sigue en nuestras carreteras este armatoste con impresora (su mejor funcionalidad) iremos viendo cómo se extingue poco a poco, dando paso a su competidor barato.  

Por el contrario, el DrugWipe -sea de la marca y modelo que sea, porque ya existen varias en dura competencia- resulta bastante asequible económicamente y va a ser el método de detección de drogas en carretera que se extenderá en pocos meses por las policías de prácticamente todo el país, con especial énfasis en las policías locales o municipales (en futuras entregas, explicaremos el porqué de ese y otros detalles).




Los drogotest actuales funcionan mediante una serie de reacciones químicas dentro del tipo de análisis conocido como inmunoensayo. Fue una técnica que ganó el premio Nobel y que tenía un alto grado de precisión (cuando es aplicada correctamente y en comparación con lo que eran los estándares de la época) pero que -como todos los test de tipos reactivos- tiene un margen de errores conocidos como “falsos positivos”, en los que otra molécula que no es la buscada, produce una reacción similar a la esperada para la droga. 

Estos falsos positivos, por los que cualquier ciudadano pasa a verse envuelto dentro de un proceso en el que se le retiene, se le priva del derecho a conducir y, como ya hemos dicho, procan cosas como que aunque pase un día y esté en perfecto estado para conducir (en caso de que no lo estuviera 24 horas antes) tampoco le devolverán el coche porque su cuerpo seguirá dando positivo, hasta que presente a otra persona que se haga responsable -legalmente- de la retirada del mismo, previo pago de la parte de “sanción” que corresponde a la grúa y retención del automóvil, y que va “aparte” siendo pagada tanto si el análisis final determina que era una sustancia prohibida, como si determina lo contrario. 

Aunque es cierto que -en caso de un falso positivo- tendríais el derecho a pleitear para que os devuelvan dicho dinero, los posibles costes legales superan con mucho el daño económico causado, de manera que es algo que posiblemente quede en la más absoluta teoría sin aplicación práctica.

Este porcentaje de errores de los drogotest, conocidos como “falsos positivos” oscila sobre 2% de casos -datos ofrecidos en la revista “Autopista”, septiembre del 2012- y el algo menos del 5% (el producto Wipe asume un “éxito” superior al 95%, que es otra forma de decir lo mismo) y no varía esencialmente entre uno y otro método de análisis (no existe un test de este tipo que no tenga un margen de fallos, es inherente al propio método), a pesar de notables las diferencias técnicas entre ambos dispositivos. 

Dicho de otra forma: de cada 50 personas a las que inmovilizan su coche, una o dos personas según sus datos lo son “en falso positivo”. 

También al contrario ocurre: puedo dar fe -médicamente probada- de que los 2 controles que yo he pasado -y en los que el THC dio positivo, no dieron a opiáceos, lo que resulta “imposible” siendo paciente en tratamiento crónico de morfina desde hace lustros, ni a benzodiacepinas, ni en una de las ocasiones, a anfetamina farmacéutica (composición garantizada) que había tomado 2 horas antes, y cuyo pico plasmático (el valor más alto de la droga en el cuerpo) debía estar ocurriendo durante el test

A pesar de que en las 2 ocasiones referí que en los resultados FALTABAN DROGAS que debían estar presentes, obtuve respuestas vagas, como “será que tomas poca morfina”. Este punto esconde serios defectos, que nos ponen en riesgo a todos por primar la caza económica en lugar de la caza del peligro en la carretera, y que expondremos en el futuro.

Como los falsos positivos iban a ser el primer problema evidente, las empresas se adelantaron convirtiendo el obstáculo en ventaja: “nos preocupamos porque no te culpen injustamente y, en caso de que des positivo, tomaremos una muestra de saliva para analizarla 'bien analizada' en nuestros laboratorios especializados”. Ese segundo análisis, que realmente es el que puede probar que tienes una determinada droga en tu cuerpo, es el que tiene validez técnica y su resultado impera sobre el previo, pero con unos costes que disparan mucho la factura. Sin embargo, este segundo contra-análisis, es tan necesario legalmente como económicamente rentable para las empresas implicadas: ¿de todo este asunto quiénes nos ayudan a cuadrar las cuentas? Los que dan positivo y pagan desorbitadas multas al final.

Así que, manos a la obra, los fabricantes de estos test rápido se dieron cuenta de que la policía les demandaba una “mayor tasa de recuperación económica” (más pasta para sus arcas), estas empresas no rebajaron sus costes: rebajaron -aún más- los límites de detección de la primera droga por numero de detecciones para que se atrapase a más ciudadanos. Sí, efectivamente: la base del sistema de costes de este farragoso asuntos somos los usuarios de cannabis.

Esto que había sido una sospecha, ampliamente extendida entre los afectados cannábicos, ha dejado de serlo para volverse evidencia, de forma objetiva e inapelable, utilizando los propios datos que estas empresas manejan y que será objeto de un profundo análisis. Somos el gran premio, como en la lotería de Navidad: el gordo de los recaudadores de los caminos, porque nosotros (con el THC) ya no fallamos.

En el año 2005, la primera revisión de estos test más ligeros, situaba la cifra de corte para la detección del THC en 30 ng/ml (30 nanogramos por mililitro de fluido) y así está recogido en la red, pero en el propio material que Dräger maneja podemos ver como ese umbral necesario para dar positivo, se dividió por 3 al cabo de 5 años situándose en 10 ng/ml, y actualmente sus propios prospectos y material, nos indican que su gran capacidad de detección contra el cannabis, ha bajado -al menos- hasta el 5% en su caso y, gracias a la pista que se le escapó a un policía municipal mientras me realizaba la prueba, he podido comprobar que el límite actual es de 2'1 ng/ml, encontrándose este dato en varios estudios existentes en la red y ahora también en Wikipedia. Pregunte al policía el límite de detección y me dijo orgulloso “eso sí que lo sé: 2 nanogramos”, pero cuando le pregunté que 2 nanogramos por qué cantidad, ya no supo responder más: ¿serían gramos, serían litros, serían decímetros cúbicos? ¡Qué más da, si te hemos cazado! ¿O no?

Ese es el nivel de un policía especialmente formado, en un curso de 20 horas que incluye toda la teoría y práctica que parece ser que es la necesaria para cumplir con la ley. Ah, y por supuesto, a estas alturas, ya debéis imaginar quienes dan -y cobran- esos cursos de formación: las misma empresas. Todo queda entre amigos.




Nosotros lo guisamos, nosotros lo comemos y vosotros -los cannábicos- lo pagáis. 
No es por seguridad, es por recaudación: no es nada personal, sólo son negocios... ;))


*.*.*

La siguiente parte de esta serie (compuesta por varios textos), la podéis leer aquí: http://drogoteca.blogspot.com.es/2018/01/serie-drogotest-ii-la-quimica-del.html