lunes, 23 de noviembre de 2015

Gas de la risa: 1 globo, 2 globos, 3 globos...

Este texto fue publicado en VICE hace un par de meses.

Sólo me queda añadir que en mi último viaje a Amsterdam, hace unas semanas, encontré cargadores vacíos de óxido nitroso en la calle muy en la forma en que sucede en UK. Me extrañó, ya que en ninguna parte del Barrio Rojo se vendía (sigue siendo legal en tiendas de alimentación y cocina) y cuando pregunté, me dijeron que eran los turistas extranjeros los que lo traían (junto con su costumbre de colocarse y tirar el cargador vacío a la calle).

Me parece mucho vicio irse a Amsterdam y llevarse el óxido nitroso desde casa para colocarse, pero haberlos haylos.

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Un globo, dos globos, tres globos... 
...la luna es un globo que se me escapó.


Desde crío me han llamado poderosamente la atención todas las sustancias psicoactivas. Todas, sin excepción. Recuerdo leer en los cómics infantiles post-hippismo (como “Los Ángeles de Charlie” que me compraba mi abuela) referencias constantes a “las drogas” y las representaciones gráficas que hacían de ellas: colores que te rodeaban, mágicas formas caleidoscópicas que se presentaban ante los ojos de tu mente, y todo eso envuelto en unos placeres indescriptibles que, por supuesto, justificaban tanto la transgresión -tomar drogas- como la necesidad de reprimir ciertos apetitos humanos bajo la excusa de que resultan incontrolables para los débiles mortales.

Creo que fue en esos cómics que leía con 6 o 7 años cuando se despertó el apetito de probar las drogas: ¿por qué otros iban a poder experimentar esos placeres y yo iba a quedarme mirando? Vale, era un poco joven para empezar a meterme drogas, pero esas malas lecturas dejaron dañada mi mente desde esa tierna edad: me gustaban las drogas incluso antes de probarlas.





Como era un niño confiado, que no tendía a esconder lo que hacía, en algún momento debí comentarle a mi madre que quería tomar “ácido”. Mi madre tenía la carrera de Ciencias Químicas, y para bien o para mal, prefirió encarar el asunto desde la ciencia: recurrió a los libros. Mi madre escuchó atentamente lo que yo quería (drogas y sensaciones interesantes) y luego me dio la charla de los peligros de las drogas, pero desde un punto de vista bastante serio para estar tratando con un niño que no llegaba a los 8 años. 

Cogió sus libros de química -bastante buenos casi todos- de la carrera y me enseñó lo que era la LSD, cómo se había descubierto y los riesgos que tenía. A la hora de hablar de los peligros, incluyó algunos que no correspondían, como la adicción a la LSD, pero entiendo que no estaba preparada para un examen de farmacología. Yo escuché simulando atención, pero no necesitaba que me leyeran un texto porque podía hacerlo yo, aunque en aquel momento esos dibujos de estructuras químicas orgánicas me maravillaban casi tanto como las propias drogas que representaban. Yo quería el libro del que estaban sacando los conocimientos que me estaba intentando trasladar, de forma preventiva.

Al cabo de un mes de haber recibido el conocimiento que salía de ese libro, ya me lo había agenciado y me había leído entera la parte que hablaba de drogas y síntesis química de las mismas. Había pasado de escuchar hablar sobre el “ácido” a conocer diversas drogas, al menos en el plano teórico. El libro hablaba de la cocaína, la morfina, la heroína, la anfetamina, la mescalina y la LSD como compuestos orgánicos psicoactivos. Mi universo psicoactivo se había expandido de golpe, ahora tenía más drogas que quería probar, y mucho más trabajo por delante para probarlas todas.

Pero entre las sustancias psicoactivas que mencionaba el libro, también se encontraba el “Gas de la Risa” u óxido nitroso, y venía reseñado por ser el único compuesto inorgánico conocido que tenía efectos psicoactivos en el ser humano.



De aquel descubrimiento hasta hoy han pasado más de 3 décadas, y una de las poquísimas drogas que no había probado en mi vida (incluyendo medicación y anestesias) era el “gas de la risa”. No puedo decir claramente por qué nunca antes había probado esta sustancia, pero al estar comiendo en un restaurante donde para acompañar un plato nos sirvieron -con sifón- una deliciosa espuma de alioli, se me despertó de nuevo la curiosidad. ¿Qué tiene que ver? El óxido nitroso es un gas que se venden legalmente como propulsor de natas montadas, cremas, aires y espumas varias, que se sirven con un sifón. En el sifón introduces la sustancia a la que quieres meter presión, y luego lo cargas con uno o dos cartuchos de óxido nitroso, para que la presión y el tipo de gas obren el milagro espumoso con el material gastronómico de turno.

No había terminado de comer y ya estaba hablando con uno de los jefes de cocina del restaurante, para que me dijera dónde podía comprar un sifón y cargas para el mismo. La verdad es que ni los propios cocineros (que tanto alardean) saben muy bien lo que hacen: todos me juraban que las cargas que ellos ponían eran de CO2, lo cual es falso ya que esas sólo se usan para carbonatar bebidas y no sirven para elaborar espumas, pero preferí no darles muchas explicaciones. Tenía dos proveedores de hostelería, a menos de 500 metros, que vendían sifones de cocina y cargas. Según terminé de comer el riquísimo postre -celebrábamos una merecida victoria legal- y tras liarme un gran porro de marihuana, convencí a mi pareja para ir a echar un vistazo a esas tiendas.

Dicho y hecho. En un momento estábamos en el almacén de un distribuidor, viendo dos tipos de sifón y las cargas que tenían. En su caso, eran de la marca ISI y resultaban excesivamente caros. ¿La razón? Son los que promociona Ferrán Adriá de “El Bulli” y, como me dijeron en el almacén, esa tontería se pagaba cara. Así que viendo que era lo único que tenían, me fui a la competencia.
Allí tenían dos marcas, la mencionada y otra de nombre Lacor, mucho más asequible y de igual calidad (tanto para lo culinario como para lo psicoactivo). Además, tenía al lado varias cajas de cartuchos y pude cerciorarme de lo que compraba: cartuchos con 8 gramos cada uno de N2O y óxido nitroso. Los de la marca famosa sólo traían 7'5 gramos y resultaban más caros. Ya no me quedaba mucho que pensar, así que compré el sifón de cocina y 48 cartuchos de “Gas de la Risa”. Vienen en cajas de 24 cartuchos, pero nunca me ha gustado quedarme a medias probando algo nuevo, y no tenía claro cuántos iba a necesitar para probarlo a fondo.




Ya tenía lo más difícil: la droga deseada y su dispensador adecuado. Pero a no ser que tengas los pulmones de un elefante y ningún problema con llenártelos de un gas a temperatura bastante por debajo de cero grados, es mejor que compres unos globos. ¿Globos? No veáis lo jodido que es encontrar globos, de los de toda la puta vida, en los kioskos hoy día. Si conseguir la droga y lo utensilios me llevó 15 minutos, encontrar globos para poder probarla sin congelarme la faringe o sin provocarme daños por la presión con que se libera, me llevó cerca de 1 hora y tuve que recorrer más de una decena de kioskos, y sólo conseguí 4 globos de tamaño normal que le quedaban a un kioskero entre sus restos de stock. Está más jodido comprar globos que drogas, aunque suene raro, ésa es mi experiencia.

Llegué a casa y saqué el sifón, comprobé que tenía todas sus piezas -especialmente la que sirve para encajar y picar el cartucho con el gas comprimido, porque si lo intentas sin ella se convierte en una bala de metal sin control disparada con su propio gas- y decidí leer un poco sobre el asunto para repasar lo que sabía y reducir riesgos. Creo que incluso me juré que lo probaría al día siguiente o más tarde. Mentira: en 30 minutos estaba metido en el asunto. Lo llevo en los genes, la curiosidad me puede.

Tenía la ocasión de probar una droga por primera vez (de esas me quedan muy pocas ya) y como mi pareja estaba en casa, parecía algo manejable y las ganas me podían, empecé con el festival de la risa. Piqué el primer cartucho en el sifón, puse un globo que sujeté con la mano en el dispensador, apreté la palanca y con bastante ruido se llenó, casi de golpe. Antes de respirarlo, recordé que era lo que más me maravillaba del “gas de la risa” que tanto había leído: su capacidad de provocar risa. No entendía cómo un compuesto tan simple era capaz de activar una reacción compleja como esa en cuestión de segundos. Podía entender que tras tomar LSD pudieras tener risas incontroladas (o llantos incontrolados) según tu viaje, podía entender la risa tonta que te entra fumando porros con los amigos, pero no una sustancia que per se, tuviera la capacidad de producir risa.

Así que me senté en el sillón, con un globo naranja en la mano, y mire a mi pareja como diciendo “bueno, vamos allá”. Ella me miró y me sonrió con condescendencia, como diciendo “un día te voy a sacar en ambulancia, cabrón”. Exhalé con fuerza todo el aire que quedaba en mis pulmones, me apliqué el globo en los labios, y aspiré mientras dejaba que el gas entrase. Aguanté la respiración, pero no pasaron unos breves segundos hasta que tuve que echarlo todo y respirar aire de verdad: llenarte los pulmones de un gas que no tiene mezclado oxígeno, equivale a a no respirar o peor aún, con lo que la sensación aunque tenía los pulmones hinchados de gas, era la de que te está faltando el aire seriamente y tienes que respirar por cojones.




El primer efecto que sentí me recordó al que tengo cuando fumo heroína o fentanilo, y es que al exhalar la primera calada ya puedes sentir que todo va más suave, más relajado, menos estresado, las luces pierden algo de intensidad y todo parece apagarse un poco. En ese momento miré a mi pareja, que me observaba desde su lugar... y no pude por menos que descojonarme de risa.
¡¡Cómo me tocó los cojones!! El puto gas de la risa había podido conmigo y me estaba despollando sin motivo alguno mientras mi pareja me miraba, también riéndose (de mí).

Al mismo tiempo, pude notar cambios que me parecieron sorprendentes en la esfera auditiva, los sonidos eran todos más “brillantes y cristalinos” y la visión, aunque no tenía nada concreto que pudiera referir, era también extraña y tenía la sensación de que en breve iban a aparecer lucecitas de colores por todo el aire de la habitación. Apenas pude decirle a mi compañera “no sé de qué cojones me estoy riendo” cuando otra carcajada, esta vez ya mucho más cómplice y acompañando la risa de mi pareja justificó el momento. Pasaron unos 3 minutos, y esa borrachera extraña que me había asaltado estaba disipándose casi por completo, pero dejándome una sonrisa idiota en la cara, más propia de la MDMA que de otra cosa.




Me lancé a por otro globo, cargué uno, y me volví a colocar en un lugar seguro -por si perdía equilibrio o me desmayaba- y me lo aspiré como un campeón: otra vez descojonándome de risa, pero esta vez la sensación era de una borrachera mucho más profunda que la de la primera vez, ya que no habían pasado ni 5 minutos. El “gas de la risa” es un gas agradable, de sabor dulzón, y debido a su densidad te pone la voz como si fueras un ogro (lo contrario que hace el helio), lo cual ayudó a que cuando abrí la boca esa vez, la carcajada estuviera asegurada.

Sólo acerté, mientras sostenía un globo vacío en la mano, a decir: “Un globo, dos globos, tres globos... la luna es un globo que se me escapó!!” inspirado por mis recuerdos infantiles y provocando la carcajada de mi compañera y la mía. Ciertamente, la palabra globo me parece la más adecuada para referirse al efecto de esta droga, y así debe ser porque desde hace 4 días no hago más que cantar la cancioncita de los globos.




Dos experiencias puntuales no hacen mucho, así que me he pasado el fin de semana hinchado de gas de la risa, dosis dobles, repetidos globos seguidos y otros experimentos varios. Lo que más me ha llamado la atención de esta droga, es además de su capacidad para provocar risa sin motivo alguno y que no acabo de comprender, el marcado efecto antidepresivo que tiene. Hay quien está explorando el óxido nitroso como tratamiento contra la depresión resistente, y al parecer presenta mayores ventajas que la ketamina para el mismo uso, ya que ambos actúan de forma similar sobre los receptores NMDA, y no les falta razón. Cuando el efecto de las distintas dosis se pasaba, no dejaba resaca alguna y sí una actitud realmente positiva y sonriente. Al parecer eso se debe un efecto sobre la dopamina y el sistema de recompensa.

Su efecto es también claramente ansiolítico por la actuación que tiene sobre los receptores GABA. Se usa como anestesia/sedación y analgésico de uso breve, ya que su uso continuado resulta tóxico por bajar la producción de glóbulos blancos. Del efecto analgésico no puedo decir mucho porque apenas lo he notado, posiblemente debido a la tolerancia cruzada que tiene el óxido nitroso con el sistema opioide endógeno.

¿Merece la pena como droga lúdica? Creo que merece la pena tener algunas experiencias de primera mano con ella, no tanto como droga lúdica en sí misma -para mi gusto- sino como “complemento curioso”. Es barata, es legal, es relativamente inofensiva si se toman las precauciones mencionadas.

¿Acaso hay alguien que no guste hoy día de un buen globo en una buena fiesta con todos riendo? ;) 


martes, 17 de noviembre de 2015

Trampa reguladora en Canadá contra el autocultivo de cannabis

Este texto fue publicado en el Portal Cannabis.es y viene a cuento ahora tras los movimientos que están teniendo lugar en el ámbito canadiense, del que podemos tomar ejemplo (aunque sea el mal ejemplo) para prevenir errores en un futuro contexto similar en España.

Esperamos que os guste.
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La trampa reguladora de Canadá y el autocultivo.

¡Regulemos el cannabis! Es lo mejor que podemos hacer para que respeten nuestro derecho y no nos traten como a delincuentes.” 

Esto debieron pensar en Canadá el movimiento cannábico cuando, tras años de soportar la guerra contra las drogas impuesta por los USA, empezaron a cambiar las cosas en el mundo del cannabis. Pero no todos los cambios eran a mejor.

Hasta ese momento, abril del 2014, había 37.000 cultivadores inscritos en Canadá que cultivaban su propia yerba por razones terapéuticas y existía un amplio servicio de dispensarios. Pero aunque el modelo de regulación había permitido esa vía para los enfermos, iban a ser privados de ese derecho. A partir de ese momento no podrían cultivar sino que tendrían que pagar.

Ese modelo es la senda que inició Canadá. El modelo regulador del “verde con la cara de algún presidente muerto” y no el sano verde de la planta. Canadá enfrentó el asunto con mucha atención al negocio del cannabis, todos los puestos de trabajo que podría generar y todo el movimiento económico que eso traería. Y además “los pobres enfermos no tendrían que cultivar” sino que pasaban a ser clientes asegurados de un mercado en el que confluyen muchos intereses y no todos buenos.





Los cultivadores con permiso reaccionaron contra la regulación tal y como pretendía hacerla el gobierno ya que suponía la perdida de derechos adquiridos, y consolidados durante años, como cultivar o designar a alguien que cultive para ti el cannabis que precisas. De momento lo que consiguieron fue una exención sobre la norma que entró en vigor el 1 de abril del año pasado, pero era un mal parche sobre un descosido demasiado grande. No había otra opción que la de impugnar dicha ley -o al menos intentarlo- y presentaron una enmienda contra dicha regulación.

La argumentación es clara: tendrán menos variedades de cannabis y menos específicas para las dolencias de cada enfermo, además de estar limitados a tener en su poder una cantidad más baja (y a efectuar compras más a menudo) ya que se les limita a tener 150 gramos cuando antes dichas personas podían poseer legalmente todo lo que fueran a consumir en 30 días. Y hay enfermos que usan cantidades que pasan de los 10 gramos al día.

La pelota está ahora en el tejado del estado, a quien hace unas semanas -en el primer día de audiencia- se le planteó que la carga de la prueba la debe aportar él para limitar un derecho de forma razonable ya que la nueva medida viola derechos constitucionales que protegen la vida, la libertad y la seguridad de las personas. 

Asimismo los demandantes plantean que se fuerza a las personas a elegir entre su salud o la cárcel, especialmente a aquellos con posibilidades económicas más bajas, ya que no pueden permitirse los precios que fijan las empresas con el nuevo modelo, y en esas situaciones la elección queda entre seguir cultivando y arriesgarse a ir a la cárcel o rendirse y dañar su salud.

La linea de defensa del estado en este caso es un poco más del lloriqueo habitual: se quejan de que se ha pasado de que hubiera unos 10.000 cultivadores registrados a 37.000 y que la ley entonces se hizo para “pequeños grupos” y no para la exponencial demanda de cannabis que existe ahora mismo en el país. Según ellos, es imposible controlar policialmente a los 37.000 cultivadores y presentan ese hecho -su propia incapacidad- como una razón para que se restrinja el derecho de otros. Un absurdo propio del agónico final de la guerra contra las drogas. ¿Quién necesita que se controle policialmente a los cultivadores de cannabis con permiso terapéutico? ¿Es eso el modelo de sociedad al que quieren avanzar en Canadá?




También argumentan que hay algunos cultivadores que generan más de lo permitido y que lo venden al mercado negro, haciendo especial hincapié en el peligro de dicho mercado por los mohos debidos al mal secado o a una mayor presencia de metales pesados. No existe ninguna razón por la que pensar que el excedente de marihuana de un cultivo está secado en malas condiciones o que tenga un tratamiento distinto al resto, pero lo argumenta la policía que también dice que “no existe ningún derecho constitucional a tener cantidades ilimitadas de cannabis”. Da la impresión al observar ese enfoque criminalizador de la planta que existen muchos puestos de trabajo en el lado contrario a la libertad para cultivar cannabis, como los de las fuerzas de seguridad y toda la maquinaria que hay que ir desmontando tras la fracasada guerra contra las drogas. Pero no van a desaparecer sin luchar por quedarse: han vivido gracias a la prohibición.

Al mismo tiempo el desarrollo del proceso judicial va a permitir a varias decenas de usuarios de cannabis por motivos medicinales explicarse en dicho proceso, lo cuál alargará bastante el asunto que al estar en manos de la burocracia judicial ya se preveía que duraría más allá del verano y que posiblemente no haya una resolución hasta el otoño de este año.

Aunque existe un amplio consenso sobre la necesidad de afrontar algún tipo regulación con el cannabis y de eso no existe duda, los interrogantes aparecen al abordar el asunto. Shawn Davey, uno de los querellantes -el primero que fue escuchado por el tribunal- representa todas las preocupaciones que tienen los usuarios médicos de cannabis.

Shawn resultó gravemente herido en el año 200 en un accidente de tráfico que le dejó en coma. Sobrevivió, pero sufre de molestias nerviosas en un lado de su cuerpo, mal equilibrio, problemas de memoria y dolor crónico. Tras gastar miles de dólares en medicación clásica farmacéutica la única cosa que le había proporcionado alivio suficiente como para poder vivir una vida autónoma era la marihuana.

“Se suponía que me iba a pasar el resto de mi vida con un cuidado especial 24 horas al día. Ahora conduzco. Vivo por mí mismo y se lo debo a la marihuana” afirmó Shawn ante el tribunal.

Pero resulta que necesita una gran cantidad de cannabis para poder llevar su vida. Se fuma un porro tan pronto abre los ojos por la mañana, y usa un vaporizador el resto del día, así como ingiere galletas con cannabis para ayudarse a dormir. También se hace su propia loción de marihuana y aceite de semilla de uva. Shawn a sus 38 años de edad calcula que ingiere cannabis cada media hora cuando está despierto, hasta consumir un total de 25 gramos diarios que es lo que estipula su permiso medicinal.

Él se cultiva su propia marihuana con la ayuda de un vecino y compañero en el uso medicinal del cannabis en una construcción alquilada en una zona rural, que cuenta con seguridad, puertas con alarmas y cámaras de vigilancia.
Si Shawn con su pensión de discapacidad y los pagos que recibe por su acuerdo a raíz del accidente, tuviera que pagarse el cannabis a precio del “nuevo mercado regulado”, incluso a un precio excepcionalmente bajo como podrían ser 5 dólares por gramo, tendría que desembolsar unos 4000 dólares al mes, dejándole sin recursos económicos.

Aunque Shawn asegura que los motivos principales ya ni siquiera son los económicos, sino que las malas experiencias con el producto que ofrecen los cultivadores profesionales le hacen desconfiar de dicho mercado. Él consigue cosechas de su Babba Kush que son muy superiores en calidad a lo que consigue comprando de un cultivador designado. Y por supuesto, mucho más baratas.
“Confío en lo que yo cultivo, y punto.” dijo Shawn a Brongers, el representante del gobierno en el pleito. “Este cuerpo es el mío y no quiero dejar a nadie más tratar con él.”

Esta situación es la que tiene en vilo a todos los cultivadores de cannabis por motivos medicinales de Canadá, que temen con razón que se les prive de un derecho que no entra en colisión con los derechos de otras personas y cuya principal razón es la de vender el pastel económico a las grandes empresas, preparadas para la producción masiva pero mucho menos apta para los fines medicinales.
Cuando escuches “regulación del cannabis” no aplaudas la iniciativa sin haber leído exactamente lo que propone quien lo presente: puede que estés apoyado tu propia pérdida de derechos. 
Al menos si vives en Canadá, por ahora.



domingo, 8 de noviembre de 2015

El Supremazo contra los clubs de cannabis

Este texto fue publicado en VICE y escrito el fin de semana que se conoció la sentencia del Tribunal Supremo. Esperamos que os guste.

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El Supremazo contra los CSC.

¡¡¡Mecágondios!!!

¿Que el Tribunal Supremo, sala máxima -y muy señera- del derecho español, se ha cargado con una sentencia a todos los Clubs Sociales de Cannabis (CSC's) del país?” resonó en mi cabeza como si me hubieran sacudido una buena hostia con el badajo. Era mi pensamiento que se encargaba de darme los buenos días, al leer las noticias adelantadas sobre la sentencia 484 del 2015, que acababa de hacerse pública.

Lo primero que pensé, sin haber podido leer la sentencia en ese momento, es que estaban exagerando. ¡Estos periodistas... cómo se ponen con las drogas! Pero no. Aunque sonaba marciano que -un buen día por la mañana- el tribunal más politizadamente macarra del país se levantase y jodiera de un plumazo la única opción de acceso al cannabis en España para enfermos, o para viciosos fumetas adictos como yo, que no es el mercado negro puro y duro... era real. ¡Está pasando! 

El Tribunal Supremo ha sentado doctrina, como quien planta un pino, y nos ha jodido bien: si quieres porros, llama a tu puto camello o plántate tú la yerba sin que te pillemos, pero eso de que puedas ir a comprarla o a adquirirla a un lugar conocido como un CSC -gestionado dentro del ámbito asociativo, con personas formadas en el uso y consumo de la droga que vas a pillar, que te pueden informar adecuadamente de lo que necesites- sin tener que sentir la emoción de estar violando la ley, se acabó.




Veeeenga, ya estás desempolvando ese viejo móvil -que guardas en el cajón al lado de esos condones que ibas a gastar en el 2008- y buscando el teléfono del camello que te hacía el favor de atenderte, y contra el que posiblemente has estado despotricando desde que conseguiste acceder a un CSC y pillar tu yerba, tu hash o tus extracciones de cannabis para dabear, en un sitio que no parecían los escenarios de “El Pico”. Y sobre todo, reza mucho (a San Canuto) para que siga conservando el mismo número, y se acuerde de ese capullo que dejó de llamarle hace años pero no se acuerde con memoria suficiente como para tenerte “trizado” por algo que no le gustase de tu comportamiento como cliente, que los camellos son “muy especialitos”.

¡¡Llegó el “Supremazo 484” contra el cannabis!! Unos gobiernan con decretazos y otros legislan con supremazos, no vamos a sorprendernos ahora por eso ¿no? Cómo decía la dulce Cospedal -para mí tan dulce como “la dulce Neus”- hace poco : “¡¡¡LA DROGA ES MALA!!!”.
De los jueces que esos políticos nombraron, no vamos -pues- a esperar “física cuántica”: de esos polvos, estos lodos.

He aquí los hechos, resumidos para tu selectiva mente: el tribunal supremo recibe un recurso -de un fiscal muy fiscal que obedece por ley las órdenes del fiscal general del estado- diciendo que “no le parece nada bien que la audiencia de Vizcaya haya fallado lo que ha fallado contra una asociación llamada EBERS” en la que salían absueltos de lo que ese fiscal les acusaba: tráfico de drogas hablando en plata. La cosa es que se pone a mirar el tema y ve que lo que realmente son, es una asociación de esas que reúnen a activistas luchando por la salida del mercado negro del cannabis, a enfermos buscando ayuda real, personas en tratamiento por cáncer a quienes el estado falla, y a todo el espectro social de aquellos que usan marihuana lúdica o terapéuticamente. Todos con el factor común de intentar abastecerse fuera del mercado negro.

La sala que juzga se da cuenta de que tiene un “papelón” entre manos, y es que el discurso oficial del estado español es totalmente contrario a cualquier tipo de medida que suavice la presión contra el cannabis y/o las drogas. De hecho, como recuerda la sentencia, resulta que nuestros representantes políticos van por el mundo diciéndoles a los demás países que ni se le les ocurra pensar en “decriminalizar” el cannabis ni otras drogas, lo que es igual a pedirles que el consumo de cannabis siga siendo un delito -aunque en España no lo es, aún- y que no aflojen las fuerzas en la guerra contra las drogas. Es como decirle a un pobre que se muere de hambre, que no cambie de dieta porque le va a ir bien así. La política internacional Marca España es lo que tiene, los principales representantes de los asuntos sobre drogas en la ONU y otros países, no cambiaron tras la salida del gobierno de Zapatero: no hace falta porque -al final- tienen la misma política de drogas las dos caras de la moneda PPSOE.




Y al final, pues se bajan los pantalones y dicen que... hacen lo que hacen con su sentencia -cortar el cuello a todo el asociacionismo cultiveta cannábico- porque les obligan de fuera: acuden a justificarse a los tratados internacionales sobre drogas, incluso a su interpretación semántica si es necesario. La verdad es que la sentencia es un puto novelón increíble, un viaje a través de la realidad actual de la justicia en España y de las mentes pensantes que al final acaban escribiendo sentencias que dañan el consenso social, siempre por delante de lo que la norma dice. Literariamente es todo un ejercicio de derecho-ficción y neorrealismo hispano. A mí, como sentencia, me gusta porque no paro de reírme cuando la leo: ¿nunca habéis hecho eso de imaginar las caras de vuestros compañeros de trabajo, justo cuando se van a correr o cuando tienen que apretar cagando? Pues yo lo hago con los magistrados del Tribunal Supremo cuando tienen que firmar esas sentencias. Me va mejor.

Lo triste es que podían haber hecho algo más -ellos mismos citan el Art.3 del Código Civil que alude a la “realidad social”- e incluso algo útil para todos, ya que se ponen a pontificar ahora. La sentencia nos dice que 290 socios, excede lo que se puede entender como una extensión de nuestro derecho a consumir drogas bajo el supuesto del “consumo compartido” y del “cultivo compartido” como extensión a su vez del anterior. Pero a la vez, se lavan las manos y dicen que no es competencia de los tribunales decir cuántas personas son el límite para un CSC o club de ese tipo. Y es cierto, no es su competencia pero unas pequeñas indicaciones hubieran ayudado -doctrinalmente- a que su sentencia no se convierta en una caza de brujas contra los CSC.

El sábado, un día después de que fuera pública, la sentencia había rulado como la pólvora en ciertos ámbitos y no precisamente en los fumetas: al parecer las comisarias de policía la habían tomado por el best-seller del momento, y se la estaban pasando unas a otras como si fuera un regalito por Navidad. Por un lado, me parece estupendo que los uniformados conozcan bien la ley -empezando por las relativas a Derechos Humanos- y tanto interés en estar al día con la ultimísima sentencia del Tribunal Supremo es loable. 

Por otro lado, me cuesta (llamadme malpensado) imaginar que en realidad, la sentencia volando de una comisaria a otra, fuera el resultado de un intenso debate intrapolicial sobre los límites del derecho desde el positivismo jurídico. Más bien me comentan que fue algo más parecido a un “mira mira, que ya dicen los del supremo que podemos ir a por los fumetas esos de los clubs... que se vayan preparando JOJOJOJOJO!!” y lo cierto es que me lo creo, la navaja de Ockham me obliga.

¿Qué va a pasar ahora realmente?
Pues sin ser adivino, el futuro más probable es el de un cierre masivo de clubs de cannabis, en el estado español. Voluntario: no quiero/queremos ir al talego. O forzoso: te cierra la policía acusándote de tráfico de drogas. Por las buenas o por las malas.
¿Has encontrado ya el teléfono de tu camello? Si no puedes plantar tú mismo, sigue buscando.

¿Y eso por qué, si a los de EBERS no los enchironan al final? ¿A ellos no y a mí sí?
Los de EBERS han tenido la suerte de usar una carta muy especial de la baraja, la del “error vencible”. Por esa rareza del derecho que quiere decir -más o menos- que creías firmemente que no estabas cometiendo ningún delito, y además tus actos (en este caso, la limpieza con la que EBERS llevaba sus cosas) cuadran con ello: si en el desarrollo de la actividad que hacían, hubiera habido la menor prueba de que pretendían esconder algo porque sabían que era ilegal, el comodín del “error vencible” no se hubiera podido usar. Y además, una vez usado en este caso, el tribunal se encarga de aclarar que hay varios puntos del asunto que no se ajustan a lo que la ley permite en el modelo de los CSC en España, como pueden ser el número de socios (290 son demasiados, y ahí te quedas preguntando) o la intención de “permanencia” en el consumo compartido -porque de otra forma no puedes explicar que un cultivo sea compartido como escudo legal- hace que se contradiga con la jurisprudencia que sostenía el delicado entramado de los CSC, que se basaba en el consumo compartido, y por definición legal ha de ser de una cantidad mínima -aunque se aceptan acopios extra para ocasiones y fiestas de guardar- y para consumir en el momento. También que no hace falta que se dé “ánimo de lucro” para que sea delito de tráfico de drogas: si tu cultivas “legalmente” para ti en tu finca del pueblo, y te ha salido medio kilo de buena yerba más del que puedes usar en un año, si se te ocurre dárselo a un enfermo que no pueda cultivar y te pida ayuda, como te trinquen vas pa'lante por tráfico de drogas, aunque no fueras a ganar nada con tu acción y seas un bonito candidato a recibir un indulto por buena persona. Preso y luego solicitas el perdón.

Existe otro punto curioso, y es que el tribunal da como hechos probados que ese grupo de 290 personas usaban 10'4 TONELADAS de cannabis cada 6 meses para abastecer sus necesidades. ¿Cómo es esto? Coge la calculadora, venga: 10.400 kilos de cogollos de yerba, cada 6 meses, para 290 socios... tocan a casi 6 kilos de cogollos de marihuana por mes. O lo que es igual a 200 gramos de yerba por día. ¡¡JODER CÓMO FUMAN ALLÍ!! Esto que lo resuelvan los de Expediente X o Cuarto Milenio.

Al mismo tiempo, el mismo tribunal dice que no hay que olvidar que se ha detenido a gente con cantidades notorias de cannabis en la zona, y de los que citan el que más llevaba eran 5'1 gramos de cannabis. ¿Explicación que cuadre ambas cosas? No lo intentes; mejor hazte un “PASOPALABRA” como Pedro Sánchez cuando le preguntan por el cannabis, en una vergonzosa demostración de su incapacidad para tratar este asunto, con la normalidad de un adulto en una sociedad adulta.

No todos los políticos que aspiran a que les des tu voto el 20 de diciembre están sin saber qué decir al respecto de la política de drogas y el cannabis: Albert Rivera, al ser preguntado por la cuestión del cannabis ha dejado claro que está a favor de la legalización, y que él ha fumado cannabis en varias ocasiones, que no lo oculta. Estas declaraciones del líder de C's se publican en la prensa al día siguiente del “Supremazo 484”.

El cannabis ha entrado en campaña desde el pasado viernes, de la mano de nuestro inefable Tribunal Supremo. 

Y quien no lo vea, que se fume un porro.


viernes, 23 de octubre de 2015

Elecciones y cannabis en España: las propuestas de los partidos

Este texto fue publicado en VICE y esperamos que os guste.

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Legalización del cannabis: las propuestas hispanas.


“No existe el porro terapéutico, ni para el enfermo terminal.” son palabras que resuenan en mi cabeza a veces. He violado la ley centenares de veces en mi vida, si me atengo al cannabis y sus asuntos con enfermos al menos algunas decenas de veces. He cultivado cannabis y he entregado cannabis a enfermos; desde unos porros para aliviar dolores óseos a un amigo anciano a medio kilo a otro enfermo para que pudiera tener suficiente para un año. A veces lo he hecho yo sólo y a veces con algunas personitas más (amigos delincuentes también) que estaban dispuestas a ayudar, pasándose la ley por el arco del triunfo y jugándose -a veces- unos años de cárcel. ¿Y resulta que era todo mentira? ¿No existe el porro terapéutico? ¿Se hacían pasar por enfermos para darnos pena y fumarse la cosecha ajena?

Esa bonita frase -junto con otro montón de sandeces más- la dijo Gonzalo Robles, hace como una década, cuando era el figurín que el Partido Popular había puesto al frente del Plan NaZional Sobre Drogas. Nunca quedó claro si, cuando lo dijo, estaba expresando un deseo personal o lo que el creía una realidad. No era médico ni tenía experiencia alguna con el tema. Él era licenciado en “antropología social y cultural” y trabajaba para/con el PP, porque según se ve en su currículum lo único que ha sido, desde que terminó de estudiar antropología, es “político profesional”. Sigue siéndolo a día de hoy y ha pasado a ocupar desde cargos sobre drogas, como el mencionado, donde montó la vía legal para poder meter mano el dinero que la droga movía -lo vendieron al gran público como que iban a rehabilitar yonkis con ese dinero para “reparar” el daño que la droga causaba, y coló- a otros como secretario de estado del PP para Extranjería e Inmigración, o coordinador de la Cooperación al desarrollo o responsable de participación social: todos esos temas en los que el PP y el gobierno “brillan por su atención al ciudadano y por su cuidado a los grupos más desfavorecidos”. Y aunque él es de Salamanca, ha sido hasta concejal del ayuntamiento de Madrid.

Gonzalo Robles, el crack charro.


Antes que él, al frente de los temas de drogas por parte del gobierno de turno, estuvo Carlos López Riaño -que sustituyó al entonces juez Garzón tras su berrinche por no obtener de Felipe González lo que le prometió- y que tuvo el coraje de proponer algo que resultaba necesario: abrir un debate sobre la legalización del cannabis en España. Eso lo hizo allá por el año 1994, cuando 4 de cada 5 personas encuestadas estaban en contra y cuando “la droga” era uno de los grandes referentes de “preocupación” de los ciudadanos -a nivel del terrorismo- según los datos que nos servía el CIS.

Durante esos años, hubo multitud de intentos de conseguir por las vías políticas una regulación que sacase al cannabis de las draconianas listas sobre drogas y del juego de las sanciones injustas. Los usuarios de cannabis, organizándose en asociaciones de carácter local (nunca llegó a existir una de nivel nacional) combatieron las leyes, plantaron cara al asunto, formaron a muchas personas en el activismo cannábico y se estructuró una cierta forma de respuesta ante la prohibición estatal. Los cannábicos fueron consiguiendo logros a nivel local y autonómico. Por ejemplo los chicos de Pannagh que, dentro del modelo asociativo para consumidores, fueron objeto de la incautación de su cosecha en el 2005 y que tras 2 años de lucha, consiguieron que un tribunal ordenase la devolución de las plantas incautadas. Las plantas no valían ya para nada, pero el hecho de que el tribunal ordenase la devolución resultaba un empujón sin precedentes para los intereses de los usuarios cannábicos. Y desde ese momento, lo que habían sido asociaciones de personas que se juntaban con un interés común, que se defendían del estado demostrando que su actividad les alejaba del mercado negro y no resultaba en perjuicio para la salud pública se pasó al modelo de los CSC o Clubs Sociales de Cannabis, que venían a ser el gran salto cualitativo del asociacionismo activista local al modelo de cliente-no-activista.




Pasamos de asociaciones de un centenar de personas o menos, que se conocían entre ellas y cuya voluntad era la del activismo, a CSC con miles de “socios”. En ese momento, lo que había comenzado siendo una aventura activista para defenderse de unas leyes injustas, había mutado en una gran mayoría de casos hasta no tener nada que ver con el activismo y mucho con el negocio económico.

Cuando este pasado año las autoridades decidieron meter mano en estos lugares de venta de cannabis, se encontraron con “juntas directivas de asociaciones” que manejaban 60 cuentas bancarias con algunos millones de euros, derivados de la venta de cannabis, con curiosos lazos y vínculos entre los “bancos de semillas de cannabis” y estos centros de venta. Muchos de estos CSC ni siquiera tienen un cultivo de cannabis asociado con el que abastecer las necesidades de sus socios: cuando los “socios” son miles de clientes, el único cultivo que te puede abastecer es el del mercado negro negrísimo. 

Si además vendes derivados del cannabis como las extracciones y concentrados (BHO, wax, shatter, etc.) las cuentas todavía se complican más, dada la cantidad de marihuana necesaria para conseguir un gramo de estos productos. La venta de semilla de cannabis en España es legal y está registrada como excepción en las leyes sobre drogas, pero lo que no es legal es la producción de semilla y eso sigue siendo delito, aunque la abundancia de bancos de semillas españoles haga a veces olvidar que ese pequeño detalle. Llegados a este punto, ya no hablamos de activismo ni de derechos, sino de negocio puro y duro: la venta de cannabis y derivados con el dineral que mueve.

Ante este panorama, por parte de los actores políticos, tenemos al PP que sigue con su obtusa postura negacionista: todo esto es delito y no hay nada que hablar. Tenemos al PSOE que, dependiendo de lo que le convenga en cada lugar, dirá una cosa u otra, pero que no hará nada por cambiar la situación. 



Teníamos a UPyD que había incluido en su programa el asunto del cannabis y una tímida alusión a que había que regularlo como alcohol o tabaco, aunque ya sólo tenga un interés testimonial tras haber sido engullido por “naranjito Rivera”. Los de Ciudadanos incluyeron en su programa el asunto del cannabis con un enfoque regulador, aunque sin demasiado entusiasmo cuando vieron que les podían atacar por ahí. 



Izquierda Unida han sido los únicos que siempre estuvieron al lado del sentido común y apostando por sacar al cannabis y sus usuarios del entorno criminal en el que las leyes les sumergían, y en especial Gaspar Llamazares con sus intervenciones en la comisión mixta sobre drogas del Congreso y Senado. 

Y nos queda Podemos, que si bien recibieron por activa y por pasiva peticiones de que atendieran ese asunto, se han hecho los suecos y se han negado a entrar en el tema. Lo máximo que se ha conseguido de este “gran partido renovador” es un comentario en campaña electoral, de su líder Pablo Iglesias que decía haber charlado del asunto con Mujica -presidente de Uruguay- y que aunque no estaba en sus prioridades (no lo habíamos notado, eh) es un tema que “había que trabajarlo”. Una forma “elegante” de pasar del tema como de la mierda y no quedar muy mal con los fumetas: es lo bueno del cannabis, que se les olvida todo a sus usuarios.



A la vista de la inacción de la clase política, las propuestas de regulación han surgido de los propios colectivos de usuarios. En Navarra, a finales del pasado año, la ILP conocida como “Tu Papel Importa” consiguió 10.000 firmas (el doble del requisito legal) para que se pudiera tramitar la iniciativa, que busca dar seguridad jurídica a los CSC pero que está limitada por las competencias autonómicas. En Islas Baleares, la Federación de Asociaciones Cannábicas (FAC) llegó a un acuerdo con varios partidos (los que ahora gobiernan en coalición) para que se desarrollasen futuras propuestas encaminadas a avanzar en este sentido, aunque escudándose únicamente en “los usuarios terapéuticos” y sin mención alguna a los usuarios recreativos. Y ahora en Cataluña se está intentando otra ILP que necesita conseguir 50.000 firmas para poderse tramitar, y que estaría igualmente limitada por las competencias autonómicas.

Aunque sin duda, el más brillante de estos trabajos por el cambio de la realidad del cannabis, es el de Regulación Responsable. Este colectivo, formado por los principales grupos en España con intereses en el cannabis, está trabajando en la elaboración de una propuesta sólida que abarque todos los aspectos del cannabis, desde los clubs a las personas que cultivan para su propio consumo, desde el usuario con necesidades médicas al usuario que consume por razones lúdicas

Y dentro de este colectivo, la propuesta que me parece más interesante y mejor fundada es la conocido como “A por los 3 kilos!!” en la que, aunque a muchos les parezca una reivindicación exagerada, se argumenta punto por punto y en base a las sentencias existentes que han ido haciendo jurisprudencia en nuestro país, el derecho a cultivar o a disponer de lo que los jueces han estimado como una cantidad de consumo diario que llega a los 10 gramos de cannabis por día. Y las cuentas salen solas: si los jueces estiman que hay quienes consumen 10 gramos al día sin incurrir en tráfico, eso nos da un total de más de 3 kilos de marihuana al año por persona, sin ser narcotraficantes.



A muchos les puede sonar exagerado que alguien consuma 10 gramos de cannabis al día, a otros no. Es cierto que en el consumo recreativo es raro alcanzar esas cantidades, aunque para nada es algo imposible. Es raro porque normalmente las personas no tienen acceso a cantidades que les permitan dicho nivel de consumo y de gasto si tienen que recurrir al mercado negro. Pero no lo es tanto en el caso de los usuarios de tipo médico, en los que se conocen casos en los que el consumo alcanza los 25 gramos de cannabis al día. Y el grupo de Regulación Responsable aspira a ofrecer una propuesta de regulación estatal (a diferencia de las distintas intentonas locales a través de ILPs) para el cannabis que no deje a nadie fuera y que establezca un sendero sobre el que trabajar, a nivel estatal.

¿Qué partido tomará la ventaja y dará la cara para enfrentar la regulación del cannabis a nivel estatal? 
No lo tengo nada claro a estas alturas, porque realmente de los políticos -los de la casta y la neocasta- no espero nada, ni siquiera que intenten aparentar inteligencia. Pero que llevamos décadas con una prohibición sobre el cannabis que causa más daño social, humano y económico que la propia droga, es algo que no se puede discutir ya. 


Robe Iniesta, maestro de maestros y yonki de pro.


De momento lo mejor, en el fumeteo, es que sigas aplicando el consejo de Robe Iniesta: “podéis hacer lo que queráis, estáis en un país libre.... eso sí, que no os vean!”


viernes, 16 de octubre de 2015

Sacando drogas del baúl de los recuerdos: la MBDB

Este texto fue publicado en VICE y esperamos que os guste.


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La MBDB.

¿Qué droga -de las que conoces- no es fácil de conseguir y te encantaría volver a tener a mano?

No es fácil pensar en alguna droga que fuera más fácil conseguir en el pasado que ahora, con la desmedida oferta que tenemos de sustancias legales e ilegales. Me vino a la cabeza por un momento el Khat, una planta que contiene un estimulante de uso común en ciertas zonas de África y que aparecía entre los bienes de los piratas que asaltaban el barco de Tom Hanks en “Náufrago”. Fue interesante tomarla, pero no fue una experiencia magnifica que quisiera repetir y no pudiera hacerlo; fue divertido y curioso. En UK donde era legal y muy barata hasta hace poco, se hacían batidos (puag) con la planta entera y se los bebía antes de salir de casa a modo de "MDMA natural".

Pero no eran esas plantas medio mustias que viajaron -desde Yemen a UK y de UK a Madrid. El mejor recuerdo lo tengo de una sustancia totalmente sintética, que surgió en el mercado cuando empezaron las restricciones y prohibiciones que pondrían en problema el abastecimiento de MDMA: la MBDB o Edén.




Edén, no parece una mala descripción para sus efectos. Dice la RAE que edén, aparte del paraíso primigenio antes de la desobediencia de Adán y Eva, es un “lugar muy ameno y delicioso”. Y el nombre, quien quiera que se lo puso -ya citado en 1991 por Shulgin en PIHKAL junto con el nombre de Metil-J que le puso Sasha- había tenido contacto con sus efectos. Resulta algo complejo describir los efectos sin caer en los tópicos propios de la MDMA, porque son realmente similares, pero no iguales. Su creador es el avezado químico David Earl Nichols, padre de otras sustancias psiquedélicas como la MDAI. También quien acuñó el término “entactógeno” que describe el efecto de estas sustancias, que tienen como característica común el facilitar el contacto profundo entre sujetos -o con partes poco accesibles de uno mismo- a nivel emocional.

En una ocasión que me preguntaba un conocido psiconauta por la diferencia entre ambas, la metáfora que resultó más oportuna fue la siguiente: “Imagina como te sientes cuando, tras meses o años de espera y trabajo, estás en una gran noche a punto de acostarte por primera vez con una pareja que has deseado de forma intensa. Esa sensación, con todo lo que tiene de estimulante, sería la MDMA. 

Ahora imagina como te sientes cuando ya has pasado la intensa emoción de 'estar a punto de' y reposas al lado del cuerpo de tu pareja deseada, tras un par de orgasmos mágicos: eso es la MBDB!!

¿Te gusta más que el éxtasis o MDMA? Sí. Me gusta mucho más, o mejor dicho, me gustó mucho más. ¿Dónde la puedo comprar? ¿Tengo que irme a los recónditos mercados de la darknet y pagar con Bitcoin para no ser rastreado? 

Pues creo que, a día de hoy, no tengo fácil respuesta para ello. Ni tampoco una explicación que me convenza, sobre la falta de esta droga en el mercado negro o blanco, porque es -a día de hoy- una sustancia totalmente legal en prácticamente todo el planeta y, desde luego en Europa.

La MBDB o Edén es una de la variantes más lógicas de la MDMA, químicamente hablando, y no es más que un MDMA al que se le ha añadido un carbono más al grupo metil de la estructura anfetaminoide del éxtasis. Esa variación mínima, tiene su correlato en los efectos. Pero no deja de ser algo “muy parecido”. 




Cuando los sistemas de detección de nuevas drogas, que se pusieron en marcha en todo el mundo tras la prohibición de la MDMA y la subsiguiente explosión de este compuesto por todos los rincones del planeta, empezaron a detectar los primeros cambios sobre la molécula. Pronto encontramos variedad en esas sustancias, que venían a imitar o a sustituir a la prohibida MDMA. Entre las primeras que aparecieron estaba la MDE o Eva, la MDA que era el precursor no metilado de la MDMA y que resulta más psiquedélico -ilegal desde 1970- aunque sin perder su parte “entactógena”, y la MBDB que sintetizó Nichols y dio a probar a Shulgin, quien difundió sus propiedades. La MDA y la MDMA estaban ya prohibidas, la MDE fue pronto incluida en las listas negras de sustancias, y la MBDB se puso bajo observación.

¿Cómo que bajo observación? Pues sí, fue la primera sustancia que el EMCDDA -Comité Científico del Centro para Monitorización de Drogas y Adicciones de Europa- tuvo a bien en 1998 someter a su evaluación tras que le fuera requerido por el Reino Unido, en aquel momento ocupando la presidencia de la Unión Europea, sobre si era necesario prohibirla y con qué rapidez. La respuesta no fue lo que se esperaba: dicho organismo estudió lo que se conocía de la MBDB o Edén, y acabó por determinar que no veía necesaria la prohibición de la misma, ya que ni se había podido probar que fuera especialmente adictiva ni peligrosa, y que de serlo lo era por debajo de los niveles de la MDMA en las mismas áreas.

No fueron los únicos. Tras eso, se intentó algo similar en USA y también a nivel internacional, en el que intervinieron con una carta desde el Centro de Libertades Cognitivas personajes como Shulgin, Jonathan Ott o Thomas Szasz, haciendo hincapié en la falta de buenas razones para prohibirla (realmente las mismas que se podrían argumentar para la MDMA). 


El resultado fue poco común, ya que los expertos de la OMS dijeron que: “aunque la MBDB es, tanto estructural como farmacológicamente hablando, similar a la MDMA, los limitados datos disponibles indican que sus efectos estimulantes y euforizantes son menos pronunciados que los de la MDMA. No ha habido informes sobre efectos tóxico o adversos a la MBDB en humanos. Los datos de las fuerzas de seguridad sobre el tráfico ilícito [¿?] de MBDB en Europa apuntan que la disponibilidad y abuso puede estar declinando tras un pico en la última mitad de los años 90. Por estas razones, el comité no considera que el peligro por abuso de la MBDB constituya un riesgo a la salud pública, por lo que NO RECOMIENDA SU PROHIBICIÓN.

Sí, aunque suene raro, la OMS no recomienda que se prohíba. No la ve peligrosa como para ello. Y eso es una gran noticia de cara al utópico día en que se planteen una regulación sensata de las drogas, porque esas sustancias que todavía no han sido prohibidas, serán las que tengan una mayor posibilidad de ser puestas en juego. Y creo que la MBDB, el Edén de Nichols, es una gran sustancia y que no necesita “ser parecida al MDMA” para que pueda ser valorada en sí misma. 

Si la MBDB es legal (no está prohibida) y tiene unos efectos similares a los del prohibido MDMA, ¿cuál es la razón de que no esté en el mercado? Tenemos sustancias de todo tipo, mucho más peligrosas la mayoría, vendiéndose como “legal highs”. Pero no encontramos, ni en los mercados de la darknet, la poco dañina MBDB. De hecho, cuando se encuentra, se vende como MDMA.

Mi primera experiencia con el Edén o MBDB fueron unas cápsulas vendidas como “Californianas” con un compuesto de color entre crema y marrón claro, algo grumoso y sin olor. El sabor era similar al de la MDMA pero con un aspecto que recordaba humedad, como si estuviera escondida dentro de la propia molécula. Tiempo después un amigo sintetizó unos gramos de MBDB y pude recibir otras dosis de regalo. 

La última vez que pude conseguirla fue a través de un proveedor chino, un químico fino filipino, que tanto te sintetizaba el mejor 2C-B ilegal como te hacía unas dosis de MBDB legal y te lo hacía llegar, tras pago vía Western Unión, discretamente entre documentos con una empresa de mensajería. No existía Silk Road, pero había otras cosas similares (foros privados). 

¿Por qué me gustaría mucho tenerla a mano de nuevo? Era una puta gozada. Recuerdo haber pensado bajo su efecto que algo tenía que estar pasando en mi cerebro que fuera similar a lo que hace que los gatos o los perros se retuerzan de gusto con unas caricias. 

Aunque la MDMA me gusta, tiene una parte que me tira para atrás: el subidón. No me va el rollo estimulante, no me gustan las taquicardias, no me tiro a la pista a bailar. La MBDB subía mucho más suavemente, no te hacía perder la cabeza -no se te iba la pelota- como se te puede ir con MDMA, sino que era mucho más manejable. 

Creo que la MBDB es la droga perfecta para darle a la gente mayor que no ha experimentado nunca con MDMA. Pero no invoca un gran espacio de comunicación, de revelación de secretos nunca dichos, de sinceridad torrencial. La MBDB o Edén es la droga más “tacto” que conozco. Se podía tomar estando solo pero no tardabas mucho en estar metido en la cama, frotándote de gusto contra las sábanas. Necesitas tocar. Es una droga para tocar, y tomada con una pareja que esté acostumbrada a ese tipo de drogas entactógenas, es realmente algo parecido al edén: todo muy ameno y delicioso. El tema sexual no va mejor que con la MDMA, no es una droga genital y no ayuda al tema fisiológico, pero en la esfera de la intimidad y sobre todo para personas que -más que usar la boca para hablar- lo que necesitan es aprenderse los mapas de su piel y de la de su pareja, me parece que es una droga que no tiene rival.


Perfecta para amantes, para los que no tienen nada que decirse con palabras, pero no quieren dejar de usar la boca y la lengua sobre el otro. Perfecta para hacer del cuerpo de tu pareja una gran geografía lúdica. Qué bien suena que te digan el oído: “...déjame que chupe todos los centímetros de tu piel, porque estoy empapada de MBDB...” 

¿Algún químico inteligente nos está escuchando? 
Sin duda es una gran sustancia, legal y bastante segura.
Y está pidiendo ser “desenterrada”.