Este texto fue publicado en Cannabis.es cuando Duterte tomó el control de Filipinas e inició a nivel nacional su particular cruzada que, a día de hoy, ha rendido ya 8000 ejecutados sin juicio. No podemos esperar que os guste y sí que os alarme, porque es necesario despertar antes de que sea tarde.
--
--
DIY: ¡¡mata al narco tú mismo!!
Tengo una propuesta que hacer a los
gobiernos de todo el mundo -desde aquí mismo- que creo que puede ser
la solución a muchos problemas. Una de esas grandes ideas en las que
toda la sociedad saldría ganando. Un WIN-WIN, como dicen los usanos.
¿Por qué no apoyar a los ciudadanos
para que maten -ellos mismos- a los que andan con drogas?
Puede sonar un poco radical, así de
primeras, pero si la pensáis con tranquilidad y superáis lo
impactante del primer momento, lo veréis claro. Mirad, y atentos a
la bolita....
Para empezar, todos tenemos claro que
las drogas son malas. ¿Para qué andar con tonterías de legalizar
algo que es malo? Si hemos luchado tanto contra ellas... no es el
momento de rendirse, sino de aumentar la dureza de nuestros golpes!!
Los drogadictos que están a favor de
la legalización y esas cosas -que no os engañen, que todos son o
yonquis o gente pagada por los narcos- no están haciendo ningún bien
al mensaje que hemos lanzado todos estos años, y que tanto esfuerzo
nos ha supuesto como sociedad: la droga nos daña y ellos también.
No puede ser que vayamos a permitir que, por pura pose y ganas de ser
vanguardistas, en nuestros países ahora vayan a salir un montón de
opciones políticas que quieren la legalización de alguna forma:
¿qué pasaría si, en un momento de locura, millones de personas les
votasen? Caeríamos en el caos más absoluto y podrían ser, por su
miserable vicio, la causa del colapso de nuestra era y civilización.
Quedaríamos inermes ante el enemigo, que nos ocuparían tan fácil
como un paseo de señoritas, en mitad de prado lleno de margaritas.
Por culpa de esos fumadores de
marihuana y hashís, de la gente que come pastillas y esnifa rayas,
todos esos yonquis han conseguido que nuestra política -destino en lo
universal- se vea minada por la contaminación de su sucia moral
sobre el resto de ciudadanos. Ellos son, los ciudadanos, los primeros
afectados por la existencia de esta mala gente. Y deberían ser ellos
los primero en tomar “cartas en el asunto”; seguir esperando a
una justicia y una policía que -precisamente por culpa de esta
gente- están totalmente saturados, es una posición poco realista.
No sólo los ciudadanos tendrán una
mejor salida ante estos individuos si van armados sino que, además,
un ciudadano armado nos ahorra un policía que es un sueldo más que
sale de nuestros impuestos. ¿Por qué vamos a delegar en otros
-pagándoles- lo que podemos hacer nosotros mismos? ¿No somos
capaces de gestionar nuestros propios asuntos?
El ahorro en policía, gastos asociados
como la gasolina, las armas, equipos y mantenimientos, sería
evidente, y la presencia de “ciudadanos policía” en todos los
vecindarios sería suficiente para mantener el orden, que estos
indeseables de las drogas están alterando.
Ya sé que el primer argumentos de
quienes no acepten la idea será – ya que esos no son buenos
ciudadanos- que legalmente, eso no es posible hacerlo sin que se
violen varias leyes. Pero todos sabemos que las leyes son
-simplemente- el instrumento más frecuente para “orientar” a la
población y que, si se puede cambiar la Constitución en 15 minutos
con un cafetito en el bar, podemos modificar lo que queramos.
De hecho, dado que el coste legal del
proceso que afrontamos -debido a la presión de la ONU de que tengan
un juicio- para poder matar a los narcotraficantes que tienen
relación con drogas y seguir cobrando esos millones en subvenciones
para balas que nos da la comunidad internacional, podemos también
dar un paso más allá: no convertir a los ciudadanos en policías
simplemente, sino “ampliar” generosamente los supuestos en los
que el uso de “fuerza letal” sea acorde con la ley, de manera que
-si el ciudadano lo considera oportuno- pueda disparar y matar al
narco y ser premiado por el estado. ¿Por qué no? Si está actuando
tal y como queremos, estará haciendo un bien a la sociedad y debería
ser premiado: hay que estimular que el comportamiento se vuelva a
producir en el actuante y, también por imitación, en otros
ciudadanos.
Aunque finalmente -como estados-
realicemos una pequeña entrega de dinero por cada “actuación
ciudadana contra la droga”, el coste de esa pequeña gratificación
es muy inferior al de sumar una policía eficiente, un sistema legal
que funcione como para administrar realmente justicia y los costes de
los procesos, el coste de las prisiones en las que tenemos que estar
alimentando a esta gente, cubriendo sus gastos sanitarios y cargar
con ellos -insolventes y gentuza no productiva- hasta las almohadas
de sus camas y las diversiones de su “tiempo de ocio”; todo ello
pagado del bolsillo del ciudadano, que no llega al mismo tiempo a fin
de mes y, en ocasiones, a alimentar a su propia familia.
No es justo
que paguemos la vida a esa gente que ha estado vendiéndole la muerte
a nuestros ciudadanos y sus hijos, y no lo haremos más de esa forma:
acabaremos con esa lacra de la droga -mientras todos ahorramos dinero
que volverá a nuestros bolsillos- ocupándonos nosotros mismos.
No olvidemos que siempre cabe la
posibilidad de abrir “una nueva vía”, dentro del derecho, y
poder efectuar aplicaciones de nuevas leyes -de forma retroactiva-
sobre la población de narcos ya presos. ¿Por qué tenemos que
seguir cargando con ellos si, por si quedaba duda, han sido ya
condenados por un juez? ¿Acaso es mejor el que inicia en las drogas
a un joven con un porro, que el que vende kilos de heroína a yonkis
sin cura? ¿Por ser cannabis acaso tenemos que aceptarlo y no luchar?
No perdamos de vista el objetivo para el que nos perjuramos: UN
MUNDO LIBRE DE DROGAS y de usuarios de las mismas. No importa el
precio, porque nunca importó; se trata del triunfo del espíritu de
una nueva raza.
Estoy empezando a calentarme, porque en
realidad soy consciente de que somos demasiado humanos con la calaña
con la que tenemos que lidiar así que, cuando sea presidente, daré
órdenes a la policía y al ejército de buscar a esa gente y
matarlos a todos. A todos. Voy a limpiar el puto país de basura como
ellos.
Ya bastó de ser tibios contra el mal.
Olvidad las leyes de Derechos Humanos,
porque yo mismo voy a descuartizar criminales, delante de ustedes, si
así lo desean para que vean que hablo en serio.
Yo mataría a mis propios hijos si
fueran drogadictos porque, del asco que me darían, vomitaría cuando
les mirase a la cara. No bromeo: ha llegado el final del camino para
la droga en nuestro planeta. Sé de qué hablo. Mis escuadrones de la
muerte están preparados y perfectamente ajustados para dar caza (y
poder usar luego, para ejecución-espectáculo en la plaza pública)
a esta calaña de gente.
¡¡Adelante, planeta Tierra: acabemos
de una vez con la lacra que Satán sembró sobre nuestros suelos para
la perdición del ser humano!! Presidentes del conjunto de países
del planeta Tierra: si queremos un mundo LIBRE DE DROGAS, y de
drogadictos, nadie nos lo va a traer pero es nuestro derecho
establecerlo, para que dure 1000 años, al menos......
Jóvenes ciudadanos de
hoy: entrad a saco en la civilización, decadente y miserable, de
este país sin ventura; destruid sus templos, acabad con sus dioses,
alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madres
para virilizar la especie.
Romped los archivos de la
propiedad y haced hogueras con sus papeles para purificar la infame
organización social.
Penetrad en sus humildes
corazones y levantad legiones de proletarios, de manera que el mundo
tiemble ante sus nuevos jueces.
No os detengáis ante los
altares, ni ante las tumbas...
¡¡Luchad, matad y
morid!!
–
* La idea, aunque buena, no es mía. Es
del presidente
del Gobierno de Filipinas, conocido como “Duterte el sucio”,
una especie de Donald Trump en sus ideas pero que, a diferencia del payaso norteamericano,
ya tiene a sus espaldas un largo historial de asesinatos y
“ejecuciones extrajudiciales” con escuadrones de la muerte. Pero
sólo mata a los malos, como dice el pueblo que le ama.
También es un tipo con un sentido del
humor algo extraño: ante una monja violada por una multitud de
hombres en una cárcel, que estaba bajo su control, dijo que “la
monja estaba tan buena que, el alcalde de la prisión, debería haber
sido el primero en violarla”. Son machotes y valientes, que les
salen estas cosas de la boca cuando dejan salir la peste de sus
cloacas.
Porque como todos entendemos, todo vale
para acabar con las drogas: ¿matar escoria yonqui o convertir monjas
-mediante violación grupal- en mamás? ¿Qué pequeñeces son esas
si tratamos de conseguir un bien superior?
** Los últimos fragmentos del texto
desde el “jóvenes ciudadanos” hasta el “luchad, matad y morid”
-incluido lo de animar a violar monjas- pertenecen a un conocido
político español del siglo XX: Alejandro Lerroux.
Entre 1933 y 1935 fue 3
veces Presidente del Gobierno de la II República en España,
además de tener carteras (ministerios) en Guerra (1934) y Estado
(1935).
No hay comentarios:
Publicar un comentario