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El Supremazo contra los CSC.
“¡¡¡Mecágondios!!!
¿Que el Tribunal Supremo, sala máxima
-y muy señera- del derecho español, se ha cargado con una sentencia
a todos los Clubs Sociales de Cannabis (CSC's) del país?” resonó
en mi cabeza como si me hubieran sacudido una buena hostia con el
badajo. Era mi pensamiento que se encargaba de darme los buenos días,
al leer las noticias adelantadas sobre la sentencia 484 del 2015, que
acababa de hacerse pública.
Lo primero que pensé, sin haber podido
leer la sentencia en ese momento, es que estaban exagerando. ¡Estos
periodistas... cómo se ponen con las drogas! Pero no. Aunque sonaba
marciano que -un buen día por la mañana- el tribunal más
politizadamente macarra del país se levantase y jodiera de un
plumazo la única opción de acceso al cannabis en España para
enfermos, o para viciosos fumetas adictos como yo, que no es el
mercado negro puro y duro... era real. ¡Está pasando!
El Tribunal
Supremo ha sentado doctrina, como quien planta un pino, y nos ha
jodido bien: si quieres porros, llama a tu puto camello o plántate
tú la yerba sin que te pillemos, pero eso de que puedas ir a
comprarla o a adquirirla a un lugar conocido como un CSC -gestionado
dentro del ámbito asociativo, con personas formadas en el uso y
consumo de la droga que vas a pillar, que te pueden informar
adecuadamente de lo que necesites- sin tener que sentir la emoción
de estar violando la ley, se acabó.
Veeeenga, ya estás desempolvando ese
viejo móvil -que guardas en el cajón al lado de esos condones que
ibas a gastar en el 2008- y buscando el teléfono del camello que te
hacía el favor de atenderte, y contra el que posiblemente has estado
despotricando desde que conseguiste acceder a un CSC y pillar tu
yerba, tu hash o tus extracciones de cannabis para dabear, en un
sitio que no parecían los escenarios de “El Pico”. Y sobre todo,
reza mucho (a San Canuto) para que siga conservando el mismo número,
y se acuerde de ese capullo que dejó de llamarle hace años pero no
se acuerde con memoria suficiente como para tenerte “trizado” por
algo que no le gustase de tu comportamiento como cliente, que los
camellos son “muy especialitos”.
¡¡Llegó el “Supremazo 484”
contra el cannabis!! Unos gobiernan con decretazos y otros legislan
con supremazos, no vamos a sorprendernos ahora por eso ¿no? Cómo
decía la dulce Cospedal -para mí tan dulce como “la dulce Neus”-
hace poco : “¡¡¡LA DROGA ES MALA!!!”.
De los jueces que esos políticos
nombraron, no vamos -pues- a esperar “física cuántica”: de esos
polvos, estos lodos.
He aquí los hechos, resumidos para tu
selectiva mente: el tribunal supremo recibe un recurso -de un fiscal
muy fiscal que obedece por ley las órdenes del fiscal general del
estado- diciendo que “no le parece nada bien que la audiencia de
Vizcaya haya fallado lo que ha fallado contra una asociación llamada
EBERS” en la que salían absueltos de lo que ese fiscal les
acusaba: tráfico de drogas hablando en plata. La cosa es que se pone
a mirar el tema y ve que lo que realmente son, es una asociación de
esas que reúnen a activistas luchando por la salida del mercado
negro del cannabis, a enfermos buscando ayuda real, personas en
tratamiento por cáncer a quienes el estado falla, y a todo el
espectro social de aquellos que usan marihuana lúdica o
terapéuticamente. Todos con el factor común de intentar abastecerse
fuera del mercado negro.
La sala que juzga se da cuenta de que
tiene un “papelón” entre manos, y es que el discurso oficial del
estado español es totalmente contrario a cualquier tipo de medida
que suavice la presión contra el cannabis y/o las drogas. De hecho,
como recuerda la sentencia, resulta que nuestros representantes
políticos van por el mundo diciéndoles a los demás países que ni
se le les ocurra pensar en “decriminalizar” el cannabis ni otras
drogas, lo que es igual a pedirles que el consumo de cannabis siga
siendo un delito -aunque en España no lo es, aún- y que no aflojen
las fuerzas en la guerra contra las drogas. Es como decirle a un
pobre que se muere de hambre, que no cambie de dieta porque le va a
ir bien así. La política internacional Marca España es lo que
tiene, los principales representantes de los asuntos sobre drogas en
la ONU y otros países, no cambiaron tras la salida del gobierno de
Zapatero: no hace falta porque -al final- tienen la misma política
de drogas las dos caras de la moneda PPSOE.
Y al final, pues se bajan los
pantalones y dicen que... hacen lo que hacen con su sentencia -cortar
el cuello a todo el asociacionismo cultiveta cannábico- porque les
obligan de fuera: acuden a justificarse a los tratados
internacionales sobre drogas, incluso a su interpretación semántica
si es necesario. La verdad es que la sentencia es un puto novelón
increíble, un viaje a través de la realidad actual de la justicia
en España y de las mentes pensantes que al final acaban escribiendo
sentencias que dañan el consenso social, siempre por delante de lo
que la norma dice. Literariamente es todo un ejercicio de
derecho-ficción y neorrealismo hispano. A mí, como sentencia, me
gusta porque no paro de reírme cuando la leo: ¿nunca habéis hecho
eso de imaginar las caras de vuestros compañeros de trabajo, justo
cuando se van a correr o cuando tienen que apretar cagando? Pues yo
lo hago con los magistrados del Tribunal Supremo cuando tienen que
firmar esas sentencias. Me va mejor.
Lo triste es que podían haber hecho
algo más -ellos mismos citan el Art.3 del Código Civil que alude a
la “realidad social”- e incluso algo útil para todos, ya que se
ponen a pontificar ahora. La sentencia nos dice que 290 socios,
excede lo que se puede entender como una extensión de nuestro
derecho a consumir drogas bajo el supuesto del “consumo compartido”
y del “cultivo compartido” como extensión a su vez del anterior.
Pero a la vez, se lavan las manos y dicen que no es competencia de
los tribunales decir cuántas personas son el límite para un CSC o
club de ese tipo. Y es cierto, no es su competencia pero unas
pequeñas indicaciones hubieran ayudado -doctrinalmente- a que su
sentencia no se convierta en una caza de brujas contra los CSC.
El sábado, un día después de que
fuera pública, la sentencia había rulado como la pólvora en
ciertos ámbitos y no precisamente en los fumetas: al parecer las
comisarias de policía la habían tomado por el best-seller del
momento, y se la estaban pasando unas a otras como si fuera un
regalito por Navidad. Por un lado, me parece estupendo que los
uniformados conozcan bien la ley -empezando por las relativas a
Derechos Humanos- y tanto interés en estar al día con la ultimísima
sentencia del Tribunal Supremo es loable.
Por otro lado, me cuesta
(llamadme malpensado) imaginar que en realidad, la sentencia volando
de una comisaria a otra, fuera el resultado de un intenso debate
intrapolicial sobre los límites del derecho desde el positivismo
jurídico. Más bien me comentan que fue algo más parecido a un
“mira mira, que ya dicen los del supremo que podemos ir a por los
fumetas esos de los clubs... que se vayan preparando JOJOJOJOJO!!”
y lo cierto es que me lo creo, la navaja de Ockham me obliga.
¿Qué va a pasar ahora realmente?
Pues sin ser adivino, el futuro más
probable es el de un cierre masivo de clubs de cannabis, en el estado
español. Voluntario: no quiero/queremos ir al talego. O forzoso: te
cierra la policía acusándote de tráfico de drogas. Por las buenas
o por las malas.
¿Has encontrado ya el teléfono de tu
camello? Si no puedes plantar tú mismo, sigue buscando.
¿Y eso por qué, si a los de EBERS no
los enchironan al final? ¿A ellos no y a mí sí?
Los de EBERS han tenido la suerte de
usar una carta muy especial de la baraja, la del “error vencible”.
Por esa rareza del derecho que quiere decir -más o menos- que creías
firmemente que no estabas cometiendo ningún delito, y además tus
actos (en este caso, la limpieza con la que EBERS llevaba sus cosas)
cuadran con ello: si en el desarrollo de la actividad que hacían,
hubiera habido la menor prueba de que pretendían esconder algo
porque sabían que era ilegal, el comodín del “error vencible”
no se hubiera podido usar. Y además, una vez usado en este caso, el
tribunal se encarga de aclarar que hay varios puntos del asunto que
no se ajustan a lo que la ley permite en el modelo de los CSC en
España, como pueden ser el número de socios (290 son demasiados, y
ahí te quedas preguntando) o la intención de “permanencia” en
el consumo compartido -porque de otra forma no puedes explicar que un
cultivo sea compartido como escudo legal- hace que se contradiga con
la jurisprudencia que sostenía el delicado entramado de los CSC, que
se basaba en el consumo compartido, y por definición legal ha de ser
de una cantidad mínima -aunque se aceptan acopios extra para
ocasiones y fiestas de guardar- y para consumir en el momento.
También que no hace falta que se dé “ánimo de lucro” para que
sea delito de tráfico de drogas: si tu cultivas “legalmente”
para ti en tu finca del pueblo, y te ha salido medio kilo de buena
yerba más del que puedes usar en un año, si se te ocurre dárselo a
un enfermo que no pueda cultivar y te pida ayuda, como te trinquen
vas pa'lante por tráfico de drogas, aunque no fueras a ganar nada
con tu acción y seas un bonito candidato a recibir un indulto por
buena persona. Preso y luego solicitas el perdón.
Existe otro punto curioso, y es que el
tribunal da como hechos probados que ese grupo de 290 personas usaban
10'4 TONELADAS de cannabis cada 6 meses para abastecer sus
necesidades. ¿Cómo es esto? Coge la calculadora, venga: 10.400
kilos de cogollos de yerba, cada 6 meses, para 290 socios... tocan a
casi 6 kilos de cogollos de marihuana por mes. O lo que es igual a
200 gramos de yerba por día. ¡¡JODER CÓMO FUMAN ALLÍ!! Esto que
lo resuelvan los de Expediente X o Cuarto Milenio.
Al mismo tiempo, el mismo tribunal dice
que no hay que olvidar que se ha detenido a gente con cantidades
notorias de cannabis en la zona, y de los que citan el que más
llevaba eran 5'1 gramos de cannabis. ¿Explicación que cuadre ambas
cosas? No lo intentes; mejor hazte un “PASOPALABRA” como Pedro
Sánchez cuando le preguntan por el cannabis, en una vergonzosa
demostración de su incapacidad para tratar este asunto, con la
normalidad de un adulto en una sociedad adulta.
No todos los políticos que aspiran a
que les des tu voto el 20 de diciembre están sin saber qué decir al
respecto de la política de drogas y el cannabis: Albert Rivera, al
ser preguntado por la cuestión del cannabis ha dejado claro que está
a favor de la legalización, y que él ha fumado cannabis en varias
ocasiones, que no lo oculta. Estas declaraciones del líder de C's se
publican en la prensa al día siguiente del “Supremazo 484”.
El cannabis ha entrado en campaña
desde el pasado viernes, de la mano de nuestro inefable Tribunal
Supremo.
Y quien no lo vea, que se fume un porro.
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