sábado, 10 de diciembre de 2016

BioTrial, experimento mortal imitando al cannabis.

Este texto fue publicado en la Revista Soft Secrets -en su edición de papel, al menos (no lo veo por otro lado de momento)- cuando ocurrieron los sucesos por los que hubo un muerto y varios heridos en unos experimentos médicos, en un laboratorio francés, con una nueva droga que actuaba sobre el sistema cannabinoide.

Paradójicamente, los investigadores buscaban una sustancia que provocara hambre, diera sueño y aliviara el dolor. Buscaban algo sintético -pero legal y patentable- que hicieron lo mismo que el cannabis hace sin poner ninguna vida en riesgo. Ahora se ha sabido, que además, de entre los inhibidores de acción similar que podían haber probado, escogieron uno con un perfil de riesgos increíblemente elevado con respecto a otros.

También -ahora- hemos conocido que en experimentos con perros, esa misma droga había matado ya unos cuantos en fases iniciales de ensayo.
Genial todo, eh? Un muerto y 5 heridos lo atestiguan...

Otra víctima más de la estúpida guerra contra las drogas.
Lo que buscaban lo tenían ya, sin matar a nadie: cannabis.

:P




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BioTrial: el experimento mortal.


El viernes 15 de enero se hacía pública la desgracia: un hombre en muerte cerebral y cinco heridos más en un ensayo clínico de una nueva droga sintética, llevado a cabo en Francia. El primer ingreso hospitalario se produjo el día 10 de enero y resultó ser el más grave. 




El ensayo clínico se suspendió al día siguiente, pero se tardó unos días en informar públicamente de lo ocurrido y se eligió el viernes para hacerlo, posiblemente buscando reducir los daños que esto podía generar en el mercado de valores relacionados con ensayos farmacéuticos.

En un primer momento la ministra francesa de sanidad, Marisol Touraine, informó del asunto someramente y las especulaciones se dispararon. Una de las primeras fue que la droga que estaban probando era un derivado del cannabis, un bulo difundido inicialmente por algunos medios franceses -que obtuvo cierto eco extra por lo polarizante que resulta el tema del cannabis con la severa legislación francesa al respecto- mientras la compañía farmacéutica hacía lo posible por no revelar el compuesto públicamente. 

Horas después, la ministra tenía que desmentir que el cannabis tuviera relación alguna con este caso, aunque es posible que como en otras cuestiones, el hecho de que exista una contranarrativa -o una corrección a la inicial- no implica que vaya a ser atendida con el mismo interés que lo fue la noticia en un primer momento.




La compañía en cuestión se llama Biotrial y estaba probando un compuesto suministrado por la compañía portuguesa Bial. El compuesto había pasado las fases de experimentación animal exigidas antes de darle una nueva droga a un ser humano, habiéndose llegado a probar hasta con chimpancés. 

Tras la fase animal, se encontraba en la “Fase I” de experimentación con humanos, que busca establecer -entre otras cosas- los márgenes seguros de uso. Se inició el experimento con 128 participantes, de los que 90 tomaron el compuesto en su primera etapa. De esos 90, todos voluntarios sanos, a 8 de ellos se les pasó al siguiente nivel, y se aumentaron las dosis. 

Presuntamente se doblaron las dosis, pero en estos momento los datos exactos siguen siendo retenidos por la empresa farmacéutica. De esos 8, por suerte 2 habían recibido un placebo pero los 6 restantes resultaban heridos y uno de ellos terminaba muerto, finalmente, una semana después. 

Todos eran varones sanos de entre 29 y 48 años, voluntarios pagados por la empresa farmacéutica a quienes daban 1.900 € de “gratificación” por las molestias derivadas de participar en el experimento.

La comunidad científica, a lo largo de ese fin de semana, exigió conocer realmente los datos del estudio que -curiosamente- no estaban inscritos en el registro correspondiente para poder ser accedidos. La compañía se hacía la sueca, aunque afirmaban estar colaborando con las autoridades para todo lo que fuera necesario (no tenían otra opción ya que se ha abierto un proceso judicial por homicidio). 

Finalmente, Christopher Southan, un farmacólogo e investigador de la Universidad de Edinburgo y también Stephan Alexander, farmacólogo molecular de la Universidad de Medicina de Nottingham, identificaron el compuesto como BIA 10-2474. Poco después, la empresa confirmaba que el compuesto era BIA 10-2474.


¿Qué es BIA 10-2474?

BIA 10-2474 es el nombre en código del compuesto 3-(1-(cyclohexyl(methyl)carbamoyl)-1H-imidazol-4-yl)pyridine 1-oxide. En esencia, es un Inhibidor de la enzima Amidohidrolasa de Ácidos Grasos o, en inglés, Fatty Acid Amide Hydrolase (FAAH). 





No es, en sentido estricto, un cannabinoide ya que no es un agonista de los receptores CB1 ni CB2. Pero funciona sobre los mismos sistemas y de una forma finalmente similar. Mientras que los cannabinoides sintéticos son moléculas que imitan a los cannabinoides endógenos, la BIA 10-2474 actúa aumentando los niveles de anandamida -el principal cannabinoide endógeno- como consecuencia de “desactivar” el mecanismo que controla que el nivel de este compuesto en nuestro cuerpo, no llegue a niveles que resulten peligrosos. 

Este mecanismo, como en otros casos, se basa en la degradación enzimática por la que grandes moléculas llamadas enzimas se encargan de romper las moléculas que les sirven de sustrato, en este caso la anandamida que produce el cuerpo humano. Al eliminar este mecanismo de control, el nivel de anandamida sube y se producen los efectos derivados de ello que eran buscados con intención terapéutica. 

Pero si el nivel sigue subiendo, sin que el sistema encargado de controlar esa subida esté disponible, ¿qué ocurrirá? La respuesta a esa pregunta es lo que en el ensayo de Rennes han descubierto: la desregulación del sistema endocannabinoide humano produce daños similares a los de los cannabinoides sintéticos, incluyendo muertes.

Estos compuestos, que en lugar de funcionar como agonistas de los receptores funcionan como inhibidores de los sistema de control enzimáticos, han sido también hallados en el mercado de “legal highs” para drogas de tipo recreativo en las combinaciones de compuestos que hay en la mal llamada “marihuana sintética”. 

¿Por qué? Porque funcionan para provocar efectos similares a los del cannabis, y de hecho eso mismo buscaban también los responsables de ese estudio: un compuesto que provocase efectos similares a los del cannabis, pero que no fuera cannabis ni derivado suyo, para no tener problemas con la ley y conseguir rápido un producto vendible en el mercado farmacéutico.


La legislación prohibicionista provoca muertos; 
la ley mata también en ensayos clínicos.

Cabe destacar un aspecto de toda esta historia, y es que lo que el laboratorio Biotrial buscaba con estas pruebas era un producto que -en esencia- hiciera lo mismo que ya sabemos que hace el cannabis, y de forma inofensiva para la salud del usuario: que produjera analgesia o alivio del dolor, que mejorase el apetito de esas persona así como su estado de ánimo, y que ayudase con los problemas derivados de la degeneración neurológica tanto en enfermedades raras como conocidas.

¿Y qué sentido tiene buscar una nueva droga que haga lo mismo que otra vieja y que es inocua, como el cannabis? Pues básicamente la razón es la misma por la que se creó la “marihuana sintética”: no verse afectado por la legislación anti-cannabis. Todos estos ensayos pasan por comités de bioética que los autorizan -o no- y lo que no iban a autorizar es un estudio similar pero con cannabis, ya que la ley en Francia se lo pone casi imposible: el cannabis, a efectos legales, es una droga “peligrosa y adictiva” que no puede ser administrada a seres humanos.... dice la ley. 



Y la ley no dice nada de usar compuestos nuevos que buscan imitar el prohibido cannabis, así que en la búsqueda de fármacos útiles que actúen sobre el sistema endocannabinoide se ven privilegiados los cannabinoides sintéticos que cualquier compuesto que proceda de la planta, origen que además lo hace no-patentable y mucho menos rentable para el mercado.

El hombre que entró con muerte cerebral en el hospital y murió días después, así como sus compañeros, son víctimas de la guerra contra las drogas de la misma forma que lo son los muertos por “marihuana sintética”. Sin dicha guerra y sus leyes, nadie hubiera iniciado un estudio para conseguir un producto que provocase los mismos resultados que el cannabis, teniendo cannabis como opción terapéutica. 

La prohibición sobre el cannabis no sólo mata personas, sino que lastra de forma notable el desarrollo e investigación científicos en áreas de la salud, primando perversamente el desarrollo de fármacos sintéticos frente a la segura opción natural.


Ante este caso se hace patente que la despenalización total del cannabis es una cuestión de salud pública, también para quienes -como estos participantes del estudio- nada tienen que ver con el mundo cannábico.

3 comentarios:

  1. Muy interesante, como siempre. Es una pena que exista tanto prejuicio... Y sí, el tiempo viví en Francia tuve la sensación de que la intolerancia para con cannabis era mayor que en España (al margen de la regulación legal).

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  2. Muy interesante artículo. Francamente bueno. ¿De donde cogno sacas esa información?

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  3. Toda esta info fue publicada en los medios en su día.
    Nada secreto.

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