viernes, 30 de agosto de 2013

La Naloxona y el Día Internacional de la Prevención de Sobredosis



Este sábado 31 de agosto es el Día Internacional de la Prevención de las Sobredosis. Seguramente los medios internacionales tal vez lo mencionen y los nacionales (en España) lo hagan poco o nada. Depende de cuánta tontería tengan para rellenar este sábado en sus ediciones en papel y en la red, a cada cuál más descuidada en la información sobre drogas y salud, incluyendo a los fármacos. No es conspiranoico pensar que los laboratorios farmacéuticos tampoco se sienten muy cómodos hablando del tema, puesto que sus productos matan por sobredosis varias veces más personas que todas las drogas ilegales juntas.

La aspirina mata más que la heroína en USA. La hepato-toxicidad del paracetamol o acetaminofen causa más muertes que las drogas ilegales en muchos países. Y ahora en USA están teniendo una epidemia de muertos por sobredosis de opiáceos y opioides. ¿Ahora?

En el año 1999 USA contabilizó 4.030 muertos por sobredosis con opioides en sangre. En el año 2010 la cifra de muertos en la misma situación era de 16.651 lo que son más de 4 veces más. ¿Qué está pasando? Una industria farmacéutica descontrolada que se mide sólo por parámetros económicos tiene de rehén a buena parte de la población de USA. ¿Cómo? Con sus drogas, exactamente igual de adictivas (o más) que la estigmatizada heroína: morfina, oxicodona, hidrocodona, fentanilo, etc.

Si alguien se pregunta cómo han llegado hasta eso, lo han hecho con un 110% más de ventas en 10 años, administrándote tus opiáceos en pastillas, parches, inyecciones, nebulizadores, pegatinas bucales y hasta piruletas. Sí, son un éxito en el mercado negro: el 58% de las sobredosis contienen cocaína en sangre, pero el 33% de las sobredosis contienen fentanilo, que es un opioide sintético de uso común hoy día en tratamiento del dolor.

Pero lo mejor, es que son un éxito en el mercado legal de las drogas. Varios estados de USA permiten a los médicos comprar medicamentos y vendérselos a los pacientes ellos mismos. Es curioso ver como el precio de ciertos analgésicos opioides subía más de un 50% por pastilla en la consulta del doctor mientras en la farmacia las mismas pastillas bajaban de precio.

El negocio no sólo está en el enganche físico y psicológico que produce el consumo prolongado de esas drogas, sino también en el desenganche, efectuado con un antagonista oral como la naltrexona o con un agonista como la buprenorfina o la metadona (que es como mantener a un bebedor de vino con chupitos de ginebra para que no tenga un síndrome de abstinencia). Éstas a su vez son también drogas que proporciona la industria farmacéutica y que el sistema administra en masa a sus ciudadanos.

La cosa es que las farmacéuticas y el sistema en USA tienen a un montón de población como rehenes en una guerra de beneficios. Yo soy de los que prefiero los opioides al alcohol, pero por elección propia. La gente que tienen de rehén, no son distintos de tu padre o tu abuela, tu hermano o tu hijo, o tú mismo.

Que podemos ser cualquiera es la razón por la que este Día Internacional de la Prevención de la Sobredosis no hable solamente de yonkis que se chutan drogas que compran en sitios poco salubres (y que estarían mejor comprándolas en una farmacia, sin ninguna duda) sino que se centre también en todos aquellos que por tratamientos médicos o por otras razones tienen que usar opiáceos y opioides, y eso potencialmente es toda la sociedad (y no sólo USA).

Seguramente a nadie le dirá nada el nombre de Destiny Spitler. Fue la última víctima mortal menor de 13 años en USA por sobredosis de un opioide. En este caso legal. Algunos puede opinar que si no hubiera tomado nada, nada le hubiera pasado, que hubieran vigilado mejor los dueños sus medicamentos para que no se los robasen.

Pero esta víctima no había robado nada, no había tomado nada, no sabía que estaba introduciendo en su cuerpo una potentísima droga narcótica. Y se fue a dormir... y no despertó. Era una niña de 12 años que había cogido de la basura un parche ya usado de fentanilo. Lo había usado su abuela, para el dolor en una pierna, y una vez usado lo había tirado a la basura. La niña lo cogió y se lo pegó jugando, porque son cómo una pegatina transparente, a imitar un acto paliativo que había visto en un adulto de su familia más cercana.

La población consumidora de drogas ilegales (heroína principalmente) son también objetivo de las acciones de un día como hoy, pero quiero dejar claro que son sólo unos cuantos más en el grupo al que afectan estas cosas. En nuestra farmacopea, tenemos varios preparados de opioides que resultarían mortales con una sola dosis para un adulto sin tolerancia a los opioides, y en algunos momentos de nuestras vidas, nuestras familias o nosotros tenemos que tratar con ellos.

Hay una sustancia, la naloxona, que es muy barata. Mucho. Y que necesita de muy poca dosis para hacer efecto. Y su efecto es que revierte al instante los efectos de todos los opioides y opiáceos narcóticos, permitiendo sobre todo respirar a quien se estuviera muriendo de una sobredosis. Está en casi todos los hospitales y debería estar en cualquier puesto de salud que tenga un carro de emergencias, como otros compuestos que son antídotos o agonistas para otras drogas como las benzodiacepinas o los barbitúricos, aunque estos últimos ya casi no se recetan en comparación a hace unos años. 





Hay sólo dos formas de hacer que la naloxona ejerza sus efectos en el cuerpo, y en ambos casos no pasa por el estómago pues se desactiva. Tiene que ser con una inyección, normalmente intravenosa, o mediante un nebulizador que haga que entre por la vía de la mucosa nasal, o lo que sería bastante similar a hacer efectiva cualquier droga usando la nariz y pulmones para meterla en el cuerpo. 

La primera opción, la naloxona intravenosa, existe en España en las salas de emergencias o en las UCIs y salas de reanimación post-quirúrgica donde se usan opioides. 

La segunda opción, el nebulizador con naloxona, mucho más sencilla de usar por personal no entrenado y formado para inyectarle una sustancia en vena a un paciente en emergencia por sobredosis de opioides, no existe en España.

Sin embargo existe fuera de España. Se llama NARCAN-Nebulizer y los equipos de médicos y paramédicos de algunos lugares lo administran mediante nebulización (existe también como nombre comercial para la naloxona IV), ya que hay estudios suficientes que demuestran su utilidad para revertir incluso sobredosis de metadona mientras la persona tenga un rastro de respiración. 

El efecto de la naloxona no es eterno, y se desvanece en unos cuantos minutos progresivamente, pero son esos minutos que distan entre el descubrimiento de una persona entrando en sobredosis por opioides y la pérdida total de respiración que conducirá a la muerte en los que una persona con conocimientos básicos (como puede ser poner una mascarilla e insuflar un determinado preparado que contenga naloxona) puede actuar y salvar la vida en lo que una unidad de emergencia llega a tu casa. Sin tener que ser un médico o una enfermera con una jeringuilla IV y la sangre fría para cargarla e inyectar correctamente a un familiar en sobredosis.

¿Sabrías poner una mascarilla y bombear aire a una persona? Es muy probable que prácticamente cualquiera esté capacitado para llevar a cabo semejante acción.

¿Por qué no tenemos un KIT DE EMERGENCIA, cuyo coste no sería mayor que unos euros, para aquellas personas que usan opioides de forma legal o no? 

¿Tan complejo logísticamente, caro, o poco interesante le resulta a la industria farmacéutica promover (si ellos quieren, lo hacen) un producto así que evite que sus rehenes se mueran? 
¿O prefieren no asustar y seguir sacando brutales beneficios de nuevas formulaciones con opioides que no hacen nada nuevo, pero tienen patente?

Ese kit de emergencia no tendría patente. Costaría lo que el material y poco más. La naloxona está fuera de patente y es una sustancia que se encuentra entre los Medicamentos Esenciales protegidos por la OMS. ¿Protegidos? Nombrados como tal al menos.

Tal vez a la industria farmacéutica no le interesa. Ni a la de USA, ni a la de Europa.

La principal razón que los especialistas en dolor, que usan generosamente opioides y opiáceos, argumentan para no recetar morfina (el más común y simple medicamento) es que la morfina los pacientes la asocian con la muerte, mientras que otras drogas que hacen lo mismo, no tienen ese estigma. Y además están en continuo “rejuvenecimiento de patentes” alterando los medios usados para la administración. Es decir, dan dinero. La morfina no tanto ni de lejos.

La sobredosis está ahí, y su prevención cuando se manejan opioides u opiáceos no ha de ser una misión imposible. De hecho, una preparación básica para usar una mascarilla con nebulizador es bastante para salvar una vida y aguardar la llegada de emergencias que atiendan adecuadamente el caso.

Basta con una sustancia, legal, que existe en todos los países, y que evitaría buena parte de las entre 70.000 y 100.000 muertes al año que estima la OMS que se producen por sobredosis únicamente de opioides.

La naloxona salva vidas.

La naloxona es barata.

La naloxona no tiene problemas de patentes.

Crear un kit con naloxona tendría un coste muy bajo del que se pueden beneficiar tanto la población que recibe medicación opioide como aquellos que usan opioides u opiáceos de otras formas.


¿A qué esperan?

Sábado 31 de Agosto de 2013 
Día Internacional de la Prevención de la Sobredosis.



PS: Quiero agradecer a David Kroll, que escribe sobre drogas, educación y salud en la revista FORBES la mención a este texto y su autor que ha dejado al final de su artículo http://www.forbes.com/sites/davidkroll/2013/08/31/how-to-prevent-16000-u-s-deaths-this-year/ en dicha revista.

A hat tip goes to my Spain-based Twitter follower @Drogoteca for pointing me to their blogpost on International Overdose Awareness Day. 
The Google Translate function does an adequate job if you don’t read Spanish well.


Thanks a lot, David Kroll. Muchas gracias.