jueves, 20 de noviembre de 2008

Refinado de sustancias: método de solubles o "al agua fría".

"Es totalmente aceptable, para los católicos,
evitar embarazos recurriendo
a las matemáticas,
pero tienen prohibido recurrir
a la física o la química."


Henry-Louis Mencken



De un tiempo a esta parte, en buena medida gracias a las nuevas tecnologías e internet, uno de los perfiles prototipo del consumidor de sustancias psicoactivas y drogas ilegales ha ido evolucionando en algunos casos.


Sigue habiendo un sector de personas que consumen al "viejo estilo", que viene a ser más o menos poniéndose -nunca mejor dicho- en manos de su proveedor, y esperando que lo que les suministre no sea demasiado malo, y que él sepa tratar el producto adecuadamente, y si es necesario, proporcionar información sobre el mismo a sus clientes.

A medida que se crece en el rango de edad, se aumenta en conocimientos sobre el tema, pero también en viejos tópicos ("hay pastillas de MDMA con heroína", o "la cocaína la adulteran con cristales") que nunca han sido ciertos.

Y hay un nuevo perfil, que abarca a gente de diferentes estratos y edades, que buscan información en fuentes científicas, foros especializados, y experimentan con nuevas formas de acceder a sustancias o de asegurarse la pureza de las que consumen. Un consumidor ilustrado, el drogófilo.

Este refinamiento de sustancias, llega en parte de mano de las ONG de reducción de riesgos y de la información sobre composición y adulterantes que ofrecen a todo el que quiera conocer con cierta exactitud aquello que consume (véase la web de la ONG Energy Control o de AiLaket!), y de la comunicación masiva de datos que se produce a través de la red.

Hoy día, con pocos conocimientos especializados o ninguno como en este caso, es posible refinar ciertas sustancias que por norma siempre suelen llevar adulterantes o excipientes (diluyentes), bien provengan del mercado ilegal o del legal, como es el caso de ciertos fármacos que contienen opiáceos como la codeína o estimulantes como el metilfenidato.

También resulta posible purificar sustancias como la anfetamina del speed, la cocaína que en los últimos meses parece llegar adulterada desde su origen con fenacetina (un compuesto hepatotóxico, que se bio-transformaba en el paracetamol), e incluso el "cristal" o MDMA en polvo o roca.
Todo ello con relativa sencillez, sin necesitar de ningún aparato ni material de laboratorio, y usando datos muy elementales que están al alcance de cualquiera en internet.

El método que voy a explicar -fotografías incluidas- es conocido como el de "solubilidad en agua fría". Si bien en nuestro entorno es poco conocido por el general público, en otros como los USA, es más usado por su sencillez y por la dificultad que sufren para adquirir sustancias relativamente sencillas de obtener aquí.

La base teórica de este método, es que una mezcla de dos o más sustancias, puede ser separada por medios físicos (sin reacciones químicas) si una de ellas es soluble en agua y la otra no (u otras), o si una de ellas es muy soluble en agua fría y la otra es malamente soluble en agua fría.

Aplicando este método y por la razón mencionada, se puede separar cocaína en forma de clorhidrato -muy soluble en agua- de la fenacetina que es casi insoluble, MDMA en roca de los otros compuestos que pueda llevar también debido a la excelente solubilidad que presenta la MDMA en agua, y el metilfenidato que contienen fármacos como el Rubifen, Ritalin o Concerta de sus excipientes.

En este caso concreto, se muestra paso a paso una extracción de metilfenidato de sus pastillas de Rubifen, en la presentación de 20 miligramos por pastilla, y con excipientes muy clásicos como el fosfato cálcico dibásico, celulosa microcristalina, almidón y estereato magnésico.

El metilfenidato es un estimulante de acción similar a la cocaína que presenta una solubilidad mayor de 100 miligramos de su sal por cada mililitro de agua presente.
Eso permite que otros compuestos casi insolubles o mucho menos, como el fosfato cálcico -que es la mayoría de su carga- puedan ser retirados y obtener un producto de una pureza cercana a las 15 veces más alta y casi total.

Este es el proceso, que puede ser aplicado con pocas modificaciones a otras sustancias ya mencionadas.


1º Presentación del producto:


El Rubifen de fabricación española, en su presentación de 20 miligramos de principio activo por pastilla, y un peso de 300 mgs por pastilla, dejando la pureza de la sustancia en un escaso 6'7%.
El resto es casi un yeso que tupe los conductos nasales si se esnifa, ya que no es soluble, creando problemas de respiración y moqueos interminables en sus consumidores por vía nasal.


2º Materiales necesarios:


Como se ve, no es mucho y cuesta menos de un par de euros todo lo necesario.
Agua destilada para hacer la disolución, un bote estéril de análisis de venta en farmacias, y una jeringuilla regulada para medir la cantidad de solvente que utilizamos.



3º Preparación:

En una superficie que sea rígida y no deformable, lo mas limpia posible, colocamos el producto para proceder a su pulverización, con el fin de facilitar su disolución. En este caso se usa un trozo de cristal, el plástico que cubría el bote de análisis, y un mechero para ayudarse a machacar las pastillas, preferiblemente rotas con la mano antes.



Aquí cubiertas con el plástico y ya listas para empezar a ser machacadas con el mechero.




4º Producto listo para trabajar con él:

Polvo. Este es el objetivo, hacerlas polvo para trabajar mejor con ellas.





5º Paso al recipiente de solución:

Se vuelca el polvo triturado de las pastillas al lugar donde serán disueltas.




6º Añadir solvente:

Agua. Siempre midiendo la cantidad, se va añadiendo agua o el solvente que corresponda, en la medida que veamos necesaria para cada cantidad de sustancia en bruto.

En este caso, para 2400 miligramos de sustancia en bruto, y 160 miligramos de la sustancia que nos interesa, se usaron 30 mililitros de agua a temperatura ambiente (unos 15 grados).





7º Disolución:

Una vez añadida el agua, se cierra el bote y se agita enérgicamente varias veces hasta conseguir una mezcla totalmente homogénea. El resultado es algo similar a la leche en polvo disuelta en un agua.

Tras agitarlo unos minutos, se deja reposar.
Los solubles quedarán en el agua, y los excipientes insolubles precipitarán al fondo del bote.
De las dos capas formadas, nos interesa aquella que tenga que la sustancia que intentamos refinar, y en este caso es la fase acuosa.



8º Separación de las fases:

Con la jeringuilla, con o sin aguja -eso depende de la habilidad de cada uno- se extrae del bote abierto y reposado, la fase líquida, y se pasa a depositar sobre una superficie lo más amplia posible y al mismo tiempo con una mínima profundidad, de manera que no rebose.


En este paso es aconsejable, sobre todo si no se tiene cuidado al separar las dos fases, filtrar el liquido que llevará partículas en suspensión no-solubles con un pañuelo de tela limpio, o papeles de filtrar adecuados.
Y por supuesto, eso se hace sin aguja siempre.

En este caso se ha usado un tipo de tejido industrial de limpieza que por su porosidad y consistencia resultaba idóneo.



9º Primer resultado:

Ahí está el líquido con la substancia, la disolución buscada.

Esto es lo que obtenemos tras la parte más complicada -es un decir lo de complicado- del procedimiento. Un líquido que ha de evaporarse y dejar de esa forma solidificados los restos de la sal que queremos obtener.

La razón de usar un plato es que cuanto mayor sea la superficie de contacto de la disolución con el aire, más rápido se evaporará. El otro factor que ayuda a acelerar este proceso es la temperatura.

En este caso, y en contra de lo algunos podían imaginar por comparación con la ketamina y la forma en que se cocina, no he querido evaporar el agua en una sartén con fondo anti-adherente, porque el calor es demasiado intenso, y corría el riesgo de descomponer la sal de metilfenidato (está como clorhidrato de metilfenidato), y porque además, el metilfenidato parece ser un compuesto que tiene tendencia a arder (desconozco si lo hace de forma explosiva o sólo se consume como la cafeína pura cuando se le aplica una llama con suficiente calor).

Si se desea acelerar, lo recomendable es usar el "baño maría", de manera que la temperatura ayude al agua a evaporarse, sin llegar nunca a puntos peligrosos, y siempre con vigilancia durante el proceso.

La otra forma, recomendable cuando no se tiene prisa, es la de dejarlo evaporando en un lugar protegido de las corrientes y de la suciedad, durante el tiempo necesario.

El resto que se ve en el fondo del bote de análisis, donde estaba antes la disolución, es el "yeso" que formaban los excipientes, y responsable de que el metilfenidato no siente tan bien como sería de esperar al tomarlo por la vía nasal.



10º Cosecha:

Tras la evaporación, los cristales adheridos a la superficie.

Aquí se observa la mancha blanquecina que ha quedado en el plato usado para la evaporación del agua. Esta formada por pequeños cristales de clorhidrato de metilfenidato.
Llega la mejor parte... del proceso.



12º Raspado:

Con una cuchilla -recomiendo las de los aparatos de rascar la vitrocerámica, de venta en los bazares, y que cuestan sobre 1 euro con varias cuchillas- se raspa cuidadosamente la superficie, de forma sistemática, hasta que se deja limpia de adherencias toda la superficie manchada del plato.


Se junta en el centro todo lo que va saliendo del proceso et voilá.... preciosos cristales blancos y brillantes.



13º Estimación y cálculo de dosis:

En este momento hay que recordar que trabajamos ya con una sustancia purificada, y por lo tanto mucho más potente en relación a la cantidad.

En este ejemplo se usaron 8 pastillas de 20 miligramos de metilfenidato, con lo que "como mucho" habremos obtenido 160 miligramos (aunque el rendimiento de los procesos casi nunca es del 100%).

Así que como regla de ojo, si no disponemos de báscula, lo mejor es calcular su potencia como si fuera la sustancia totalmente pura en la cantidad marcada por el calculo matemático de los miligramos iniciales.

Tras juntarla toda, se procede a picarla con la propia cuchilla, de manera que los cristales que se hayan formado, queden reducidos al mínimo, y no puedan provocar cortes cuando se usen por la vía nasal (por via oral todo este trabajo sería innecesario).

Estimación y tanteo.
Una vez agrupada toda, se procede a hacer dos mitades lo más iguales posibles, y se repite sucesivamente para llegar a calcular (siempre de más) una cantidad segura para una primera prueba.


En este caso, al partir de 160 miligramos de principio activo, se dividió en dos mitades de 80 miligramos, y se volvió a dividir en dos mitades de 40 miligramos (una de ellas), y finalmente se dividió en 3 partes iguales, de manera que cada una tendría cerca de 13 miligramos.

Cada una de esas partes de 13 miligramos se dividieron en 2 partes, que se picaron de nuevo y se dibujaron como líneas.

De esta forma, el máximo que podría haber en una de esas lineas de metilfenidato, serían unos 7 miligramos -y probablemente, debido a la perdida de parte en el proceso, no llegarían a 5- y esa dosis, para esta sustancia es activa pero no peligrosa (o no especialmente peligrosa).

¿Qué queda por hacer? ;)





La linea que se encuentra entre la moneda de 1 euro y la "mina de grafito" sacada de un lápiz, nos permite hacernos una idea estimativa de su tamaño y grosor.
Eso serían sus 7 miligramos de metilfenidato.

Y la prueba del pudding, fue un éxito. La sustancia había pasado todo el proceso sin problema, y al ser usada, no presentaba los problemas que presentaba la preparación farmacéutica y podía ser consumida sin miedo a esos tapones que no hay forma de quitar con un material tan poco agradable como el yeso de las escayolas.

El efecto en este caso, cambió considerablemente.
Limpio, rápido, inmediato. La duración e intensidad aumentó en un 30% al menos, y su sensación en la nariz, al no contener productos abrasivos y ser una sustancia de fácil solubilidad, fue la de algo que te dejaba notar su sabor sin picor (y como baja por la garganta).

Tras esa pequeña dosis de prueba, que sería equivalente a unos 5 miligramos de producto, se repitió a los 15 minutos con otra dosis ligeramente más pequeña, quedando en total consumido algo por debajo de los 10 miligramos nasales.

Tras 3 horas y media de estimulación sostenida (a pesar de la falta de descanso que a día de hoy sufre quien escribe esto), no hay aún sensación de bajada y tampoco ganas de repetir con otra dosis.
Algún momento de cómoda y tranquila euforia sin exaltaciones y mucha capacidad para trabajos que requieran concentración y aislamiento.

Muy similar en todo a la cocaína, sobre todo en su manera de producir la estimulación, aunque ligeramente menos eufórico, es fácil entender porqué en los USA han puesto al metilfenidato en la lista II, al lado de otros narcóticos de larga tradición.

Y de la misma forma, resulta bastante difícil entender como el 75% de los usuarios de esta droga son niños, mientras se prohibe y se condena que un adulto pueda usar ocasionalmente cocaína o anfetamina para estimularse, mantenerse despierto, centrarse en tareas que exijan un esfuerzo o por puro placer.

¿Sabemos a que nos estamos enfrentando mientras cebamos a una y otra generación de niños -los varones 4 veces más que las féminas... ¿es algo cultural esta "enfermedad"?- con un inhibidor de la recaptación de la dopamina?

¿Podemos creer que realmente estos niños y jóvenes, terminaran sus vidas y sus tratamientos sin haber sufrido cambios de caracter, personalidad y estilo de vida debido a una medicación, cuya mejor virtud es la de poder tener alumnos atentos en clase y niños menos revoltosos y más estables en el hogar?

Me cuesta mucho tragarlo.


Espero que el método, simple y sencillo al máximo, sin necesidad de ningún material que sea peligroso en forma alguna, sea aplicado no sólo para esta sustancia, sino que también se comience a usar para otras con mayor toxicidad (el mencionado combo de cocaína y fenacetina) y se asuma por parte de los consumidores más aventajados -y de los que les rodeen- como un paso más en las estrategias de reducción de riesgos y gestión de placeres en el consumo de drogas, que todo usuario que tenga interés por su salud, debería aplicar siempre.
Symposion.