domingo, 19 de agosto de 2007

Ignorancia que mata, prejuicios que dañan.

Aunque esta entrada iba a ser simplemente la traducción de un texto del doctor John Marks, que es de especial importancia ya que se trata de un profesional experimentado y cuyo objetivo es únicamente la salud de sus pacientes, voy a incluir dos breves referencias a asuntos que he observado estos días y me han dado para pensar.

La primera pertenece al mundo de la ficción-real. Se trata de la serie "Boston Legal", que es protagonizada por un grupo de abogados, y que no tiene reparos en criticar abiertamente y punto a punto como se ha mentido sobre la guerra de Iraq al pueblo, como los políticos usan cualquier tipo de estrategias que les benefician y atentan contra el poder del pueblo, o como mediante las subvenciones de tipo humanitario se hace una política de control encubierto sobre todos los países posibles.
Es en resumen una serie que muestra sin cortarse cualquier aspecto de la mal llamada democracia usana, y que presenta constantes dilemas éticos al espectador.
Sin embargo, en uno de los capítulos un abogado de bastante edad le pide ayuda a otro para que consiga información sobre su hija, y sobre si sigue tomando drogas. A pesar de la intromisión y la mentira que se usa para recabar esa información, la cosa sigue adelante, y a pesar de ser madre de una niña bien atendida y sin problemas, de tener un trabajo y de ayudar a otros en su tiempo libre, el padre de esta mujer finalmente logra una prueba de que su relación con las drogas no se ha extinguido por completo.

Inmediatamente le da la orden de que se someta a terapia y haciendo uso de dos matones, la secuestra a la fuerza y la interna en una clínica de desintoxicación, amenazándola con que no presente lucha contra esa decisión o le quitarán a su hija pequeña.
La gran acusación, verbalizada por el padre contra su hija es:
"Tú no quieres dejar la droga... tú lo que quieres es controlarla!!!".

Por supuesto que nadie en toda la serie, a pesar de ser conocido el caso, critican lo que se ha hecho. Al contrario, lo entienden y lo aprueban: contra la droga todo vale. Incluso en una serie que se permite reírse públicamente de como los USA utilizan la guerra contra el terrorismo como medio para someter y controlar a su propio pueblo.
Sin embargo, en la guerra contra la droga, todo vale... excepto querer gestionar uno mismo su relación con los psicoactivos.

Culturalmente están situando el tabú de la droga al nivel del tabú del incesto -y digo incesto, no violación- porque realmente no puedo ver ningún otro acto que genere esos niveles de rechazo, especialmente cuando no son actos que dañen a terceros.
Algo que no puede ser siquiera cuestionado, no evita que esos comportamientos ocurran y tan sólo agravan los problemas de quienes opten por ellos, cuando per se no son más que una de miles de opciones que los adultos capaces de decidir pueden tomar.

El segundo asunto que me ha dejado perplejo es ver como algunos médicos del sistema nacional de salud en nuestro país gestionan la deshabituación voluntaria de alguien que ocasionalmente ha consumido benzodiacepinas.
Para quien tenga un mínimo de idea, verá que el caso es para denunciarlo cuando menos.

La situación es la siguiente. Una mujer que durante unos meses por cuestión de ansiedad relacionada con unas oposiciones, había tomado por orden médica, benzodiacepinas. Con el temor a crearse una dependencia, había llegado a tomar solamente 1/4 de una pastilla del ansiolítico, antes de dormir.
Ese había sido su consumo en los dos últimos meses.
Sin embargo, decidió pedir hora para un psiquiatra que le dijera como retirar la medicación.
Cuando estuvo allí, le planteó a la médico que la atendió que quería dejarlo, y que estaba consumiendo 1/4 de una pastilla de Dorken (el mismo compuesto que el tranxilium), y que no recordaba de cuantos miligramos era esa pastilla.
Dorken existe en 3 dosificaciones: 5, 10 y 25 mgs.
Es decir, podía estar tomando 1'25 mgs, 2'50 mgs, o 6'25 mgs. La médico no podía saber cual de los 3 casos sería, y si fuera cualquier de los dos primeros, la dosis estaba por debajo de la cantidad activa mínima, y le habría bastado con dejar de tomarlo.
Realmente estaba tomando 1/4 de una pastilla de 25 mgs: 6'25 mgs que es poco más de la dosis activa mínima de ese fármaco. Pero en lugar de averiguarlo, la médico psiquiatra decidió "hacer las cosas bien".

Y decidió que esa persona que sólo tomaba 6 miligramos a la noche, tenía que cambiar de marca (no de compuesto) y comprar tranxilium. Y en lugar de tomar 6 miligramos al día, como quería dejarlo, le impuso una dosis de.... 20 miligramos: 5 en la mañana, 5 en la tarde, y 10 en la noche.
Le dijo que había que hacerlo correctamente para dejarlo, así que si sólo tomaba 6 miligramos mejor la "enganchaba" con 20 diarios, para luego ir progresivamente retirándolos.

Si esta persona hubiera hecho caso de lo que la médico le dijo, posiblemente dentro de 6 u 8 meses, estaría de nuevo tomando sólo una dosis en la noche: la situación inicial.
O en el peor de los casos, hubiera creado un adicción mucho más reforzada al fármaco, asociándolo con otros momentos a lo largo del día.

Hacer las cosas bien.
A una supuesta especialista en psicofármacos le presentan un caso en el que el mayor problema, dada la bajísima cantidad de sustancia que se tomaba, era el tenerlo asociado al momento de ir a dormir, y que hubiera podido tener como consecuencia un insomnio de rebote.
Alguien que no está físicamente enganchado a algo, le pide ayuda (por miedo a reacciones adversas) al profesional para dejarlo, y este aplica un protocolo propio de alguien que ha estado años tomando de forma indiscriminada benzodiacepinas, o útil también para un alcohólico de largo recorrido. A eso se le llama hacer las cosas bien.

En lugar de en primer lugar averiguar con certeza que cantidad está tomando el paciente, y en función a la dosis y la sustancia, reducir progresivamente, o incluso elegir otra benzodiacepina de vida media mucho más corta y de acción más rápida, para usarla unos días en el momento del sueño, y sustituirlo posteriormente por otros condicionamientos que le puedan ayudar a iniciar el sueño (ya que el tranxilium no lo hace, dado el tiempo de inicio de acción que tiene), hacer las cosas bien para esta "médico" quiere decir que si tomabas 6 mgs, pases a tomar 20 mgs.
¿Tal vez no escuchó a la paciente decir que quería dejarlo? ¿Problemas para comprender lo que es una deshabituación? ¿Aplicamos protocolos aunque vayan radicalmente en contra de la voluntad del paciente, e incluso del fin perseguido?

Las dos cosas que aquí he contado son aberraciones propias de un sistema de prejuicios y de un sistema de salud, que en ambos casos han perdido de vista lo principal: al ser humano.

Aquí incluyo el testimonio y las opiniones del doctor John Marks, protagonista de la entrada anterior y del mejor servicio de atención que ha habido en Europa.
No sólo tienen relevancia por ser acertadas, humanas y el resultado de un buen análisis de la situación.
También tienen una especial relevancia por la NO-implicación de este doctor con el mundo de la droga. Él sólo era un psiquiatra que llevaba años tratando adictos.
No era ningún antiprohibicionista, no era alguien que hubiera descubierto las bondades de la MDMA y quisiera darlo a conocer, no era alguien implicado en el estudio de las posibilidades de estos fármacos.
Con frecuencia se desestiman las opiniones de algunos profesionales por su cercanía ideológica con ciertos modos de consumo de drogas, por su tolerancia y activismo en estos frentes, o su experiencia propia.
En este caso no se da nada de eso: John Marks no es más que alguien que tras años trabajando con otros modelos, acertó en el cambio. Y estas son sus conclusiones:

"LAS LEYES SOBRE DROGAS: UN CASO DE PSICOSIS COLECTIVA
Por John Marks, Psiquiatra.

Soy un psiquiatra clínico que trabajo en Widnes, al norte de Inglaterra y prescribo drogas duras como heroína y cocaína. Irónicamente no puedo prescribir hashis, ni opio ni coca.
Esto es equiparable a poder recetar coñac pero no vino.

Sin embargo, esta política de trabajo ha eliminado las muertes por drogas, las infecciones de SIDA por el mismo motivo, y un estudio policial de nuestro programa de trabajo muestra un descenso de 15 veces menos delitos relacionados con la adquisición de drogas.
Y lo más interesante es que la incidencia de las personas que se convierten en adictas, se ha reducido hasta ser 12 veces menor.

MAXIMIZACIÓN DEL DAÑO E INHUMANIDAD

Daniel Roche es un ciudadano de Widnes. En su adolescencia había tomado drogas, y había desarrollado una preferencia por el cannabis.
Para evitar el mercado negro, él cultivaba su propio cannabis en lugares cercanos y abandonados.
De esta forma, pacíficamente, él se suministraba a sí mismo, y así fue durante 18 años.
Él trabajaba para una gran compañía eléctrica como cableador. Pagaba sus impuestos, tenía su propia casa, y estaba casado y con hijos, a los que les iba bien en la escuela.

En 1988 la policia requisó su cannabis, y el fue despedido de su trabajo.
No pudo seguir pagando la hipoteca de su casa, así que el banco se la quitó.
Se había encontrado cannabis que él cultivaba en su jardín, así que fue enviado a la cárcel.
Su núcleo familiar se desintegró.
Él sigue aún en una cárcel de Liverpool hoy día.

Es a esto a lo yo que llamo POLÍTICA DE MAXIMIZACIÓN DEL DAÑO.

John Montgomery, de Oklahoma, es parapléjico. Vive con su madre, la cual compra hashis para él, ya que es la única cosas que le alivia de los espasmos musculares.
Este año fue sentenciado a cadena perpetua cuando se encontraron unos 56 gramos de hashis bajo su almohada.

A esto lo llamo POLÍTICA DE INHUMANIDAD.

Si todo el gasto que hace el gobierno en advertencias contra el tabaco se dividiera en el total de muertes por tabaco, y de forma similar se hiciera con el alcohol, la heroína y el cannabis, obtendríamos que se gastan 30 libras por cada muerte producida por tabaco, 300 libras por cada muerte proveniente del alcohol, y 1'5 millones de libras por cada muerte provocada por la heroína, lo cual ilustra la desproporción que existe en cuanto al tratamiento publicitario contra la heroína.
Pero esas cuentas, si son aplicadas al cannabis, el resultado sería infinito, ya que no existen muertes por cannabis, y habría que dividir por cero.

PELIGROSAS PORQUE ESTÁN PROHIBIDAS

La prohibición tiene sus orígenes en una creencia fundamentalista de tipo religioso, por el cual se cree que las drogas ofrecen consuelo de forma autónoma, y por lo tanto peligrosa.
La peculiar creencia en la prohibición, en que prohibir el uso de drogas evita el daño que se puede derivar de su uso, no solo evita que los ciudadanos puedan aprender a usarlas evitando sus daños, sino que además fomenta la falsa sensación de la que las cosas que no están prohibidas no son dañinas.

Un cuchillo es probablemente más peligroso que una droga, e ilustra bien el ejemplo de que es el uso que del cuchillo o de la droga hacemos lo que determinan cuando pueden ser peligrosas.
De hecho el acto de oponerse a las drogas es una cuestión ideológica, generalmente religiosa.
Las drogas no están prohibidas por ser peligrosas sino que son peligrosas por estar prohibidas.

Sin lugar a dudas la forma en que algunas drogas son consumidas puede resultar peligrosa, pero argumentar que una sustancia química e inerte, más que lo por lo que se haga con ella, es peligrosa, no es solamente una estupidez; es como la decimotercera campanada de un reloj, que expande la duda sobre todo lo que hay realmente detrás, y disminuye los efectos del notable trabajo de reducción de riesgos que llevan a cabo otros propagandistas que luchan por la salud de esa forma.

Está bien que haya organizaciones como la OMS que busca llamar nuestra atención sobre los peligros del consumo de drogas. Lo que no está tan bien, es que los miembros de dichas organizaciones se comporten como si los consumidores de drogas fueran enemigos de la humanidad, o como si las normas y reglas de lo evidente no fueran y no afectasen a aquellos que hacen campañas contra el consumo de drogas.

Algunas maneras de consumir drogas pueden ser peligrosas para la vida, el individuo o la sociedad, pero el consumidor irresponsable de drogas no representa al conjunto de consumidores más que el alcohólico arruinado y tirado en una cuneta representa al conjunto de los consumidores de alcohol.
Se está en general de acuerdo con que hay un nexo entre algunas tipos de consumo de drogas y algunas complicaciones de tipo médico. Obviamente no niego ese hecho, y no recomiendo el consumo de drogas, y si alguien me preguntase mi opinión sobre este asunto -por ejemplo un hijo mio- procuraría ser elocuente y convincente sobre los peligros de tomar drogas, como por ejemplo el convertirse en un adicto a ellas.
Pero hay 3 cosas que se me atraviesan en la garganta cuando observo la propaganda anti-drogas.

FANATISMO INTOLERANTE

La menos importante es el retorcido argumento que usan de entrada los prohibicionistas.
Por ejemplo es frecuente que digan: "si no hubiera tomado drogas, no habría muerto tan joven", a lo que suelo contestar que si no hubiera nacido no habría muerto de nada y que si tuviéramos huevos podríamos tomar huevos con bacon si también tuviéramos bacon, o que incluso que si mi abuela hubiera tenido ruedas podría haber sido una bicicleta.

El segundo peor rasgo del prohibicionista anti-drogas es su fanatismo intolerante. El lenguaje que usa con respecto a los consumidores de drogas es un lenguaje de odio; llamarles totalitarios no sería una exageración e incluso se quedaría corto.
No les vale con pedir -y sería una reclamación bastante razonable- que como una medida aceptable, el consumo de drogas debería estar restringido a la privacidad del hogar o a ciertas premisas en las que fuera autorizado.

No. Ellos insisten en que todo consumo de drogas debe ser sancionado y situado fuera de la ley, que el mundo y cada hogar privado de cada ciudadano ha de ser únicamente para aquellos que no son consumidores de drogas, y que más y más duros castigos deberían imponerse a aquellos que consuman drogas, incluyendo la cadena perpetua para alguien que fumaba cannabis para aliviar sus espasmos, e incluso debería sancionarse a aquellos que no delatasen a otros ciudadanos que consumen, incluidos los miembros de la propia familia.
¿Hemos olvidado como era la Rusia Soviética tan pronto?

BUENOS POR OBLIGACIÓN

Pero el tercer y peor fallo del propagandista anti-drogas es su incapacidad para ver, o si lo ven, para admitir, que lo que ellos están pidiendo es un ataque -un grave ataque- a la libertad individual de guiar la propia vida en la dirección que cada uno quiera, incluidas aquellas que puedan ser peligrosas.
La elección de tomar drogas es parte de un gran derecho -realmente el más grande de todos- y es el derecho a gobernar nuestras vidas y a no tener a otros tomando decisiones por nosotros.

De todas las tiranías, una tiranía sinceramente aplicada por el bien de sus víctimas puede ser la mas opresiva. Ser "curado" contra la propia voluntad, de ciertas opciones que nosotros tal vez no consideramos como enfermedades, es como ser puesto al mismo nivel que aquellos que no han alcanzado la edad del razonamiento y que además nunca lo harán, ser agrupado con los niños, los imbéciles y las mascotas domésticas.

Todas las sociedades que han intentado hacer a sus ciudadanos "buenos" por obligación han acabado en el dolor, y ese dolor ha sido casi invariablemente el de sus ciudadanos, no el de sus líderes."

10 comentarios:

  1. Sublime el artículo de John Marks.

    Gracias.

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  2. Sí que es bueno su artículo, y mas viniendo de un psiquiatra oficial que trabajaba con adictos reales.
    ¿Por qué no se pregunta a esta gente antes de hacer planes o legislar sobre drogas?

    Aunque si este psiquiatra fuera como la psiquiatra que le da una dosis de 20 a alguien que toma 6 y que pide ayuda para dejarlo, estaríamos aún peor. Ese relato es aterrador por todo lo que implica.

    No se puede confiar en la clase médica hoy día, hasta que no disocien la moral de la medicina y empiecen a enseñarles a razonar, y que de sus conclusiones extraídas de la práctica puedan dar algo de luz sobre estos temas.

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  3. Ciertamente la gente no denuncia muchas veces porque no entiende que es lo que un médico hace, pero me gustaría ver a esa doctora en psiquiatría, explicando como para una deshabituación a alguien que toma 6 mgs de tranxilium, le receta 20.

    Sólo podría hacerlo diciendo que no consideraba que fuera ocasión para deshabituarse, sino para todo lo contrario. Y en cualquier caso, eso lo haría en contra de la voluntad del paciente y negándole el derecho a estar informado. Y al no ser un caso de esquizofrenia en que la medicación fuera "casi obligatoria", ¿a que nivel deja al paciente que le pide ayuda?
    Los sumos sacerdotes de nuestra sociedad se pasan por el forro los conceptos éticos y funcionales mas básicos.

    En cuanto a John Marks, he intentado averiguar que está haciendo ahora. La última referencia que tengo es que se fue a Australia. Pero creo que no es muy fiable por las fechas que indican.
    Sería interesante poder seguir el rastro de este personaje, aunque mucho me temo que no sea alguien que haya buscado la atención mediática y eso lo haga imposible.

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  4. este post es buenísimo. sobre todo la parte que es enteramente tuya.

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  5. Eso lo dices porque me quieres, que lo se yo.
    Un día tengo que sacarte algo de tu estancia con los chamanes y de las experiencias con amanita... si te dejas, y ponerlo aquí.

    Y gracias por tus palabras.
    Pero no me dejas claro si lo que te ha gustado es lo de la serie de televisión, o lo de la "especialista en psicofármacos".
    Imagino que será lo segundo, lo primero no te sorprendería tanto.

    Con afecto para el Erizo.

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  6. Las drogas no están prohibidas por ser peligrosas sino que son peligrosas por estar prohibidas.

    Sin lugar a dudas la forma en que algunas drogas son consumidas puede resultar peligrosa, pero argumentar que una sustancia química e inerte, más que lo por lo que se haga con ella, es peligrosa, no es solamente una estupidez; es como la decimotercera campanada de un reloj, que expande la duda sobre todo lo que hay realmente detrás... bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla...
    "Quien con fuego juega, se quema"

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  7. Da gusto ver los mantras que sostienen las creencias de algunos (veáse el anterior comentario).

    Sin ningún tipo de razonamiento, ni capacidad de argumentación frente a lo dicho algunos repiten:

    "bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla...
    Quien con fuego juega, se quema"

    Desde luego, quién escribió ese comentario entiende el valor de la pedagogía del absurdo.
    Frente al riesgo de la ignorancia y de un pensamiento acrítico, pocas cosas tan efectivas como mostrar los estragos que causan esas opciones, y mostrarse como lo que uno/a es: un/a supremo/a gilipollas.

    Balbucear ese mantra debió tener efecto en esa persona, dejándola incapaz de un intento de pensamiento proposicional.

    Aunque yo siempre escuché que si jugabas con fuego, te meabas en la cama.
    Será que eso es de otra religión.

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  8. Tienes toda la razón, estimado Symposion, al encender un porro de una maría estupenda de cultivo realmente ecológico, he jugado un poco con la llama del mechero y me he meado en lo que dice bla, bla, bla...

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  9. Uy!!
    Mi querido lobo estepario... ni mas ni menos que esa peligros droga de la marihuana... ¿no sabes que de ahí sacan el hashis y que lo adulteran con opio para que os enganchéis en el acto?

    Amigo, estas jugando con fuego, y la prueba es que te has meado en las palabras del bondadoso y anónimo "blablabla".

    Yo una vez tuve que apagar una almohada que estaba ardiendo con el único liquido del que disponía en cantidad y tiempo aceptable, pero eso es otro cuento.

    Aquí seguiremos advirtiendo a la gente que jugar con fuego es peligroso, sobre todo si estás empapado de la estupidez e ignorancia en forma de gasolina.

    Saludos y buenos humos.

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  10. actualiza colega, que me da un infartooooo,

    un abrazo

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